Los indicios y rumores sobre la existencia de grupos delictivos y narcotraficantes estrechamente ligados al gobierno venezolano o, más precisamente, la existencia de un atrincherado narcogobierno en nuestro país, no hacen sino afianzarse y crecer. Hasta hace poco, yo dudaba de su verdadera extensión e influencia y atribuía el reiterado rumor a la maledicencia de quienes buscar construir amplias teorías de oposición a partir de casos y sucesos aislados. Empecé a dudar cuando después de 32 años escribiendo ininterrumpidamente como articulista de El Universal me censuraron y despidieron de un día para otro como consecuencia de un artículo intitulado “Los manejos turbios” sobre la liberación del general Hugo “el Pollo” Carvajal detenido en Aruba por presuntas operaciones de narcotráfico. No acusaba a nadie en concreto ni me refería propiamente a la vinculación, o no, del general con el narcotráfico sino que analizaba el manejo diplomático del asunto, pero ello fue suficiente para que el periódico, recientemente adquirido por una engorrosa trama de testaferros chavistas, detrás de la cual estaban presuntamente Rafael Sarría y Diosdado Cabello, me expulsara y me censurara por primera vez en mi historia periodística. Ahora, las noticias sobre la llegada a Washington del jefe de seguridad de Diosdado Cabello, Leamsy Salazar, como testigo protegido para acusar al presidente de la Asamblea Nacional como cabecilla del cártel de los soles, prenden fuego a una mecha conectada a un tanque de gasolina que ya estaba a punto de estallar. Sería muy largo reconstruir el proceso mediante el cual Hugo Chávez montó el narcoestado y más allá de las pruebas concretas que corresponden a los tribunales ventilar, lo relevante para nosotros es que este tipo de noticias y denuncias pone a prueba la contextura moral del pueblo venezolano. Ya hemos aceptado con permisividad la conversión del malandro en el arquetipo referencial del venezolano, por no mencionar la presencia de malandros literales y concretos en los altos y dignos cargos del Estado. Pero revelaciones y acusaciones similares a las que hoy se ventilan en la Fiscalía Federal son suficientes para la apertura de una investigación inmediata en la Asamblea Nacional abierta a todos los sectores. Hay países donde los ministros renuncian por asuntos insignificantes, como una aventura amorosa. En una nación medianamente normal, la simple posibilidad de que el presidente de la Asamblea Nacional esté vinculado con el narcotráfico es razón suficiente para su renuncia.
Axel Capriles
El cártel de los soles
El Nacional. Caracas, 29 de enero de 2015