lunes, 8 de junio de 2015

Eduardo Semtei: Noticias comentadas

 
UNO. Dado que el petróleo bajó de precio significativamente, un 50% aproximadamente, los ingresos de divisas, esas que se usan para pagar la deuda externa y para comprar alimentos y medicinas,  se han visto mermados. Hay evidentemente menos dólares para comprar comida en el exterior y para subsidiar,  hay claramente menos productos regulados para distribuir por las redes de abastecimiento del gobierno; Mercal y Pdval y menos dólares también para el sector privado que también importa alimentos.  Los productos no regulados o de precio libre flotan justamente alrededor de la tasa de cambio paralela o dólar negro.  Los productos no regulados tienden a cotizarse al cambio paralelo que anda por los 420 bolívares, 420.000 de los anteriores bolívares,  permítanme recordarles que cuando llegó el chavismo el dólar se cotizaba a 720 Bs y ahora se negocia a 420.000 de los mismos bolívares de antes, es decir 600 veces más caro, sigamos entonces, los sueldos y salarios de los venezolanos de clase media no crecen jamás al ritmo de la devaluación del bolívar, por lo tanto esos productos no regulados y dolarizados se hacen inalcanzables para una población cada vez mayor de clase media que se ve forzada, empujada, obligada a comprar productos regulados, el resultado es muy sencillo de deducir, menos productos regulados debido a que hay menos dólares, productos no regulados a precios siderales, más familias dependiendo del mercado regulado, evidentemente más y más colas. Eso no tiene vuelta atrás.
DOS. Los gobiernos de Arabia Saudita, Qatar, Brasil, México, Colombia, Ecuador han corregido su presupuesto. Han reducido sus presupuestos debido  a que sus ingresos han disminuido por la baja de petróleo. Venezuela no lo ha hecho. Venezuela cubre el déficit, la disminución de ingresos y divisas por venta de petróleo mediante la emisión de monedas. Así de sencillo. Si por venta de oro negro recibíamos unos 100 mil millones de dólares anuales  y ahora no llegamos a 50.000 y habíamos estimado el precio del barril originalmente a 60 US$ y ahora se encuentra en un promedio de 50$, esos 10 de rebaja (60 menos 50) por 365 días de producción por 2 millones de barriles diarios significan ingresos que no existen, que se esfumaron, que se perdieron por la suma de 7.300 millones de dólares, si el precio del dólar  lo habíamos calculado la tasa de cambio a 6,30 (una falsedad, pero sirve para comparar) tendremos un déficit de 46 mil millones de bolívares, si lo calculamos a una tasa de cambio de 400 bolívares por dólar, el déficit subirá hasta dos billones novecientos veinte mil millones, casi tres billones de bolívares. ¿Cómo lo cubre Merentes? Sencillo, imprime moneda, el llamado dinero inorgánico, dinero basura. Mayor inflación.  Salarios miserables. Menos comida. Crisis total.
TRES. Todos esos números generan dudas, desconfianza, temores y recelos con nuestros acreedores, con los bancos y los inversionistas a quienes les debemos dinero.  Empiezan a preguntarse si les podremos o no  pagar. Calculan. Recalculan. Rerecalculan. Recontracalculan. Los números no dan para sostener la economía y para pagar la deuda. No hay señales de cambios en la política económica. La situación empeora.  Comentan en voz baja que Venezuela,  de seguir así, no podrá pagar su deuda en el año 2016. Mientras tanto, las reservas bajan y bajan, sigue la regaladera de dinero y de petróleo al exterior. Esta vaina se la llevó el diablo.
CUATRO. Se llama dinero fresco, generalmente, a lo que ingresa por encima de lo que se negocia en empréstitos. Si le debemos a China  o a Rusia digamos 30.000 millones de dólares y renegociamos la deuda y al final firmamos por 35.000 mil millones, entonces podemos decir que ingresaron 5 mil millones de dinero fresco, de dinero nuevo. Pero ese no es el caso, lamentablemente ni China ni Rusia nos dieron dinero fresco. Nos despreciaron. Nos vejaron. Nos humillaron, bueno no a nosotros sino al gobierno. No recibieron a Maduro sino cuando les dio la gana. No le rindieron homenajes. No firmaron nada nuevo.  Nos ven como país pobre. País endeudado. País quebrado. País de malos negocios. De maulas. De irresponsables. Venezuela es una de las peores economías del mundo.  La más alta inflación con la más alta caída del PIB.  Dentro de la OPEP somos el de peor crecimiento, de más disminución en la producción, de menor inversión.
CINCO. Las provocaciones del gobierno a la oposición son diarias. Cotidianas. Recurrentes. Sempiternas. Predecibles. Vean lo del CNE. Unos rectores empeñados en deprimir, en desarmar, en debilitar a la oposición. Pese a que se lo pide la humanidad entera no les da la gana de fijar la fecha de las elecciones tratando de desesperar sobre todo a la clase media, a quitarle entusiasmo.  Inducir a los opositores a pensar que el CNE es una madriguera inexpugnable de chavistas que así como no anuncian la fecha electoral tampoco anunciarán la victoria opositora en las parlamentarias.  Quieren que creamos que  el CNE impedirá la victoria. Hará trampas. Triquiñuelas. Salvajadas. Se equivocan. El triunfo va por más de 25 puntos, será una paliza. Llueve, truene o relampagueé  al chavismo se le acabó el pan de piquito.  Viene en caída libre. Pronto oiremos el batacazo que se dará contra la realidad.  Eso escríbanlo.
SEIS. Maduro salió corriendo. Le tuvo miedo al PAPA.  Pensó que lo iban a regañar. A sermonear. A decirle que confesara sus pecados, que son muchos.  El Vaticano sin cañones ni soldados derrotó al gobierno venezolano.
SIETE. Bienvenido Felipe  González. Comparados con los mamarrachos del gobierno que llamaron a movilizaciones en su contra este español se agigantó sideralmente Comparar a Felipe González con Rodríguez o Cabello es una acción casi delictiva. Bienvenido todos los que luchan por la libertad y los derechos humanos. Felipe y el PAPA  le dieron en la madre.

Eduardo Semtei
Noticias comentadas
Runrunes. Caracas, 8 de junio de 2015

Armando Durán: Se busca una oposición diferente

Hace pocos días, en su habitual columna semanal, Moisés Naím examinaba algunas situaciones que últimamente han asombrado a medio mundo, la súbita irrupción de Podemos en el escenario político español, por ejemplo, la rebelión de los músicos de la Orquesta Sinfónica de Berlín a la hora de seleccionar a su nuevo director o el corrosivo escándalo de la FIFA. Concluía su análisis Naím con una afirmación rotunda. Lo más sorprendente no son estas ocurrencias, sino "la frecuencia con la cual los líderes tradicionales, de la política, la economía o los deportes y las artes creen que pueden seguir comportándose como siempre lo han hecho."
Por esta empecinada resistencia al cambio hemos llegado a este punto de inflexión de nuestra historia. No percibieron nuestros presuntos dirigentes el sentido oculto del Viernes Negro, pasaron por alto las razones del llamado Caracazo y las verdaderas intenciones de la frustrada aventura golpista de un desconocido teniente coronel paracaidista aquel lamentable 4 de febrero. Tampoco se escandalizaron con el sacrificio de Copei por parte de Rafael Caldera, solo para volver a ser presidente, ni con la defenestración de Carlos Andrés Pérez, traicionado por su propio partido. Sucesos que ponían de manifiesto el agotamiento de una época y de una clase política.
El comportamiento inaudito de Acción Democrática y de lo que quedaba de Copei para afrontar las elecciones generales de 1998 demuestra de manera muy palpable hasta qué extremo de obcecación llegaba la dirigencia política venezolana con tal de no admitir que vivían en pleno fin de una época. Ninguno entendió que la única opción para no ser barridos por los vientos de cambio era ajustar sus pasos a lo que aún estaba por venir.

En verdad se trataba de una misión imposible, ya no estaban en condiciones de aprender, y eso causó la victoria electoral de Hugo Chávez. Comenzaba así un nuevo régimen, fenómeno que las élites tradicionales todavía refutan, pero por hacerlo cayeron y siguen cayendo, mansamente, en la eterna trampa chavista. No vieron que la nueva Constitución solo tenía la finalidad de legitimar el radical proyecto político de los insurgentes y, como creían o preferían creer que la presencia del golpista en Miraflores constituía otro simple capítulo del proceso político que se había originado el 23 de enero de 1958 y nada más, tampoco percibieron el propósito real de los poderes absolutos que gustosamente le entregaron a Chávez con la Ley Habilitante del año 2000. Poco después ardía Troya y quizá por eso consintieron las turbias manipulaciones que torcieron fatalmente la ruta del revocatorio. En todo caso, y desde entonces, se han hecho los locos ante la implacable transformación del árbitro electoral en un venenoso dispositivo antidemocrático.
Así, de traspié en traspié, como si en efecto nada extraordinario hubiera ocurrido en Venezuela durante estos 16 años de hegemonía chavista, nos acercamos, con enigmática complacencia, a las próximas elecciones parlamentarias. No solo negando la abrumadora experiencia electoral que nos ha conducido hasta aquí, sino aceptando como si tal cosa los tramposos mecanismos diseñados por el CNE para brindarle al régimen un ventajismo electoral invencible.
¿Estarán dispuestos los ciudadanos a acompañar una vez más a sus dirigentes en este dramático itinerario? Creo que no. La lección a extraer de las muy exitosas movilizaciones del 30 de mayo es que, con elecciones parlamentarias o sin ellas, o continuamos en el más de lo mismo de antaño, recluidos en el callejón sin salida de una crisis general sin precedentes, o reconocemos la necesidad urgente de hacer oposición de una manera muy diferente. No para obtener los pocos y condicionados espacios que nos concedan graciosamente desde Miraflores, sino para cambiar de gobierno y de régimen.



Armando Durán
Se busca una oposición diferente
El Nacional. Caracas 8 de junio de 2015

Claudio Nazoa: Amo a Nicolás Maduro

Nicolás Maduro es, por no decir el mejor, uno de los más inteligentes y preparados estadistas que ha tenido Venezuela.
La derecha fascista hostiga a nuestro amado presidente, quien, como respuesta inteligente y revolucionaria, sigue adelante a pesar de la guerra económica, los intentos de magnicidio, la guerra alimentaria y la guerra más terrible de todas: la del desalmado imperio norteamericano.
Nuestro valiente presidente, en el pasillo de un hotel de Panamá, arrecho, le reclamó a Obama por la intervención de Estados Unidos en los asuntos internos de Venezuela. Barack se puso blaaannnco y tembloroso, aseveró:

—Chico... viéndote bien, tú no puedes ser una amenaza.
A lo que Nicolás, dijo:
—Eso es lo que yo digo...
Mientras Maduro se juega el pellejo en defensa de nuestro país, los fascistas de oposición insinúan que el gobierno venezolano fletó, para la reunión de Panamá, aviones llenos de seguidores a quienes les pagaron 500 dólares, hotel y comida. Después dicen que no hay una guerra mediática dirigida por El Nacional, Tal Cual, El Nuevo País, La Patilla y por 120 diarios más en el mundo. No entiendo cómo apátridas fascistas pueden negar los logros de la revolución: disminución del delito y el obvio abastecimiento de medicinas y de alimentos de primera necesidad.
Hay que ser bien cínico para no aceptar que en el hospital de niños de Caracas, sus médicos, con suficiente dotación, trabajan a full capacidad. Hay que ser bien malintencionado para inventar que en los semáforos hay indígenas pidiendo limosna.
Amo a Nicolás Maduro por construir el tren que ya casi vemos en la Autopista Regional del Centro y que algún día llegará a Puerto Cabello. Lo amo por poner en marcha la producción de acero y de aluminio en Venezuela, y porque las fábricas de cemento que expropió el gobierno ahora sí funcionan a plena capacidad. Eso no lo dicen los medios de derecha.
Qué difamadores son los apátridas que afirman que por culpa de nuestro querido líder no hay papel tualé, café, azúcar, leche, lavaplatos, pañales, jabón, aceite, mantequilla, pastillas anticonceptivas, agua mineral, medicinas e inyectadoras.
Amado presidente, haga caso, pero omiso a los inescrupulosos ataques del fascismo mundial. No claudique como lo hizo su ídolo Raúl Castro. Recuerde que usted, por ahora, es la esperanza de él. Presidente, increíblemente, usted ha logrado superar a nuestro comandante eterno.
Nadie, jamás, hará lo que usted ha hecho con Venezuela. Por eso lo amo.


Claudio Nazoa
Amo a Nicolás Maduro
El Nacional. Caracas, 8 de junio de 2015