martes, 28 de abril de 2015

Guillermo Hirschfeld: Venezuela, ¿un Estado forajido?

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No es fácil comprender cómo es posible hacerlo, pero lo han hecho. El proyecto encarnado por el chavismo/madurismo ha logrado condensar todas las desgracias que ha sufrido América Latina en su historia contemporánea en uno solo país y al mismo tiempo. La situación de Venezuela recuerda a lo peor de la década del 70, tanto por la violencia y la represión, como por la persecución a la oposición política, la violación de libertades individuales y la conculcación de derechos humanos. Asimismo, se asemeja a lo peor de la década del 80, por el descalabro económico manifestado en hiperinflación descontrolada, desfase del tipo cambiario y desabastecimiento de productos básicos. Por último, también rescata lo peor de la década de los 90 por la corrupción generalizada, que atraviesa y corroe de manera escandalosa a todo el Estado.
La mayoría de los países de América Latina logró liberarse de todos estos flagelos con el esfuerzo de sus sociedades, y la visión y el pragmatismo de sus élites gobernantes. En los 80, la mayor parte de la región recuperó la democracia, en los 90, se reordenó la economía, y en la primera década del siglo XXI se castigaron las prácticas de corrupción. Sin embargo, el chavismo/madurismo reúne lo peor de toda la historia reciente en América Latina: represión política, caos económico y corrupción generalizada.
Además, Venezuela se parece cada vez más a un “Estado forajido”. El Gobierno de Nicolás Maduro ha decidido dejar de ocultar su desprecio por el derecho internacional.
No sólo desprecia los dictámenes, resoluciones o las recomendaciones de organismos internacionales como la ONU, Human Rights Watch, el Parlamento Europeo, la OEA, donde se denuncia la persecución política, la censura, la represión en Venezuela o se insta a la liberación de los presos políticos, sino que elige el camino de la burda estafa intelectual populista para enrocarse en el pueril argumento de que todo forma parte de una conspiración internacional contra Venezuela.
Ahora le ha tocado a España sufrir las invectivas de Maduro.
Aunque, cabe aclarar, que después de las diatribas el presidente venezolano ha reculado porque ya en la cumbre de las Américas Maduro no se sintió secundado en su arremetida contra el “imperio”, y teme que esa soledad se vea incrementada en la Cumbre UE-CELAC que se celebrará en junio y en la que España tiene un papel preponderante.
En cualquier caso, Maduro ha vuelto a apelar al victimismo y a la existencia de una supuesta conspiración internacional contra su país. Desde que tomó posesión de su cargo en diciembre de 2012, Maduro ha denunciado en 16 ocasiones intentonas de golpe de Estado, culpando no sólo a la oposición y Estados Unidos, sino también a la vecina Colombia. Sigue el ritmo de Chávez, que en 14 años de Gobierno aludió nada menos que 63 veces a la supuesta conspiración internacional.
España tiene una larga tradición en política exterior, desde su regreso a la democracia, de un decidido compromiso democrático cuando se vulneran derechos fundamentales y libertades individuales en países de la familia iberoamericana.
De hecho, la transición española ha sido un ejemplo para las transiciones democráticas latinoamericanas. España es un país que supo transitar hacia la democracia con generosidad, sentido de la responsabilidad, concordia y altura de miras.
No es casualidad que la dictadura militar argentina de Jorge Rafael Videla también hubiera, al igual que la Asamblea Nacional de Venezuela, la semana pasada, declarado persona non grata a Felipe González, en septiembre del año 1977, no dejándolo ingresar al país, o que el Rey Juan Carlos se reuniese en 1983 en Uruguay con los artífices del regreso a la democracia en Uruguay, esquivando a los que regían los destinos del país charrúa.
Por otro lado, es una noticia formidable que los dos referentes más potentes tanto de la socialdemocracia como del espacio liberal, democristiano y conservador en Hispanoamérica como son los ex presidentes de Gobierno de España Felipe Gonzalez y José María Aznar (cabe destacar que en América Latina, tanto uno como otro son auténticos iconos de sus respectivos espacios políticos) se muestren unidos en una causa tan noble y justa como la defensa de la democracia y la libertad en Venezuela.
No es injerencia, es la obligación de una nación comprometida con los valores de la democracia y la libertad. Es en momentos como este, cuando los latinoamericanos como yo, que vivimos en España, nos sentimos especialmente orgullosos de formar parte de esta gran nación.

Guillermo Hirschfeld
Venezuela, ¿un Estado forajido?
ABC. Madrid, 28 de abril de 2015

Enrique Meléndez Oropeza: El Chávez necrofílico

Hubo un momento en que uno ponía la vista en cualquier lugar, y allí estaba la figura de Chávez; desde patrullas de policías, hasta vallas por todas las carreteras. Al entrar a cualquier despacho de la administración pública allí Chávez estaba un Chávez multiplicado hasta el infinito; incluso, nos han metido hasta por los codos el Chávez de las fotografías fotomatón, y que seguramente éste se sacaba a medida que avanzaba en el bachillerato; un Chávez flacuchento, huesudo, de pose altiva y circunspecta, sobre todo, el Chávez cadete; un Chávez que no termina de enterrarse, y que nos retrotrae al mundo de Juana “la loca”; quien arrastraba por todas partes con la momia, de quien había sido su marido, conocido en la historia como Felipe “el hermoso”, y el hecho es que a medida que se borra su memoria, se van también como extinguiendo las primeras imágenes. Los agentes de la naturaleza han venido como a tener efectos sobre esas imágenes, y, al parecer, no hay quien las retoque; porque ya más plata. He allí el mal negocio que resulta el Chávez necrofílico.
           
Por cierto que Carlos Rangel decía que en América hispánica no se explicaba el hecho de que los tiranos marcaran tanto a la gente, y sólo por declarar un cierto credo populista, y la prueba más patética la tenemos en el Che Guevara, y quien le confesó un buen día a su padre, que él sentía un inmenso placer portar, y obsérvese que el Che es símbolo de esta seudo revolución.
           
Ahora, Chávez sí pudiera alegar, como lo hizo Bolívar en su famoso Discurso de Angostura; que él no fue más que una brizna de paja, arrastrada por el ventarrón de las circunstancias; cuando entonces le echaba la culpa del fracaso de la primera República al federalismo; una frase que algunos historiadores hacen ver que aquí peca el Libertador de irresponsable, y lo digo así, porque Chávez no tiene la culpa de haber destruido el país, como sí quienes lo llevaron a tal investidura, es decir, una jauría de políticos, que perdieron las perspectivas, y que no veían la política sino como una venganza, y ese era el clima que se respiraba en el país, para el momento en que Chávez llega al poder. Yo recuerdo, sobre todo, a los mayores decir que el voto por Chávez venía a ser un voto castigo, sin darse cuenta de que detrás de esa frase lo que estaba pintado era el apocalipsis; la hora menguada para nuestro país, y esto porque este pueblo no se rige por el sentido común; no mide las consecuencias de sus actos, y fue que a lo que vino a darse cuenta, sobre todo, la clase media, que fue la que en un primer momento se lo montó en hombros; aparte de esa jauría de políticos, que vieron en él a un cordero con la piel de lobo, y al que podían apartar en las primeras de cambio, y que fue lo que sucedió un lejano 11 de abril de 2002; sólo que esta era una gente mucho más ambiciosa que el mismo Chávez; que el cordero terminó atornillándose más en el poder; primero, porque buscó el auxilio de un lobo mayor, voraz e inescrupuloso, como todo buen caudillo; segundo, porque le llegó una fortuna tan extraordinario, que sólo así pudo gobernar a sus anchas; de paso, tratar a la ciudadanía de un modo grosero y ordinario.
           
Porque, incluso, el propio Castro se lo sacó un día en público:
           
-Tú no tienes ni la menor noción de lo que es el pudor público.
           
Esto a raíz de unas revelaciones que había hecho Chávez, con respecto a un cierto comportamiento de viejo verde de Castro, en uno de aquellos Aló, Presidente, que solía hacer Chávez, y donde se veía que tenía al otro hasta el hartazgo, sólo que se lo calaba en esas circunstancias, porque éste compartía esa inmensa fortuna con él.
           
Parece mentira, pero con el Libertador no se produjo esa veneración en forma inmediata, luego de acaecida su muerte; cuando, por el contrario, lo que se mandaron fue a sonar 21 cañonazos de salve en todos los pueblos de Venezuela; porque para el momento Bolívar había perdido la batalla de la opinión pública ante Páez, quien lo había indispuesto en contra de los venezolanos, sobre todo, a partir del instante en que éste intenta imponer una monarquía constitucional, siendo él una especie de rey, sólo que oculta dicha investidura con la figura de presidente vitalicio; que fue lo que nos metió Chávez por todo el cañón, pero que al Libertador le valió casi hasta la amistad de Sucre; puesto que la opinión pública se preguntaba, que para qué entonces se había ido a la guerra de independencia, si se volvía a una monarquía, y tanto más con un protectorado inglés, y que era lo que abrigaba el Libertador también en aquel instante.
           
La veneración por Bolívar nace a raíz de la llegada de sus restos en el año de 1842, por iniciativa de José Antonio Páez, y ya desde la ceremonia de recibimiento, hasta su entrada a Caracas todo será la apoteosis póstuma que le brinde el pueblo a su héroe, de acuerdo a lo que cuenta Fermín Toro en una crónica que escribe al respecto; aunque el culto quien lo inicia dicen que fue Guzmán Blanco. Por cierto, que el chavismo no iba a escaparse de adoptar como lema esas célebres frases que pronuncia el Libertador en  Discurso de Angostura, y donde dice que el buen gobierno es aquel que le ofrece la mayor suma de felicidad, la mayor suma de seguridad posible y el mayor  bienestar a su pueblo, como todo buen gobierno dictatorial; sobre todo, por el tono demagógico que hay allí de parte de Bolívar, quien al parecer las toma del discurso de Bentham, un pensador inglés, que había sido amigo epistolar suyo, y con quien rompe el Libertador, precisamente, porque Bentham se permite hacerle una crítica a sus intenciones monárquicas, y es por esta razón que hay allí mucho de demagogia.
           
Que es por cierto lo que no va a pasar con Chávez, puesto que si bien el Libertador abrigó esas veleidades al final de su vida, dejó un legado de cinco repúblicas independientes, Chávez lo que deja son ruinas.

Enrique Meléndez Oropeza
El Chávez necrofílico
Blog La Pluma de Enrique Meléndez O. 28 de abril de 2015