miércoles, 31 de diciembre de 2014

Leopoldo López: Mensaje a los venezolanos

Desde mi celda en la cárcel militar de Ramo Verde le mando a todo mi querido pueblo de Venezuela un abrazo de hermandad y el más sincero deseo de que 2015 sea un año de esperanza para todos.
Los pronósticos que he podido leer sobre el próximo año coinciden en que será muy duro debido a que se agravarán la crisis económica, la represión y la arbitrariedad de la dictadura.
A pesar de estos pronósticos, quiero proponerles una visión optimista y esperanzadora para el próximo año.
Somos mayoría los venezolanos de buena voluntad que aspiramos a que nuestro país retome el camino de la democracia y el bienestar, por lo tanto el cambio está en nuestras manos. Todo dependerá de nuestra capacidad de organizarnos, unirnos y movilizarnos políticamente. Hagamos de la adversidad terreno fértil para el cambio.
En unas semanas cumpliré un año preso. Mi experiencia en la cárcel ha sido marcada por la injusticia, el aislamiento y la soledad. De los 10 meses en prisión, 5 he estado en aislamiento y aún sigo sin recibir visitas más allá de las de mis padres, esposa y abogados. Hasta han lanzado excremento a nuestras celdas para tratar de callar nuestra voz de protesta y quebrarnos espiritualmente.
No ha sido una experiencia grata, pero a pesar de la adversidad la cárcel también ha sido un espacio para reflexionar y para convertirla en una oportunidad para crecer moral, espiritual y físicamente.
Me ha llenado de mucho entusiasmo el saber que este proceso de crecimiento ha sido común a todos los que estamos presos por razones políticas. Sé que quienes hoy estamos encerrados por la represión e intolerancia de Maduro compartimos un profundo optimismo y esperanza de que nuestro encarcelamiento será pasajero y que veremos el renacer de Venezuela.
Cada aislamiento, cada golpiza, cada abuso, cada manipulación de los procesos judiciales lejos de desanimarnos, nos ha fortalecido.
Al igual que nosotros que estamos presos, también lo está Venezuela, y nuestros carceleros son una élite corrupta y represora que ha llevado al país al colapso. Pero a pesar de esta situación, los invito a ver en la adversidad una gran oportunidad. Una oportunidad para el cambio, y para lograrlo el primer paso es encontrar una causa común, un propósito compartido por todos, o al menos por la inmensa mayoría de los venezolanos.
Estoy convencido de que esa causa común que debe unirnos a todos los venezolanos es el ejercicio pleno y efectivo de todos los derechos que nos corresponden. Si los derechos y su garantía fuesen la prioridad del Estado y de la nación hoy viviríamos en un país democrático, próspero, justo y lleno de oportunidades.
Entre la Venezuela de hoy y la que aspiramos, hay un obstáculo que debemos remover: una élite corrupta y represora de no más de 100 personas que han tomado por asalto las instituciones, acabando con el Estado de Derecho y sustituyéndolo por un Estado delincuente. Si alguien todavía tenía dudas de esto, las últimas designaciones inconstitucionales e inmorales de los poderes públicos dejaron claro hasta dónde está dispuesta esta cúpula a llegar para mantener el poder y seguir robando el dinero de todos los venezolanos.
Siendo esta élite el obstáculo entre la Venezuela que tenemos y la que queremos, no debe haber ninguna duda de que la unidad de los venezolanos debe darse en torno a removerla y darle paso a la Venezuela que merecemos. Esta unidad debe ir mucho más allá de la MUD, que si bien es una alianza partidista necesaria, no es ni suficiente ni representativa de ese inmenso país que quiere cambio. Es por esto que proponemos una alianza por el cambio que incluya a jóvenes, estudiantes, maestros, sindicalistas, trabajadores, empresarios, desempleados, intelectuales, militares, a todos, todos unidos alrededor de un propósito compartido, la promoción y el respeto de todos los derechos para todos los venezolanos.
Teniendo claro y estando unidos en la aspiración de la Venezuela que queremos y conscientes de que el obstáculo lo representa la élite gobernante, es necesario trazar la ruta, el camino para sustituir a los corruptos y abrir las puertas de esa nueva Venezuela, la mejor Venezuela.
Sobre la mesa hay tres propuestas concretas, forzar la renuncia de Maduro y convocar elecciones, convocar una asamblea constituyente por iniciativa popular con el propósito de desmontar el secuestro institucional y las leyes inconstitucionales y la elección de una amplia mayoría en la Asamblea Nacional.
Nosotros creemos y estamos promoviendo mediante la recolección de firmas la convocatoria a una constituyente, porque creemos es la opción más expedita e incluyente. Pero las tres opciones son válidas y cualquiera podrá tener vigencia dependiendo de las circunstancia. Lo que es imprescindible es que bajo cualquier escenario la prioridad, el objetivo, sea salir de la élite corrupta que tiene secuestrado el Estado y colapsada la nación. Solo así seremos libres y soberanos.
Para lograr esto no es una opción caer en la trampa del miedo que ha sido alimentada con la represión policial y judicial y los encarcelamientos arbitrarios.
Los movimientos democráticos, no solo en Venezuela sino en todo el mundo, han entendido que se deben aprovechar todos los mecanismos pacíficos y no violentos de lucha y de participación. Las elecciones son uno de ellos. El terreno electoral. Pero también lo es el terreno de la calle con la protesta pacífica y no violenta. La protesta debe acompañar y promover cualquiera de las opciones que permita la sustitución de quienes hoy gobiernan.
Venezolanos, mi invitación es a que no perdamos la fe, no caigamos en la desesperanza. Ese es el mayor aliado de las dictaduras. A quienes son pesimistas y no avizoran una salida exitosa a esta situación, a quienes han perdido la esperanza solo voy a decirles que miren a su alrededor. Que observen cuántos miles y miles de venezolanos, jóvenes, valiosos, enfrentan con coraje y determinación al régimen de Nicolás Maduro y sus perversidades. Que encuentren en su entrega la inspiración necesaria para pasar a formar parte de la fuerza indetenible de los cambios históricos que están a la vuelta de la esquina. Venezuela no se puede conformar con la supervivencia como meta, no somos un país de colas ni de racionamientos, somos un pueblo marcado por la historia para ser grande y feliz. Cuando inicie el nuevo año no solo pidan por ustedes y por su familia, pidan por nuestra Venezuela y lo más importante, pregúntense hasta dónde están dispuestos a luchar por ella. Feliz año para todos. Que 2015 sea un año de esperanza.

Fuerza y fe
Leopoldo López
Cárcel militar de Ramo Verde



Leopoldo López
Mensaje a los venezolanos
El Nacional. Caracas, 31 de diciembre de 2014

Aníbal Romero: Washington-La Habana-Caracas: hojas de ruta


Con relación al acercamiento Washington-La Habana, conviene recordar este fundamental principio: No hay almuerzos gratis en las relaciones internacionales. He leído artículos según los cuales La Habana ha sacado la mejor parte del asunto, ante un Washington que entregó demasiado. Algunos analistas han afirmado que, en todo caso, ya la Cuba castrista “no representa una amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos”. Tal interpretación constituye a mi modo de ver un error. Una Cuba estable no es una amenaza, pero una Cuba inestable sí lo es.
Para Estados Unidos la principal amenaza potencial a su seguridad nacional, que por los momentos pudiese materializarse en el hemisferio en general y en Cuba en particular, sería una repetición de los eventos de 1980 en el puerto de Mariel, cuando en cosa de pocos meses 125.000 cubanos emigraron masiva y desordenadamente hacia las costas de Florida, entre ellos miles de delincuentes comunes y personas a quienes el régimen castrista sacó de las instituciones para el cuidado de enfermedades mentales, subiéndolas también a los botes que partían hacia Miami.
El interés principal de Washington con respecto a Cuba es la estabilidad, no la libertad de los cubanos. Desde luego que a Washington no le disgustaría que la democracia y la libertad retornasen a Cuba, ni mucho menos; pero no a costa de una situación de inestabilidad que pueda generar otro Mariel, con la diferencia de que esta vez no serían 125.000 cubanos sino millones los que buscarían escapar de la isla, en caso de una situación de súbita e incontrolable violencia y de indefinición del rumbo hacia el futuro, en el epicentro de un caos. Se trataría de un escenario de generalizada crisis humanitaria en el Caribe, a la que se sumarían los severos problemas que suscitaría una inmanejable afluencia de refugiados en Florida.
Este escenario, por lo demás probable a partir de una Cuba desestabilizada, explica la actitud que hemos visto de parte de Washington los pasados años ante el desmantelamiento sistemático de la democracia en Venezuela. Durante una primera etapa del régimen “revolucionario” la postura de Estados Unidos fue complaciente, y en años más recientes ha sido esencialmente tolerante, caracterizada por el propósito de hacer lo mínimo necesario para no claudicar plenamente ante la altanería chavista, pero no tanto como para radicalizar aún más al régimen, acelerando así su desintegración. El colapso del régimen chavista pondría en juego, como hoy observamos, el crucial subsidio petrolero que Caracas ha venido suministrando a La Habana y que tan importante ha sido para sostener la estabilidad del castrismo.
Para recapitular: con base en una definición estrecha de su interés nacional, Washington ha apostado por la estabilidad de Cuba y Venezuela, a pesar de los costos que ello ha significado en términos de permanencia de la tiranía castrista y de asfixia y destrucción de la libertad y la democracia en Venezuela. No se trata, por tanto, de que La Habana haya ganado con el reciente acercamiento en tanto que Washington ha perdido. El almuerzo ha sido compartido y “no hay almuerzos gratis en relaciones internacionales”. El proceso de reanudación de relaciones entre Washington y La Habana  avanzó con mayor rapidez debido a la crisis del chavismo en Venezuela, producida por la caída del petróleo y la inmensa incompetencia y corrupción del régimen “revolucionario”. Sin duda, Washington le ha tendido una mano a los Castro, con el objeto de consolidar en lo posible la estabilidad de la sociedad cubana y con la esperanza de que, eventualmente, la tiranía castrista evolucione en una dirección menos cruel. El hecho de que estas negociaciones vengan de atrás no debería sorprender a nadie, pues el desastre chavista se vislumbraba desde hace rato.
Poniendo las cosas en su justo marco, hay que tomar en cuenta que los hermanos Castro jamás habían tenido unos aliados más toscos políticamente, más obnubilados por una ideología-chatarra, y más extraviados por sus prejuicios que los jefes del régimen chavista en Venezuela. Comparados con esta gente, la suicida izquierda chilena de los años setenta es algo así como el Senado romano bajo Cicerón y Cato, y los sandinistas una especie de Parlamento inglés bajo Lord Palmerston y Disraeli. Los chavistas jamás han entendido que Washington no se ha planteado sacarles del poder, ni organizar golpes de Estado en su contra, ni siquiera levantar un poquito la voz en la OEA u otro de esos entes para denunciar el crimen que se ha cometido contra la libertad y la democracia en nuestro país, ante la mirada desdeñosa de sucesivos gobiernos estadounidenses y la complicidad deleznable de latinoamericanos y caribeños.
No, de ninguna manera: durante los primeros años de Chávez, y ello me consta, Washington estuvo más que dispuesto a alentar al caudillo en su cruzada de cambio social “reformista”, y le observó con inocultable interés y en ocasiones hasta algo de entusiasmo, en tanto despreciaba a una oposición a la que decidió temporalmente consignar al basurero de la historia. Pronto se olvidaron a orillas del Potomac los cuarenta años de institucionalidad en Venezuela, la lucha de nuestro país contra la expansión del castrismo en América Latina en los sesenta y setenta, y los peligros que entrañaba un militar golpista, quien pronto se alió a Cuba, a la cabeza de un Estado como el venezolano.
Resulta que ahora algunos analistas elogian la nueva hoja de ruta Washington-La Habana como la apropiada para que Estados Unidos “renueve su liderazgo en América Latina”, y ni se les ocurre imaginar que un camino más apto y digno habría sido colocarse junto a los demócratas venezolanos estos pasados años, condenando la sistemática destrucción de la libertad en el país y apartándose de la hipocresía pro castrista de los numerosos gobiernos de izquierda latinoamericanos y caribeños, que hoy en día llevan la voz cantante en el hemisferio y hacen coro al despotismo cubano, en tanto sonríen frente a la desgracia venezolana.
Pero como bien sabemos, nuestras acciones tienen consecuencias imprevistas y no deseadas, y las hojas de ruta que Washington asignó a Cuba y Venezuela no están necesariamente marchando como se esperaba. Ciertamente, Washington está en capacidad, y va a hacerlo, de lanzarles un salvavidas económico a los Castro ante el patente naufragio del régimen chavista. Lo que, sin embargo, se complica es la sección correspondiente a Venezuela.
Con la actitud primero complaciente, luego tolerante y ahora equívoca de Estados Unidos hacia el chavismo, Washington ha contribuido a que las cosas en Venezuela hayan llegado a un punto que presagia graves y largas tormentas, que probablemente repercutirán en todo el hemisferio. Y atención: digo que ha contribuido como un factor entre varios, y no necesariamente el decisivo. Pues en modo alguno estoy argumentando que Washington debió, debe, o debería ocuparse por sí solo de reconquistar la libertad y la democracia en Venezuela, ya que esta tarea nos corresponde primordialmente a los venezolanos. Lo que digo es que esa verdad no eximía ni exime a Washington de haber formulado una política distinta hacia la tragedia venezolana, en función de un concepto del interés nacional menos estrecho, un tanto más digno y a la postre menos miope, un concepto del interés nacional en el que los principios equilibren el burdo pragmatismo de que han hecho gala varios gobiernos de Estados Unidos con relación a Venezuela.
¿Dónde estamos ahora? Quizás Cuba siga siendo estable un tiempo más. ¿Pero Venezuela? Es evidente que el país se asoma a un abismo de ruina económica, insurgencia social y quiebre institucional. Ya a estas alturas resulta grotesco sostener la fachada de que en Venezuela impera un régimen democrático y una sociedad libre. Las recientes designaciones inconstitucionales de los poderes públicos, en especial del Consejo Nacional Electoral, añaden a la farsa un elemento de amarga comicidad, que presumo ha de ser percibido hasta por los distraídos funcionarios de la Embajada estadounidense en Caracas.
¿Las sanciones de Obama? Las mismas significan “too little too late” (demasiado poco, demasiado tarde). A pesar de lo declarado por el ministro de la Defensa del régimen “revolucionario”, quien aseveró que las sanciones representan un “llamado a la insurgencia callejera”, lo cierto es que no creo que dentro del escenario que se le plantea a Venezuela en 2015 jueguen un papel clave esos tardíos y desganados castigos, relativos al retiro de visas y congelación de cuentas contra segundones que obedecen órdenes.
Washington, al igual que la oposición “oficial”, ha decretado para Venezuela, contra viento y marea y prestando escasa atención a los hechos, una hoja de ruta “constitucional, democrática y electoral”, sustituyendo la realidad por una utopía que está lejos de corresponderse con lo que en efecto ocurre en nuestra enferma sociedad. En medio de tales fantasías y a lo largo de tres lustros, se han desarrollado en nuestro país todos los más amenazantes componentes de un huracán social y político, que presagia convulsiones. Es posible que Washington logre comprar la estabilidad de Cuba, pero la de Venezuela ya no tiene precio.


Aníbal Romero
Washington-La Habana-Caracas: hojas de ruta
El Nacional. Caracas, 31 de diciembre de 2014

Eleonora Bruzual: Annus horribilis, Annus mirabilis

Termina lo que sin dudas es un año horrible. Un año plagado de ruina, escasez, violencia, muerte. En Venezuela día a día vamos padeciendo con más intensidad lo que 3 lustros de saqueo, de militarismo grotesco, de invasión castrocomunista han causado. 3 lustros donde año a año hemos visto agravarse la situación política, social y económica. Hemos visto y padecido a una banda delincuencial que llegó al Poder valiéndose de mecanismos que solo la democracia permite y una vez en él comenzaron a destruirla para de esa manera imponer una nueva forma de tiranía que con sorna, después de 15 años tanto ellos como sus cómplices dan el calificativo de democracia alegando el origen pero obviando lo que en verdad ha sido.
15 años que como bien describe el historiador británico Niall Ferguson en su libro “Civilization: The West and The Rest” han estado signados por  la continua violación del orden legal y político. Allí resalta este profesor de la Universidad de Harvard que Chávez nacionalizó empresas a voluntad, desde fábricas de cemento pasando por estaciones de televisión y bancos y como tantos dictadores de poca monta en la historia de Latinoamérica, se burló de la Ley cambiando la Constitución a su medida “primero en 1999, poco después de su victoria electoral y en el año 2009 cuando abolió el límite del mandato presidencial para asegurarse la reelección indefinida".
Mejor descripción de una neotiranía es imposible. Ya Chávez no está, pero siguen sus secuaces, los mismos que le acompañaron en las sangrientas intentonas de Golpes de Estado del año 1992, los que luego se le recostaron para beneficiarse del caudillismo voraz y por supuesto los chulos de una izquierda internacional que vieron abrirse una mina y no la soltarán hasta no secarla.
Año horrible, donde el mes de diciembre, tradicionalmente tiempo de paz y alegría ha resultado el más sangriento. Solo en Caracas a la morgue de la ciudad fueron llevados 455  cadáveres producto de la violencia; como lo digo siempre que escribo del tema, igual horror lo viven otras ciudades y pueblos de una geografía devastada y ensangrentada.
Tierra de hampones es ahora la que una vez fue refugio de miles de emigrantes buscando un lugar de paz donde hacer y rehacer sus vidas y convertir en realidad los sueños. Bonita tierra que fascinó a turistas y que ahora es uno de los países más peligrosos del mundo. Como muestra les cuento que el pasado viernes 26 de diciembre, en una hermosa playa del oriente, ubicada entre los estados Anzoategui y Sucre  a pleno sol del mediodía caribeño, siete malandros armados con fusiles R-15 sometieron a bañistas y pequeños comerciantes de la playa de Arapito situada a unos 15 kilómetros de Puerto La Cruz en los límites de los estados Sucre y Anzoátegui… Cargaron con las pertenencias de más de 300 bañistas, con la mercancía de los humildes comerciantes y ni un guardia nacional, ni un policía se apareció por el lugar del crimen aunque fuera para socorrer a las víctimas que aterradas trataban de abandonar la playa.
Esa pues es la “Revolución bonita” que cacareaba Chávez, esa la Peste roja enseñoreada prostituyendo y empobreciendo a los venezolanos cuyas vidas transcurren en interminables colas esperando desesperados leche y pañales para sus hijos, medicinas para los enfermos, cadáveres de sus familiares…
Año horrible donde vuelven unos facinerosos borrachos de Poder a violar la Constitución y las leyes e imponen sus fichas en el Tribunal Supremo de Justicia, en el Consejo Nacional Electoral; año horrible donde seguimos viendo a una oposición gobiernera prestándose a chanchullos y prolongando el tiempo de unos vándalos que sólo la complicidad de muchos que se beneficiaron y se benefician los apuntala.
Año horrible donde estamos padeciendo con más rigor el hacer de un tropero ambicioso y amoral que se obsesionó con poder repetir lo hecho por el tirano Fidel Castro y lo buscó de asesor y legatario. Tiempo para que los esbirros segundones hagan más trágica nuestra fatalidad y desesperados porque hasta los Castro y su nomenclatura “Resolvieron”, prolonguen con encono la tragedia y se atrincheren en una Venezuela convertida en guarida y busquen por todos los medios liquidar a los líderes honestos de la verdadera oposición. Tiempo donde cada venezolano decente debe armarse de coraje y tener muy claro que la Peste Roja hay que derrotarla, defenestrarla porque destruyó Venezuela y está matándonos. De no ser así será imposible que este 2015 sea un Annus mirabilis.


Eleonora Bruzual
Annus horribilis, Annus mirabilis
Diario Las Américas. Miami, 31 de diciembre de 2014