viernes, 30 de octubre de 2015

Jean Maninat: Volver a soñar

Sí... tiene usted toda la razón, el título del artículo es un poco cursilón, tirando a marshmallow frente a la chimenea en invierno -allí donde hay estaciones, chimeneas y malvaviscos-, a folleto de autoyuda firmado a cuatro manos por Paulo Coelho y Arjona, a canción de Maná, el mejor grupo de rock infantil de la región. Pero aún a sus años uno se entusiasma, se alegra de sorprenderse a sí mismo cavilando, mientras espera frente a un semáforo, acerca de la factibilidad de un cambio que regenere a Venezuela. Ya está sucediendo en otros lados.

Tras 16 años de demolición de la convivencia social, de hostigamiento verbal, sicológico, y físico de toda disidencia política; de vaporización de la riqueza petrolera y desguace de la industria nacional, de dinamitar con cartuchos ideológicos todo atisbo de prosperidad y bienestar generalizado; el proyecto del socialismo del siglo XXI -una nave para regresar al pasado- hace aguas por todos lados sin haber logrado aplastar definitivamente -como siempre ha sido su objetivo- a quienes se han opuesto a sus designios hegemónicos.

Algún día se contará la epopeya de la oposición democrática venezolana -con sus confusiones y sus logros- en medio de la hostilidad abierta de algunos gobiernos y la indiferencia cómoda de otros en la región. El relato no dejará de ser doloroso, por las víctimas que quedaron en el camino, los presos políticos y los activistas inhabilitados o defenestrados. (Tantas vidas segadas por el hampa, un daño colateral producto de la ineficacia imperante). Pero queda el tesón democrático, la capacidad para no rendirse en medio de las diferencias, la voluntad de no cederle el país a una nomenclatura aferrada al poder. Y ese empeño está dando sus frutos.

Si las encuestas tienen razón, y la rabia e indignación contenidas que se percibe por doquier se transforma en una marejada de votos opositores -chavistas y no chavistas- la Venezuela que emergerá después del 6D será una obra en construcción. A la oposición democrática le tocará blindar un discurso inclusivo, que sea convincente para todos, que acerque a quienes -todavía imbuidos del discurso oficial- desconfíen del cambio, que albergue a los descreídos de lado y lado, que los hay. Sobre todo, habrá que desarmar -con paciencia y eficacia de especialista antiexplosivos- los mecanismos de odio de clase instalados, la división artificial y violenta de los venezolanos, el a por ellos azuzado desde el vértigo del poder.

A partir del lunes 7 de diciembre -una vez asegurados los resultados- la oposición democrática estará obligada a desplegar el dibujo del país alternativo que quiere avanzar desde la Asamblea Nacional. Con propuestas concretas y verosímiles, señalando las medidas y los medios para sustentarlas en el tiempo. Hablarle a todo el país, no sólo a los convencidos, y demostrar con contundencia que sí se puede cambiar, para mejor, en paz y convivencia.

Qué duda cabe que serán tiempos difíciles y quienes ostentan hoy el poder harán lo que esté a su alcance -y es mucho lo que tienen todavía a la mano- para mantenerlo. Por eso, la oposición democrática tiene que desechar la pulsión -fatal- de buscar de nuevo salidas inmediatas, dejarse llevar por la prisa y el desespero, que es la mejor manera de facilitarle la tarea a un contendor con pocos escrúpulos para forzar su permanencia en el gobierno. La reconstrucción del país será una obra paciente, ardua, frente a quienes ya han anunciado que no aceptarán, de manera alguna, los cambios que la sociedad requiere. Una obra que logre entusiasmar de nuevo a todos, que le sustraiga la pólvora a las desavenencias y le restituya a la gente la capacidad de volver a soñar con algo mejor de lo que tienen.

Jean Maninat
Volver a soñar
El Universal. Caracas, 30 de octubre de 2015

César Miguel Rondón: ¿Fracasamos como país?

La primera página de El Nacional trae una frase escalofriante: “Alarma por cifra histórica de malaria 105.757 casos”. Resulta que esta epidemia es peor que la que hubo en 1936. Y cuando uno dice 1936 habla del gobierno de Eleazar López Contreras. Según Mario Briceño Iragorry el siglo XX les entró tarde a los venezolanos, porque solo les entró a raíz de la muerte del general Gómez que ocurrió –según– el 17 de diciembre de 1935. Entonces, con retraso, como nos ha pasado tanto en nuestra historia, entramos en el siglo en 1936.
Hoy nos dice la prensa que la epidemia de malaria que padecemos es peor que la que tuvimos en ese lejanísimo año ya perdido en el tiempo y en la memoria. El Nacional: “El foco de la enfermedad que anteriormente estaba en Bolívar y Amazonas, se diseminó a Delta Amacuro, Monagas, Sucre, Apure, Zulia y Guárico. Señalan que el problema radica en que el gobierno dedica menos de 1% del presupuesto a enfermedades endémicas”.
La última frase es la que resulta lapidaria y dolorosa. Estamos ya en la segunda década del siglo XXI, han pasado tres lustros de este nuevo siglo y estamos peor que en 1936. Para el gobierno, evidentemente, esto no importa. Usted tiene todo el derecho de indignarse cuando lee que “menos de 1% del presupuesto se dedica a enfermedades endémicas”, y que la partida, por ejemplo, del Despacho de la Presidencia para que viaje el presidente, cuiden a su familia y se les permita a todos una vida dispendiosa se ha incrementado en un porcentaje exagerado con relación al año anterior.
Preguntábamos días atrás, ¿qué tiene en la cabeza el presidente Maduro? ¿En qué piensa? ¿Qué le importa o le angustia? Es evidente que para nada le importa el tema de la salud. Si le importase no habría una noticia como esta en la primera página de El Nacional. No tendríamos denuncias diarias, a toda hora, sobre falta de medicamentos, enfermos de cáncer y de todo tipo de males en penuria total. En el desespero, como si se clamara en el desierto, el Twitter y las redes sociales se han convertido en puntos de alarma y solidaridad: se necesita tal medicamento, urge tal otro. Pero esos tormentos no pasan por la cabeza del presidente.
Para él, por lo visto, solo tienen espacio en su cabeza los tormentos de una campaña electoral desesperada. Ayer, acompañado por Aristóbulo Istúriz, anunció aumento de 30% en el salario de los maestros, y de paso instruyó –y esto ha quedado en el aire porque no fue preciso– que se empiece hablar de la convención colectiva. En mayo de este año ya hubo una orden presidencial para tocar el tema. A esta fecha, sin embargo, no hay convención colectiva.
“Docentes exigieron que se discuta contrato colectivo”, leo hoy en El Tiempo de Puerto La Cruz. En El Nacional, en páginas interiores: “Nos pasaron de profesores a pobresores”. “4.824 bolívares quincenales es una vergüenza” y “Estamos por debajo del sueldo mínimo”, fueron mensajes que se leyeron en las pancartas. Ayer un grupo de maestros y representantes sindicales exigió en el Ministerio de Educación que comience de inmediato la discusión de la octava convención colectiva para dignificar sus salarios. Edgar Machado, presidente del Sindicato de Maestros de Caracas, exhortó al ministro a instalar las mesas de negociación del contrato y le recordó que en mayo en cadena nacional el presidente Nicolás Maduro ordenó que comenzara el proceso”.
Mayo y ya estamos terminando octubre. Estamos terminando 2015 y estamos peor que en 1936.
Suena fuerte pero… ¿será que hemos fracasado como país?


César Miguel Rondón
¿Fracasamos como país?
El Nacional. Caracas, 30 de octubre de 2015

Sebastiana Barráez: Un fiscal en apuros

FISCAL. Es Franklin Nieves, el que pidió cárcel para Leopoldo López. Hasta hace unos días era consentido del poder, tanto en la fiscalía como en el gobierno. Nieves dice que lo obligaron a actuar contra López, que las pruebas fueron alteradas, que se inventaron pruebas, incluso el incendio en el Ministerio Público. Ahora Diosdado Cabello dice que Nieves es “mafioso y traidor…” que le ofrecieron 850 mil dólares. Cuando se oye al fiscal 41 Franklin Nieves, al diputado Diosdado Cabello, a la fiscal general Luisa Ortega y al defensor del pueblo Tarek William Saab, la sensación es de una profunda amargura por lo que nos está pasando. Nieves nos da la certeza de en qué se ha convertido la administración de justicia en este país. Y Diosdado nos da la certeza que los fiscales tienen precio. ¿O es que acaso quienes han caído en ese sistema de justicia no son víctimas por las decisiones parcializadas de jueces y fiscales? Es triste admitirlo, pero nada tiene más desprestigio en este país, que la administración de justicia. Una inmensa soledad de valores, de principios y de probidad, recorre este país. Peligrosamente parece que las figuras más importantes del poder se debaten en un charco cada vez más peligroso para la gobernabilidad y para la credibilidad de las instituciones.
GOBERNADORA. Es Stella de Montilla, le encanta usar a los niños para sus apariciones en público. En un programa de televisión del sábado pasado presentó a una hermosa niña. Aunque la mandataria regional le aseguró a la audiencia que la niña cantaría, la verdad es que pusieron a la niña a doblar la canción, que además estuvo acompañada de un video.
BOVES. Es la casa del caudillo realista José Antonio Boves. Allí él vivió y ejerció el comercio. Era su pulpería. Está ubicada en el casco colonial más grande de Venezuela, calle 4 entre carreras 13 y 14 de Calabozo, estado Guárico. Está prohibido remodelar o restaurar esos espacios sin aprobación del Instituto de Patrimonio Cultural (IPC). Lo inaudito es que ingeniería municipal dio permiso para hacerle remodelaciones a la casa, con demolición, perforaciones con anclaje y el relleno del patio interior para la construcción de columnas con acero y concreto. Allí pretenden montar unas oficinas del Instituto Venezolano de los Seguros Sociales (IVSS). Ese Instituto habría pagado sobreprecio. No hay valla en la obra, así que nadie sabe quién está detrás de ella. Así pretenden acabar con el valor histórico de un pueblo que es primer plano en la historiografía latinoamericana. He ahí la casa de Boves.
DESTITUIDA. Así resultó la abogada María Luciria Cerrada, quien prestó servicios al Ministerio Público por 13 años. “Me juzgaron dos veces por la misma causa, con dos procedimientos llenos de barbaridades. Me destituyen porque no permití la salida de un expediente a la calle a manos de una persona ajena al Ministerio Público”. Desde el 2009 lleva una Demanda en la Corte Primera de lo Contencioso Administrativo de Caracas (Nro. AP42-R2011-001257). “Violaron mis derechos, hasta quitarme la hora del almuerzo, sacarme a un pasillo, me humillaron y cuando supieron que éramos del proceso revolucionario fue peor. En el Ministerio Público de Los Teques son opositores”. Asegura que hay allí muchas irregularidades, desde el Despacho de secretaría. “Me sacaron con falsedades. No he tenido la sentencia. El coordinador judicial de la Corte no da respuesta”.
BORGES. Es mi preferido Jorge Luis, el maravilloso e irreverente poeta argentino, quien murió en 1986 a los 87 años de edad. Fue él quien un día escribió: “De las generaciones de las rosas/ que en el fondo del tiempo se han perdido/ quiero que una se salve del olvido,/ una sin marca o signo entre las cosas/ que fueron. El destino me depara/ este don de nombrar por vez primera/ esa flor silenciosa, la postrera/ rosa que Milton acercó a su cara,/ sin verla. Oh tú bermeja o amarilla/ o blanca rosa de un jardín borrado,/ deja mágicamente tu pasado/ inmemorial y en este verso brilla,/ oro, sangre o marfil o tenebrosa/ como en sus manos, invisible rosa”.
ÚLTIMA HORA
*En Boca del Tocuyo (Falcón) 3 delincuentes secuestraron a una familia, entre ellos a un niño de 13 años; hasta los documentos se los llevaron. La zona es oscura y llena de maleza.
*Lo que ocurre con MRW ya es un descaro. Las quejas por los robos de las encomiendas incluyen de todo, hasta cauchos.
FAMES. Es la Fundación para el Servicio de Asistencia Médica Hospitalaria para los Estudiantes de Educación Superior. Su presidente Gilberto Antonio Gutiérrez Rodríguez le envió una carta al periódico, porque a él no le parece dirigirla a la autora de esta columna. Eso siempre pasa con quienes asumen “te voy a acusar con el jefe”. Su solicitud de réplica responde a la alusión que hice de FAMES en el caso de joven Miguel, quien murió luego de una terrible agonía. Dice que enmarca su proceder “sobre la base de los principios de igualdad, inclusión, celeridad, transparencia, rectitud, honestidad, eficiencia, vocación de servicio, buena fe, respeto, entre otros, motivo por el cual nos sentimos en la obligación moral de ejercer el derecho a aclarar el punto que se nos señala”. Gutiérrez Rodríguez hace una larga explicación de lo que es FAMES: “Desde el año 1989, no ha hecho más que ser el canal efectivo para que las y los estudiantes universitarios del sector público nacional, logren materializar su atención médica hospitalaria en los establecimientos de salud, tanto públicos como privados, ubicados en el territorio nacional…”. Luego dice que “no es cierto que Fames no haya atendido el caso del estudiante Luis Miguel Torres Sánchez; Fames conoció del mismo por intermedio de la comisión de Salud de la UNES (Barinas), procediendo a codificar el caso como especial, otorgando el beneficio solidario para la atención de Luis Miguel, suscribiendo de inmediato la carta aval a favor del consultorio del Dr. Enrique López Rojas, encargado de realizar el tratamiento indicado a Luis Miguel. Fames realizó el depósito de acuerdo con el presupuesto del 01 de junio 2015… lo que evidencia que FAMES cumplió a cabalidad con el trámite”. Dice que el comprobante de egreso fue el 30 de junio 2015, cuyo depósito se hizo el 2 de julio. Más adelante agrega: “Apreciamos en el artículo un manejo tendencioso, no objetivo de la información, se acusa precipitadamente a una institución y a su presidente como miserables difamando de esta manera nuestro nombre”. Y finalmente destaca: “Es inaceptable y repudiable que por no compartirse puntos de vista con el sistema de transformación que desarrolla el Gobierno Bolivariano, el Semanario Quinto Día se permita darle un porrazo a la credibilidad de sus lectores en detrimento de una institución que día a día durante 26 años viene dando respuesta a la masa universitaria de manera incluyente”. FIN DE LA REPLICA. Lo que no entendió Gutiérrez Rodríguez es que cuando dije que Fames fue el único que prometió una ayuda, estaba más bien reconociéndole que por lo menos se ocupó del caso. Y también dije algo totalmente cierto que la ayuda no le llegó a la familia ni al joven ahora muerto. No sé de dónde saca Gutiérrez Rodríguez que le hice señalamientos de descalificación, porque no los hice. En razón de esa comunicación me comuniqué telefónicamente con el Dr. Enrique López. Porque lo que no dijo el presidente de FAMES es que le están solicitando al Dr. López que le devuelva el dinero porque no fue usado. “Lo que sucedió es que el trasplante de células madres había que hacerlo máximo al mes, pero por cosas burocráticas cuando aprobaron el dinero era muy tarde y ya no se le podía hacer el trasplante. Le expliqué a la mamá de Miguel que ese dinero no se lo podía dar a ellos, porque como acaba de ocurrir Nereida Valero de Fames solicita su reintegro”. En resumen señor Gutiérrez Rodríguez no tengo nada contra usted ni contra la institución a su cargo. Lo que sí sentí fue una profunda indignación por la muerte absurda de ese joven. No use como argumento que estamos en contra del proceso de cambio, es una excusa mediocre, lo que sí enfrentamos y repudiamos es que un joven haya muerto por falta de humanidad, de atención y de diligencia, incluyendo la aprobación de un dinero que llegó de manera tardía.


Sebastiana Barráez
Un fiscal en apuros
Quinto Día. Caracas, 30 de octubre de 2015

Axel Capriles: El discurso de necrofilia de la revolución o el sambenito de la muerte heroica

 

Hay algo empalagoso, histriónico, en los gritos de patria o muerte de la revolución. Es como una muerte campaneada con un vaso de whisky Johnnie Walker, Blue Label, al borde de una piscina de hotel, una muerte sin horror, sin sentimiento, mediática. La revolución bolivariana, no importa el esperpento, ha instalado la necrofilia como lineamiento de mando, como forma de dominación y gobierno. Una necrofilia bullanguera que ha pasado de ser propagandística y simbólica a convertirse en literal y concreta. La atracción por la muerte aparece como fingida canción romántica en el uso reiterado de la retórica mortuoria, el culto a los héroes muertos o el imaginario revolucionario del sacrificio y el martirio en medio de un mar de dólares y artículos de consumo conspicuo, pero además ha tomado las calles y la sociedad entera para convertir el país en una capilla ardiente.
El poder es, en última instancia, la potestad para disponer de la vida del otro —la fuerza para acabar con el otro. No hay majestad ni dominio sin temor del fin de la vida. “Homo homini lupus”, el hombre es el lobo del hombre, locución de Plauto sobre la que Thomas Hobbes construyó su teoría sobre el origen y nacimiento del poder y el Estado. Por ello la imaginería de la muerte está tan ligada a la retórica arquetipal del autoritarismo y el totalitarismo. La sangre, la guerra y la muerte son temas recurrentes en el libro de Adolf Hitler, Main Kampf Mi lucha, en sus alocuciones y discursos. Ese embeleso con la sangre aparecerá expresado en el rojo de la bandera con la esvástica. Hitler tenía una especial fascinación por la conflagración apocalíptica y construyó un culto necrófilo con la sangre vertida en el putsch, el golpe fallido de 1923, como agua bendita del movimiento nacional socialista. Su canción favorita era la Liebestod Muerte de amor—, el aria final de Tristán e Isolda de Richard Wagner que celebra la muerte como supremo deleite, la misma gloria que solemnizan Sigfrido y Brunilda, la exaltación romántica de la muerte como aniquilación, triunfo, redención y trascendencia.
La veneración y conmemoración de los héroes muertos y el sacrificio conformaban el argumento central de la identidad y el ethos del Tercer Reich. Hitler encargó la construcción de las tumbas de la Königsplatz para los “Mártires del Movimiento”, templos con ocho sarcófagos cada uno con los caídos en el putsch enmarcados por grandes columnas de caliza amarilla. A Paul Ludwig Troost encargó el templo del Guardián Eterno y a Wilhelm Kreis las Totenburgen, Ciudadelas para los Muertos, una red de inmensos mausoleos que rodearía el imperio. Esa ética de la muerte tuvo, también, repercusiones escultóricas. Las obras de Arno Breker, el escultor preferido del Führer, expresaban los ideales de fuerza, voluntad de combate, virilidad, heroísmo y disposición a morir.

Los rituales políticos en torno a la muerte latían en el cuerpo interior de nazismo alemán tanto como en el fascismo italiano por lo que morir por el Duce o el Führer era la más excelsa meta a la que podían aspirar las juventudes hitlerianas o fascistas. No quedó atrás la Falange y el franquismo español con “el necrófilo e insensato grito”—Unamuno dixit— que hizo famoso al militar español José Millán-Astray: “Muera la intelectualidad traidora. ¡Viva la muerte! Una ridícula y repelente paradoja —otra vez, Unamuno dixit— que ni siquiera los más esclarecidos chavistas han logrado descifrar.
El padre y tutor de la necrofilia chavista ha sido, sin embargo, el gran Mefistófeles latinoamericano: Fidel Castro. En marzo de 1960, a las puertas del cementerio de Colón, en la Habana, Castro acuñó su consigna “¡Patria o Muerte!” como alternativa entre libertad y muerte en su discurso sobre las víctimas del atentado del buque francés le Coubre. Cuarenta años después, la disyuntiva cubana reapareció en Venezuela como “patria, socialismo o muerte. Venceremos”, expresión convertida en eje del diferencial semántico del florido discurso bolivariano. Desde entonces, todo buen revolucionario, todo abnegado seguidor del comandante supremo y líder eterno, rasga sus vestiduras y lanza melodramáticas proclamas con su voluntad y disposición a sacrificarse y morir para salvar el rumbo de la revolución destinada a la vida eterna.  Es la muerte del individuo por la inmortalidad de los ideales en medio de un ambiente rociado con pachuli edulcorado y reggaetón de fondo. Todo sea por el amor a la patria.

¿Es el culto a la muerte una novedad en un país subtropical tan dado a la rumba y el pachangeo? ¿Cuándo antes en nuestra historia había predominado un imaginario de la muerte, del héroe sacrificado, de la guerra y la destrucción, del sarcófago y el mausoleo, como el que prevalece en la actualidad? De entrada, pareciera contradictorio que la oscuridad de los ritos funerarios y mortuorios pudieran prosperar en medio de la luminosidad extrovertida del mar Caribe. Pero el hito referencial de nuestra identidad colectiva se ancla en la exaltación de los héroes muertos. Ya Simón Bolívar había demarcado los sentimientos de pertenencia e identidad colectiva con un decreto a muerte y de exterminio racial, pero, adicionalmente, la dirigencia política y la burguesía terrateniente y comercial venezolana se abocaron, desde el mismo siglo XIX, pocos años después de la independencia, a construir una ideología popular basada en la veneración del héroe, en primer término Simón Bolívar y luego la corte secundaria formada por todos los demás próceres de la guerra de independencia. El heroísmo, sin embargo, es, en su esencia, un código de guerra, pillaje, destrucción y muerte.
Él óbito y fallecimiento temprano constituyen a los personajes épicos. El paradigma es Aquiles, el más grande y prestigioso de los héroes Aqueos en la Ilíada. Advertido por Tetis del destino que le espera según sea su elección, una vida larga y sedentaria, rodeada de afectos, o una vida corta cubierta de gloria si va a la guerra de Troya. Escoge morir pronto en Troya. No visualizamos, obviamente, a los miembros del Partido Socialista Unido de Venezuela ni a los oficiales de charretera y dorados soles encarnados en el cuerpo de Aquiles, pero la mentalidad heroica persigue a los bolivarianos contemporáneos con el deslustre de una psicología anacrónica. Aquí, en nuestra tierra, en esta patria de enunciados y apariencias, el llamado a la muerte no pasa de ser una fanfarronada, una bravata vestida de bandera. ¿Qué buscan, entonces, los líderes de la revolución bolivariana con tan abundantes referencias necrológicas?
Después de la peste negra, en la Edad Media, en Europa, se hizo habitual que las personas llevaran pendientes o anillos con imágenes de la muerte. La multiplicación de Imago Mortis era un recordatorio constante de la finitud y fragilidad de la vida, de nuestro breve paso por este mundo, de nuestro sometimiento a la voluntad y justicia divina. Las imágenes de muerte producen, consciente o inconscientemente, inseguridad y sentimientos de debilidad. Por ello son representaciones favorecidas por los regímenes autoritarios. El poder necesita individuos decaídos, temerosos, exánimes. Las personas entusiastas, seguras de sí, confiadas en la vida, dispuestas a defender su existencia individual frente a los embates del colectivo, son una antipática amenaza para el poder.

Los trabajos de Ernest Becker y una inmensa cantidad de investigaciones empíricas en diferentes países han demostrado que pensar en la muerte aumenta la ansiedad residual y la necesidad de protección y seguridad. Incrementa la escogencia de líderes fuertes y visionarios en lugar de líderes orientados a tareas, instrumentalmente eficientes, responsables y dados al trabajo en equipo. El sentimiento de inseguridad que produce la consideración de la muerte nos hace sensibles a líderes carismáticos que resaltan nuestro valor y pertenencia a un grupo y nos hacen partícipes de una misión heroica. Las imágenes de terror y fallecimiento estimulan el espíritu gregario. El recuerdo de la muerte aumenta la identificación con el propio grupo e incrementa el rechazo de los grupos distintos, portadores de un mal que es preciso vencer. La mortalidad, la sóla idea de la inevitabilidad de la muerte, el hecho de que la muerte puede alcanzarnos en cualquier momento tienen efectos políticos y trabajan a nivel inconsciente en pro de la sumisión.

En el caso venezolano, sin embargo, el uso simbólico de la muerte ha desbordado el utilitarismo político para desembocar en una epidemia de violencia y de maldad que está diezmando a la población con tasas de homicidios pocas veces vistas en la historia de la humanidad. Ya no es asunto de una épica heroica. Ya no morimos por grandes causas. La muerte se ha convertido en un hecho banal, en un suceso cotidiano que nos persigue a diario mordiendo nuestros talones. Y es que el discurso tiene un poder constitutivo sobre la realidad. La vida social supone formas que fundamentan el orden y la convivencia. El culto a la muerte y la retórica mortífera y guerrera suponen la disolución de las formas constituidas —la destrucción de la estructura del ser.

El homo sapiens se caracteriza por ser el único animal que se ha impuesto a sí mismo un conjunto de interdictos y prohibiciones en torno al sexo y la muerte. En ello consiste nuestra humanidad. El culto heroico a la muerte, la guera, la épica, son formas rituales de transgresión. Pero vaciados de espiritualidad y cortapisas morales, usados como retórica melodramática, estereotipada y hueca para dar sentido al sin sentido y encandilar a las masas. La transgresión ha perdido sentido y se ha vuelto profana. Sin mitos y sin convicciones, las espadas ensangrentadas de los héroes terminaron en las manos de los adolescentes socializados en la forma de vida de la violencia delincuencial. Nos toca ahora cerrar el triste capítulo de la pérfida épica bolivariana para rescartar nuevamente las virtudes civiles de la vida republicana.

Axel Capriles
El discurso de necrofilia de la revolución o el sambenito de la muerte heroica
El estímulo. Caracas, 30 de octubre de 2015