Dividida la oposición en Venezuela
GUILLERMO I. MARTÍNEZ
Diario Las Américas. Miami, 25 de abril de 2014
El presidente de Venezuela Nicolás Maduro tiene que estar encantado al haber logrado dividir la oposición a su régimen totalitario. La verdad es que la jugada de llamar a un diálogo con lo oposición para ver si de esta forma lograba controlar las protestas callejeras que surgen a diario en ciudades y pueblos de todo el país fue una idea magistral. Las protestas que comenzaron en febrero y en las cuales ya han muerto 41 personas continúan, pero no con la fuerza de antes.
Algunos en la oposición, entre los cuales se encuentra Henrique Capriles Radonski, gobernador del estado de Miranda, y muchos de los viejos políticos defienden su participación en el diálogo explicando que es un paso importante. Tanto Gobierno como la oposición que participa en esas conversaciones se han quejado de las cosas que ocurren en el país. Pero no han llegado a ninguna conclusión.
Por otra parte, otros en la oposición, entre ellos Leopoldo López, María Corina Machado, miembro de la Asamblea Nacional Bolivariana, y Antonio Ledezma están opuestos al diálogo. Ellos dicen que no pueden hablar con un Gobierno que ha encarcelado a cientos de los protestantes (entre los cuales está López, acusado de instigar a la violencia).
Pero el grupo más importante en la Venezuela de hoy son los estudiantes que salen a la calle a diario en protesta por los desmanes del Gobierno de Maduro. Ellos sí cuentan. Salen a protestar el autoritarismo de Maduro, una inflación que en febrero subió un 57%, y donde a pesar de las riquezas petroleras del país, en las ciudades faltan casi todos los productos básicos de la canasta familiar.
Los estudiantes no aceptan que Maduro compre la lealtad de países en el hemisferio con petróleo venezolano mientras que en Venezuela falta de todo.
Desde el punto de vista de un cubano exiliado hace más de medio sigo, duele ver las divisiones en la oposición venezolana. Me recuerdan las divisiones estériles entre los primeros grupos de exiliados cubanos en los primeros años de la revolución castrista. En aquella época había más posibilidades de derrocar al Gobierno comunista de Cuba, pero los exiliados estábamos divididos en decenas de organizaciones.
Cada cual tiene sus razones para explicar lo que hacen en Venezuela hoy día.
Capriles, el gobernador de uno de los mayores estados del país, cree que su deber como funcionario público es dialogar con el Gobierno para buscar soluciones. Él también pide que liberen a los presos políticos y en particular a López. Y exige que se respeten los derechos humanos.
Los otros oponentes al régimen de Maduro creen que Capriles está perdiendo su tiempo y que disminuye la intensidad de las protestas. Ellos creen que a un perro viejo no se le pueden enseñar nuevas mañas.
Los que todavía se mantienen firmes en pie de lucha creen que Maduro sigue las instrucciones que le manda Raúl Castro de Cuba. Que la brutal represión de las fuerzas policíacas del Gobierno obedecen a órdenes y planes trazados en La Habana y ejecutadas bajo la dirección de instructores militares cubanos.
Pocos días antes de que comenzara el diálogo, parecía que el Gobierno de Maduro se tambaleaba. Las barricadas que construían los estudiantes impedían el libre tránsito en muchas ciudades y carreteras del país. Aparte a diario salían decenas de miles de venezolanos a las calles a protestar en contra de Maduro.
El Gobierno tuvo que recurrir al uso de gases lacrimógenos, a chorros de agua a presión y a tiros de escopetas con perdigones para dispersar a la oposición. En eso vino el diálogo y las vacaciones de Semana Santa y las protestas disminuyeron en intensidad.
Algunos de los más avezados analistas políticos del país están de acuerdo en pedir que por lo menos los grupos de los oposición no se critiquen los unos a los otros. Eso no es fácil mientras Capriles Radonski está en libertad para negociar mientras López está en la cárcel, a Machado la han expulsado de la Asamblea Nacional y alcaldes de la oposición han sido destituidos de sus cargos.
En los próximos días veremos si Maduro pudo sobrellevar esta crisis o si el movimiento estudiantil logra nuevamente motivar a la oposición a que vuelva a las calles a protestar la ineficacia del Gobierno.
Las protestas hacen mucho daño porque también perjudican la economía, ya tambaleante, del país. Es muy difícil abastecer a las ciudades si en las mismas hay barricadas por todas partes y miles de manifestantes en las calles.
La meta de la oposición es debilitar aún más al Gobierno. Quieren ver si Maduro puede gobernar. Porque si Venezuela es ingobernable, entonces Maduro tendría que llamar a nuevas elecciones o al menos a un plebiscito para que el pueblo diga si quieren que siga en el Palacio de Miraflores, o quieren que se vaya.
Pero lograr esto con una oposición dividida, no es difícil, es imposible.
jueves, 24 de abril de 2014
Manuel Malaver: "Es la democracia, estúpido, es la democracia"
"Es la democracia, estúpido, es la democracia"
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 24 de abril de 2014
“Es la economía, estúpido, es la economía” fue la frase con la que el estratega de campaña del candidato Bill Clinton en las elecciones norteamericanas de 1992, James Garville, logró que el nativo de Arkansas introdujera cambios en su discurso que después lo llevaron a la presidencia del país más poderoso del mundo.
“Es la democracia, estúpido, es la democracia” quiero parafrasearle hoy al canciller, Elías Jaua, a quien oí la mañana de ayer declarar que “la corriente neofascista se había inoculado en la sociedad venezolana”.
Disparate con el que Jaua confesó dos ignorancias tras de las cuales, no puede esconderse sino la incompetencia de un dinosaurio que, como tal, no tendrá empacho en seguir profundizando la tragedia que vive Venezuela.
Primero, Jaua, no sabe que es el fascismo (viejo o nuevo), corriente política que desde, o contra el poder, trata de imponerse por la violencia, ya sea usando la fuerza pública (policías, ejércitos o paramilitares), golpes de estado, insurrecciones, conspiraciones o terrorismo.
Por supuesto que contra los no piensen como ellos (los fascistas), y cometen “el delito” (intolerable a sus ojos y oídos) de gritárselo en las calles y donde sea necesario.
Y, por último, Jaua, no sabe que es la democracia, corriente política de origen griego cuya esencia es la solución en paz de los conflictos sociales que, no solo juzga naturales, sino deseables.
Por eso, el mejor invento de la democracia es el diálogo, la necesidad de que la unión se reconozca, sin menoscabo de la diversidad que nos corresponde como humanos.
Señor, Jaua, los fascistas en Venezuela (los viejos y nuevos) son ustedes, los que militando en un partido que se nutre del odio, el rencor, los resentimientos, la división y la guerra, no conocen otra palabra que la del fusil que dispara balas, perdigones y “gas del bueno”.
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 24 de abril de 2014
“Es la economía, estúpido, es la economía” fue la frase con la que el estratega de campaña del candidato Bill Clinton en las elecciones norteamericanas de 1992, James Garville, logró que el nativo de Arkansas introdujera cambios en su discurso que después lo llevaron a la presidencia del país más poderoso del mundo.
“Es la democracia, estúpido, es la democracia” quiero parafrasearle hoy al canciller, Elías Jaua, a quien oí la mañana de ayer declarar que “la corriente neofascista se había inoculado en la sociedad venezolana”.
Disparate con el que Jaua confesó dos ignorancias tras de las cuales, no puede esconderse sino la incompetencia de un dinosaurio que, como tal, no tendrá empacho en seguir profundizando la tragedia que vive Venezuela.
Primero, Jaua, no sabe que es el fascismo (viejo o nuevo), corriente política que desde, o contra el poder, trata de imponerse por la violencia, ya sea usando la fuerza pública (policías, ejércitos o paramilitares), golpes de estado, insurrecciones, conspiraciones o terrorismo.
Por supuesto que contra los no piensen como ellos (los fascistas), y cometen “el delito” (intolerable a sus ojos y oídos) de gritárselo en las calles y donde sea necesario.
Y, por último, Jaua, no sabe que es la democracia, corriente política de origen griego cuya esencia es la solución en paz de los conflictos sociales que, no solo juzga naturales, sino deseables.
Por eso, el mejor invento de la democracia es el diálogo, la necesidad de que la unión se reconozca, sin menoscabo de la diversidad que nos corresponde como humanos.
Señor, Jaua, los fascistas en Venezuela (los viejos y nuevos) son ustedes, los que militando en un partido que se nutre del odio, el rencor, los resentimientos, la división y la guerra, no conocen otra palabra que la del fusil que dispara balas, perdigones y “gas del bueno”.
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
Iván Simonovis: No hay diálogo posible en Venezuela
No hay diálogo posible en Venezuela
IVÁN SIMONOVIS - Preso político venezolano
Diario Las Américas. Miami, 24 de abril de 2014
Entre la oposición hay miedo, desconfianza. Ya nadie parece creer en nadie y, sobre todo, hay desesperación. Ningún diálogo provocado para resolver un conflicto es fácil
Einstein dijo que el concepto de la locura era pretender resultados diferentes, haciendo lo mismo de siempre y la verdad es que los venezolanos tenemos tiempo sin tratar de encontrarnos.
Tenemos muchos años hablando y ninguno conversando. Hace años que nos gritamos, confrontamos, tratando de imponer las necesidades particulares.
Es hora de actuar en bloque. Pero primero debemos unificar criterios desde la oposición, para luego avanzar hacia un mismo norte.
Estamos hartos de la crisis y queremos dos cosas fundamentales: soluciones y paz. Y, no se van a lograr ninguna de las dos sin que los actores en pugna se sienten a dialogar.
No será fácil. Entre la oposición hay miedo, desconfianza. Ya nadie parece creer en nadie y, sobre todo, hay desesperación. Ningún diálogo provocado para resolver un conflicto es fácil.
Ningún diálogo en crisis es fácil. Y a nadie le conviene más esta situación que al Gobierno.
Escucho, leo y veo cómo nos estamos ofendiendo entre nosotros y puedo imaginar las caras de satisfacción de muchos en el poder. Justamente por ello, seguiré apoyando al diálogo.
Debe intentarse dialogar, así sea para entender y establecer, ante Venezuela y el resto del mundo, que no hay diálogo posible.
El Gobierno no puede evadir su ineficacia en muchos aspectos de las políticas públicas. La inseguridad es un problema de todos, pero resolverla es una responsabilidad del Estado, que evidentemente no ha cumplido. En el caso de la escasez de comida y medicamentos aplica igual.
Quiero que se dialogue y conseguir resultados. Bien sea que sea como consecuencia directa o indirecta de este acercamiento. Así sea porque los gobernantes entiendan que los venezolanos queremos un cambio. O bien porque su negativa sea el detonante de un cambio más profundo. Hay que hablar.
Quiero dialogar por la liberación de los presos políticos. Algo que, incluso lográndose, no resolverá el problema de fondo: el debilitamiento de los derechos democráticos en Venezuela, pero es una condición indispensable para avanzar en la búsqueda de las soluciones reales en paz. En segundo nivel, la oposición tiene que ir directo al punto central: el adecentamiento de los poderes públicos, que reconstruyan una situación mínima de división e independencia de poderes y rescate las condiciones básicas de la democracia, hoy pérdidas.
La MUD tomó una buena decisión al participar y dar inicio al diálogo. El dialogo es una forma de lucha. Se trata de aplicación de estrategias de lucha diferentes que se han de encontrar en un fin común de conquista de los derechos y garantías fundamentales de nuestro pueblo.
Todos somos imprescindibles. La lucha que tenemos por delante nos incluye a todos a pesar de las diferencias. Pero hay que dejar claro que no tenemos miedo, sino razones. No vamos a mendigar, vamos a exigir. No vamos a esperar, vamos a generar un cambio, con un diálogo basado en la verdad, en el reconocimiento mutuo, en la búsqueda del bien común y en el amor por la nación”.
El papa Francisco celebró este domingo su segunda misa de Pascua al término de la cual pidió que "cesen todas las guerras" e instó al "diálogo y la reconciliación" en Venezuela. "Te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna".
Los venezolanos necesitamos reencontrarnos mediante el diálogo y la reconciliación nacional. La inmensa mayoría de nuestro pueblo anhela vivir en una sociedad en la que impere una convivencia fraterna basada en el respeto y aprecio mutuos, el efectivo reconocimiento del pluralismo político-ideológico, cultural y religioso y la correspondiente tolerancia hacia los demás, superando así el clima de tensión y confrontación permanentes que reduce las posibilidades de enfrentar adecuadamente los grandes desafíos de la nación. En esto nos jugamos el futuro de Venezuela.
IVÁN SIMONOVIS - Preso político venezolano
Diario Las Américas. Miami, 24 de abril de 2014
Entre la oposición hay miedo, desconfianza. Ya nadie parece creer en nadie y, sobre todo, hay desesperación. Ningún diálogo provocado para resolver un conflicto es fácil
Einstein dijo que el concepto de la locura era pretender resultados diferentes, haciendo lo mismo de siempre y la verdad es que los venezolanos tenemos tiempo sin tratar de encontrarnos.
Tenemos muchos años hablando y ninguno conversando. Hace años que nos gritamos, confrontamos, tratando de imponer las necesidades particulares.
Es hora de actuar en bloque. Pero primero debemos unificar criterios desde la oposición, para luego avanzar hacia un mismo norte.
Estamos hartos de la crisis y queremos dos cosas fundamentales: soluciones y paz. Y, no se van a lograr ninguna de las dos sin que los actores en pugna se sienten a dialogar.
No será fácil. Entre la oposición hay miedo, desconfianza. Ya nadie parece creer en nadie y, sobre todo, hay desesperación. Ningún diálogo provocado para resolver un conflicto es fácil.
Ningún diálogo en crisis es fácil. Y a nadie le conviene más esta situación que al Gobierno.
Escucho, leo y veo cómo nos estamos ofendiendo entre nosotros y puedo imaginar las caras de satisfacción de muchos en el poder. Justamente por ello, seguiré apoyando al diálogo.
Debe intentarse dialogar, así sea para entender y establecer, ante Venezuela y el resto del mundo, que no hay diálogo posible.
El Gobierno no puede evadir su ineficacia en muchos aspectos de las políticas públicas. La inseguridad es un problema de todos, pero resolverla es una responsabilidad del Estado, que evidentemente no ha cumplido. En el caso de la escasez de comida y medicamentos aplica igual.
Quiero que se dialogue y conseguir resultados. Bien sea que sea como consecuencia directa o indirecta de este acercamiento. Así sea porque los gobernantes entiendan que los venezolanos queremos un cambio. O bien porque su negativa sea el detonante de un cambio más profundo. Hay que hablar.
Quiero dialogar por la liberación de los presos políticos. Algo que, incluso lográndose, no resolverá el problema de fondo: el debilitamiento de los derechos democráticos en Venezuela, pero es una condición indispensable para avanzar en la búsqueda de las soluciones reales en paz. En segundo nivel, la oposición tiene que ir directo al punto central: el adecentamiento de los poderes públicos, que reconstruyan una situación mínima de división e independencia de poderes y rescate las condiciones básicas de la democracia, hoy pérdidas.
La MUD tomó una buena decisión al participar y dar inicio al diálogo. El dialogo es una forma de lucha. Se trata de aplicación de estrategias de lucha diferentes que se han de encontrar en un fin común de conquista de los derechos y garantías fundamentales de nuestro pueblo.
Todos somos imprescindibles. La lucha que tenemos por delante nos incluye a todos a pesar de las diferencias. Pero hay que dejar claro que no tenemos miedo, sino razones. No vamos a mendigar, vamos a exigir. No vamos a esperar, vamos a generar un cambio, con un diálogo basado en la verdad, en el reconocimiento mutuo, en la búsqueda del bien común y en el amor por la nación”.
El papa Francisco celebró este domingo su segunda misa de Pascua al término de la cual pidió que "cesen todas las guerras" e instó al "diálogo y la reconciliación" en Venezuela. "Te pedimos por Venezuela, para que los ánimos se encaminen hacia la reconciliación y la concordia fraterna".
Los venezolanos necesitamos reencontrarnos mediante el diálogo y la reconciliación nacional. La inmensa mayoría de nuestro pueblo anhela vivir en una sociedad en la que impere una convivencia fraterna basada en el respeto y aprecio mutuos, el efectivo reconocimiento del pluralismo político-ideológico, cultural y religioso y la correspondiente tolerancia hacia los demás, superando así el clima de tensión y confrontación permanentes que reduce las posibilidades de enfrentar adecuadamente los grandes desafíos de la nación. En esto nos jugamos el futuro de Venezuela.
Diario Las Américas.Editorial: Más represión en Venezuela
Más represión en Venezuela
EDITORIAL. DIARIO LAS AMÉRICAS
Diario Las Américas. Miami, 24 de abril de 2014
La violencia exhibida por la Policía venezolana contra los manifestantes en la noche del lunes en la autopista Prados del Este en Caracas demuestra que, lejos de buscar la paz y el diálogo, el Gobierno de Nicolás Maduro quiere acabar con la represión con más represión.
Lo que comenzó como una protesta pacífica se transformó en una batalla campal que duró 13 horas y en la que, una vez más, los estudiantes se llevaron la peor parte. En estas condiciones, intentar plantear que la vía del diálogo con el chavismo es una opción para darle la vuelta a la situación que padecen los venezolanos no puede más que provocarnos sonrojo.
Un destacado político de la oposición ha destacado que la calle, los protagonistas de las protestas, han estado mucho más a la altura que los partidos políticos representados en la MUD. No se entiende el favor que se le está haciendo a la propaganda del régimen chavista al que se le está legitimando con una serie de contactos y reuniones abocadas al fracaso mientras en la calle los jóvenes siguen probando la “medicina” de la violencia.
Y aunque muchos parecen haberlo olvidado, Leopoldo López sigue encarcelado, convertido en un preso político, símbolo de una protesta pacífica que sin duda debe continuar aunque le incomode a Maduro y sus ministros. Como bien dijo ayer, en una visita a la ciudad de Maracaibo, la opositora María Corina Machado: “No estamos solos porque gracias a esta lucha el mundo ha abierto los ojos. La lucha continúa y no vamos a claudicar”.
Es verdad que la opinión pública internacional es más consciente que hace dos meses del calvario que están sufriendo los venezolanos por lo que mantener el diálogo con Maduro y Cabello es un grave error que sólo les beneficia a ellos en su intento de perpetuarse en el poder
EDITORIAL. DIARIO LAS AMÉRICAS
Diario Las Américas. Miami, 24 de abril de 2014
La violencia exhibida por la Policía venezolana contra los manifestantes en la noche del lunes en la autopista Prados del Este en Caracas demuestra que, lejos de buscar la paz y el diálogo, el Gobierno de Nicolás Maduro quiere acabar con la represión con más represión.
Lo que comenzó como una protesta pacífica se transformó en una batalla campal que duró 13 horas y en la que, una vez más, los estudiantes se llevaron la peor parte. En estas condiciones, intentar plantear que la vía del diálogo con el chavismo es una opción para darle la vuelta a la situación que padecen los venezolanos no puede más que provocarnos sonrojo.
Un destacado político de la oposición ha destacado que la calle, los protagonistas de las protestas, han estado mucho más a la altura que los partidos políticos representados en la MUD. No se entiende el favor que se le está haciendo a la propaganda del régimen chavista al que se le está legitimando con una serie de contactos y reuniones abocadas al fracaso mientras en la calle los jóvenes siguen probando la “medicina” de la violencia.
Y aunque muchos parecen haberlo olvidado, Leopoldo López sigue encarcelado, convertido en un preso político, símbolo de una protesta pacífica que sin duda debe continuar aunque le incomode a Maduro y sus ministros. Como bien dijo ayer, en una visita a la ciudad de Maracaibo, la opositora María Corina Machado: “No estamos solos porque gracias a esta lucha el mundo ha abierto los ojos. La lucha continúa y no vamos a claudicar”.
Es verdad que la opinión pública internacional es más consciente que hace dos meses del calvario que están sufriendo los venezolanos por lo que mantener el diálogo con Maduro y Cabello es un grave error que sólo les beneficia a ellos en su intento de perpetuarse en el poder
Colette Capriles: Castro Brothers, Inc
Castro Brothers, Inc
COLETTE CAPRILES
El Nacional. Caracas, 24 de abril de 2014
No es pues, una ideología lo que Cuba exporta. Es un know-how de cómo construir, paso a paso y con 55 años de experiencia, un sistema de dominación intemporal.
Como todo lo que rodea la gran anormalidad que somos, el misterio, el silencio, la desinformación y las operaciones de mitificación asedian también la relación de Venezuela con Cuba, o del chavismo con el castrismo. En estos días se produce un acto más de la reescritura totalitaria de la historia cuando le aparece, en un libro para escolares según dicen, una “nodriza cubana” al bebé Bolívar, personaje que además sería una “amiga de doña Concepción” (lo que sugiere cierta alcurnia), desplazando a la negra Hipólita de la que siempre nos habían hablado. Lo grotesco de la impostura muestra el tamaño de la operación que se quiere acometer: construir una referencia “entrañable”, íntima; una metáfora de la relación nutricia que tendría Cuba con Venezuela, aun cuando ninguna de las dos existía como nación o identidad, trascendiendo así lo político, lo epocal, lo histórico, para aterrizar en una asociación pavlovianamente emocional.
Lo que importa, parece, es legitimar una relación que es, obviamente, ilícita. Una relación de dominación siempre necesita justificarse. Pero esto es algo más (y menos) que una relación política. Es una relación comercial de gigantesca envergadura. Se dice con frecuencia que lo insólito de la situación venezolana es esa manera de anclarse a una estampa congelada en la historia de la Guerra Fría que sería el estalinismo cubano. Pero no se repara en que tal vez estemos ante una novedad en términos de un modelo de negocio que ha funcionado bastante bien en los últimos diez años, y del cual la hoz y el martillo no son sino los logos de un branding extremadamente agresivo y eficaz. Cuba es una inmensa corporación dinástica que vende, para provecho exclusivo de sus socios y dueños, un conjunto de servicios de control social (corrientemente llamado socialismo) y obtiene ganancias extraordinarias con costos mínimos.
Así, pues, estimado lector, si siente usted tentaciones tiránicas y encuentra la oportunidad de hacerse del poder legalmente con el voto de los desencantados de la política, no dude ni un minuto: comuníquese de inmediato con Castro Brothers, Inc., quienes le ofrecerán un menú de opciones ajustadas a su PIB, nivel de desarrollo institucional, cohesión interna, resentimiento social y grado de paranoia, garantizándole una limpia genealogía ideológica que lo conectará a usted con los grandes relatos épicos del siglo XX y los antecedentes que sean necesarios (guerras de independencia, héroes autóctonos, cosmovisiones locales), así como de un certificado de supremacía moral que le permitirá eternizarse al mando, amparándose en la defensa de los desposeídos, cuyo número –así asegura el folleto– siempre se mantendrá dentro de los parámetros de pobreza requeridos. El carisma, siempre una gran ventaja, es sin embargo opcional: el paquete funciona con o sin él.
El modelo consiste en efecto, esencialmente, en proveer tecnologías de control social a cambio de convertirse en socio estratégico de los negocios medulares de la economía nacional. Hay una versión all-in-one: servicios sanitarios de atención primaria e importación de medicamentos, servicios educativos, de inteligencia y contrainteligencia, de seguridad, de apoyo militar, de tecnologías de información y de registro de población, de recaudación de impuestos, de deporte de alta competencia, de administración y control de medios de comunicación, y sobre todo, métodos represivos y sistemas de delación refinados durante generaciones desde la Rusia zarista, leninista, estalinista, y aún más sofisticados por cortesía de la Gestapo, muchos de cuyos miembros terminaron en Alemania Oriental entrenando a la Stasi, luego escuela de los cubanos. Y en el núcleo, un servicio de narrativa revolucionaria dirigido a la creación y distribución de mitos políticos e identitarios (en los que el nacionalismo ocupa un lugar prominente) que justifiquen el advenimiento de la nueva élite al poder. Se aceptan, por supuesto, distintos medios de pago pero hay uno que no puede faltar: el cliente se compromete a asegurarle al proveedor nuevos mercados como garantía, de modo que el marketing queda a su cargo.
No es pues, una ideología lo que Cuba exporta. Es un know-how de cómo construir, paso a paso y con 55 años de experiencia, un sistema de dominación intemporal.
COLETTE CAPRILES
El Nacional. Caracas, 24 de abril de 2014
No es pues, una ideología lo que Cuba exporta. Es un know-how de cómo construir, paso a paso y con 55 años de experiencia, un sistema de dominación intemporal.
Como todo lo que rodea la gran anormalidad que somos, el misterio, el silencio, la desinformación y las operaciones de mitificación asedian también la relación de Venezuela con Cuba, o del chavismo con el castrismo. En estos días se produce un acto más de la reescritura totalitaria de la historia cuando le aparece, en un libro para escolares según dicen, una “nodriza cubana” al bebé Bolívar, personaje que además sería una “amiga de doña Concepción” (lo que sugiere cierta alcurnia), desplazando a la negra Hipólita de la que siempre nos habían hablado. Lo grotesco de la impostura muestra el tamaño de la operación que se quiere acometer: construir una referencia “entrañable”, íntima; una metáfora de la relación nutricia que tendría Cuba con Venezuela, aun cuando ninguna de las dos existía como nación o identidad, trascendiendo así lo político, lo epocal, lo histórico, para aterrizar en una asociación pavlovianamente emocional.
Lo que importa, parece, es legitimar una relación que es, obviamente, ilícita. Una relación de dominación siempre necesita justificarse. Pero esto es algo más (y menos) que una relación política. Es una relación comercial de gigantesca envergadura. Se dice con frecuencia que lo insólito de la situación venezolana es esa manera de anclarse a una estampa congelada en la historia de la Guerra Fría que sería el estalinismo cubano. Pero no se repara en que tal vez estemos ante una novedad en términos de un modelo de negocio que ha funcionado bastante bien en los últimos diez años, y del cual la hoz y el martillo no son sino los logos de un branding extremadamente agresivo y eficaz. Cuba es una inmensa corporación dinástica que vende, para provecho exclusivo de sus socios y dueños, un conjunto de servicios de control social (corrientemente llamado socialismo) y obtiene ganancias extraordinarias con costos mínimos.
Así, pues, estimado lector, si siente usted tentaciones tiránicas y encuentra la oportunidad de hacerse del poder legalmente con el voto de los desencantados de la política, no dude ni un minuto: comuníquese de inmediato con Castro Brothers, Inc., quienes le ofrecerán un menú de opciones ajustadas a su PIB, nivel de desarrollo institucional, cohesión interna, resentimiento social y grado de paranoia, garantizándole una limpia genealogía ideológica que lo conectará a usted con los grandes relatos épicos del siglo XX y los antecedentes que sean necesarios (guerras de independencia, héroes autóctonos, cosmovisiones locales), así como de un certificado de supremacía moral que le permitirá eternizarse al mando, amparándose en la defensa de los desposeídos, cuyo número –así asegura el folleto– siempre se mantendrá dentro de los parámetros de pobreza requeridos. El carisma, siempre una gran ventaja, es sin embargo opcional: el paquete funciona con o sin él.
El modelo consiste en efecto, esencialmente, en proveer tecnologías de control social a cambio de convertirse en socio estratégico de los negocios medulares de la economía nacional. Hay una versión all-in-one: servicios sanitarios de atención primaria e importación de medicamentos, servicios educativos, de inteligencia y contrainteligencia, de seguridad, de apoyo militar, de tecnologías de información y de registro de población, de recaudación de impuestos, de deporte de alta competencia, de administración y control de medios de comunicación, y sobre todo, métodos represivos y sistemas de delación refinados durante generaciones desde la Rusia zarista, leninista, estalinista, y aún más sofisticados por cortesía de la Gestapo, muchos de cuyos miembros terminaron en Alemania Oriental entrenando a la Stasi, luego escuela de los cubanos. Y en el núcleo, un servicio de narrativa revolucionaria dirigido a la creación y distribución de mitos políticos e identitarios (en los que el nacionalismo ocupa un lugar prominente) que justifiquen el advenimiento de la nueva élite al poder. Se aceptan, por supuesto, distintos medios de pago pero hay uno que no puede faltar: el cliente se compromete a asegurarle al proveedor nuevos mercados como garantía, de modo que el marketing queda a su cargo.
No es pues, una ideología lo que Cuba exporta. Es un know-how de cómo construir, paso a paso y con 55 años de experiencia, un sistema de dominación intemporal.
Francisco José Virtuoso SJ: El tiempo apremia
El tiempo apremia
FRANCISCO JOSÉ VIRTUOSO s.j.
El Universal. Caracas, 24 de abril de 2014
Salvar el esfuerzo hecho es posible con un poco de sentido político
Mi evaluación de los intentos de diálogo que se están llevando entre el Gobierno y la oposición es positiva. Hasta ahora ha prevalecido el debate y la confrontación de visiones y propuestas. Ambos actores han tenido que exponerse a la crítica de quienes en sus filas no están de acuerdo, ni siquiera con sentarse en la misma mesa. La mediación internacional ha brindado confianza. Las encuestas señalan un profundo escepticismo, a la vez que se aprueba el camino emprendido como alternativa a la confrontación violenta.
Sin embargo, si no se consiguen resultados en muy corto plazo, el esfuerzo que hasta ahora se ha hecho terminará en un gran fracaso. El principal responsable de ello es el Gobierno, pues es quien detenta el poder y con él la llave para destrancar el juego y crear confianza en los procesos que necesariamente son a mediano y largo plazo; como por ejemplo: los cambios en política económica, la elección de miembros independientes en el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia, establecer la verdad de lo ocurrido desde los acontecimientos del 12 de febrero pasado, etcétera.
Creo que esas señales que el Gobierno debe dar inmediatamente para generar confianza y tranquilidad son: 1) la creación de una comisión de la verdad, equilibrada y compuesta por personas que gocen de prestigio y reputación; 2) la liberación de los alcaldes, estudiantes y el emblemático caso de Leopoldo López, procesados todos ellos por los acontecimientos que ocurrieron a partir del 12 F, así como al comisario Iván Simonovis. 3) el diálogo con los estudiantes que protestan en las calles aceptando las mínimas condiciones que exigen.
El punto 2 es el más complicado, pues el Gobierno, desde el presidente de la República, se opone argumentando que ello significaría caer en la impunidad de graves delitos. El problema es que esos delitos no se han comprobado. Los alcaldes, han sido imputados pero no enjuiciados. Lo mismo se puede decir del caso de Leopoldo y de los muchos estudiantes que están presos o en libertad bajo régimen de presentación. En el caso de Iván Simonovis, después de 12 años de cárcel y en su estado de salud, lo que menos se puede dictar es una medida humanitaria.
La fórmula jurídica que se emplee en estos casos puede ser materia de discusión y acuerdo. Lo que no se puede es pretender apaciguar el conflicto manteniendo a personas privadas de libertad precisamente por los hechos políticos que están en cuestión y que fueron víctimas de procesos judiciales muy cuestionados.
El tiempo conspira contra el éxito del proceso de diálogo iniciado. Salvar el esfuerzo hecho es posible con un poco de sentido político. El tiempo apremia.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
FRANCISCO JOSÉ VIRTUOSO s.j.
El Universal. Caracas, 24 de abril de 2014
Salvar el esfuerzo hecho es posible con un poco de sentido político
Mi evaluación de los intentos de diálogo que se están llevando entre el Gobierno y la oposición es positiva. Hasta ahora ha prevalecido el debate y la confrontación de visiones y propuestas. Ambos actores han tenido que exponerse a la crítica de quienes en sus filas no están de acuerdo, ni siquiera con sentarse en la misma mesa. La mediación internacional ha brindado confianza. Las encuestas señalan un profundo escepticismo, a la vez que se aprueba el camino emprendido como alternativa a la confrontación violenta.
Sin embargo, si no se consiguen resultados en muy corto plazo, el esfuerzo que hasta ahora se ha hecho terminará en un gran fracaso. El principal responsable de ello es el Gobierno, pues es quien detenta el poder y con él la llave para destrancar el juego y crear confianza en los procesos que necesariamente son a mediano y largo plazo; como por ejemplo: los cambios en política económica, la elección de miembros independientes en el CNE y el Tribunal Supremo de Justicia, establecer la verdad de lo ocurrido desde los acontecimientos del 12 de febrero pasado, etcétera.
Creo que esas señales que el Gobierno debe dar inmediatamente para generar confianza y tranquilidad son: 1) la creación de una comisión de la verdad, equilibrada y compuesta por personas que gocen de prestigio y reputación; 2) la liberación de los alcaldes, estudiantes y el emblemático caso de Leopoldo López, procesados todos ellos por los acontecimientos que ocurrieron a partir del 12 F, así como al comisario Iván Simonovis. 3) el diálogo con los estudiantes que protestan en las calles aceptando las mínimas condiciones que exigen.
El punto 2 es el más complicado, pues el Gobierno, desde el presidente de la República, se opone argumentando que ello significaría caer en la impunidad de graves delitos. El problema es que esos delitos no se han comprobado. Los alcaldes, han sido imputados pero no enjuiciados. Lo mismo se puede decir del caso de Leopoldo y de los muchos estudiantes que están presos o en libertad bajo régimen de presentación. En el caso de Iván Simonovis, después de 12 años de cárcel y en su estado de salud, lo que menos se puede dictar es una medida humanitaria.
La fórmula jurídica que se emplee en estos casos puede ser materia de discusión y acuerdo. Lo que no se puede es pretender apaciguar el conflicto manteniendo a personas privadas de libertad precisamente por los hechos políticos que están en cuestión y que fueron víctimas de procesos judiciales muy cuestionados.
El tiempo conspira contra el éxito del proceso de diálogo iniciado. Salvar el esfuerzo hecho es posible con un poco de sentido político. El tiempo apremia.
fjvirtuoso@ucab.edu.ve
Suscribirse a:
Entradas (Atom)