martes, 9 de septiembre de 2014

Alexander Luzardo: Un crimen presidencial




El presidente de la República Nicolás Maduro, decidió consumar un viejo plan de los desarrollistas, eliminar el Ministerio del Ambiente, y adscribirlo como viceministerio al ministerio de la vivienda, hábitat y ecosocialismo. El Ministerio del Ambiente fue creado por ley, en el año 1977, luego de sancionada la Ley Orgánica del ambiente en 1976.
Fue el primer ministerio ambiental creado en América latina, después de la histórica conferencia de las Naciones Unidas sobre medio ambiente humano, del año 1972, celebrada en Estocolmo, que dio origen al moderno derecho ambiental y una concepción política, social y económica, que alcanza su madurez en la cumbre de la tierra, de junio de 1992, con la síntesis del desarrollo sustentable.
Coincide ese periodo con la crisis de los paradigmas del desarrollo clásico, así como también las aplicaciones militares e ingenieriles, fundadas en las cosmovisiones de dominio de la naturaleza, en donde prevaleció la idea de un desarrollo ilimitado e intensivo de las fuerzas productivas, particularmente la explotación de materias primas y el uso voraz del ambiente en general.
Al mismo tiempo el propio desarrollo de la ciencia y la tecnología puso en práctica el error y el horror nuclear. Llegó el cambio climático antropogénico, con sus catástrofes socionaturales, el deshielo de los casquetes polares, unido a la contaminación de los océanos, los ríos y demás cuerpos de agua dulce, los desechos tóxicos, la merma de la biodiversidad, la degradación de las tierras de vocación agrícola.
Todo este cuadro se vincula con el agotamiento de gran parte de la base de recursos del planeta, la crisis hídrica, la pobreza extrema y la crisis civilizatoria, que en conjunto evidencian el fracaso histórico de todos los proyectos políticos y económicos, propuestos como alternativos al capitalismo salvaje (Papa Juan Pablo II), particularmente los socialismos: soviético, chino, y de Europa del este y sus variantes, profundamente depredadores del ambiente, consumidores de combustibles fósiles, amén de una economía ineficiente, insustentable, nuclearizada y sin libertades ni civiles ni políticas.
PLANIFICACIÓN CON CONTENIDO
Nació el ministerio parauna planificación ambiental, la ordenación del territorio y la promoción de una economía sostenible y sustentable, en un país totalmente dependiente del petróleo. Con gran apoyo científico e institucional nacional, CONICIT, universidades y especialmente de los Programas de las Naciones Unidas para el Desarrollo, PNUD y Medio Ambiente, PNUMA.
La expresión más acabada de esa iniciativa técnica, fue el estudio "Los sistemas ambientales de Venezuela", constituido por más de cien tomos, base fundamental para un nuevo tipo de planificación, con contenidos ambientales, que replanteó el viejo esquema de la planificación socioeconómica liderizada desde Cordiplan y las empresas petroleras trasnacionales.
El Ministerio del Ambiente completó la creación del sistema nacional de parques nacionales y monumentos naturales y demás áreas naturales, las denominadas Áreas Bajo Régimen de Administración Especial, ABRAE.
Más del 15% del territorio fue protegido como parques nacionales y monumentos naturales. Más del 40% fue protegido bajo distintas figuras que en conjunto han permitido un paraguas protector del futuro, ante un proceso de depredación y contaminación grave originado en la colonia.
Desde su nacimiento, los constructores, mineros y las empresas petroleras, siempre trataron de colonizarlo y colocar gente en lugares clave que pudieran entregar permisos, sin ninguna exigencia. Incluso, hubo varios ministros proclives a la minería, pero siempre fueron limitados por los propios profesionales del ministerio; las luchas ambientales, los medios de comunicación y el control que se ejerció desde las comisiones de ambiente de senadores y diputados impidieron muchas veces daños ambientales. También creando leyes de avanzada, realizando interpelaciones, debates e investigaciones. Prácticas desaparecidas en la actual Asamblea.
INTENTOS ANTERIORES
En 1990, surgió una iniciativa desde el Ministerio de Relaciones Interiores, que presidía Luis Piñerúa, para que en el marco de la reforma del Estado, se eliminara o fusionara Ambiente, creando un Ministerio de Infraestructura.
Posteriormente en la segunda administración del presidente Rafael Caldera, surgió otra iniciativa, del entonces ministro Roberto Pérez Lecuna, quien era partidario de crear o fusionar el Ministerio del Ambiente, en un Ministerio de Obras Públicas, al estilo del antiguo MOP.
En 1997 durante la gestión del ministro Martínez Monro, cuando se aprobó el decreto minero de Imataca, quien escribe este recuento histórico recibió llamadas y solicitud de reuniones, del entonces candidato Hugo Chávez, para apoyo técnico y comunicacional. Él mismo apoyó la lucha contra el famoso decreto 1.850.
El 26 de noviembre de 1998, a diez días de su victoria electoral, se llevaron cabo en el Hotel Hilton, las Jornadas Ecológicas con Hugo Chávez, donde intervinimos ambos ante más de dos mil ambientalistas y organizaciones de todo el país. Allí se aprobó una declaración y 85 conclusiones, donde se incluía expresamente el fortalecimiento del Ministerio del Ambiente.
Un mes después del triunfo, cuando el presidente electo organizaba su gabinete, volvió a surgir la tesis de eliminar o fusionar el Ministerio del Ambiente, por uno de infraestructura, lo cual provocó un rechazo del sector ambiental.
El proceso constituyente, que apenas duró seis meses, sirvió para impulsar, proponer y lograr la aprobación de los derechos ambientales, en un capítulo, dentro del título de los derechos humanos y garantías y de los deberes y 34 artículos más, distribuidos en todos los títulos y en el preámbulo.
Tal como lo señalamos desde 1999, lo más novedoso de la Constitución fueron los derechos ambientales e indígenas, con los que se lograba actualizar derechos denominados de tercera y cuarta generación. Se acogió la tesis presentada sobre los derechos transgeneracionales, contenidos en el artículo 127 constitucional, articulado que redactamos en el marco de la campaña electoral de 1998, y fue afinado en el proceso constituyente y la consulta pública.
GEOMETRÍA CONFUSA DE CHÁVEZ
Un nuevo intento de alterar los derechos ambientales surgió con el proyecto de reforma a la Constitución presentada por el difunto presidente Chávez, en el año 2007, complementada o modificada por la Asamblea, en el cual se planteaba, la llamada geometría del poder, que confunde ambiente, ordenación del territorio y división política territorial.
Confusión que siempre estuvo presente en Chávez desde el programa de gobierno de 1998, pues sostenía que había que eliminar estados y reducirlos a ocho entidades.
En el proyecto de reforma positivista de la Constitución, mezclaba conceptos y términos de uso común en arquitectura, de geopolítica militar, la llamada geografía radical de Doran Massei, combinada con la propuesta de Fig, regiones, ciudades socialistas, comunas, y así por el estilo, creadas artificialmente, pudiendo ser eliminadas, en un alarde de voluntarismo extremo.
Detrás de la eliminación del Ministerio del Ambiente, se encuentran los intereses mineros, carboníferos, petroleros y de la construcción, que se plantean intervenir áreas protegidas.
Subyace una concepción stalinista del poder, mezclada con el polpotismo camboyano, que tanta influencia ejerció en algunos sectores de organizaciones de izquierda. En ese contexto se replantea el territorialismo, como control del proyecto político y no solo la hegemonía. De allí la creación artificial de entidades, comunas, burocracias, vicepresidencias, inconstitucionales, esquemas, maquetas, todo teledirigido desde el poder y la renta petrolera, sin duda insustentables.
El Ministerio del Ambiente ha tenido bajo su jurisdicción, a través de Inparques, el 15% del territorio conformado por parques nacionales y monumentos naturales, a los cuales se les dio protección constitucional (artículos 127, 128 y 327, y el preámbulo), también ha tenido dentro de su jurisdicción y regulación más del 40% del espacio geográfico-territorio-ambiente, un paraguas protector que ha impedido la destrucción ambiental, más allá de los graves daños, ya acumulados.
El presidente Maduro pretende realizar el sueño de los desarrollistas, de los urbanistas irresponsables, de la minería de los intereses petroleros, que quieren repartirse el territorio, incluyendo el Amazonas, Bolívar, Sierra de Perijá, los Llanos, el Delta del Orinoco.
EL AMBIENTE COMO ESTORBO
El territorialismo asume el espacio geográfico, el ambiente, su biodiversidad, como un estorbo, bajo una concepción antropocéntrica, aunque ahora se llame Ministerio de la vivienda, hábitat y ecosocialismo. Los derechos ambientales establecidos en la Constitución venezolana, son más avanzados que todas las propuestas socialistas, o el denominado ecosocialismo.
Los derechos ambientales, constituyen un eje transversal a lo largo de la Constitución, la ordenación territorial establecida en el artículo 128, quedó subsumida en el capítulo ambiental. Bajo ningún concepto la territorialidad, la ordenación territorial puede ser entendida como más incluyente que el ambiente total, por lo menos en la Constitución de 1999. Ello justifica plenamente un Ministerio del Ambiente, que va más allá de la lógica territorial.
INVOCANDO EL 127
La política territorialista, nos retrotrae a las peores épocas de la planificación soviética, de Polt Pot y la banda de los cuatro de la China de Mao; de consumarse ese esquema, Maduro pasará a la historia como el presidente ecocida, el rey del extractivismo.
Invoco responsablemente el encabezamiento del artículo 127 de la Constitución, el cual tuve el honor de elaborar y proponer a la comisión constitucional, acogido por la plenaria, y por el pueblo que votó la Constitución el 15 de diciembre de 1999: "es un derecho y un deber de cada generación proteger y mantener el ambiente en beneficio de sí misma y del mundo futuro".
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Alexander Luzardo Nava: autor principal de las disposiciones ambientales de la Constitución venezolana de 1999. Doctor en derecho político, summa cum laude, profesor titular Faces-UCV, expresidente de la Comisión de Ambiente del Senado.



Alexander Luzardo
Un crimen presidencial
Tal Cual. Caracas, 9 de septiembre de 2014

Angel Oropeza: Las únicas tres cosas seguras

A pesar de la incertidumbre del momento actual venezolano, hay tres cosas que son seguras: una, la situación económica y social se va a poner peor; dos, los venezolanos vamos a sufrir más; y tres, todo lo anterior no necesariamente tendrá consecuencias políticas, y mucho menos significará el fin del gobierno. Vayamos por partes:
1) Desde hace rato, los procesos económicos y sociales se le fueron de las manos al gobierno, y el país está literalmente a la deriva. No sólo somos el único país de la región que decrece económicamente, sino que lo hacemos con la inflación más alta del planeta, el desabastecimiento más severo del hemisferio, y en medio de un endeudamiento brutal que no soporta más alargues.
La insensibilidad y fanatismo de la clase gobernante le hace seguir insistiendo en un modelo demostradamente fracasado. No hay por ningún lado estrategias de crecimiento y productividad, sólo de restricción del consumo para que le quede más plata al gobierno –en el mejor estilo fondomonetarista salvaje– como es el caso de la inefable captahuellas para comprar comida.
El cáncer sin tratamiento no se cura, sólo empeora. La insistencia egoísta del gobierno en aplicar medidas que sólo representan mayor caja para él pero que al mismo tiempo aumentan nuestros graves desequilibrios económicos, lo único que provocará de manera indefectible e inevitable es el agravamiento de la crisis.
2) Lo que nos espera entonces son productos cada vez más caros y más escasos, más pacientes sin tratamiento, más suspensión de intervenciones quirúrgicas por falta de insumos, más empresas y comercios cerrados, más desempleo, menos vehículos y menos repuestos, más colas, menos capacidad adquisitiva del salario, y un aumento del número de familias que no pueden enfrentar sus necesidades más básicas. Lo peor está todavía por venir.
3) Todo lo anterior provocará una mengua progresiva y continuada de la calidad de vida de los venezolanos, y un aumento de sus niveles de molestia, indignación e irritabilidad, como un periodo psicológico previo a una etapa subsiguiente –salvo que logre evitarse– de acostumbramiento y resignación. Pero no necesariamente tendrá un impacto político. Históricamente, el deterioro de las condiciones económicas y sociales no tiene directa u obligatoriamente efectos políticos, salvo que ocurran dos cosas: que la gente asocie claramente sus penurias con los responsables que la generan, y que identifique una alternativa política, distinta a aquella que le explota, que sea creíble, la sienta como cercana y por tanto provoque migrar a ella.
Es por eso que no basta con criticar y denunciar los problemas. El pueblo los conoce porque los sufre a diario. Se trata es de hacernos solidarios con las luchas para superar esos problemas, no de quedarnos en la letanía quejosa de enumerarlos una y otra vez, sin ofrecer cuáles serían nuestras alternativas.
La tarea supone acercarse a quienes padecen la explotación del gobierno, aunque a veces no sean conscientes ni de su situación de expoliación ni de quienes sacan provecho de eso. Proponer soluciones. Explicarles qué y cómo se harían las cosas en caso de un cambio político. Convertir el cambio político en una alternativa seductora, atrayente, que mueva a seguirle.
Ser alternativa pasa por mostrarse como tal. Y eso implica destacar las diferencias de hacer política y de gobernar entre el modelo militarista y el democrático progresista.
A quienes preguntan qué hacer, me atrevo a sugerirles un simple consejo: no siga insultando a los hermanos oficialistas que sufren como usted. No juegue de tonto útil a reforzar la exclusión. No envíe mensajes de que usted sigue siendo el otro, el enemigo, y que el cambio político que usted desea es la peor amenaza para ellos. Porque lo único que va a lograr, más por autodefensa que por convicción, es reforzar sus lazos de identificación con la actual clase política gobernante. Y romper esos lazos es imprescindible para poder avanzar hacia el cambio por el cual luchamos.
@angeloropeza182

Angel Oropeza
Las únicas tres cosas seguras
El Nacional. Caracas, 9 de septiembre de 2014

Santiago Boccanegra: Los número de Maduro

La caída en la popularidad de Maduro debe ser algo digno de estudio. También la forma en que dilapidó el arrastre que el chavismo tenía cuando estaba vivo el difunto Hugo Chávez. La última encuesta del serio Instituto Venezolano de Análisis de Datos (IVAD) revela que 58,4% de los consultados cree que el "heredero" de Miraflores debe renunciar inmediatamente a la presidencia.

Maduro no pasa la prueba. Entre regular y pésima se ubica la percepción de 63% de los consultados; apenas poco menos de quienes (68,6%) dudan de que el jefe de Estado y su equipo puedan resolver los problemas económicos. Al tiempo que cae la popularidad de Maduro, también sube la idea de que el matiz democrático se está perdiendo en el chavomadurismo. 59,1% dice estar de acuerdo con la frase: "El Gobierno no es democrático y se está convirtiendo en una dictadura".

Los números del IVAD ­censurados en El Universal, por cierto­ son de agosto. Antes que Maduro anunciara el inútil sacudón que enrocó ministros y recicló propuestas.

Al gobierno le urge tomar medidas para atender las demandas sociales. No importa que no quieran publicar los datos oficiales del Banco Central de Venezuela, ni que el Instituto Nacional de Estadística se empeñe en maquillar las cifras. La inseguridad, el desempleo y el alto costo de la vida son, en definitiva, los principales problemas de los ciudadanos. Quizás a Maduro, que duerme como un corderito, estos números de encuestas le quieten el sueño. El país se le desmorona en sus narices. 


Santiago Boccanegra

Los número de Maduro
Tal Cual. Caracas, 9 de septiembre de 2014

Paulina Gamus: El gran salto adelante

Durante tres meses, los venezolanos fuimos espectadores y víctimas de una farsa que el farsante mayor llamó "el sacudón"

"La historia se repite dos veces, la primera como tragedia, la segunda como farsa". Quién nos iba a decir que una de las frases más traídas, llevadas y manidas de Karl Marx iba a ser tan útil para describir los desaguisados de un Gobierno de seudo marxistas. Marx no lo dijo pero es factible creer que no le hubiese molestado una tercera posibilidad, la tragicomedia, verbigracia en el caso venezolano. Hasta hace algunos días, el causahabiente de Hugo Chávez —Nicolás Maduro— se había dedicado a repetir la historia del hundimiento de la Cuba fidelista, según el patrón dictado por el causante. Así se llama en derecho a quien deja una herencia pero, en el caso específico de Chávez, habría que entenderlo además como aquel que causó la catástrofe económica y social de Venezuela. Maduro ha sido el sepulturero.
Sin embargo, parecían soplar vientos de cambio. Durante tres meses, oficialistas y opositores fuimos espectadores y más tarde víctimas de una farsa que el farsante mayor llamó "el sacudón". Sus anuncios harían estremecer los cimientos de la nación. Rafael Ramírez, el segundo hombre más poderoso del país después de Chávez, aún en vida de éste; aquel que usufructuaba tres cargos: presidente de la petrolera estatal PDVSA, vicepresidente del área económica y ministro de Petróleo y Minería, se había reunido con inversionistas internacionales y aseguraba que Venezuela iba hacia la unificación cambiaria y la apertura económica. ¡Ahhh!, y que era inevitable el aumento del precio de la gasolina, la más barata del globo.
Los economistas y opinadores de oficio estuvieron distraídos todo ese tiempo debatiendo sobre cuál debía ser la cotización del dólar único y las consecuencias inflacionarias. A la par, se creaban comités y circulaban por Internet peticiones para protestar contra el aumento del combustible. De vez en cuando aparecía algún capitoste de la hidra de mil cabezas y una sola corrupción, que es el partido de Gobierno, rebatiendo a Ramírez y sus propuestas burguesas y neocapitalistas. En el órgano oficioso de la revolución chavomadurista —Aporrea— se peleaban los marxistas radicales con aquellos que reconocían que por el camino trazado por Maduro y su caterva, íbamos directos al precipicio.
Con la destitución de Rafael Ramírez y su confinamiento a la cancillería murió toda esperanza de rectificación
Para incrementar el suspense, Maduro continuaba anunciando que venía el "sacudón". La gente hacía el esfuerzo sobrehumano que se requiere para ver y oír sus cadenas radiotelevisivas, a la espera de los anuncios que pondrían a temblar a la patria bolivariana. Pero el aposentado en la silla presidencial se iba por las ramas, trepaba hacia las copas de los árboles, escalaba montañas y no soltaba prenda. A las personas de juventud prolongada o en la edad de oro, es decir, a los viejos, nos parecía un remake de El derecho de nacer, aquella radionovela cubana que de verdad sacudió los sentimientos de miles de escuchas en los años 50. Don Rafael del Junco, el abuelo del héroe Albertico Limonta, había agotado no menos de 30 episodios de la serie tratando de revelar una dramática verdad, sin poder articular palabra. Y ahora, por culpa de otros cubanos, el presidente venezolano no terminaba de sacudirnos. Pero llegó al fin la noche del 2 de septiembre. Maduro habló como si él fuera Konrad Adenauer al frente de un país parecido a Suiza. Hizo unos cambios no de caras sino de cargos al mejor estilo de Lampedusa: "Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado".

Con la defenestración esa noche del otrora poderoso Rafael Ramírez y su confinamiento a la cancillería —tan disminuida desde tiempos de Chávez— murió toda esperanza de rectificación.

Paradójicamente, el hombre que contribuyó a que Hugo Chávez hundiera a Venezuela sin emitir entonces una sílaba de protesta o desaprobación, parecía estar dispuesto a reflotarla. Pero se impusieron, más que los ideólogos marxistas, los militares cuya única ideología es mantener el statu quo que les permite continuar el saqueo sistemático del erario público.

Para organizar un Estado comunal se requiere planificación y un mínimo de eficiencia, cualidades inexistentes en estos marxistas tropicales y amantes de la vida burguesa
¿Seguirá todo igual, nada cambiará? Ojalá los venezolanos tuviésemos la suerte de seguir tan mal como antes del sacudón de Maduro, porque la realidad que se avecina es la del gran salto adelante de Mao Zedong. Como se recuerda, el mismo fue el propósito de transformar la economía agraria china en una sociedad comunista mediante la industrialización y el colectivismo. El resultado fue una hambruna que causó la muerte de 30 millones de chinos, en su mayoría niños y ancianos. Por supuesto que una parte de esa historia no podría repetirse en Venezuela ni en la versión comedia. Imposible pensar en una industrialización tan desastrosa como aquella de Mao ya que, en dieciséis años, la revolución bolivariana no ha logrado producir un tornillo. El quid está en la colectivización para lo que Maduro designó Ministro de Comunas a Elías Jaua, un comunista irredimible en cuyo curriculum destaca como lo más loable, su pasado de terrorista urbano. Nuestras esperanzas están cifradas en que para organizar un Estado comunal se requiere algún sentido de la planificación y un mínimo de eficiencia, cualidades inexistentes en estos marxistas tropicales y amantes de la vida burguesa.
Clamemos pues al cielo para que nada cambie y para que la historia no se repita en ninguna de sus versiones. Solamente recordemos que al desastre del gran salto adelante de Mao, le siguió la revolución cultural con su secuela de persecuciones, asesinatos, suicidios y destrucción. Fue la venganza del gran timonel por el fracaso de su Salto. Maduro no es Mao Zedong ni Venezuela es la China de entonces, pero el hambre y la represión son iguales en cualquier parte.

Paulina Gamus
El gran salto adelante
El País. Madrid, 6 de septiembre de 2014