sábado, 5 de septiembre de 2015

José Domingo Blanco (Mingo): ¿Nos están animalizando?

Venezuela transita por la crisis más cruenta jamás vista en nuestra historia. Quizá, por eso llamó mi atención un término que acuñó el abogado Juan Carlos Sosa Azpúrua, en la entrevista que le hice el pasado lunes, para explicar la razón por la cual hemos llegado a niveles tan deplorables. El régimen, a su juicio, en estos largos y miserables 17 años, logró la “animalización de la sociedad civil”. Si a ello le sumamos el éxodo masivo de venezolanos (en su mayoría clase media, profesional, trabajadora y productiva) cansados del juego político que han llevado adelante el régimen y la dirigencia opositora, obtenemos el caldo de cultivo perfecto para que el desgobierno “siga usurpando el poder”, como aseguró mi entrevistado.
De nuestra conversación, rescato algunos de sus planteamientos porque son un llamado a esa población que, en momentos puntuales de estos años de chavismo-madurismo, logró frenar sus intenciones. “Nuestro problema surgió cuando le entregamos el testigo a la dirigencia opositora, y esta comenzó a cohabitar y cogobernar con el régimen, legitimándolo”.
En más de una ocasión, he escuchado a algunos voceros asegurar que nuestra crisis actual puede solventarse con las próximas elecciones del 6 de diciembre. Sin embargo, para Juan Carlos Sosa Azpúrua ese tipo de comentario es nocivo porque, “cuando a los electores se les vende una ilusión, y esa no se ve satisfecha, lo que viene después es mucha rabia, depresión y decepción. Eso condimenta aún más el caldo de una situación intolerable a punto de estallar”.
Sosa Azpúrua advierte que el asunto con las parlamentarias es “que se le han creado a los electores unas expectativas que no se pueden cumplir. Porque en esa Asamblea, en un país gobernado por un régimen totalitario, no se puede hacer nada de lo que están prometiendo los candidatos al Parlamento”.
“El país no está para elecciones en el contexto que estamos sufriendo. El régimen ha demostrado, después de 17 años en el poder, que no tiene ninguna capacidad para corregir los problemas, sino que, por el contrario, los crea conscientemente. Los que están en el poder no tienen ninguna intención de que el bolívar recupere su valor, de que el aparato productivo se reactive, que la gente tenga empleo, que Venezuela esté en la comunidad internacional como un país serio y no como uno forajido. El objetivo de esta gente –la que usurpa el poder, porque ellos perdieron la legitimidad de ejercicio y la legitimidad de origen cuando se ‘robaron’ las elecciones pública y notoriamente– es empobrecer a la sociedad, volvernos completamente miserables”.
Porque, para el abogado, volvernos miserables, es característico de los regímenes totalitarios y comunistas. “Cuando la gente de la supuesta oposición le da trato y legitimidad, y están dispuestos a cohabitar y a cogobernar con el régimen, te das cuenta de que, en ese aspecto, la política está entregada. Tampoco vemos una lucha por salir del problema de raíz, sino, básicamente, el planteamiento es seguir poniéndole pañitos calientes a un enfermo que está en etapa terminal. Se lucha solo en el plano electoral. Y como el régimen ha sido muy astuto, crea elecciones todos los años. Los circos electorales se montan anualmente y entonces todo se cubre con una gran cortina de humo, donde el único objetivo del país se reduce a votar o no votar. Y la dinámica de la discusión política y la de los problemas pasa a un tercer plano. Aquí no hay debate político. Solo se escucha el argumento de que hay que salir a votar porque, en la medida en que la MUD vaya conquistando espacios políticos, vamos a tener posibilidades de salir de esta pesadilla a través de una vía bonita, democrática y pacífica. Simplemente, manchar el dedo de morado: esa es la gran lucha por Venezuela”, reflexiona.
Le comento, en medio de la entrevista, que cifras recientes le dan a la oposición MUD una gran ventaja en las parlamentarias; e indican que el oficialismo estaría perdiendo por 30%. Le recuerdo que 70% de los encuestados evalúa negativamente la gestión de Maduro, sin dejar a un lado su popularidad, la cual alcanza tan solo 24%. ¿Con estos escenarios, se puede ganar unas parlamentarias?  Pero, Sosa Azpúrua responde que estas cifras son la repetición de lo que siempre hacen las encuestadoras: vender un triunfalismo. “Siempre se genera el momentum para hacer creer que por la vía electoral se puede lograr el objetivo. Si revisamos los más recientes estudios, nos hacen creer que en 2010 perdimos las elecciones, cuando en realidad, la oposición logró 51% de los votos. Sistemáticamente, hemos venido siendo mayoría. Desde el año 2004, cuando se robaron el referéndum revocatorio, hemos sido mayoría. Han venido ocurriendo fraudes sistemáticos que la MUD ha decidido silenciar. No ha dado el golpe a la mesa para romper el juego macabro que controla el régimen. Porque la dinámica que está en este momento en marcha le permite a la MUD tener una participación política activa. La Asamblea es un símbolo de poder muy importante y dudo que el régimen vaya a perderlo. Cuando eso ocurra, los analistas dirán que Maduro logró cohesionar al país, gracias al sentimiento nacionalista que despertó. Y le echarán la culpa a la abstención. Mareando a la gente con una matriz de opinión en la que solo importa si votas o no votas. Si votas eres bueno. Si no votas eres malo”.
“En 2002, cuando la sociedad tenía el poder, su fuerza hizo que cayera el régimen. En el 2004, también con la sociedad civil al frente, ganamos el referéndum revocatorio. Ese triunfo y el fraude que se cometió como consecuencia, fue lo que hizo que se produjera la famosa abstención de 2005; pero la sociedad civil se organizó y demostró que más de 75% del país quería salir de esa pesadilla. Con esa acción se deslegitimó a la Asamblea y al Consejo Nacional Electoral. El problema estuvo en que le pasamos el testigo al sistema político. Y este nos traicionó porque no desmanteló al CNE, ni pidió la depuración del sistema electoral. Por el contrario: solicitó el cronograma para las elecciones presidenciales, se puso en campaña y reconoció a los diputados del PSUV que fueron elegidos con menos de 15% de los votos”, señala.
En momentos difíciles hay que pedir propuestas. Soluciones. Sin titubear, responde que la sociedad civil tiene que reorganizarse, aun cuando se encuentre debilitada. “Hay que pedir la renuncia de Maduro del cargo que usurpa. Establecer un gobierno de transición, depurar al país y limpiar sus instituciones. La sociedad civil tiene que despertar de nuevo y quitarle el testigo a la dirigencia de los partidos, porque ellos entregaron la política. Ellos cogobiernan con el régimen. Estamos secuestrados por un régimen al que le interesa mantenernos animalizados. La sociedad civil tiene que solicitar la restitución del orden constitucional. Como venezolanos tenemos el derecho de reaccionar y trascender el tema electoral. No podemos seguir entrampados en lo electoral, porque seguimos metidos en el terrero de un juego que controla completamente el régimen. No estamos solucionando el problema. Están reduciendo nuestra dignidad de seres humanos. Nos están tratando como animales y esa es la mayor violencia que puede haber”.
 
José Domingo Blanco (Mingo)
¿Nos están animalizando?
El Nacional. Caracas, 5 de septiembre de 2015

Fausto Masó: El último viaje de Maduro, ¡sabrosón!

Con los 5.000 millones de dólares que recibió en Pekín, Nicolás Maduro no ganará las elecciones, porque ese dinero representa la parte que Venezuela debería haber colocado en los campos petroleros que explotarán en asociación Caracas y China. Esos 5.000 millones no los gastará libremente Maduro, no le servirán para las elecciones de diciembre.
Como todo político, Maduro cree en milagros. En el chavismo gana terreno la tesis de no celebrar las elecciones, la aceptación de que los electores rechazan al PSUV. ¿Es posible suspender, o posponer, las elecciones? Esa sería la única salida para Maduro, quitarse la careta democrática. Pero, no es tan fácil, claro.
No hay ambiente electoral, en unos comicios en que votaremos por candidatos que son en su mayor parte desconocidos y que no contarán con recursos para hacer campaña. Sin embargo, hay algo nuevo: constantemente se oye por la calle a gente jurar que le pasará la factura a Maduro el día de las elecciones, al presidente más impopular de la historia nacional.
Las cosas van mal e irán peor. Un experto petrolero asegura que el mercado imagina tontamente que la reunión de Putin  y Maduro busca limitar la producción para aumentar los precios, al estilo de la vieja OPEP. Resulta, sin embargo, que los árabes cuentan con reservas en dólares para soportar dos o tres años de precios bajos y así eliminar a productores como Estados Unidos y como a la misma Venezuela, cuyos costos por barril son diez veces superiores a los de los sauditas. A los que también les gustaría quebrar a Irán y a la misma Rusia, quedarse ellos con el mercado. Los sauditas están actuando con una lógica estrictamente comercial, quieren eliminar a los otros productores. Rusia además, no reducirá un barril su producción. Por eso se habla de que el barril bajará a 30, o 25 dólares, lo que representa la ruina para Venezuela, después de que el chavismo despilfarró millones y millones de dólares. Sobra el petróleo en el mercado, e Irán saldrá a vender al precio que sea y los productores de Estados Unidos siguen produciendo a pesar de que el precio sea menor de 50 dólares.
Todo se está poniendo color de hormiga, no alcanza el dinero y no hay  prestamistas. Calladamente Maduro otorga concesiones para extraer gas dándoles 100% de la propiedad a los inversionistas. Están pidiendo el agua por señas.
Después de que la Asamblea la domine la oposición la situación económica no mejorará por arte de magia, pero surgirá un rayito de esperanza, se abrirá una puerta lejana y el país se convencerá de que Venezuela, inevitablemente, debe abandonar el modelo petrolero del pasado, del petróleo con la patria y la bandera. Por necesidad debemos ver el petróleo como lo que es, una mercancía, no la bandera nacional. Por tanto, hay que manejar el negocio petrolero como lo que es: un negocio, en el que conviene asociarse con inversionistas y aceptar que empresas extranjeras, a cambio de pagarnos impuestos y darnos participación en la utilidad, sean dueñas del 100% de la empresa.
Maduro anda viajando por el mundo detrás de una ilusión, porque el siglo XXI no es el siglo XX. Todo se derrumbó y ponemos los pies en el suelo, o también a nosotros nos arrastra el mal tiempo. Maduro viaja por última vez como presidente de una Venezuela despilfarradora, la Venezuela chavista. Esa es la herencia final de la revolución, la ruina. Anda acompañado de su hijo, los primos, los amigos, de 100 personas. Aprovecha el último viaje. Es humano. Aprovechando la última oportunidad de recorrer el mundo a lo grande. Los chinos que conocen a los chavistas los tratan a cuerpo de rey, saben que a muchos de ellos les encanta hospedarse en un hotel cinco estrellas. En realidad en esto tienen razón. No hay nada como un buen hotel cinco estrellas. Palabra.
 
Fausto Masó
El último viaje de Maduro, ¡sabrosón!
El Nacional. Caracas, 5 de septiembre de 2015

Editorial El País: La responsabilidad de Maduro

 La crisis fronteriza entre Colombia y Venezuela debe terminar cuanto antes y su fin depende exclusivamente de que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, decida abrir la frontera que decidió cerrar unilateralmente el pasado 19 de agosto después de un enfrentamiento entre militares de su país y contrabandistas.
La internacionalización del problema generado por Maduro, con la visita de los ministros de Exteriores de Argentina y Brasil, puede tener utilidad para evitar que el incidente derive en consecuencias más graves, como una ruptura de relaciones, pero al mismo tiempo dilata los plazos de un asunto que, de querer el régimen de Caracas, tendría una solución inmediata.
La frontera entre ambos países es común, pero el reparto de responsabilidades no. Fue Maduro quien ordenó cerrar la frontera, quien deportó sin garantía legal alguna a más de mil ciudadanos colombianos residentes en Venezuela y quien reforzó militarmente la frontera. Frente a esta actitud, es de alabar la respuesta mantenida por el mandatario colombiano, Juan Manuel Santos, que ha evitado en todo momento cualquier atisbo de escalada que pudiera generar un conflicto mayor donde nunca debiera haber habido problema alguno. Santos había insistido acertadamente en que al menos se permitiera regresar a sus hogares a los esudiantes de ambos países que quedaron atrapados al otro lado de la frontera, cosa que al final se ha logrado.
Por el contrario, las manifestaciones de la ministra de Exteriores venezolana, Delcy Rodríguez, de que además Caracas exigirá ante organismos internacionales una indemnización a Bogotá por los refugiados que se han instalado en Venezuela a raiz del conflicto en Colombia muestran que el Gobierno de Maduro no está dispuesto a cejar en su intento de desviar la atención de sus problemas internos generando una polémica internacional.
Santos no cerró la frontera. Corresponde a Maduro reabrila.



Editorial 
La responsabilidad de Maduro
El País. Madrid, 6 de septiembre de 2015