domingo, 2 de agosto de 2015

Elías Pino Iturrieta: Calma chicha (y II)

Con el objeto de señalar algunas razones poco trajinadas sobre la conducta de los venezolanos frente a los gobiernos opresores, se plantearon algunas ideas hace ocho días que hoy se quieren complementar con observaciones sobre los tiempos más recientes. En el anterior artículo llegamos hasta el gomecismo, para llamar la atención en torno a las flojas reacciones del pueblo ante una serie de regímenes negadores de la democracia y de la dignidad ciudadana. Se trataba de sugerir que dejáramos la búsqueda del “bravo pueblo” porque solo se encuentra en las estrofas del Himno Nacional, y ahora se continúa lloviendo sobre ese terreno que no ha estado suficientemente mojado.
El solo hecho de que, después de la muerte de Gómez, comenzara un período llamado posgomecismo, da cuenta de la debilidad de las reacciones contra la herencia del nefasto difunto. El entierro del tirano dio paso a contadas manifestaciones de repudio, debido a cuya anemia pudo continuar una administración como la que había comenzado el sujeto de La Mulera. Una administración maquillada ahora de actualidad y dispuesta a abrir postigos para la penetración del oxígeno negado por el tirano (no faltaba más, los tiempos lo exigían), pero apegada a los vicios y a las limitaciones de la cuna. La aceptación de un legado que solo se modificaría en atención a los intereses de los herederos de un mandatario deleznable acompañados por contadas caras nuevas, da cuenta de cómo los venezolanos de entonces se conformaron con ladrar sin atreverse a morder. De allí el surgimiento de un golpe de Estado en 1945, capaz de llevar a cabo lo que no había podido o querido hacer la sociedad, pero protagonizado apenas por un elenco de civiles y militares.
Los sucesos del octubrismo adeco pueden llevar a entusiasmos exagerados. El demonio de la política se metió en el cuerpo de la mayoría de los venezolanos de la época, que hicieron cosas inéditas y realmente dignas de atención en la fragua de una sociedad desconocida y más hospitalaria. Aquello fue un portento de atrevido civismo, de desafío de la gente común a los usos de la convivencia anterior, pero el gozo se fue al foso en tres años sin que se contemplara el cortejo de los dolientes. ¿Qué hizo el pueblo ante el golpe militar contra el presidente Gallegos, contra el símbolo de la república de las mayorías inaugurada con merecidos bombos y llamada a construir un edificio que esperaba con paciencia desde 1830? Nada que no fuera callar y encerrarse en los domicilios familiares.



Las fantasías sobre el derrocamiento de Pérez Jiménez también han alimentado la idea del “bravo pueblo”, pero son solo fantasías. La resistencia contra la dictadura militar fue obra de un admirable grupo de combatientes, con cuyas hazañas no se relacionó la sociedad que callaba o aplaudía. Un puñado de valientes clamó en el desierto de la indiferencia de la gente que no se quería meter en problemas. El famoso 23 de Enero de 1958, que puso a Tarugo en un avión junto con sus amigotes, fue obra de una cúpula militar con la compañía de políticos sobre cuyo número dan cuenta cómoda los dedos de las manos. El pueblo se echó a la calle cuando el mandado ya estaba hecho, para apuntalar la leyenda de un celebrado “espíritu” que nos ha animado en la posteridad.
Todo esto ha venido a cuento, en suma, para sugerir a los críticos de la actualidad que no se alarmen ni impresionen por la pasividad del pueblo ante los desmanes del chavismo. Tales alarmas y tales asombros carecen de asidero, si se relacionan con las formas que hemos tenido como sociedad de reaccionar, o más bien de evitar la reacción, ante administraciones oprobiosas. Si ahora no hacemos nada contra un régimen detestable, o apenas nos conformamos con el amago, repetimos una vieja historia que no convida a la edificación. Si apenas atacamos puntos precisos que nos molestan como individuos, o como miembros de un grupo o como habitantes de un sector determinado, calcamos actitudes conocidas de sobra. Así hemos sido, salvo honrosas excepciones. No se nos puede pedir lo que no hemos dado a través de nuestra historia. Podemos sorprender con una cabriola olímpica, desde luego, pero eso está por verse.  


Elías Pino Iturrieta
Calma chicha (y II)
El Nacional. Caracas, 2 de agosto de 2015

Marta Colomina: Maduro:¿hacia un fraude electoral gigantesco?

Nicolás Maduro ya no halla a qué mandatario, país u organización democrática insultar, y qué monstruosidad decir. Bate récords conquistando enemigos, incluso algunos de los que fueron sus “panas” y que hoy, alarmados con sus prácticas brutales y con la miseria en la que  ha hundido a Venezuela, ya no pueden ser financiados con la anterior “regaladera” que tanto contribuyó a vaciar las arcas públicas. Las encuestas de todo signo registran un enorme rechazo popular, incluso de los otrora votantes chavistas. Los desencantados “rojitos” están pasando tanta hambre, tanta angustia en las colas de mercados vacíos, tantas enfermedades que minan su salud por falta de fármacos y tanto acoso de la impune delincuencia, como aquellos llamados por Nicolás “apátridas” porque nunca se tragaron los cuentos de que “el Poder y Pdvsa son del pueblo”. Maduro ahora arrasa los almacenes de la Polar y Cargil, en La Yaguara, que exacerbarán la escasez y el desempleo.
Hoy sus protegidos del Caricom y Petrocaribe le dan la espalda con su apoyo a Guyana, envalentonada ahora con la toma ilegal del Esequibo venezolano en reclamación, respecto a cuyas acciones invasoras tan de acuerdo estuvieron Chávez y Maduro, su canciller por 6 años, siguiendo órdenes de Cuba. La más reciente barbarie que encendió todas las alarmas fue anunciada por Maduro en su visita a Ban Ki Moon para tratar el caso del Esequibo. A su salida, frente a la sede de la ONU, ratificó impúdicamente la condición totalitaria de su régimen y su inconstitucional control de los poderes públicos (que en todas las democracias del mundo constituyen un contrapeso que evita los abusos del gobierno), al descartar tajantemente que observadores internacionales (ONU, OEA, UE y hasta Unasur) supervisen las elecciones legislativas del 6-D: “No lo aceptaremos jamás, por nadie…Venezuela no es monitoreada, ni será monitoreada por nadie”. Grotesca afirmación de quien, junto con su “padre” putativo, convirtió a Venezuela en una colonia de Cuba, a la que ambos viajaban (Maduro aún lo hace) para recibir órdenes políticas y hasta económicas.
Las reacciones ante la negativa de Maduro a que haya observación internacional calificada en los comicios del 6-D para garantizar transparencia y confiabilidad a un proceso electoral minado por el ventajismo oficial y su obsceno control sobre cuatro de los cinco rectores del CNE, no se hicieron esperar. Una de las críticas más contundentes fue la del presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Senado de Brasil, Aloysio Nunes, quien en un comunicado dado a conocer el 29 de julio denunció que “Venezuela se encamina a un fraude electoral gigantesco” y apuntó de que “Dilma Rousseff debería pronunciarse inmediatamente”. Reclama Nunes el “cumplimiento de los compromisos asumidos por la diplomacia de Brasil y reafirmados por su canciller Mauro Vieira ante el Senado” que han sido violados por la negativa de Maduro a aceptar la observación internacional. Recuerda el senador que “en visita a Caracas en marzo, el canciller Viera dijo haber recibido garantías de las autoridades electorales de que permitirían la presencia de observadores electorales”. Sin embargo, el gobierno venezolano dice ahora “que solo acepta la Misión de Unasur si se restringe a funciones de ‘acompañamiento’, sin verdaderos poderes para fiscalizar y monitorear el proceso contra posibles fraudes”. Cita Nunes la visita de Henrique Capriles al secretario general de la OEA, Luis Almagro, para pedir el envío de observadores de ese organismo”. Ese gesto de Almagro –quien ha solicitado reiteradamente visitar Venezuela sin respuesta del gobierno– fue respondido con insultos. Maduro pidió furioso “la eliminación de la OEA por organizar conspiraciones y estar dominada por una burocracia imperial…Tiene 67 años con golpes de Estado y conspiraciones” y emplazó a Almagro: “O se está con Dios o con Washington”. Y Jaua, ministro de Comunas, lo acusó de “traidor” y “antivenezolano”. Olvida Maduro los “servicios” de la OEA de Insulza y los votos de sus países “chulos”, que permitieron al chavismo violar los derechos humanos sin que hubiera ni un amago de aplicar la Carta Democrática. Aquella OEA era la favorita de Maduro. La OEA de Almagro, que está diciendo respetuosamente que está dispuesta a enviar la Misión de Observación dos meses antes del 6-D, es “conspiradora” y “golpista”.

¿Qué debería hacer Almagro ante la prohibición de Maduro de una observación calificada, distinta a la pantomima cómplice del “acompañamiento” de Unasur, el mismo 6-D? Según el experto Rubén M. Perina, quien fuera jefe de la Misión de OEA en Venezuela de 2000 al 2005, Almagro “debería enviar una misiva formal al gobierno venezolano, con copia al Consejo Permanente de la OEA, solicitando su anuencia (no la invitación) para el envío de una MOE y si no hubiese respuesta o ésta es negativa, la Carta Democrática, bajo el artículo 20, contempla ‘realizar una apreciación colectiva’ de la crítica situación venezolana. Esa decisión estaría amparada en el peligro de una ‘alteración del orden democrático’ (fraude electoral) y de la amenaza de Maduro de que ‘será el primero en lanzarse a la calle si la oposición gana’. La Secretaría General podría enviar una MOE, tras consultar al Consejo Permanente, sin tener que recibir la invitación expresa del gobierno. De ninguna manera debe aceptarse la práctica encubridora del “acompañamiento”.
Miguel Henrique Otero, presidente editor de El Nacional, advirtió esta semana que el oficialismo “tendría que hacer un megafraude para ganar las elecciones”. Maduro y sus cuatro jinetas del apocalipsis en el CNE, están dispuestos a todo: a un fraude gigantesco –como advierte el senador de Brasil– o a un fraude que le quite las tres cuartas partes a la oposición, para seguir cometiendo sus tropelías. Por eso, como dice María Corina Machado, “es hora de actuar como la mayoría que somos” y emprender una activa campaña de contactos masivos internos y externos que exija observadores calificados y advierta del posible fraude, al que debemos responder no con abstención, sino con nuestro voto masivo el 6-D. Votando en masa, tendremos la autoridad moral y las pruebas para nuestros activos reclamos, que serán también masivos, dentro y fuera de Venezuela. ¿Resistirá el muy debilitado Maduro una protesta popular de tal calibre?



Marta Colomina
Maduro:¿hacia un fraude electoral gigantesco?
El Nacional. Caracas, 2 de agosto de 2015

Carlos Raúl Hernández: ¿Sabe Ud. qué es el Síndrome X?

Los otrora indignados en Grecia pasaron a la categoría de estafados, una vez que Alexis Tsipras, su Primer Ministro, llama a votar NO en el referéndum para luego misteriosamente engañar y defenestrar a su carnal Varufakis, los ministros recién nombrados que lo acompañaron en tal irresponsabilidad y a todos los votantes. Hoy en el partido aparecen tendencias a la división. En ninguna lógica política se entiende burla tan sangrienta, que no anuncia nada bueno sobre la cabecita del "líder". Los españoles cada día aprenden mejor las truculencias y enredijos de Pablo Iglesias, mientras la sociedad en conjunto, al lado de la portuguesa, avanzan en la recuperación, sorteadas las aguas turbias revolucionarias. En otra parte del mundo los habitantes de Níger, Liberia, Zaire, Burundi, Lesotho, Sierra Leona o Zambia, como balance del "socialismo africano", son la encarnación del concepto de miseria atroz.

Tienen un ingreso per cápita anual de 500 dólares o menos, una ingesta diaria por debajo de mil calorías, y mueren de males curables y hambre antes de los 35 años. En el otro extremo de la vida humana, un grupo de países con ingresos de entre 33 mil y 40 mil dólares, tienen expectativas de vida de -cerca- 80 años, mientras un natural de Suazilandia vive apenas 31 años. Unas sociedades son hoy desarrolladas porque establecieron la mejor forma de producción en la lucha del hombre por dominar las adversidades circundantes y las de su propia naturaleza, y poseen los mejores índices económicos, sociales y culturales. Son las que algunos llaman tontamente "capitalistas", para hacerle el juego semiótico al marxismo. Aun quien gana relativamente menos, se beneficia por el hecho de pertenecer a ese entorno colectivo, como bien saben los inmigrantes.

Ricos y hambrientos

El drama del mundo desarrollado es paradójicamente la sobrealimentación. Se llama Síndrome X y es la enfermedad por ingesta de grasas, automovilismo, sedentarismo, alcoholismo-tabaquismo, estrés y aburrimiento (infartos, cáncer, arteriosclerosis, diabetes, ACVs, obesidad), quienes menos comen, desde EEUU hasta Australia, para sorpresa, son personas de mayores ingresos, que intentan llevar una vida más sana. Y por contraste, la obesidad cunde entre los sectores medios y pobres. Los revolucionarios tercermundistas se empeñan en matar de hambre a sus pueblos a nombre de la "dignidad" y el antiimperialismo, y a despecho hoy africanos, árabes, latinoamericanos prefieren morir de infarto o atropellados en el túnel de Calais, que de tifoidea en Zimbabue o de un tiro en Caracas. Ronald Inglehart en su libro seminal sobre el cambio posmoderno (Modernización y postmodernización) cita la Encuesta Mundial de Valores.

En ella más de 80% de los entrevistados en el Primer Mundo no les interesa ganar más dinero, porque tienen suficiente, viven en la abundancia. Los jóvenes no conocen el hambre y poseen todo el arsenal tecnológico de la vida actual, la riqueza que se mide en indicadores materiales y espirituales. Por eso sus aspiraciones y preocupaciones apuntan, por el contrario, a fines sociales, ambientales, morales, intelectuales. En los países tercermundistas, 85% de la gente ansía sobre cualquier otra cosa comer más e incrementar los ingresos para poseer bienes de la vida moderna. Algunos en España, Grecia, Irlanda, Portugal e Italia, estuvieron "indignados" con el Estado de Bienestar que pagan Alemania y Francia, que les da seguridad material y elimina el stress de la sobrevivencia.

La revolución y la peste

Tsipras, Iglesias y otros mercaderes de la locura, inventan que la sociedad abierta es un antro y que deben hacer una revolución. Las consignas son vagarosas, vacías, tóxicas. Predican contra "el sistema financiero", "los políticos", "el sistema electoral injusto", "los ricos", "el capitalismo" y por una "auténtica democracia". Podemos y Tziriza acuatizaban en "propuestas" primitivas, radicalismo bolivariano con los mismos afiches del Che. Se oponen a los partidos políticos, a la economía privada y la austeridad fiscal. Proponen leyes inmobiliarias contra los propietarios, hostilizan el sistema financiero y la propiedad en general y rechazan modernizar las vetustas universidades europeas. El desempleo simboliza el desarreglo de la economía, pero requiere acciones contrarias a sus propuestas: reducir el gasto público, hoy subsidiado por la Unión Europea para evitar el colapso del Euro y la Eurozona.

Odian las privatizaciones y la reducción de nóminas públicas sobre infladas. La experiencia mundial enseña que crear empleos requiere equilibrios macroeconómicos y condiciones para la inversión, no impagables sistemas de seguridad social, ni mercados laborales ultra protegidos (hay países que dan quince días de descanso contra stress). Eso contraría las propuestas "indignadas". América Latina superó circunstancias parecidas con las reformas a raíz de la Crisis de la Deuda nacida en México en 1984, gracias a la voluntad de un grupo de líderes continentales. Salvo en Venezuela los "indignados" locales no pudieron descarrilar el proceso. Tendrán que aprender eso para despejar su propio futuro. Saltar el anacrónico y falso debate de "capitalismo" y "socialismo", permitirá sobreponerse a la miseria creada por el socialismo.


Carlos Raúl Hernández
¿Sabe Ud. qué es el Síndrome X?
EL Universal. Caracas, 2 de agosto de 2015