Paisaje de Venezuela
PATRICIA BULLRICH
La Nación. Buenos Aires, 1 de mayo de 2014
La primera impresión es la de andar por un espacio militarizado, con patrullas y uniformados de distinto tipo
La experiencia de visitar la Venezuela chavista no coincide con lo que uno definiría como un viaje agradable. Las recomendaciones de no ir y hasta los consejos de encerrarse en el hotel, ya generan un clima especial que envuelve el viaje.
Al recorrer el camino que va del aeropuerto al lugar donde se celebraban los 30 años del think tank más prestigioso del país, el Centro de Divulgación del Conocimiento Económico (Cedice), la primera impresión es la de andar por un espacio militarizado, con patrullas y uniformados de distinto tipo. En este contexto cívico-militar, de incómodo recuerdo para los "sureños", como nos denominan los venezolanos, aparece otro actor del control y el miedo: los motorizados. Muestran sus armas, atropellan y se trasladan con libertad. Hay un mundo de servicios de inteligencia legitimado por el poder y organizaciones paragubernamentales llamadas colectivos. Como la Triple A: grupos militarizados paraestatales que se mueven como los dueños del territorio.
El seminario del que participé, invitada por la Fundación Libertad, con sede en Rosario y dirigida por Gerardo Bongiovanni, reunió a importantes figuras bajo el valor de la libertad, sin duda el bien más escaso en estas tierras caribeñas.
No pasa un minuto sin que se enaltezca al gran jefe, al padrecito, al salvador, al héroe, al comandante
Las ponencias describieron la profundidad de los cambios que han ocurrido en Venezuela: la cooptación de los poderes públicos, la construcción del concepto de soberanía absoluta de las mayorías, la anulación de la libertad de prensa, la construcción de Fuerzas Armadas de la revolución, así como de policías, grupos armados y grupos políticos y sociales de la revolución. Entre los canales de televisión del régimen, sorprende el del Ejército Bolivariano, un constante, persistente, invariable rezo a Hugo Chávez. Lo cronometré: no pasa un minuto sin que se enaltezca al gran jefe, al padrecito, al salvador, al héroe, al comandante. No tuve más remedio que linkear en mi mente esa construcción mediática con la insistente presencia callejera de la figura del líder.
La concepción de soberanía absoluta lleva al régimen al control de todo órgano jurisdiccional, algo que asoma en cada una de las decisiones del presidente Nicolás Maduro, el señalado por Chávez.
A Leopoldo López, por decir que va a "reconquistar" la democracia, lo acusan de golpista. A María Corina Machado le quitaron los fueros sin cumplir ninguno de los requisitos de la misma Constitución bolivariana, que ha quedado demasiado "garantista" para estos casos, y por eso han decidido superarla, evitando el trámite del debido proceso.
Frente a esta Venezuela con una fortísima injerencia cubana en sus servicios de inteligencia, sistemas de control popular y servicios médicos, es duro que los gobiernos latinoamericanos opten por la complicidad. Podríamos esperarlo del nuestro, pero cuesta pensarlo de Uruguay o Chile, que han procesado el pasado de una manera más inteligente. Anécdotas de la revolución: hoy faltan médicos cubanos, porque en un número mayor a 1000 han aprovechado la "misión Venezuela" para tomarse el buque hacia Miami. Dos pájaros de un tiro, como decimos por aquí.
El capítulo semiótico merece una mención: el lenguaje ubica al gobierno en el "socialismo del siglo XXI", como representantes del pueblo contra la "antipatria". Todo lo que sucede en Venezuela es culpa de esta confrontación. La oposición es la responsable de la inflación y la falta de dólares. Todo se explica por el enemigo, que mientras dialoga para buscar una salida es insultado por el heredero con los peores epítetos.
Sin duda, el paso que ha dado el régimen chavista lo ubica como una "fase superior del kirchnerismo", parafraseando a Lenin. Por eso deviene una obligación democrática de quienes trabajamos en la oposición argentina no confundirse respecto a la naturaleza de este régimen, que ha dado un paso demasiado grande en el distanciamiento de las democracias republicanas y liberales que viven en los conceptos de libertad e igualdad que decimos representar.
Sin duda que Venezuela, con la salida a la calle de los estudiantes, con la crisis inflacionaria, la escasez y la pérdida de popularidad de Maduro, vive momentos extremadamente difíciles. Y debemos ayudar para que su salida sea democrática y en paz.
Ha comenzado, con algunas ausencias, el diálogo de los opositores con el gobierno, con la presencia de tres cancilleres y la mediación del Vaticano. Me parece fundamental que la oposición no se divida. El diálogo comporta enormes desafíos para ella. Y el régimen de Maduro necesita repensar su estrategia, porque tiene una situación económica descontrolada, con una inflación que puede llegar a hiperinflación y desabastecimiento.
El problema que veo en el diálogo es que la gente empiece a tenerle desconfianza a la oposición. Las bases de todo diálogo implican ceder algo. ¿Qué está dispuesto a ceder el gobierno? ¿Liberar a los presos políticos? ¿Que sea la Corte Penal Internacional quien los juzgue? Si no está dispuesto a nada, la gente pensará que el opositor que fue a dialogar es un ingenuo, un cómplice. Un diálogo varado siempre al mismo punto debilitará a la oposición.
Las bases de todo diálogo implican ceder algo. ¿Qué está dispuesto a ceder el gobierno?
Mientras se desarrolla este curioso diálogo, el Tribunal Superior de Justicia se inspiró en Carlos Kunkel y decidió declarar ilegítimas las protestas sin aviso previo.
Hoy Venezuela nos muestra con transparencia lo que son las dictaduras del siglo XXI. Su acceso al poder es democrático, pero su permanencia no lo es. No cumplen ninguno de los requisitos básicos tales como la división de poderes, controles, respeto a las minorías y justicia independiente.
Hoy reflexiono sobre lo estratégico que fue para la supervivencia deshilachada de nuestra democracia el triunfo sobre el Gobierno en el control de la renta agraria. Si el kirchnerismo la hubiera conseguido, hoy podríamos ser un calco de Venezuela: el control total de los recursos los hubiera acercado al "socialismo del siglo XXI". En esto deberían reflexionar los que se fueron del kirchnerismo, como Sergio Massa, que compartió con el Gobierno esa decisión, siendo Jefe de Gabinete. El control de la soja era, para Néstor Kirchner, lo que fue para Chávez la canilla infinita del petróleo.
La segunda diferencia la marca el tardío "proyecto Milani" de control y conversión de las Fuerzas Armadas, algo así como el intento de afiliarlas al partido de gobierno y politizar el Ejército. Evidentemente, no lo lograrán.
La tercera, la Corte Suprema de Justicia y un sinnúmero de tribunales de alzada y jueces que no permitieron la ilegalidad como regla.
La cuarta, el Congreso, que logró articularse muchas veces, y sobre todo en el freno al modelo rentístico de control que fue la 125.
La quinta será la capacidad de construir no sólo un triunfo electoral, sino también un largo camino de trabajo democrático para que la Argentina no recaiga cada década en el populismo autoritario. Esperemos haber aprendido lo suficiente para entenderlo..
jueves, 1 de mayo de 2014
Luis Pedro España: Durmiendo con el enemigo
Durmiendo con el enemigo
LUIS PEDRO ESPAÑA
El Nacional. Caracas, 1 de mayo de 2014
Con este asunto del diálogo varias veces nos encontramos con el argumento de si se debe negociar, pactar o acordar con el enemigo. Ese planteamiento confrontacional y su negativa como corolario, más que de los dos extremos, fue una práctica gubernamental que en el presente han tomado los ortodoxos del chavismo para sí.
Se pierde la cuenta de las veces que el presidente Chávez se negó siquiera a conversar con cualquier factor distinto de los leales al gobierno y, cuando hizo falta algún tipo de acercamiento, no solo fue puntual, de uno a uno, sino que, además, la mayoría de las veces, o siempre que pudo, fue en secreto.
Esto respondía a dos factores. En primer lugar, al objetivo político de la perpetuación. Una de las estrategias para mantener al gobierno como único referente de lo público era ignorar al otro, y la mejor forma fue desconocer cualquier posibilidad de encuentro, hacer mención de la existencia del contrario solo para insultarlo, y dejar caer la suicida, más que autárquica idea, de que negociar era traicionar. El segundo, más que una meta fue un medio. La bonanza petrolera y los márgenes de maniobra posteriores a ella permitieron que las prácticas socarronas, retadoras y la política de hacer “lo que me viene en gana”, fuera posible.
Pues bien, hoy, cuando la gobernabilidad del presente depende precisamente de la colaboración de los que hasta hace nada consideraban sus enemigos, por innecesarios y prescindibles, tales prácticas se convierten en un lastre que le impide al gobierno avanzar. No importa qué tantas veces se multiplique el precio del barril por los volúmenes de exportación, la cuenta sencillamente no da. Sin el concurso de la producción nacional, sin la agregación de valor por parte de la economía doméstica, este país se morirá de hambre, y lo peor es que el tiempo necesario para la reanimación del sector privado nacional y extranjero será mucho más largo del que se utilizó para destruir las más de 4.000 empresas que ya no existen o sustituir las que fueron indiscriminadamente compradas, nacionalizadas o expropiadas.
La crisis de oferta, que es la principal, pero de ningún modo la única causa de la trágica economía real que padecemos en forma de desabastecimiento e inflación, solo podrá superarse si se crean las condiciones para la producción, y eso no solo consiste en llegar a acuerdos de precios y promesas de disponibilidad de divisa, sino del replanteamiento de toda la política económica estatista y controladora que nos trajo hasta acá.
Obviamente, y más por los costos sociales implicados que por la sensibilidad ideológica del régimen, todo el andamiaje de controles y regulaciones que minan la confianza (cuando no inviabiliza), los incentivos para invertir requieren de una estrategia de cambios y moderaciones para que el “castillo de naipes” de este socialismo petrolero no se desmorone con las primeras medidas. Por más que muchos crean que esa tarea gradual del desmontaje de la actual inviabilidad económica no es posible, luce más que razonable que el gobierno trate de hacer los cambios con disimulo y extrema cautela, finalmente de ello depende su propia continuidad. Como ha sido la experiencia de todas las transiciones del socialismo que han vivido los países que pasaron por el yugo de la estatización económica, los cambios bruscos obligan a transiciones políticas y ese es el principal temor del gobierno. Lo que más les conviene es una transformación gradual de la economía y para ello necesitan a los privados, a los que siempre tildaron de enemigos.
Llegados a este punto podemos plantear el asunto al que queremos llegar: ¿Quién es el verdadero enemigo del gobierno?
Cuando el presidente de Fedecámaras califica de excelente el resultado de las primeras reuniones con el gobierno, las bases más locuaces del chavismo se estremecen. En radio Arsenal se cuestionan fuertemente los encuentros, los participantes, los temas, absolutamente todo. Las páginas web de debate gobiernero se llenan de dudas y reclamos por suponer que el fundador jamás llegaría a esos extremos. Los pasillos de las dependencias más políticas que públicas se llenan de rumores que retumban aquello de “negociar es traicionar” y, lo que no es difícil de imaginar, dentro del palacio las malas caras y la desaprobación deben estar a la orden del día.
¿Quién es el enemigo del gobierno? Ya la respuesta es fácil, el propio gobierno. Están durmiendo con él. No es la oposición, ni siquiera son los que la ejercen de forma más radical los que están poniendo en peligro la viabilidad y estabilidad del gobierno, se trata de otros, de los propios demonios que crearon en todos estos años. No parecen tener alternativa, tienen que dialogar con el enemigo, y ese no es otro que el que tienen dentro.
LUIS PEDRO ESPAÑA
El Nacional. Caracas, 1 de mayo de 2014
Con este asunto del diálogo varias veces nos encontramos con el argumento de si se debe negociar, pactar o acordar con el enemigo. Ese planteamiento confrontacional y su negativa como corolario, más que de los dos extremos, fue una práctica gubernamental que en el presente han tomado los ortodoxos del chavismo para sí.
Se pierde la cuenta de las veces que el presidente Chávez se negó siquiera a conversar con cualquier factor distinto de los leales al gobierno y, cuando hizo falta algún tipo de acercamiento, no solo fue puntual, de uno a uno, sino que, además, la mayoría de las veces, o siempre que pudo, fue en secreto.
Esto respondía a dos factores. En primer lugar, al objetivo político de la perpetuación. Una de las estrategias para mantener al gobierno como único referente de lo público era ignorar al otro, y la mejor forma fue desconocer cualquier posibilidad de encuentro, hacer mención de la existencia del contrario solo para insultarlo, y dejar caer la suicida, más que autárquica idea, de que negociar era traicionar. El segundo, más que una meta fue un medio. La bonanza petrolera y los márgenes de maniobra posteriores a ella permitieron que las prácticas socarronas, retadoras y la política de hacer “lo que me viene en gana”, fuera posible.
Pues bien, hoy, cuando la gobernabilidad del presente depende precisamente de la colaboración de los que hasta hace nada consideraban sus enemigos, por innecesarios y prescindibles, tales prácticas se convierten en un lastre que le impide al gobierno avanzar. No importa qué tantas veces se multiplique el precio del barril por los volúmenes de exportación, la cuenta sencillamente no da. Sin el concurso de la producción nacional, sin la agregación de valor por parte de la economía doméstica, este país se morirá de hambre, y lo peor es que el tiempo necesario para la reanimación del sector privado nacional y extranjero será mucho más largo del que se utilizó para destruir las más de 4.000 empresas que ya no existen o sustituir las que fueron indiscriminadamente compradas, nacionalizadas o expropiadas.
La crisis de oferta, que es la principal, pero de ningún modo la única causa de la trágica economía real que padecemos en forma de desabastecimiento e inflación, solo podrá superarse si se crean las condiciones para la producción, y eso no solo consiste en llegar a acuerdos de precios y promesas de disponibilidad de divisa, sino del replanteamiento de toda la política económica estatista y controladora que nos trajo hasta acá.
Obviamente, y más por los costos sociales implicados que por la sensibilidad ideológica del régimen, todo el andamiaje de controles y regulaciones que minan la confianza (cuando no inviabiliza), los incentivos para invertir requieren de una estrategia de cambios y moderaciones para que el “castillo de naipes” de este socialismo petrolero no se desmorone con las primeras medidas. Por más que muchos crean que esa tarea gradual del desmontaje de la actual inviabilidad económica no es posible, luce más que razonable que el gobierno trate de hacer los cambios con disimulo y extrema cautela, finalmente de ello depende su propia continuidad. Como ha sido la experiencia de todas las transiciones del socialismo que han vivido los países que pasaron por el yugo de la estatización económica, los cambios bruscos obligan a transiciones políticas y ese es el principal temor del gobierno. Lo que más les conviene es una transformación gradual de la economía y para ello necesitan a los privados, a los que siempre tildaron de enemigos.
Llegados a este punto podemos plantear el asunto al que queremos llegar: ¿Quién es el verdadero enemigo del gobierno?
Cuando el presidente de Fedecámaras califica de excelente el resultado de las primeras reuniones con el gobierno, las bases más locuaces del chavismo se estremecen. En radio Arsenal se cuestionan fuertemente los encuentros, los participantes, los temas, absolutamente todo. Las páginas web de debate gobiernero se llenan de dudas y reclamos por suponer que el fundador jamás llegaría a esos extremos. Los pasillos de las dependencias más políticas que públicas se llenan de rumores que retumban aquello de “negociar es traicionar” y, lo que no es difícil de imaginar, dentro del palacio las malas caras y la desaprobación deben estar a la orden del día.
¿Quién es el enemigo del gobierno? Ya la respuesta es fácil, el propio gobierno. Están durmiendo con él. No es la oposición, ni siquiera son los que la ejercen de forma más radical los que están poniendo en peligro la viabilidad y estabilidad del gobierno, se trata de otros, de los propios demonios que crearon en todos estos años. No parecen tener alternativa, tienen que dialogar con el enemigo, y ese no es otro que el que tienen dentro.
Thays Peñalver: Es la Veneztroika, idiota
Es la Veneztroika, idiota
THAYS PEÑALVER
El Universal. Caracas, 1 de mayo de 2014
Nadie puede estar negado a un diálogo para el "desarrollo del país", mucho menos a un "diálogo de paz". Por eso en 2012 cuando en Colombia informaron que se iniciarían las conversaciones con la guerrilla, el 77% de los colombianos lo apoyó (Semana 11/09/12). Transcurridos 19 meses, todavía el 60% del pueblo colombiano apuesta por el diálogo mientras otro 40% desea que la paz llegue a través de una derrota militar (Gallup 04/14). Cerca de allí, en Venezuela dos sondeos nos dan una visión mas clara aún, porque el 89% (Datanálisis) o el 90% (Hinterlaces) entre los que me incluyo, deseamos un verdadero diálogo de paz y desarrollo, como también creo que debemos responder a las buenas intenciones de la comunidad internacional. Pero las encuestas también sostienen otra realidad y es que el 56%, entre las que también me incluyo, cree que no van a funcionar para solucionar los problemas del país. Así que en palabras sencillas me encuentro entre la mayoría de venezolanos que apostarán por un "diálogo critico y con condiciones" pese a las presiones de unos pocos.
Por "diálogo crítico" también me voy a referir a quienes se quejan porque Henry Ramos Allup no los representa y es cierto, él representa solamente a los inscritos de Acción Democrática (CNE 2010). Igual que a los copeyanos los representa Copei, a los de Primero Justicia Julio Borges y Henrique Capriles, a los de UNT Omar Barboza, Andrés Velázquez a su gente, igual Henry Falcón etc. También por "diálogo crítico" sostengo que una buena parte de la oposición, entre quienes me encuentro se quedó sin representante en el diálogo así como esa gigantesca tendencia opositora encabezada nada menos que por María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma y decenas de líderes que quedaron por fuera, y si le creo a Luis Vicente León (12/04/14) de que "en todo caso la mitad (de la oposición) es pro-negociación" y la otra mitad no. Sostengo con el rigor científico de la encuesta, que la MUD fue la única que dividió a la oposición, aceptando un diálogo sin estar completos los "representantes" de las tendencias opositoras, sin antes abrir un proceso de diálogos internos.
También por "diálogo crítico" no voy a aceptar que chantajeen diciendo que Leopoldo López no quiere el diálogo porque ha dicho claramente y ya lo he repetido aquí que "creo profundamente en el diálogo" (8/04) "pero no en uno de rodillas" y que las "peticiones no son dádivas, son exigencias del cumplimiento de la Constitución". Tampoco aceptaré a los que chantajean diciendo lo mismo de María Corina cuando ella ha afirmado "creo en el diálogo" pero no en uno en el "que aumenta la represión en las calles", sino en uno "que nos lleve a la transición democrática; en condiciones de igualdad entre las partes e incluyendo a todos los sectores del país" (8/04).
Por "diálogo crítico" ya puedo ver que dentro de poco la Unidad nos presentará conclusiones y medidas que nos conmoverán y motivarán para que las celebremos. Informarán que han logrado acuerdos para la conformación del CNE y los magistrados seguramente ambiguas en cuanto a sus resultados y anunciarán una Comisión de la Verdad como la del 2011 (fue presidida por la oposición) explicándonos que hay "logros tangibles".
Pero "diálogo crítico" también significa que no logró ver una verdadera agenda y menos disposición del gobierno para alcanzar ni paz, ni prosperidad para Venezuela. Porque lo que necesita nuestro país hoy, es una Perestroika como la Rusa, un Doi Moi como el vietnamita, una Apertura como la de Camboya, una Reunificación como la de Alemania y un intento de rectificación aunque sea chucuto como el que ha iniciado Cuba. Lejos de eso, el gobierno nos ha dejado clarísimo que su modelo no se negocia y que es "profundamente exitoso". Así que los lideres de la Unidad están sentados negociando algunas excarcelaciones y puntos concretos de cara a la campaña electoral para las legislativas del 2015, mientras la revolución se profundiza, la represión se hace cada día mas salvaje, las resoluciones educativas avanzan hacia el maoísmo mas absurdo y el modelo económico, basado en "ofensivas", llevara a finales de este año a mas empresarios presos y a otros sectores arrasados porque nadie se salvará y sin que se sepa, porque ya no quedaran medios de comunicación libres en pie y mas políticos habitarán las mazmorras.
Dialogo pero critico, porque sin una "verdadera agenda" (por que el gobierno debe entender que debe ir a una perestroika) el juego está tan trancado como el socialismo en 1980, porque avanzamos hacia el mayor desastre económico y social de nuestra historia, confirmando que nunca ha existido un proyecto socialista, sin su respectiva hambruna. Así que para mi, exigir el cumplimiento de la Constitución es un saludo a la bandera en tiempos de conmoción, porque sobre lo único que hay que dialogar, para traer la paz y a la prosperidad como en Rusia, Alemania o China, es plantear la Veneztroika.
tpenalver@me.com
@thayspenalver
THAYS PEÑALVER
El Universal. Caracas, 1 de mayo de 2014
Nadie puede estar negado a un diálogo para el "desarrollo del país", mucho menos a un "diálogo de paz". Por eso en 2012 cuando en Colombia informaron que se iniciarían las conversaciones con la guerrilla, el 77% de los colombianos lo apoyó (Semana 11/09/12). Transcurridos 19 meses, todavía el 60% del pueblo colombiano apuesta por el diálogo mientras otro 40% desea que la paz llegue a través de una derrota militar (Gallup 04/14). Cerca de allí, en Venezuela dos sondeos nos dan una visión mas clara aún, porque el 89% (Datanálisis) o el 90% (Hinterlaces) entre los que me incluyo, deseamos un verdadero diálogo de paz y desarrollo, como también creo que debemos responder a las buenas intenciones de la comunidad internacional. Pero las encuestas también sostienen otra realidad y es que el 56%, entre las que también me incluyo, cree que no van a funcionar para solucionar los problemas del país. Así que en palabras sencillas me encuentro entre la mayoría de venezolanos que apostarán por un "diálogo critico y con condiciones" pese a las presiones de unos pocos.
Por "diálogo crítico" también me voy a referir a quienes se quejan porque Henry Ramos Allup no los representa y es cierto, él representa solamente a los inscritos de Acción Democrática (CNE 2010). Igual que a los copeyanos los representa Copei, a los de Primero Justicia Julio Borges y Henrique Capriles, a los de UNT Omar Barboza, Andrés Velázquez a su gente, igual Henry Falcón etc. También por "diálogo crítico" sostengo que una buena parte de la oposición, entre quienes me encuentro se quedó sin representante en el diálogo así como esa gigantesca tendencia opositora encabezada nada menos que por María Corina Machado, Leopoldo López, Antonio Ledezma y decenas de líderes que quedaron por fuera, y si le creo a Luis Vicente León (12/04/14) de que "en todo caso la mitad (de la oposición) es pro-negociación" y la otra mitad no. Sostengo con el rigor científico de la encuesta, que la MUD fue la única que dividió a la oposición, aceptando un diálogo sin estar completos los "representantes" de las tendencias opositoras, sin antes abrir un proceso de diálogos internos.
También por "diálogo crítico" no voy a aceptar que chantajeen diciendo que Leopoldo López no quiere el diálogo porque ha dicho claramente y ya lo he repetido aquí que "creo profundamente en el diálogo" (8/04) "pero no en uno de rodillas" y que las "peticiones no son dádivas, son exigencias del cumplimiento de la Constitución". Tampoco aceptaré a los que chantajean diciendo lo mismo de María Corina cuando ella ha afirmado "creo en el diálogo" pero no en uno en el "que aumenta la represión en las calles", sino en uno "que nos lleve a la transición democrática; en condiciones de igualdad entre las partes e incluyendo a todos los sectores del país" (8/04).
Por "diálogo crítico" ya puedo ver que dentro de poco la Unidad nos presentará conclusiones y medidas que nos conmoverán y motivarán para que las celebremos. Informarán que han logrado acuerdos para la conformación del CNE y los magistrados seguramente ambiguas en cuanto a sus resultados y anunciarán una Comisión de la Verdad como la del 2011 (fue presidida por la oposición) explicándonos que hay "logros tangibles".
Pero "diálogo crítico" también significa que no logró ver una verdadera agenda y menos disposición del gobierno para alcanzar ni paz, ni prosperidad para Venezuela. Porque lo que necesita nuestro país hoy, es una Perestroika como la Rusa, un Doi Moi como el vietnamita, una Apertura como la de Camboya, una Reunificación como la de Alemania y un intento de rectificación aunque sea chucuto como el que ha iniciado Cuba. Lejos de eso, el gobierno nos ha dejado clarísimo que su modelo no se negocia y que es "profundamente exitoso". Así que los lideres de la Unidad están sentados negociando algunas excarcelaciones y puntos concretos de cara a la campaña electoral para las legislativas del 2015, mientras la revolución se profundiza, la represión se hace cada día mas salvaje, las resoluciones educativas avanzan hacia el maoísmo mas absurdo y el modelo económico, basado en "ofensivas", llevara a finales de este año a mas empresarios presos y a otros sectores arrasados porque nadie se salvará y sin que se sepa, porque ya no quedaran medios de comunicación libres en pie y mas políticos habitarán las mazmorras.
Dialogo pero critico, porque sin una "verdadera agenda" (por que el gobierno debe entender que debe ir a una perestroika) el juego está tan trancado como el socialismo en 1980, porque avanzamos hacia el mayor desastre económico y social de nuestra historia, confirmando que nunca ha existido un proyecto socialista, sin su respectiva hambruna. Así que para mi, exigir el cumplimiento de la Constitución es un saludo a la bandera en tiempos de conmoción, porque sobre lo único que hay que dialogar, para traer la paz y a la prosperidad como en Rusia, Alemania o China, es plantear la Veneztroika.
tpenalver@me.com
@thayspenalver
Manuel Malaver: Maduro ¡Con mi Internet no te metas!
Maduro ¡Con mi Internet no te metas!
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 30 de abril de 2014
El régimen de Maduro -como cualquier otra dictadura anacrónica y contracorriente- se está especializando en desgastarse en batallas perdidas, pues, aparte de que ya sabemos que su inviabilidad terminará en otro Muro de Berlin, la experiencia cotidiana también debería ser contundente en persuadirlo de que, aún sus éxitos, lo conducirán al fracaso.
Para probarlo no me bastaría sino citar todo el esfuerzo desatado por el castrochavismo para el logro de la llamada “Hegemonía Comunicacional” (madre de todas las batallas por la que se llegó al control de la televisión privada independiente, y de casi todas las emisoras de radio y los medios impresos), pero para encontrarse al final con la sorpresa de que, ya la libertad de expresión no se realizaba fundamentalmente en estos medios que podríamos llamar “tradicionales”, sino en las novísimas páginas web y las redes sociales.
En otras palabras: que como con muchos otros milagros de la civilización del siglo XXI, el neototalitarismo los ignoró y se congeló en el XX, sin percibir que para controlar la opinión, ya la radio, la televisión y los impresos eran totalmente prescindibles.
La guerra comunicacional, entonces, se había trasladado a la Internet, al ciberespacio y ahí si que las maquinarias gubernamentales empezaban a asfixiarse, porque son herramientas de acceso libre, a la mano de todos los agentes, entre los que el gobierno no es sino uno.
La movilización de masas ocurrida en el país en los últimos dos meses y medio y que tomó las calles sin que los canales se dignaran televisarlas, ni las emisoras transmitirla, es la evidencia que el gobierno se quedó sin opinión porque no puede controlar el ciberespacio.
Todo lo cual no quiere decir que no este tratando de boicotear las redes y bloqueando páginas web, pera para encontrarse, como diría el ciudadano, Leopoldo Castillo con: “¡Otro fracaso más!”
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 30 de abril de 2014
El régimen de Maduro -como cualquier otra dictadura anacrónica y contracorriente- se está especializando en desgastarse en batallas perdidas, pues, aparte de que ya sabemos que su inviabilidad terminará en otro Muro de Berlin, la experiencia cotidiana también debería ser contundente en persuadirlo de que, aún sus éxitos, lo conducirán al fracaso.
Para probarlo no me bastaría sino citar todo el esfuerzo desatado por el castrochavismo para el logro de la llamada “Hegemonía Comunicacional” (madre de todas las batallas por la que se llegó al control de la televisión privada independiente, y de casi todas las emisoras de radio y los medios impresos), pero para encontrarse al final con la sorpresa de que, ya la libertad de expresión no se realizaba fundamentalmente en estos medios que podríamos llamar “tradicionales”, sino en las novísimas páginas web y las redes sociales.
En otras palabras: que como con muchos otros milagros de la civilización del siglo XXI, el neototalitarismo los ignoró y se congeló en el XX, sin percibir que para controlar la opinión, ya la radio, la televisión y los impresos eran totalmente prescindibles.
La guerra comunicacional, entonces, se había trasladado a la Internet, al ciberespacio y ahí si que las maquinarias gubernamentales empezaban a asfixiarse, porque son herramientas de acceso libre, a la mano de todos los agentes, entre los que el gobierno no es sino uno.
La movilización de masas ocurrida en el país en los últimos dos meses y medio y que tomó las calles sin que los canales se dignaran televisarlas, ni las emisoras transmitirla, es la evidencia que el gobierno se quedó sin opinión porque no puede controlar el ciberespacio.
Todo lo cual no quiere decir que no este tratando de boicotear las redes y bloqueando páginas web, pera para encontrarse, como diría el ciudadano, Leopoldo Castillo con: “¡Otro fracaso más!”
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
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