sábado, 15 de noviembre de 2014

Américo Martín: Destino escrito

Debatir, discutir diferencias no ha estado nunca en la naturaleza de este desafortunado gobierno, que se hizo del poder exprimiendo el reservorio de recursos de mala índole. ¿Por qué en lugar de discutir serenamente las aristas de la tragedia reacciona enloquecido cuando se le descubre la magnitud de un dislate? ¿Por qué los ejes del bloque en el poder insisten en transitar un camino que sencillamente no sirve, no es viable? Gritan falacias, sueltan calumnias con el objeto de distraer sus miedos. Acusan, denigran, se siguen presentando como víctimas de conspiraciones descomunales porque las cifras del fracaso queman las manos. La vergüenza los empuja a proporcionar explicaciones irracionales con clamores estentóreos adornados de calumnias.

Reaccionan de esa manera porque carecen de soluciones y de una dirección capaz de imaginarlas y aplicarlas.

A falta de razones, gritos. Incapaces de argumentar, se prodigan en fantasías que pocos creen, ni viejos amigos foráneos ni militantes dispuestos a tragarse todos los sapos del mundo para salvarle el tipo al gobierno. No explican, no rectifican, no guardan una constructiva serenidad a ver si dan con la respuesta al enigma, aprovechando el concurso de otras opiniones La estructura partidaria cruje. Cada vez más grupos internos y personalidades se resisten a perdonar desaciertos tan pronunciados, encubiertos con desteñidas justificaciones. Las corrientes se han acuerpado en estructuras, varias de las cuales se encaminan a fundar partidos separados. No hay quien crea ni repita la cháchara de la "guerra económica", o la lata de la conspiración imperial armada por Uribe, o los magnicidios a tres por locha. La meticulosa organización de cuerpos armados irregulares en soterrada disputa con la Fuerza Armada se ha convertido en la peor de las amenazas. El gobierno parece haber perdido toda capacidad de arbitraje. Bamboleándose como un corcho en el agua, el jaqueado presidente es batido por las fuerzas en pugna.

Es una misión imposible tener que administrar una economía en diabólica crisis que hierve y crepita y cuyas consecuencias son de atroz impopularidad, sin contar además con un dispositivo político y de poder confiable o unificado. Pretender hacerlo sin rectificar ni dejar de agredir a la disidencia dentro y fuera del partido oficial, equivale a rendirse a las fuerzas de la fatalidad.

Los incidentes relacionados con la masacre de los líderes del colectivo 5 de Marzo han provocado una ruptura que aunque no admita ese nombre es particularmente explosiva. Las demandas formuladas por los afectados desbordan las capacidades de la cumbre del poder. Si las satisfacen, algo ganan y mucho pierden, si no lo hacen, mucho pierden y nada ganan.

Pero los militares, cuyo dominio sobre el gobierno ha crecido como la espuma, actúan con prevención contra esos colectivos que Maduro y Diosdado no pueden desarmar, silenciar ni castigar. Rodríguez Torres por Odremán y Serra, ¿por quién? ¿Arrastrarán al país en esa dialéctica de violencia? Pensemos por un momento en los recientes incidentes internacionales. El caso Jaua es quizá el más emblemático. Ha incurrido en peculado de uso, eso no se discute, pero más aún ha levantado la punta del velo sobre la vida mantuana que esta gente se da. Su chapucero desempeño irritó al gobierno de Brasil, tanto como al de Colombia la manía empeñosa de involucrar a Uribe por quítame estas pajas. Dondequiera que se ponga la mirada se verá un desaguisado madurista, una irrisoria puerilidad.

Las reflexiones de Marea Socialista, continuación del olvidado documento de Giordani, las rabietas de Diosdado parecidas a las del pato Donald hasta en espuma y puños. Las vicisitudes de Ramírez, las críticas de personalidades del chavismo hasta ahora silenciosas. La corrupción y la inviabilidad del modelo piden un cambio sustancial.

¿Quién lo promoverá? Posiblemente las víctimas del disparate. Habrá un punto común: la urgencia de garantizar el libre juego de opiniones. Hasta Stalin y Churchill encontraron en cierto momento la manera de trabajar juntos contra un adversario que ponía en riesgo su sobrevivencia. En Venezuela pueden confluir sectores variados, animados por un objetivo del cual depende la vida de todos, salvaguardando sus diferencias por muy profundas que puedan ser.

La unidad democrática ha ido aprendiendo a palo limpio a bregar con las encontradas banderas que conviven en su seno. La fortaleza de la MUD reside en eso, en su pluralismo. La perdería si tocara el piano con un solo dedo. Se trata de la dignidad de la disidencia. La sociedad es diversa, los factores de la unidad así lo reflejan; por eso deberían competir lealmente en el marco de la unidad. Más allá de la MUD hay otros conglomerados, incluidos los que la adversan. Lo importante es que en un esquema democrático a nadie tiene por qué pedírsele que sacrifique sus convicciones.

Afortunadamente la MUD, los partidos democráticos, los grupos de derechos humanos y organizaciones no gubernamentales que se multiplican como verdolaga; afortunadamente digo, esas fuerzas de cambio no creen en la vía armada, ni en salidas de fuerza, ni en madrugonazos como el del 4F.

La Constitución es el camino. Sin dejar de acompañar a los abrumados venezolanos que hacen uso legítimo de la protesta social una amplísima fuerza unitaria asumirá el gran reto electoral parlamentario que nos espera el próximo año.

¿Y si los mandamases persisten en el error? El tiempo, al paso de sus pecados, los irá abandonando.

Como la implacable piel de zapa de Balzac. 


Américo Martín
Destino escrito
Tal Cual. Caracas, 15 de noviembre de 2014



Ramón Hernández: Purga en el PSUV

Cada día hay más razones para sentir un escalofrío cuando se escucha la palabra revolución; ese estremecimiento es mayor cuando va seguida de la aclaratoria que es “pacífica, pero armada”, que funciona más como una amenaza que como una característica. Si la palabreja en cuestión además es calificada como socialista, la historia desde el siglo XIX hasta el actual reúne suficientes hechos como para que el espeluzno se convierta en terror. No solo matan sino que perpetran los crímenes con sadismo y crueldad. Ahí está el caso del GNB que violó a un manifestante detenido con el cañón de uno de los fusiles AK-103 que la “revolución” compró para protegernos del imperialismo estadounidense.
En Venezuela se siguió un guion inédito en la toma del poder. Aunque la promesa fue la que siempre cautivó a los más ingenuos, “el reparto equitativo de la riqueza” y la lucha contra la corrupción, fue el contenido cautivante de la palabra “socialismo” lo que desde 2006 ha prevalecido como derrotero y fin del paso por la tierra, consustanciado con todas las formas de manipulación imaginables, pero casi siempre en el nombre de “la dignidad de los pueblos”, una frase que sirve para justificar los peores crímenes de lesa humanidad. Lo hicieron en Rusia y en todos sus países satélites, también en Camboya, pero lo siguen haciendo en China, en Corea del Norte y en Cuba.
Lo peor para la sociedad es que ninguno de sus propulsores sabe qué es el “socialismo” ni cómo se llega hasta allá. Tienen ideas, iluminaciones, supuestos, pero mientras tanto se entrenan en el difícil arte de mantenerse en el poder, que siempre es el control de la sociedad. Cuando llegaron y todavía no habían mostrado las garras, utilizaron las listas de los que pidieron el referéndum para negar puestos de trabajo. Dicen que las enterraron, pero todavía las usan en todas las dependencias del Estado. Lo grave es que la persecución avanza hacia las propias filas del chavismo y se encaminan a resucitar las purgas de Stalin.
El mayor Francisco Ameliach, en su carácter del vicepresidente de organización y asuntos electorales del PSUV, activó una línea telefónica para que se denuncie a los infiltrados, una especie de 0800-SAPO, una Stasi, esa rama de la KGB, en casa. Ya habrá ejemplos como los del niño ruso de 10 años de edad que fue considerado un héroe porque delató al padre, que fue condenado a muerte. Presto ejemplar de 1984, la novela de George Orwell.


Ramón Hernández
Purga en el PSUV
El Nacional. Caracas, 15 de noviembre de 2014

Fausto Masó: Nuestro David, nuestro Goliat

Tuvimos nuestro David y tuvimos nuestro Goliat; solo que en Venezuela triunfó Goliat y a David lo olvidaron. El Goliat venezolano fueron los periodistas, intelectuales y políticos que llamaron idealistas, patriotas, nacionalistas a los alzados del 4 de febrero de 1992. Frente a ellos, el verdadero David fue execrado porque gritó en el congreso “mueran los golpistas”.Alguna vez, en el futuro, habrá que colocar una placa en ese mismo congreso para recordar el nombre de David Morales Bello. Nunca ocurrirá, a pesar de que cuando enfrentó a Goliat representó la dignidad venezolana, y su heroísmo de ese día  justifica olvidar sus numerosos errores.
El principal articulista de Venezuela, José Ignacio Cabrujas, interpretando el sentimiento nacional, saludó el gesto de Chávez al confesar su culpabilidad: ¡por fin alguien en el país asumía la responsabilidad de sus actos!, con semejante lógica hubiera habido que calificar de héroe a Hitler por haber anunciado sus planes en Mi Lucha. Nadie escribió una línea a favor de David. A continuación, cuando Chávez afirmó que sus planes golpistas habían sido postergados “por ahora”, se le aplaudió con mayor entusiasmo. Una vez liberado cayó su popularidad porque durante un  tiempo rechazó participar en las elecciones, una vez que decidió participar en las elecciones, Chávez  y Salas Romer representaron el antipartidismo, a la hora de votar escogimos al peor de los dos.
En 1958 ningún golpista hubiera sido apoyado; en 1992 la clase media, y  alta, sonaron las cacerolas a favor de Chávez.  Se condenaba el plan económico de Pérez, sin conocerlo; ahora se le aplaude también sin conocerlo.
Muerto Chávez desapareció el dramatismo de Venezuela, volvimos a los tiempos de políticos mediocres. Estamos mal y vamos peor. Los chavistas se irritan en las colas para comprar pan, añoran a Chávez y detestan a Maduro, quien no tiene la fama de honesto de  Chávez.  
La historia de Venezuela es en buena parte una mezcla de mitos, mentiras y unas pocas verdades. Así, por ejemplo,  no se escribe que a la CVG habría que cerrarla, o venderla como hierro viejo después de sacar la cuenta de los dólares que le ha costado a Venezuela, buena parte de la deuda externa existe gracias a la CVG, pero todavía hay muchos que la consideran imprescindible para el desarrollo del país, cuando ha sido solo imprescindible para arruinarlo. Es un artículo de fe de la oposición y el chavismo la convicción de que el petróleo debe ser nuestro; en Colombia, con muchos menos recursos en cinco años duplicaron la producción. ¿El secreto? Ecopetrol compite con empresas extranjeras y colombianas. En Venezuela se admite al inversionista extranjero, o privado, como un socio menor en lugares como la Faja del Orinoco, siempre expuesto a ser estatizado en cualquier momento.
La crisis política del país antes de la llegada de Chávez al poder, se debió al estancamiento económico, a la devaluación constante de la moneda, al deterioro de los servicios sociales. Aunque el peor gobierno civil sea superior a uno militar como el actual, civiles y militares coinciden en su actitud frente al   petróleo.
En realidad no hay un debate sobre el futuro en Venezuela, nadie se atreve a enfrentar los viejos mitos, reconocer que la mayor producción venezolana de petróleo ocurrió durante el gobierno de Raúl Leoni. A continuación los árabes aumentaron su producción, lo mismo hizo Inglaterra, Holanda etc…,  mientras Venezuela siguió amarrada a las tesis de que el petróleo vale más bajo tierra que en el mercado, porque el petróleo en Venezuela representa el alma nacional.
El gobierno quiere ahora la ficción de un diálogo. ¿Hay que dialogar con el gobierno o con el chavismo?  Un diálogo solo es posible con agenda previa y con terceros presentes como el secretario general de la OEA, como en 2002
El verdadero diálogo debería ser con la historia de Venezuela para conocer las causas verdaderas del desastre actual, lo malo del pasado y del presente que debe ser superado y la responsabilidad de nuestros Goliats en el desastre.
 
Fausto Masó
Nuestro David, nuestro Goliat
El Nacional. Caracas, 15 de noviembre de 2014