miércoles, 17 de diciembre de 2014

Guillermo Cochez: Nicolás Maduro y Manuel Noriega se parecen

Las confusiones en los gobernantes desesperados son comunes. La historia nos tiene muchos ejemplos. No es de extrañar en lo más mínimo que Nicolás Maduro y su grupo íntimo estén acusando nuevamente a Estados Unidos por lo de las sanciones del Senado de ese país. Confunden a los ricos chavistas y boliburgueses multimillonarios con Venezuela. Lo que ha perseguido el Senado estadounidense no es atacar a Venezuela como país sino a determinadas personas violadoras de derechos humanos, un clamor que compartimos muchos. Es algo diferente a lo que Venezuela y sus aliados hicieron en la OEA en julio de 2009 suspendiendo a Honduras de la organización, lo que motivó al cabo de dos años de esa acción que fuera el pueblo hondureño quien sufriera los efectos de las sanciones expuestas. Lo que pretendieron hacer con Paraguay en 2012 y no pudieron lograr. Algo muy diferente de lo que pasa hoy.
Cuando el militar Manuel Antonio Noriega dejó de estar bajo el paraguas protector de Estados Unidos, a quien a través de sus servicios a la CIA (que de repente también prestaron algunos insignes chavistas) estuvo ligado al imperio, su discurso cambió. Ya no era el amigo incondicional de los gringos sino su atacante y crítico; los cuestionamientos a su tiranía equivalían a ataques a Patria. Ni Noriega era Panamá, como tampoco Maduro es Venezuela.  Nuestras patrias son permanentes; sus gobernantes, buenos o malos, sólo accidentes pasajeros. 
Todos saben que en Venezuela se violan permanentemente los derechos humanos. Por eso Venezuela impide desde hace más de diez años visitas in situ de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos porque no quiere que nadie documente las violaciones. Por eso Chávez se salió de la Corte Interamericana de Derechos Humanos, impidiendo así que se conozcan en esa instancia judicial interamericana violaciones en su territorio. Para nadie es un secreto que cada día la llama de la libertad de expresión va extinguiéndose con la desaparición de la independencia de muchos medios de comunicación social. Para nadie es desconocido que el régimen, a través de los llamados colectivos, fomenta la violencia como política de Estado. Cada día se demuestra más al mundo la gran tragedia que se desarrolla dentro de las cárceles venezolanas. En fin, las sanciones estadounidenses, solo le han puesto el cascabel al gato a algo que toda América conoce, pero que por conveniencia, hipocresía, intereses económicos o cobardía simplemente ignoran.
Lo que ha hecho el Senado, bajo el patrocinio del senador Marco Rubio, es simplemente castigar a aquellos que constantemente se dan golpes de pecho acusando de imperialista a Estados Unidos, pero que ellos y sus familias han desarrollado una obsesión por ir de compras a las lujosas tiendas de Miami y Nueva York, que les encanta tener depositados todo lo que se han robado en bancos estadounidenses porque son los primeros que desconfían de sus bancos, tienen lujosos caballos de carrera y ostentan los beneficios del imperio que tanto aborrecen. Es solo a esos los que se está castigando por violar los derechos humanos de su país, no al pueblo venezolano. De ese castigo se ha encargado el propio Nicolás Maduro con el estado caótico en que ha convertido a su país.
No hay que confundir el agua con el aceite y menos peras con manzanas. Es plausible que por lo menos haya un país americano que se atreva a cuestionar lo que ocurre en Venezuela. Por alguno se tenía que comenzar antes de que Venezuela termine de desaparecer como nación libre y soberana.   


Guillermo Cochez
Nicolás Maduro y Manuel Noriega se parecen
El Nacional. Caracas, 17 de diciembre de 2014

Marianella Salazar: No pasa de febrero…

Nos encontramos en territorio inesperado que nunca estuvo en la mente de ninguno de los visionarios ni en los cálculos de los investigadores de la historia. Antes, en poco más de la mitad del siglo pasado, durante los gobiernos democráticos, las revoluciones armadas parecían imposibles, porque solo en tiranías lo son. La justicia social y bienestar para millones de seres cada vez más pobres y marginados tampoco se logró ahora, a pesar de la propaganda oficial con sus consignas socialistas que no han traído más que violencia, desgracias, corrupción, desempleo, atraso y ruina generalizada. Si algo tenemos que aprender de este infame ciclo histórico es que ninguna justicia social y crecimiento económico puede ser fruto de un modelo autoritario y excluyente. Esta revolución bolivariana llegará a su fin a partir de febrero 2015, cuando la hiperinflación y el desabastecimiento sacudan de la resignación a los ciudadanos y se lancen a protestar en las calles haciendo caso omiso a la indigna función de apagafuego de la MUD.
Las causas que provocaron el Caracazo hoy se quedan pálidas ante lo que está sucediendo en Venezuela. Precisamente el sacudón de 1989 fue durante el mes de febrero, que junto a la intentona golpista de Hugo Chávez del 4-F de 1992 y los sucesos violentos de este año, con más de 40 ciudadanos asesinados, además de heridos, presos y perseguidos políticos, que provocaron la repulsa mundial y finalmente, las sanciones de Estados Unidos a funcionarios y militares responsables de violar los derechos humanos, los han hoy convertido en próceres y modelos patrióticos. Las sanciones de la Cámara de Representantes y la firma de Obama son la excusa para celebrar los crímenes de febrero y culpabilizar una vez más a las víctimas. Sin embargo, no hay que ser vidente para saber que al gobierno le estallará una crisis social sin precedentes y todo parece indicar que será en febrero, mes signado en éste país por los nefastos intentos de golpes de Estado o por las turbulencias sociales. El de 2015 no se salvará de su destino, cuando las consecuencias de la baja en los precios del petróleo nos terminen afectando a una velocidad acelerada. De continuar o agravarse la situación económica y la falta de divisas es obvio que sucederán nuevas calamidades y nada impedirá que sucedan. Todos los analistas y economistas están anunciando lo que pasará en los próximos meses, sin que por ello los responsables de la debacle, que niegan tales pronósticos, usen los medios para evitarlo. Asombra contemplar como este gobierno, sordo y ciego, camina decidido hacia la catástrofe, de la misma manera como cada uno lo hacemos hacia la muerte. No solo las personas, también los gobiernos son mortales. Este régimen político ya cumplió su ciclo y está avanzando velozmente hacia su consunción por no asumir en el momento oportuno las responsabilidades políticas pertinentes. Así que a nadie debe sorprender su caída. Maduro no tiene legitimidad de origen -ni siquiera ha podido mostrar su partida de nacimiento-, ni legitimidad de ejercicio. Y para colmo hay poderes del Estado que tampoco lo son, como el CNE y el TSJ, que se saltan como les da la gana principios democráticos del Estado de Derecho y los tribunales al servicio del gobierno se ensañan contra la dirigencia opositora, esa que está libre de toda sospecha colaboracionista. No hay mayor descrédito en este país que el del Ministerio Público y el poder judicial. La calaña política que gobierna, tan poco afecta a la democracia, apela únicamente a ella como legitimación, dispuesta siempre a manipularla a su favor, para consumo de ingenuos y de los chupadores internacionales que han expoliado nuestros recursos, pero las excusas no servirán para nada cuando todo haya fenecido. Durante o después de febrero.

Marianella Salazar
No pasa de febrero…
El Nacional. Caracas, 17 de diciembre de 2014