Esta misma contradicción, ozono sí, ozono no, la ha planteado el gobierno con los precios de los pasajes aéreos al exterior. Condiciones y exigencias que se adoptan caprichosamente y que luego se suspenden, también de manera arbitraria. Vaya, que hoy sí, mañana no. Palpables demostraciones de la improvisación y la ignorancia con que los funcionarios del régimen toman sus decisiones, veleidades que al cabo de los años, sobre todo desde que Nicolás Maduro asumió la Presidencia de la República por mandato igualmente arbitrario de Hugo Chávez, han sembrado en el ánimo de la nación una incertidumbre sin nombre. ¿El vacío de poder denunciado por Jorge Giordani en su crítica a la realidad política actual de Venezuela?
En el marco de este desolador tira y encoje oficial se han producido tres hechos perturbadores.
El primero es la combinación de las protestas, que en un principio eran estudiantiles y ahora abarcan a muy diversos sectores de la sociedad, agobiados por la evidente insuficiencia del gobierno para afrontar el desafío de una crisis que no ha sido provocada por una siniestra conspiración del imperio y sus lacayos nacionales sino por la desastrosa gestión administrativa del chavismo, tal como importantes sectores del oficialismo, desde Giordani y compañía hasta Aporrea, han comenzado a señalar.
El segundo es que esas protestas y las disidencias internas hunden a Maduro en una creciente soledad, precisamente en vísperas del III Congreso del PSUV. Por primera vez en todos estos años el chavismo mostrará en público las grietas que ponen en peligro la unidad interna y hasta la permanencia de Maduro en Miraflores.
Y tercero, que ante la magnitud del riesgo que corren Maduro y su Alto Mando Político de la Revolución, la dirección del partido, comprometida con Maduro así sea por ahora, ha puesto en marcha un vasto operativo político en todo el país para asegurar la continuidad actual de la estructura de poder en el Gobierno y el partido, imprescindible para acometer los “ajustes” que ha anunciado Rafael Ramírez, vicepresidente económico del Gobierno, que incluye medidas tan impopulares como una nueva y gran devaluación del bolívar, el aumento del precio de los combustibles y la apertura de la economía (léase reprivatización de sectores estratégicos de la economía), tarea que se pondrá en marcha después del Congreso, con asesoría francesa y cubana.
En el marco de esta compleja encrucijada debemos colocar el llamado agónico de Maduro a la Fuerza Armada Nacional Bolivariama de hace algunos días pidiendo a lealtad a sus partidarios, sobre todo al sector militar. De ahí las especificidades de los actos del pasado 5 de julio, absolutamente proselitistas, cuyo punto culminante fue el elocuente apoyo que el general en jefe Vladimir Padrino López, en cadena de radio y televisión a pesar de que a esa hora comenzaba el partido en que Argentina y Bélgica se jugaban un puesto en las semifinales del Mundial de fútbol, le ofreció a Maduro desde la tribuna de oradores de la Asamblea Nacional.
El discurso de quien se ha convertido en indiscutible jefe supremo de la FNNB se desarrolló sobre tres puntos esenciales: la paz, entendida como la aplicación de las fuerzas revolucionarias para impedir que Estados Unidos y los sectores más violentos y criminales de la oposición, embarcados en una aventura contra el pueblo desde el 12 de febrero, logren salirse con sus propósitos golpistas y asesinos. Es decir, que el chavismo representa la paz y el progreso, y quienes se niegan a estrechar la mano amiga que les tiende Maduro encarnan el espíritu de la guerra y la muerte. ¡Bienaventurados quienes aman la paz, tergiversó Padrino López las palabras de Jesucristo, porque de ellos será el reino de los cielos! Olvidando, por supuesto, que Jesucristo nunca dijo eso, sino que, tras expulsar a los mercaderes del templo, le advirtió a sus discípulos que él no había venido a este mundo a traer la paz, sino la guerra.
El segundo punto de su discurso se lo dedicó Padrino López a destacar la unidad cívico militar de la revolución. Y que esa unidad, en realidad, era una unidad revolucionaria fundamentada en la lealtad al legado de Chávez y al presidente legítimo (puso todo el énfasis del mundo en el modificador “legítimo”), razón por la cual “cuenta usted (dirigiéndose a Maduro) con nuestra lealtad.” Luego, para eliminar cualquier suspicacia, añadió como consigna de esa unión revolucionaria de civiles y militares, que “vacilar es perdernos.”
Al terminar el día, desfile militar mediante para exhibir el poderoso armamento de la FANB, inútil frente al poderío bélico del imperio pero abrumador para disuadir impaciencias opositoras y librar la única batalla posible en Venezuela desde la perspectiva política chavista. Como quedo demostrado durante estos meses de guerra con la represión brutal de los “violentos”, derrotados según el orador, no por la FANB sino por el rotundo rechazo popular a las guarimbas, porque en definitiva, como es para garantizar la paz, “la guerra es de todo el pueblo contra el imperio.”
Es prematuro para sacar conclusiones de un discurso que marca un punto de quiebre en el proceso político de Venezuela pero cuyo propósito constituye el nuevo enigma de la política venezolana. Una cosa sí parece clara: el apoyo y la lealtad pregonada desde la AN, si bien a primera vista fortalece el muy endeble liderazgo de Maduro, al condicionar la viabilidad de su presidencia al apoyo de las armas en manos de los jefes militares, lo debilita. En otras palabras, que por primera vez en 15 años, quien a partir de ahora manda en Venezuela es el sector militar. Y eso tiene, leamos las declaraciones de Luis Ugalde a Roberto Giusti en El Universal del domingo, mucho que ver con ese infeliz suceso de ozono sí, ozono no.
Armando Durán
Ozono sí, ozono no
El Nacional. Caracas, 7 de julio de 2014
lunes, 7 de julio de 2014
Eduardo Semtei: Vienen las elecciones
El año 2014 va agotándose aceleradamente. Va sin frenos por la bajada de Tazón. La oposición lo advierte. Hace sus cálculos. Planifica. Espera, con la paciencia de Job, ver pasar el cadáver de su enemigo por el frente de su casa. Arrastrado por las turbulentas y peligrosas crecidas del río de los errores.
Las aguas se llevan en su paso a Giordani y su pequeña pandilla. Una copia maltrecha y hasta ridícula del Grupo de los Cuatro. Aquella banda del comunismo chino. Zambullen al paniaguado de Jesse Chacón. Lo hunden con cables y transformadores. El pobre ministro, paladín del fracaso y general del engaño, ni cuenta se dio cuando las rocas y el pantano que llevan los ríos en su crecida lo sepultaron en los sótanos del tiempo.
Y los días y meses avanzan inexorablemente. Como una aplanadora va pulverizando almas corruptas y cuerpos enfermos. Igual suerte corre el capitán de la Asamblea. Su corta y triste figura, obesa de comilonas y de abusos, precipita groseramente siguiendo la ley de gravedad que tantas veces quiso abolir en sus consabidas y cotidianas crisis histéricas. Luego de su paso el camino luce más limpio. Transitable. Lejos quedaron los sueños truncos y los disparates de tres lustros de corrupción, miseria, traición y exclusión.
Los jefes opositores hacen cálculos. Suman. Multiplican. Estiman. Vienen elecciones parlamentarias. Hoy por hoy flotan esperanzados con 70% que recogen encuestas, pitonisos, adivinos y casandras. Saben que si una vez su 52% de votos favorables se convirtió en 40% efectivo de curules por el arte del birlibirloque de un juez amañador, en esas mismas proporciones, 70% será un efectivo 53%. Y mayoría es mayoría, en verbo criollo, aunque tenga cochochos.
Y los gobierneros, los enchufados, el régimen, que también saben de números, están irremediablemente condenados a restar y a dividir. Los miles de trabajadores del gobierno que sufren los embates desoladores de la inflación se le deben restar a su contabilidad electoral. Los centenares de miles de colombianos excluidos del sistema Cadivi también son cifras negativas en el inventario del PSUV.
La pelea entre los marxistas trasnochados y los socialistas prácticos es modelo de división. Los agarrones y zancadillas entre los militares enroscados y los civiles desenroscados marcan nuevos desgarramientos. Los unos suman y multiplican. Los otros restan y dividen. Las madres, los padres, familiares y amigos de los miles de estudiantes acorralados, golpeados, apresados, torturados también restan.
Y sigue el tiempo borrando las huellas tristes y los rastros del parapeto llamado socialismo del siglo XXI. Las cartas están echadas. Los números engordan. Sumar y multiplicar. Sumar y multiplicar. El agua inunda alcaldías y gobernaciones rojas. Hay un “ahogamiento generalizado”. Los cadáveres políticos flotan. Pronto comenzará el deterioro. El mal olor. Carne podrida.
En el patio opositor arriba nuevamente la primavera. El progresismo tantas veces defendido y promovido por la gente del estado Lara terminó por imponerse como tesis. Como programa. Como estrategia. Los otros caminos. Las otras propuestas se agotaron. Eran de plazo corto y de visión reducida. Ya no hay que buscar el tiempo perdido. Ellos están condenados. Nosotros estamos bienaventurados.
Los castillos construidos bajo el patrocinio del Magnífico, del Eterno, del Galáctico no eran sino casuchas y ranchos de arena. Naipes transformados en, por la propaganda atosigadora y aprisionante de miles y miles de millones de dólares, tirados como perlas a los cerdos, malgastados, aparentes castillos se derrumbaron con vientecitos alicios y brisas del Levante y, una vez en el suelo, son devorados por los remolinos del río de la justicia que reclama a su paso años de ignominia, de mentiras, de retrocesos y sobre todo de incivilidad.
Llegará un día, un tiempo, en que los pueblos se liberarán para siempre de la maldición del engaño temprano y las promesas imposibles. Que los más oigan la razón de los menos. Solo así habrá libertad y democracia.
Eduardo Semtei
Vienen las elecciones
El Nacional. Caracas, 7 de julio de 2014
Las aguas se llevan en su paso a Giordani y su pequeña pandilla. Una copia maltrecha y hasta ridícula del Grupo de los Cuatro. Aquella banda del comunismo chino. Zambullen al paniaguado de Jesse Chacón. Lo hunden con cables y transformadores. El pobre ministro, paladín del fracaso y general del engaño, ni cuenta se dio cuando las rocas y el pantano que llevan los ríos en su crecida lo sepultaron en los sótanos del tiempo.
Y los días y meses avanzan inexorablemente. Como una aplanadora va pulverizando almas corruptas y cuerpos enfermos. Igual suerte corre el capitán de la Asamblea. Su corta y triste figura, obesa de comilonas y de abusos, precipita groseramente siguiendo la ley de gravedad que tantas veces quiso abolir en sus consabidas y cotidianas crisis histéricas. Luego de su paso el camino luce más limpio. Transitable. Lejos quedaron los sueños truncos y los disparates de tres lustros de corrupción, miseria, traición y exclusión.
Los jefes opositores hacen cálculos. Suman. Multiplican. Estiman. Vienen elecciones parlamentarias. Hoy por hoy flotan esperanzados con 70% que recogen encuestas, pitonisos, adivinos y casandras. Saben que si una vez su 52% de votos favorables se convirtió en 40% efectivo de curules por el arte del birlibirloque de un juez amañador, en esas mismas proporciones, 70% será un efectivo 53%. Y mayoría es mayoría, en verbo criollo, aunque tenga cochochos.
Y los gobierneros, los enchufados, el régimen, que también saben de números, están irremediablemente condenados a restar y a dividir. Los miles de trabajadores del gobierno que sufren los embates desoladores de la inflación se le deben restar a su contabilidad electoral. Los centenares de miles de colombianos excluidos del sistema Cadivi también son cifras negativas en el inventario del PSUV.
La pelea entre los marxistas trasnochados y los socialistas prácticos es modelo de división. Los agarrones y zancadillas entre los militares enroscados y los civiles desenroscados marcan nuevos desgarramientos. Los unos suman y multiplican. Los otros restan y dividen. Las madres, los padres, familiares y amigos de los miles de estudiantes acorralados, golpeados, apresados, torturados también restan.
Y sigue el tiempo borrando las huellas tristes y los rastros del parapeto llamado socialismo del siglo XXI. Las cartas están echadas. Los números engordan. Sumar y multiplicar. Sumar y multiplicar. El agua inunda alcaldías y gobernaciones rojas. Hay un “ahogamiento generalizado”. Los cadáveres políticos flotan. Pronto comenzará el deterioro. El mal olor. Carne podrida.
En el patio opositor arriba nuevamente la primavera. El progresismo tantas veces defendido y promovido por la gente del estado Lara terminó por imponerse como tesis. Como programa. Como estrategia. Los otros caminos. Las otras propuestas se agotaron. Eran de plazo corto y de visión reducida. Ya no hay que buscar el tiempo perdido. Ellos están condenados. Nosotros estamos bienaventurados.
Los castillos construidos bajo el patrocinio del Magnífico, del Eterno, del Galáctico no eran sino casuchas y ranchos de arena. Naipes transformados en, por la propaganda atosigadora y aprisionante de miles y miles de millones de dólares, tirados como perlas a los cerdos, malgastados, aparentes castillos se derrumbaron con vientecitos alicios y brisas del Levante y, una vez en el suelo, son devorados por los remolinos del río de la justicia que reclama a su paso años de ignominia, de mentiras, de retrocesos y sobre todo de incivilidad.
Llegará un día, un tiempo, en que los pueblos se liberarán para siempre de la maldición del engaño temprano y las promesas imposibles. Que los más oigan la razón de los menos. Solo así habrá libertad y democracia.
Eduardo Semtei
Vienen las elecciones
El Nacional. Caracas, 7 de julio de 2014
María Isabel Párraga: ¿Giro a la derecha?
Dicen que en la vida los cambios son la constante, pero en nuestras historias particulares estos ya son parte de la cotidianidad. Hay, definitivamente un cambio en nuestro estilo de vida. Cerremos los ojos por unos minutos y retrocedamos unos... ¿Quince años? ¿Veinte? Aquellos que como quien escribe ya entramos en la fase de "adultos contemporáneos... Recordemos nuestros sueldos en ese momento, muchos de nosotros como jóvenes profesionales recién graduados. Saquemos la cuenta de estos ingresos en dólares (para deprimirnos aún más) y hagamos memoria de todo lo que podíamos hacer. Comprarnos un carrito con financiamiento, muchos dar la cuota inicial de un apartamento que luego pagábamos regularmente, otros nos casamos y con el sueldo de ambos (así fuera como mochileros) viajábamos al exterior, tuvimos nuestros hijos, luego cuando fueron creciendo los inscribimos en colegios privados y, los viernes, la cenita con la pareja o los amigos era "una fija". Nada de lujos, es cierto. Pero con todo y nuestros sueldos (que no eran tampoco una maravilla) podíamos hasta "ahorrar". La vida nos "sonreía" y lo peor era que no nos dábamos cuenta. Era normal y lógico tener sueños para el "futuro" y trabajábamos duro para construirlos. Creíamos que si seguíamos en esa línea: esforzándonos, estudiando, ahorrando y planificando cuando llegáramos a la mitad de nuestras vidas tendríamos cierta tranquilidad y la posibilidad de dormir tranquilos porque "el futuro" nos habría alcanzado con "previsiones necesarias" y los hijos "encaminados ya" con sus propios sueños de "hacer país".
Ese era el típico "guión" clase media. La generación de nuestros padres a muchos de nosotros no nos dejó fortunas sino educación para construir y labrarnos nuestro propio futuro en una nación en la que cualquier cosa era posible si te preparabas. Algunos salieron a estudiar afuera pero la idea siempre era "regresar" para crecer y soñar con lo que podíamos hacer en un país de carencias pero nunca exento de sueños.
Esos años parecen haberse perdido, esos sueños también. Llegamos a la mitad de la vida y no solo muchos, en términos reales o dolarizados, ganamos infinitamente menos que cuando tuvimos el primer trabajo, sino que además la idea a la que nos quieren "empujar" es a la de buscar una "salida" pero por Maiquetía. Venezuela cada vez más es el país de los sueños rotos. No hay buenas noticias. Por un lado un gobierno cada vez más perdido y dividido entre sus disputas por negocios disfrazados de ideología y una oposición que salvo honrosas excepciones se muere de abulia esperando los tiempos perfectos de Dios, que "esto se caiga solo".
Del "país de las oportunidades" que vivieron nuestros padres les estamos dejando a nuestros hijos la "oportunidad de la huida", sus nuevos sueños.
mariaisabelparraga@gmail.com
Ese era el típico "guión" clase media. La generación de nuestros padres a muchos de nosotros no nos dejó fortunas sino educación para construir y labrarnos nuestro propio futuro en una nación en la que cualquier cosa era posible si te preparabas. Algunos salieron a estudiar afuera pero la idea siempre era "regresar" para crecer y soñar con lo que podíamos hacer en un país de carencias pero nunca exento de sueños.
Esos años parecen haberse perdido, esos sueños también. Llegamos a la mitad de la vida y no solo muchos, en términos reales o dolarizados, ganamos infinitamente menos que cuando tuvimos el primer trabajo, sino que además la idea a la que nos quieren "empujar" es a la de buscar una "salida" pero por Maiquetía. Venezuela cada vez más es el país de los sueños rotos. No hay buenas noticias. Por un lado un gobierno cada vez más perdido y dividido entre sus disputas por negocios disfrazados de ideología y una oposición que salvo honrosas excepciones se muere de abulia esperando los tiempos perfectos de Dios, que "esto se caiga solo".
Del "país de las oportunidades" que vivieron nuestros padres les estamos dejando a nuestros hijos la "oportunidad de la huida", sus nuevos sueños.
mariaisabelparraga@gmail.com
María Isabel Párraga
¿Giro a la derecha?
El Universal. Caracas, 7 de julio de 2014
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