jueves, 28 de agosto de 2014

José Domingo Blanco (Mingo): Venezolanos, ¡regresen!

“Venezuela se está descapitalizando intelectualmente”. Y la frase, expresada por  un sociólogo de la USB, me sonó a sentencia de muerte. Sólo imagino desolación, tierra yerma y abandono. Resulta que, según sus estudios nosotros, los venezolanos, que nunca tuvimos ganas de emigrar, ahora sí. Y cada vez más. Las cifras de compatriotas que ya no quieren permanecer en el país se duplican de manera alarmante. La migración parece un virus que contagia a otros. Tanto así que el número de inscritos en el REP en otros países se multiplicó. Y la cifra me horroriza. Se está yendo el talento de la nación. Sin duda, con justificadas razones, las cuales no puedo criticar. Pero, no sería honesto si no expreso lo que siento: no quiero que esto siga ocurriendo. Es más, me niego a aceptar que las cifras sigan aumentando.
Con la frase del sociólogo retumbándome en la cabeza, tomo el celular y le mando un mensaje a mi hija, la mayor, que estudia en Dallas, a quien extraño inmensamente.  “Hola hija, estoy pensando escribir sobre venezolanos valiosos como tú y exhortarlos para que regresen. Decirles que este es su país, que hacen mucha falta, que los necesitamos para, juntos, salir de esto. La verdad es que el tema me resulta sumamente complicado. No quiero herir a nadie. Porque además, respeto las razones de quienes tomaron esa difícil decisión de despedirse de Venezuela. Pero, necesito escribir algo así como una especie de manifiesto… Más que un manifiesto, es un sentimiento que quiero vociferar: si queremos sacudirnos este neocomunismo opresor y a estos militares trogloditas procubanos, tenemos que hacerlo aquí. Dando la lucha en Venezuela. Todos sentimos que se están agarrando el país, ¡NUESTRO PAÍS! Que lo manejan como si fuera solo de ellos, y es porque se lo estamos permitiendo. No podemos seguir consintiendo que gente valiosa continúe emigrando. Mientras seamos menos dando la batalla, solos, aquí, más cuesta arriba será el rescate de lo nuestro. El pensamiento de Fidel y el Che Guevara tenemos que erradicarlo inmediatamente, rescatando nuestra venezolanidad, aquí y ahora. No desde afuera y mañana. La gente que huye de su país y no lucha por él no puede sentirse parte de su esencia ni su naturaleza”.
Mi hija solo atina a responderme: “escríbelo, papi. Y mándamelo”. Una respuesta corta a un tema que podría tenernos todavía discutiendo.  El asunto es que desde chiquitos nos han enseñado que los países lo construyen sus hombres y sus mujeres. Hijos de esta tierra. Si no nos duele a nosotros lo que ocurre aquí, no le dolerá a nadie más. Hemos vivido en los últimos años una estampida justificada, que no se discute, que tiene sus razones; sin embargo, a propósito de esa desbandada y huida de venezolanos valiosísimos -de diferentes estratos y profesiones, con múltiples talentos y oficios- las familias están quedando completamente desmembradas; lo que le ha brindado a esta gente que nos mal gobierna el caldo de cultivo perfecto para cogerse el país para ellos, y hacer con Venezuela lo que les venga en gana.
Lo he advertido en otras oportunidades: se necesita el consenso de la mayoría de los venezolanos para sacar a nuestro país adelante. Por eso mi exhorto; porque se requiere la suma de voluntades. Necesitamos que los que se fuero, regresen. Entiendo los motivos que los llevó a tomar la decisión de irse. Incluso sé, porque me lo han contado, que comenzar la vida en otro en país, no es nada sencillo. Eso no está en discusión. Lo que sí me ha molestado –y mucho- es escuchar a compatriotas, que recién estrenan sus nacionalidades, quizá embriagados por el viejo sueño americano, decir que los que permanecemos en Venezuela merecemos el gobierno que padecemos.  El punto al que quiero llegar es que cuando una tierra es invadida, solo puede ser recuperada cuando los propietarios, los verdaderos dolientes, se embraguetan y luchan para recobrarla.
La gente se va porque corre atemorizada a resguardarse de las dictaduras sangrientas, de los asesinos totalitarios, por preservar la vida. Y es válido apostar a otros derroteros. Pero, si sigue esta huida, seremos muy pocos para defender  lo que queda de país. Cada vez somos menos para confrontar al petro Estado comunista que ha diseñado y creado esta gente, con sus socios cubanos. Por eso, necesitamos que regresen. Vuelvan para que por fin seamos muchos enfrentándonos a este régimen.
El que no pelea por su país, lo pierde. Hay que jugársela por Venezuela. Si no, ¿cuándo? ¿Cuándo Maduro y su combo, que están atornillados, salgan como por arte de magia? Necesitamos que regresen, cargados de esa calidad de vida que conocieron en otros destinos, para que la edifiquemos y repliquemos, juntos, en Venezuela. No esperen a que ni siquiera la nostalgia forme parte de sus recuerdos. No esperen a que las nuevas costumbres de las nuevas naciones a las que decidieron migrar se apoderen de su esencia venezolana. No se limiten con sólo ir al Consulado de Venezuela a votar en contra de esta barbarie, ni a blandir una bandera de la patria en otros rincones del planeta. Estamos perdiendo la venezolanidad porque se está imponiendo la cubanidad; pero, también porque esos espacios que han dejado ustedes, mis compatriotas, los están ocupando los cubanos, o los ciudadanos de otras regiones con los que este régimen comparte perversos intereses comunes.
Qué lástima: ustedes, por allá y nosotros por aquí, no vamos a solucionar el problema de Venezuela… ¡Regresen!
mingo.blanco@gmail.com
@mingo_1

José Domingo Blanco (Mingo)
Venezolanos, ¡regresen!
La Patilla. Caracas, 28 de agosto de 2014

Alberto Quirós Corradi: Demasiados militares y pocos gerentes

Existen en Venezuela, en el sector público, más de 30 ministerios, más de 100 viceministerios y cualquier número de directores, presidentes y administradores para todo. Ante tantos cargos públicos creados para darle forma a los caprichos gerenciales del difunto y de su sucesor habría razones para suponer que todo problema del país tiene alguna persona que se encargue de resolverlo.
Pero para sorpresa de muchos el cuadro de organización del país, si lo hubiera, nos muestra personas que desempeñan diversos cargos a la vez. Hay un vicepresidente para la economía quien es, también, ministro de energía y petróleo, presidente de Pdvsa, negociador de las finanzas del estado, constructor de viviendas, comprador y distribuidor de alimentos y muchas cosas más. Pero, hay además ministros responsables por algunas de las funciones que éste ejerce.

En un discurso dado por el general Rafael Alfonzo Ravard dijo lo siguiente: “Se toman iniciativas o se aceptan presiones de elementos externos, para que la empresa realice gestiones o adelante programas que nada tienen que ver con sus estatutos y los objetivos de su creación. En vez de concentrarse en el propósito de hacer bien lo que se supone que debe estar haciendo, el gerente comienza a hacer mal o a medias lo que en el fondo debería estar realizando”. El general era el presidente de Pdvsa y esa era su manera de oponerse a la tentación del poder ejecutivo de pedirle a Pdvsa, por ser eficiente, que ayudara al gobierno ocupándose de otras labores. Las palabras premonitorias del general Alfonzo, de hace 33 años, deberían estar grabadas en la memoria oficial.

Todo lo anterior conduce a la mala administración de los recursos disponibles, al doble pecado de la ineficiencia y la corrupción. Los políticos antes, y los militares ahora, pretendiendo ser gerentes profesionales. Las empresas del estado ignorando, sustituyendo o mal ejecutando sus objetivos originales. Los agricultores convertidos en marginales urbanos. Los industriales en importadores.

En resumen, un país donde la improvisación es la norma, donde todos estamos tratando de realizar lo que no sabemos hacer, donde parece un pecado hacer bien lo que se debe hacer, se necesita utilizar la especialización profesional. Los únicos países e instituciones que pueden desarrollar este tipo de talento y de recursos son aquellos que tiene abundancia de recursos humanos y materiales y una educación moderna. Nosotros buscamos genios toderos cuando lo que necesitamos son personas que hagan lo que se supone que saben hacer. Por lo tanto, la primera prioridad a definir debe ser la respuesta a la siguiente pregunta: ¿En este país, quién hace qué?

Maduro ha dicho que quiere darle un sacudón a la administración pública. Para eso tiene que poner orden en su casa (Poder Ejecutivo). ¿Qué tipo de especialización requeriremos para recuperar al país? ¿Planificación, finanzas, orden presupuestario? Allí hay un ministerio que requiere de 3 viceministros con categoría ministerial. Energía. Con petróleo y electricidad, incluyendo la hidráulica y energías alternas. Relaciones exteriores con verdaderos embajadores profesionales y una selección de los países que requieren su presencia. Defensa, sin la Guardia Nacional, que se convertiría en policía nacional. Obras públicas. Comunicaciones.
Educación, moderna, sin la burocracia pesada actual, utilizando métodos innovadores que promuevan estrategias de investigación en los estudiantes. No haremos la lista completa pero la idea es tener un poder ejecutivo que diseñe políticas públicas y, mediante la descentralización, convierta a las regiones en ejecutores y codiseñadores de esas políticas.

Otro aspecto es que, de aquí en adelante, la presidencia debe apoyarse en un equipo de asesores que la ayuden a gerenciar los grandes problemas del país, en coordinación con los ministros.
Como en Estados Unidos…¡Sorry!

albertoquiros31@gmail.com

Alberto Quirós Corradi
Demasiados militares y pocos gerentes
El Nacional. Caracas, 28 de agosto de 2014

Rafael Poleo: Signos fatales

 
Rafael Poleo
Signos fatales
El Nuevo País. Caracas, 28 de agosto de 2014 (Blog Pedro Mogna)

Simón García: Luchar bien para ser alternativa

A veces la política aparenta ser el medio para intentar que lo posible se haga imposible. Según los saberes de antes, las situaciones de crisis económica tienden a generar un fortalecimiento de la oposición. Pero entre nosotros, aunque el descontento no cesa de crecer, la oposición proyecta una imagen de debilidad.

Esta suspensión de la tendencia esperada refleja una conducta que en vez de volcarse hacia las nuevas inconformidades con vocación de crecer fuera de sus comarcas, se satisface con manotearse el ombligo.

La oposición no se nutre del malestar general de la sociedad porque no tiene ni un discurso, ni una estrategia, ni una práctica para lograrlo.

En esta grave carencia pesa la acentuada internalización de la cultura de la polarización que hace ver todo encuentro como una rendición. Se invita a venir a quien piensa distinto, sin reconocer lo que hay de válido en sus diferencias, lo que ellas pueden aportar a una visión común. Se habilita la vieja lógica según la cual quien se nos une debe subordinar sus intereses a nuestros planes.

Es cierto que en la percepción de una división de la MUD ha influido el forcejeo por el liderazgo iniciado precipitadamente por Leopoldo López y que las fuerzas que él simboliza, con motivos aceptables y consecuencias indeseables, se han abierto con una política maximalista que cifra en la calle una victoria fulminante. Sin embargo, los esfuerzos de Capriles y de los partidos que promueven la primacía de la acumulación de fuerzas y del trabajo social, tampoco pareciera que están saliendo, fuera de su zona de confort, a comunicarse con las luchas reales y con quienes están abandonando a Maduro por sus fracasos.

Pero hay un país mayoritario que se resiste a soportar el deterioro cotidiano de la vida, incluyendo la base popular del chavismo que, sacando sus barbas del remojo, ha comenzado a manifestar su rechazo a las políticas gubernamentales.

Pero este descontento no debe evolucionar en paralelo, espantado por un discurso que asimila su protesta a la convocatoria de una Asamblea Constituyente o a la amenaza de una pérdida de beneficios conquistados por obra del actual poder. La unidad de los partidos de oposición es el medio para lograr el fin de unir a todos los venezolanos. Esta unidad de segundo piso requiere una identidad, superior al patriotismo de partido, que sea formulada con aportes plurales y capaz de rendir ventajas a un fortalecimiento, no sólo electoral, de los partidos que ninguno de ellos puede obtener por sí mismo.

La constitución en proceso de una alternativa basada en una mayoría y un liderazgo plural va a determinar el tipo de escenario y las características de una transición para superar la crisis.
Hay que luchar bien y con eficacia. Los delirios insurreccionales y las ofertas que eluden la protección de las luchas y su traducción en un sistema descentralizado de articulación voluntaria y organización más permanentes están demás porque distraen del esfuerzo principal y dan pretextos para fortalecer internamente a los sectores radicales y justificar hacia afuera su acción represiva.
 No hay tiempo para seguirle el jueguito al gobierno, reproduciendo su esquema de que en un lado están todos los buenos y en el otro, todos los malos. Hay que hacer otro barajo.

@garciasim
 
Simón García
Luchar bien para ser alternativa
Tal Cual. Caracas, 28 de agosto de 2014