sábado, 10 de enero de 2015

Pedro Benítez: El chavismo de oposición

 
Pedro Benítez
El chavismo de oposición
El Nuevo País. Caracas, 10 de enero de 2015 (Blog Pedro Mogna)

Fernando Luis Egaña: Un país en guerra

De muchas maneras, Venezuela es un país que sufre los efectos de una guerra. Más de 25.000 homicidios al año es un signo evidente al respecto. El que nuestra sociedad se haya transmutado en una de las más violentas del mundo lo confirma. Las naciones que padecen los desastres de la guerra suelen tener economías derruidas, de diseminada escasez, sin confianza productiva, y plagadas de corrupción. Tal es el caso de la economía venezolana.
Una característica esencial de la guerra es la militarización. Y Venezuela, en diversos aspectos, es un país militarizado. Hay militares en todas partes. Desde los más altos cargos del Estado y la administración pública, hasta en el monitoreo de las ubicuas colas de los consumidores. Salvo en situaciones de guerra, eso no suele ocurrir en ningún país democrático de América Latina, comenzando por el nuestro, cuando contaba con un sistema de democracia pluralista.
Otro factor típico de las naciones agobiadas por la guerra es la violencia. Y la violencia se manifiesta con todo su horror en la vida ordinaria de los venezolanos. Comenzando por la violencia criminal, la que mata, hiere y aterroriza a las personas, familias y comunidades. Y terminando por la violencia estatal, que se concreta en el proceder despótico, arbitrario y supremacista del poder, sin consideración verdadera por los derechos democráticos del pueblo.
Los países que son víctimas de la guerra tienen suspendidas sus garantías de derechos humanos. Sea de forma oficial o de hecho. Lo segundo es el caso de Venezuela. Todos los derechos y garantías reconocidos en la Constitución, los acuerdos internacionales y las leyes internas están en situación condicional. Si el poder decide asaltarlos, lo hace con total impunidad. La indefensión es general. Como pasa en la guerra.
Pero un momentico... ¿Cuál es la guerra que afecta a Venezuela? No es una guerra que proviene de una agresión externa, de índole militar o político-militar. Puede que la propaganda oficialista no se canse de reiterar que Venezuela es atacada por guerras económicas, mediáticas, cibernéticas, bacteriológicas, imperiales, y pare usted de contar. Pero eso es propaganda. Y cada vez menos convincente, por cierto.
Tampoco es una guerra civil, propiamente dicha, porque ello supondría un conflicto armado entre dos parcialidades. Y eso no acontece en Venezuela. La posesión del poder de fuego está en manos del poder establecido, tanto en su estructura militar y policial como en sus ramificaciones paramilitares y parapoliciales o los llamados colectivos armados. La oposición es una realidad cívica y socio-política. Luego no hay guerra civil.
¿Y entonces, cuál es la guerra? Pues la guerra de la hegemonía roja en contra de la nación venezolana. Una guerra que se fundamenta es el continuismo despótico y depredador de aquella, con prescindencia de la voluntad y los derechos de esta. El objetivo principal, o prácticamente único de la hegemonía, es permanecer en el mando, entendido como despotismo y depredación. Para ello, todo vale. Todo. Incluyendo la guerra al conjunto de los venezolanos.
Si la violencia, la penuria, la destrucción económica, la abolición de los derechos, el asalto del poder, la militarización a la mala y la imposición despótica son elementos notorios de la situación nacional en los países que sufren la tragedia de la guerra, entonces es inescapable que Venezuela se encuentra en guerra. Y en una de sus peores formas: la guerra de una hegemonía destructiva en contra de la nación democrática.


Fernando Luis Egaña
Un país en guerra
El Nacional. Caracas, 10 de enero de 2015

Fausto Masó: ¿Fue un éxito el viaje a China?

Hay numerosas versiones sobre las posibles medidas económicas, es el hobby del 2015: adivinar lo que anunciará Maduro a la vuelta.
Con un éxito cuenta Maduro, ha enterrado a sus competidores, en vez de gobernar empleó su tiempo en librarse de los funcionarios que se destacaban. A principio del año pasado Ramírez salía demasiado en el periódico, se reunía en Londres con empresarios y economistas y a continuación se recuperaban los precios de los bonos venezolanos. De la noche a la mañana Maduro lo sacó de Pdvsa para la Cancillería, y antes de que calentara demasiado la butaca del ministro lo envió en pleno invierno a Nueva York, ni siquiera esperó hasta el verano. Ramírez dirá lo que quiera en la asamblea de la ONU, nadie lo oirá.
Otro que sobresalía era Rodríguez Torres, un antiguo 4F. Había aumentado la presencia policial, inventó los cuadrantes, hasta que tropezó con los colectivos armados en Caracas y Maduro aprovechó para sacarlo del gobierno. Torres no le ha aceptado ni una embajada a Maduro en el Vaticano, se fue para su casa bravo. Giordani es otra historia triste, estaba acostumbrado a tener la puerta abierta en Miraflores, Maduro lo botó sin anestesia. Apenas envió una carta que ahora la gente cita como si fuera una biblia.
Pasan otras cosas. Es peligroso asomarse a la puerta de la casa, en diciembre un vecino que salió a respirar aire fresco, dicen que es muy sano, no se alarmó cuando vio venir unos corredores mañaneros, hasta que le sacaron una pistola y lo desvalijaron. Asesinaron a un motorizado honesto y trabajador, si hubiera sido un malandro estaría con vida.
¿Quiere Maduro disminuir la inseguridad? Prohíba viajar a dos personas en moto, 90% de los delitos los cometen supuestos motorizados, menos en el caso de mi vecino que fueron unos supuestos deportistas.
No hay refugio, a la UCV la atracan todas las semanas, esperan que compren nuevas computadoras para robárselas.
Maduro anuncia que se encargará del plan económico. Dice un buen columnista chavista: “El presidente ha dicho que en los primeros tres meses del próximo año los venezolanos lo verán recorriendo fábricas, puertos, campos o la frontera del país para ‘derrotar a la mafia criminal que le ha metido una guerra económica”. Como decía el Dante, abandonen ahora toda esperanza.
Dios mío, otra vez cambiamos oro por espejitos, como nuestros indios cuando vieron a los colonizadores. ¡Maduro volverá de China con 20.000 millones de dólares, se acabarán las colas, bajará el paralelo! ¡Bájense de esas nubes! Los chinos le vendieron cachivaches a Maduro por 20.000 millones que pagará con petróleo, negocio redondo… para ellos. Con un agravante, la economía venezolana no se desarrollará con fábricas montadas por los chinos y administradas por el gobierno. Al que lo crea olvida lo que ocurrió con la CVG: las empresas estatales en Venezuela han sido y continuarán siendo un desastre. Reemplazarán las excelentes ensambladoras de Valencia por fábricas chinas, en China quieren que Audi y GM abran otras fábricas. ¿Qué pasó con los autobuses chinos?
El nuevo FMI de América Latina son los chinos. Algunos países negocian bien con el FMI asiático y aprovechan los préstamos asiáticos, Venezuela no. Quizá de estos 20.000 millones una partecita se la entregarán en efectivo a Maduro, otra serán equipos militares y el resto en cachivaches, muchos cachivaches.
Cuando vuelva Maduro aplicará el plan económico. Ya lo están aplicando, hasta a los tomates llegó el plan, los compré por 200 bolívares. El kilo. Están creando 2 economías paralelas, de un lado para la clase media imperará el dólar libre, y para los supermercados del gobierno seguirá importando a dólar Sicad. Hay un gran pero, aun así no alcanzarán los dólares.
Los chinos exigen. Xi Jinping declaró: “Espero que Venezuela haga un buen uso de estos mecanismos de financiación y que se canalicen más fondos en proyectos de energía, minería, agricultura e industrias”.
Agárrense de las manos, este año viene bravo.


Fausto Masó
¿Fue un éxito el viaje a China?
El Nacional. Caracas, 10 de enero de 2015