¿Por qué?
PAULINA GAMUS
El País. Madrid, 2 de abril de 2014
Y así llegamos al teniente coronel Hugo Chávez Frías, que de golpista fracasado pasa a presidente electo por una indiscutible mayoría, de allí a caudillo y al poco tiempo a clon de Simón Bolívar y semidiós.
¿Cuántos niños de mi generación no disfrutamos del maravilloso Libro de los Porqués? Formaba parte de El Tesoro de la Juventud, una enciclopedia infaltable en las familias con muchos niños y con deseos de que éstos se hicieran afines a la lectura y fuesen personas cultivadas. Aquellos porqués tenían respuestas científicas para la curiosidad infantil ¿por qué no se mezclan el agua y el aceite?¿por qué la marea crece? ¿de dónde obtienen las flores su color? ¿por qué el sol sale de día y la luna por las noches? Y hasta alguna bastante racista: ¿cómo obtienen su color los negros? Ese inocente libro hecho para mentes inocentes jamás respondería preguntas de carácter personal, como por ejemplo ¿por qué me persigue la mala suerte? Y menos de tinte político como una que cuando menos la mitad de los venezolanos y el resto del mundo se hacen a diario: ¿por qué Chávez arruinó a Venezuela? La respuesta más común, la que salta de inmediato es: Chávez era comunista y todos los gobiernos comunistas han sido desastrosos porque liquidaron el aparato productivo y abolieron la propiedad privada con lo cual la población perdió todo incentivo de prosperar. Les pasó a Stalin, a todos los países satélites de la URSS y a Mao, que antes era Tse Tung y ahora hay que decirle Zedong, que para los efectos da lo mismo.
Pero no es necesario ir tan lejos en el espacio y el tiempo, vamos a limitarnos al continente americano. Fidel Castro arruinó a la floreciente Cuba con solo nacionalizar la producción de azúcar, todas las empresas privadas y promover el exilio de los profesionales mejor formados y de los industriales más exitosos. Cuba no era un país minero o petrolero como Venezuela, fue bastante sencillo hundirla en la miseria. Ya lo dijo ese sabio santón Jorge Giordani que ha manejado la economía venezolana durante Chávez vivo y Chávez muerto: “Solo desde la escasez (y la pobreza) se construye el socialismo”. Para ahondar más la catástrofe, Cuba fue sometida a un embargo y su madrina generosa, la Unión Soviética, se desplomó. Por ningún lado aparece el hecho, ni siquiera la sospecha, de que la causa del naufragio haya sido la ayuda dispendiosa de Fidel Castro a otros países.
Demos un salto al extremo sur, Argentina era un país floreciente, el granero del mundo lo llamaron en los años 40. Llegó un militar llamado Juan Domingo Perón que de comunista no tenía un pelo, era un fascista formado en la escuela de Mussolini y admirador, además de cooperante, del nazismo hitleriano. Su populismo y el de su esposa Eva, destruyeron la economía argentina que jamás ha podido recuperarse porque jamás ha podido curarse de esa peste que se llama peronismo. Pueden ser peronistas de derecha, de centro o de izquierda pero todos confluyen en la misma incapacidad para dar pie con otra bola que no sea la de fútbol. Cuando llegaron los gorilas que derrocaron a Isabel Perón e instauraron una dictadura sangrienta, fundamentalmente anticomunista, en los 70, tampoco lograron algún bienestar y su dictadura terminó no solo por el fracaso rotundo de la guerra de Las Malvinas sino por el desastre económico en que sumieron a su país. Para seguir con los militares recordemos que Velasco Alvarado, también un populista irredimible, fue una maldición para la economía peruana. Pero miramos, remiramos y ni Perón, ni los militares argentinos de los 70, ni Velasco Alvarado, ni los peronistas posmodernos arruinaron a su país por regalar dinero a manos llenas a naciones vecinas y no tan vecinas. Pero es que tampoco eran ricos países petroleros que cada vez que disparaban un tiro en el Medio Oriente, veían incrementar sus ingresos por la exportación del excremento del diablo…. ¡y que excremento!.
Y así llegamos al teniente coronel Hugo Chávez Frías, que de golpista fracasado pasa a presidente electo por una indiscutible mayoría, de allí a caudillo y al poco tiempo a clon de Simón Bolívar y semidiós. ¿Cómo se puede culpar de algo o recriminar al hombre que mueve y conmueve a las masas con su verbo encendido de redentor de los pobres? En las cientos de miles de horas que destinó en catorce años de gobierno, para sus “Aló Presidente” y otras peroratas radiotelevisadas en cadena nacional, jamás, ni una sola vez, habló del trabajo como fuente de progreso y de riqueza de un país. Se hizo electoralmente imbatible no solo por el ventajismo y los abusos de poder, sino por ese voto duro de la gente a la que acostumbró a vivir de la dádiva. Muy pocos salieron de la pobreza pero todos amaron a ese distribuidor de maná que les permitió vivir sin trabajar.
Si tan solo hubiese sido eso, al presidente constitucional Carlos Andrés Pérez lo enjuiciaron y defenestraron en 1993, por un aporte jamás comprobado de diecisiete mil dólares a la campaña electoral de Violeta Chamorro, en Nicaragua. Chávez le envió a Cuba más de 100.000 barriles de petróleo diariamente, en condiciones privilegiadas, además de otras inversiones, créditos blandos, subsidios y contratos mil millonarios como intermediario de importaciones venezolanas de alimentos, bienes y equipos a terceros países. Bolivia, que dos décadas atrás era el país más pobre de América Latina, hoy acumula reservas por 14.000 millones de dólares, las más altas a nivel mundial en relación al tamaño de su economía (China figura en segundo lugar) Todo gracias al dinero venezolano que Chávez envió para un sinfín de desarrollos como aeropuertos, adquisición de aviones, ambulancias, etcétera. Evo Morales a quien tantos creyeron un indiecito ignaro incapaz de ejercer la alcaldía de un villorrio, ha resultado un gerente que bien podría dictar cátedra de economía a los ineptos herederos del Atila de Venezuela. Sigamos con Nicaragua, en la que el dinero venezolano ha construido refinerías, carreteras y paremos de contar. Solo en un trimestre de 2012 la ayuda de Venezuela a Nicaragua fue de 323 millones de dólares. El seudo socialista Daniel Ortega ha sabido utilizar esa ayuda para impulsar el desarrollo económico de Nicaragua, incentivando la inversión extranjera que Chávez expulsó de Venezuela.
La petrochequera de Chávez sacó del foso del default a la Argentina y, por la relación afectiva que se entabló con los Kirchner, se originó el escándalo de la valija con 800 mil dólares para la campaña electoral de la viuda en ciernes. Pero esa chequera alegre y saltarina, no se quedó encerrada en los límites de América, incluidas las islas angloparlantes del Caribe. En los más remotos e ignotos lugares del planeta el nombre de Hugo Chávez se conoció como una suerte de Papá Noel tropical. Miles de millones de dólares salieron de las arcas venezolanas para mejorar las condiciones de vida en otros países y para abultar las cuentas bancarias de unos cuantos corruptos, estafadores y vividores que engañaron al prócer eterno con pececitos de colores. A un año de su muerte, Venezuela es hoy un país en bancarrota, el de las deudas impagables con medio mundo, el reino de la escasez, el de los pobres y no tan pobres haciendo filas kilométricas desde la medianoche para obtener un kilo de harina de maíz, de azúcar, de leche en polvo, un litro de aceite o un paquete de papel higiénico.
Y de nuevo pregunto ¿Por qué? La única explicación que me cuadra es la del odio a su propio país, odio nacido de un profundo resentimiento que arrastró desde la infancia, más por el maltrato materno que por las condiciones socioeconómicas de su familia. En su obra “Tiberio, historia de un resentimiento”, Don Gregorio Marañón, quizá el más agudo analista de ese terrible sentimiento, dice: “… al triunfar, el resentido, lejos de curarse, empeora. Porque el triunfo es para él como una consagración solemne de que estaba justificado su resentimiento; y esta justificación aumenta la vieja acritud. Esta es otra de las razones de la violencia vengativa de los resentidos cuando alcanzan el poder. Llegado al poder, el resentido es capaz de todo”. ¿Qué si lo es? Ya vemos a donde nos llevó el resentido mayor y por dónde nos conducen los resentiditos que lo sucedieron
miércoles, 2 de abril de 2014
Iván Simonovis: Es con usted, Fiscal General de Venezuela
Es con usted, Fiscal General de Venezuela
IVÁN SIMONOVIS PRESO POLÍTICO VENEZOLANO
Diario Las Américas. Miami, 3 de abril de 2014.
¿Sabe usted que mi salud se encuentra seriamente comprometida, que mi deterioro es progresivo y paulatino?
¿Sabe usted, doctora Luisa Ortega Díaz, que llevo nueve años y 133 días arbitraria e ilegalmente privado de mi libertad.?
¿Conoce usted la confesión del ex Magistrado Eladio Aponte Aponte, del 13 de septiembre de 2012, donde en una declaración jurada y apostillada en Costa Rica, el exmagistrado del Tribunal Supremo de Justicia, asegura que ordenó la condena de los policías y excomisarios de la PM por los hechos del 11 de abril “cumpliendo instrucciones directas” del presidente Hugo Chávez?
¿Sabe usted que el 16 de julio de 2011, antes de partir a Cuba para recibir quimioterapia contra el cáncer que padeció, el presidente Hugo Chávez exhortó a las autoridades a otorgar beneficios los “políticos presos” y demás reclusos que tuvieran alguna dolencia grave para que puedan ir a su casa y recibir todo el tratamiento médico que necesiten?
¿Sabe usted que mi salud se encuentra seriamente comprometida, que mi deterioro es progresivo y paulatino y que en ninguna cárcel venezolana existe la posibilidad cierta y real de recibir los tratamientos médicos que requiero?
¿Sabe usted que han pasado meses y sigo sin recibir el tratamiento médico que se me indicó para combatir la osteoporosis que padezco y que la gravedad de mi enfermedad es tal que puede ocasionarme la muerte en caso de sufrir una fractura, así sea “amarrándome los zapatos”, como lo certificó el propio Médico Forense?
¿Sabe usted que poder asistir a un hospital y ser tratado por médicos de mi confianza, es un derecho humano fundamental contemplado en tratados internacionales suscritos por Venezuela?
¿Sabe usted que mi precario estado de salud, es responsabilidad del Estado venezolano y que los Tratados, Pactos y Convenios Internacionales suscritos por Venezuela, que usted, por ley, está obligada a hacer respetar, establecen que toda persona , así se encuentre presa, tiene derecho a la salud?
¿Sabe usted que desde el 31 de julio de 2013 he solicitado una Medida Humanitaria ante el Juzgado Primero de Primera Instancia en funciones de Ejecución del Circuito Judicial Penal del Estado Aragua y que la Juez Adas Armas, al no decidir, está adoptando una conducta dilatoria y denegatoria de justicia, que constituye una flagrante violación de disposiciones contenidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y demás leyes de la República, que garantizan el derecho a la tutela judicial efectiva, al igual que al debido proceso?
¿Sabe usted que la omisión de pronunciamiento del poder judicial atenta contra otros derechos fundamentales del ser humano, igualmente establecidos en nuestra Carta Fundamental y en disposiciones consagradas en instrumentos internacionales suscritos por Venezuela en materia de derechos humanos, como lo son el derecho a la salud, a la integridad física y a la vida, además del derecho a obtener una oportuna respuesta?
¿Sabe usted que el Fiscal General de la República, de acuerdo con la Constitución y a la ley, es el responsable del respeto a los derechos y garantías constitucionales a fin de preservar el Estado, democrático y social de derecho y de justicia?
¿Sabe usted que el Fiscal General de la República, por ley, debe procurar siempre la correcta interpretación de la ley con preeminencia de la justicia?
¿Sabe usted que los Fiscales del Ministerio Público, por ley, están en el deber de actuar con honradez, rectitud e integridad?
¿Sabe usted que los Fiscales del Ministerio Público, por ley, están obligados a garantizar el debido proceso, la celeridad y la buena marcha de la administración de justicia?
¿Sabe usted acaso quien es actualmente el Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela?
IVÁN SIMONOVIS PRESO POLÍTICO VENEZOLANO
Diario Las Américas. Miami, 3 de abril de 2014.
¿Sabe usted que mi salud se encuentra seriamente comprometida, que mi deterioro es progresivo y paulatino?
¿Sabe usted, doctora Luisa Ortega Díaz, que llevo nueve años y 133 días arbitraria e ilegalmente privado de mi libertad.?
¿Conoce usted la confesión del ex Magistrado Eladio Aponte Aponte, del 13 de septiembre de 2012, donde en una declaración jurada y apostillada en Costa Rica, el exmagistrado del Tribunal Supremo de Justicia, asegura que ordenó la condena de los policías y excomisarios de la PM por los hechos del 11 de abril “cumpliendo instrucciones directas” del presidente Hugo Chávez?
¿Sabe usted que el 16 de julio de 2011, antes de partir a Cuba para recibir quimioterapia contra el cáncer que padeció, el presidente Hugo Chávez exhortó a las autoridades a otorgar beneficios los “políticos presos” y demás reclusos que tuvieran alguna dolencia grave para que puedan ir a su casa y recibir todo el tratamiento médico que necesiten?
¿Sabe usted que mi salud se encuentra seriamente comprometida, que mi deterioro es progresivo y paulatino y que en ninguna cárcel venezolana existe la posibilidad cierta y real de recibir los tratamientos médicos que requiero?
¿Sabe usted que han pasado meses y sigo sin recibir el tratamiento médico que se me indicó para combatir la osteoporosis que padezco y que la gravedad de mi enfermedad es tal que puede ocasionarme la muerte en caso de sufrir una fractura, así sea “amarrándome los zapatos”, como lo certificó el propio Médico Forense?
¿Sabe usted que poder asistir a un hospital y ser tratado por médicos de mi confianza, es un derecho humano fundamental contemplado en tratados internacionales suscritos por Venezuela?
¿Sabe usted que mi precario estado de salud, es responsabilidad del Estado venezolano y que los Tratados, Pactos y Convenios Internacionales suscritos por Venezuela, que usted, por ley, está obligada a hacer respetar, establecen que toda persona , así se encuentre presa, tiene derecho a la salud?
¿Sabe usted que desde el 31 de julio de 2013 he solicitado una Medida Humanitaria ante el Juzgado Primero de Primera Instancia en funciones de Ejecución del Circuito Judicial Penal del Estado Aragua y que la Juez Adas Armas, al no decidir, está adoptando una conducta dilatoria y denegatoria de justicia, que constituye una flagrante violación de disposiciones contenidas en la Constitución de la República Bolivariana de Venezuela y demás leyes de la República, que garantizan el derecho a la tutela judicial efectiva, al igual que al debido proceso?
¿Sabe usted que la omisión de pronunciamiento del poder judicial atenta contra otros derechos fundamentales del ser humano, igualmente establecidos en nuestra Carta Fundamental y en disposiciones consagradas en instrumentos internacionales suscritos por Venezuela en materia de derechos humanos, como lo son el derecho a la salud, a la integridad física y a la vida, además del derecho a obtener una oportuna respuesta?
¿Sabe usted que el Fiscal General de la República, de acuerdo con la Constitución y a la ley, es el responsable del respeto a los derechos y garantías constitucionales a fin de preservar el Estado, democrático y social de derecho y de justicia?
¿Sabe usted que el Fiscal General de la República, por ley, debe procurar siempre la correcta interpretación de la ley con preeminencia de la justicia?
¿Sabe usted que los Fiscales del Ministerio Público, por ley, están en el deber de actuar con honradez, rectitud e integridad?
¿Sabe usted que los Fiscales del Ministerio Público, por ley, están obligados a garantizar el debido proceso, la celeridad y la buena marcha de la administración de justicia?
¿Sabe usted acaso quien es actualmente el Fiscal General de la República Bolivariana de Venezuela?
Rafael Poleo: Tan cerca y tan lejos
Tan Cerca y Tan Lejos
RAFAEL POLEO.
El Nuevo País. Caracas 02 de abril de 2014. (Tomado del Blog de Pedro Mogna)
Manuel Malaver: La inutilidad del socialismo es inseparable de la represión que practica
La inutilidad del socialismo es inseparable de la represión que practica
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 2 de abril de 2014
MANUEL MALAVER
El Diario de Caracas. Caracas, 2 de abril de 2014
No es temerario afirmar que el socialismo es el experimento político y económico más inútil que ha conocido la humanidad, pues justificándose en la corrección de la presunta desigualdad que atribuye a otros sistemas, al final conduce a una desigualdad monstruosa en la cual el único “igual” es el caudillo, el dictador, el mandamás. Con su irreemplazable ironía, George Orwell, redujo esta paradoja en “Rebelión en la Granja” al ya clásico principio: “En el socialismo todos los hombres son iguales, pero hay unos más iguales que otros”.
En efecto, en Cuba nadie puede ser “más igual” que Fidel y Raúl Castro, y ya en Venezuela,-otro país víctima donde se pretende implantar el esperpento-, nadie puede ser “más igual” que Maduro, el capitán Cabello, Rodríguez Torres o Elías Jaua.
Por ser “más iguales”, nadie los verá jamás haciendo cola en los mercados, y muchos menos siendo objeto de la libreta de racionamiento que se le aplicará a los que no son “tan iguales”.
Tampoco tendrán restricciones para , ni recibirán dólares por goteo, y si llegan a enfermarse ellos o sus , pueden contar con clínicas privadas en el exterior donde se les atenderá sin límites de gastos.
Es una bienaventuranza que tampoco alcanzará a los soldados rasos, o militares de baja y mediana graduación que hoy son incitados a matar y torturar venezolanos por el “solo delito de manifestar”, pues si hay especímenes “más desiguales” que nadie en el socialismo (y en todos los sistemas), esos son los asesinos.
Que al final son los que pagan los platos rotos, pues los dictadores, con sus generales y sus ministros, se arreglan con los gobiernos de transición que los indultan y hasta los condecoran, en cambio que a los “rasos”, y de baja y mediana graduación, los persiguen por el mundo como a bestias feroces.
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
Por ser “más iguales”, nadie los verá jamás haciendo cola en los mercados, y muchos menos siendo objeto de la libreta de racionamiento que se le aplicará a los que no son “tan iguales”.
Tampoco tendrán restricciones para , ni recibirán dólares por goteo, y si llegan a enfermarse ellos o sus , pueden contar con clínicas privadas en el exterior donde se les atenderá sin límites de gastos.
Es una bienaventuranza que tampoco alcanzará a los soldados rasos, o militares de baja y mediana graduación que hoy son incitados a matar y torturar venezolanos por el “solo delito de manifestar”, pues si hay especímenes “más desiguales” que nadie en el socialismo (y en todos los sistemas), esos son los asesinos.
Que al final son los que pagan los platos rotos, pues los dictadores, con sus generales y sus ministros, se arreglan con los gobiernos de transición que los indultan y hasta los condecoran, en cambio que a los “rasos”, y de baja y mediana graduación, los persiguen por el mundo como a bestias feroces.
Por Manuel Malaver / El Diario de Caracas
@MMalaverM
Antonio Sánchez García: Uslar Pietri: Golpe y Estado en Venezuela
Uslar Pietri: Golpe y Estado en Venezuela
ANTONIO SANCHEZ GARCIA
El Nacional. Caracas, 2 de abril de 2014
“Golpe y Estado en Venezuela, de Arturo Uslar Pietri, es el libro más hijo de puta que se ha escrito en Venezuela en el último medio siglo".
No había leído, a pesar de haber buceado en su vasta obra poligráfica: literaria, histórica, política, y de haber escrito incluso artículos elogiosos en el centenario de su muerte (La pesada carga de su ausencia, el Papel Literario de El Nacional), el opúsculo Golpe y Estado en Venezuela, escrito al fragor encendido de la felonía de Hugo Chávez y en el mismo año en que Venezuela se desviara definitivamente y ya sin rumbo alternativo hacia la catástrofe: en el nefasto y sangriento año de 1992, por el santón de la República de nuestras letras, el laureado y venerable doctor Arturo Uslar Pietri.
Hasta entonces sabía lo que todos los venezolanos medianamente educados saben: que descendía en línea directa del general Uslar, llegado de Hannover, entonces principado inglés en tierras germanas, a respaldar a Bolívar; había amamantado del gomecismo; formaba parte de las correrías de sus hijos por las sombreadas arboledas de Maracay; que era la máxima conciencia de sus herederos y el intelectual orgánico por excelencia del posgomecismo. Que había ocupado los más altos cargos del medinismo, hasta convertirse en su delfín y que solo accidentes del destino –ni ser militar ni haber nacido en el Táchira– lo habían sacado del juego político de la sucesión a la que parecía predestinado. Antes de cumplir los 40 años y a pesar de haber llegado a ser el funcionario perfecto de una República imperfecta: culto, educado, prestigiado y famoso en el mundo de las letras hispanoamericanas, desde que escribiera en París una obra señera que rompería los esquemas del costumbrismo que aletargaba la polvorienta novela de los tiempos y recibiera los elogios unánimes de la crítica: Las lanzas coloradas.
Y sabía desde luego lo que ningún venezolano de mediana edad y enterado de los avatares y vaivenes de nuestras dictaduras desconoce: que Rómulo Betancourt lo sometió al Jurado de Responsabilidad Civil, lo marcó con el descrédito de la ofensa, lo metió en el saco de la corrupción y las iniquidades atribuidos, en muchos casos con sobradas razones –como el del ladronzuelo que pariera a Rangel Vale–, a la espantosa tiranía gomecista, en otras con saña e injusticia, como el suyo, según lo recordara con indignada arrogancia en una célebre carta escrita en 1946 y dirigida a Rómulo Betancourt, el mediocre demagogo de sus enconos. Decir que sufrió del destierro, como quienes lo condenaran después de ser perseguidos y aherrojados por Juan Vicente Gómez, sería un abuso de la escritura. Vivió en Estados Unidos, protegido por intelectuales de grandes influencias en el establecimiento académico norteamericano, y como no era tampoco un desarbolado y zarrapastroso vagabundo de oprobios y tendría sus bienes –jamás sería un pobre– no careció de un buen pasar, si bien a la sombra despechada de la amargura.
Sabía más: que llevado por el ejemplo del entendimiento entre españoles mucho tiempo antes de la trágica contienda fratricida había decidido luego de la caída de Pérez Jiménez tenderle una mano a su principal enemigo, Betancourt y Acción Democrática, y vincularse al esfuerzo del Pacto de Puntofijo fundando un partido y aspirando a la Presidencia de la República. Con un saldo por cierto lisonjero: obtener la primera mayoría en las grandes capitales –es un decir– y una abrumadora derrota en los lejanos territorios de la incultura y la ignorancia de la Venezuela rural, que aún resoplaba. No fue Chávez el inventor del uso despiadado de la ignorancia y la marginalidad como instrumento de estética cirugía política.
Lo que supe después del 4 de febrero de 1992 ya olía a resurrección de las venganzas, a rencores del pasado disfrazados de catonazgo republicano. A trasnochadas pero venenosas lamentaciones de Job. Sus artículos en El Nacional y algunos avisos pagados de gran formato, acompañado de lo que se dio en llamar un acrisolado grupo de notabilidades, mostraban la garras de una fiereza descarnada: los señorones del pasado desempolvaban sus lanzas coloradas y se lanzaban al ataque del eslabón más débil de la cadena con una furia de guerra a muerte. No se detendrían en su empeño hasta cortarle la cabeza al espantajo de todos los rencores y exhibirla desde el balcón del pueblo cuando ya era demasiado tarde para deshacer entuertos. Sin querer queriendo, y tras la satisfacción de un odio cainita, había servido de palafrenero del Boves de la circunstancia para reconocer entonces con espanto, ya cometido el crimen y hecho el gran daño, que el vengador de sus injurias no era más que un pobre diablo, un ignorante, un payaso. Para poco después, en una triste jugada del destino, morirse irremediablemente.
Simón Alberto Consalvi, que en sus notables conversaciones con Ramón Hernández –Contra el olvido– dedica páginas de su renacentista perspicacia y su profundo conocimiento de la historia y sus hombres a la errática figura del convidado de piedra a la mesa del golpismo, asegura que el 4 de febrero pilló a Uslar con “la resaca del 18 de Octubre (de 1945) y estaba dispuesto a tomar venganza en el momento que fuera. Un duelo pendiente” con Betancourt, así el guatireño estuviera muerto y enterrado. “En él había un conservadurismo profundo. Los residuos del positivismo que arrastraba le impidieron aceptar la democracia. Nunca le satisfizo el régimen democrático abierto. Nunca lo aceptó”.
Fue la insólita declaración con que inmediatamente después culminó esas palabras condenatorias lo que me hizo volver a Uslar y buscar desesperadamente su obra postrera, Golpe y Estado en Venezuela, para contrastarla con el asombro de mis propios ojos: “Golpe y Estado en Venezuela, de Arturo Uslar Pietri, es el libro más hijo de puta que se ha escrito en Venezuela en el último medio siglo. Uslar Pietri publicó ese libro casi para celebrar el madrugonazo del 4 de febrero de 1992, como si se hubiera propuesto la revancha del 18 de octubre de 1945”. Cita de seguidas las palabras de satisfacción con que Uslar agradece que “esos jóvenes muchachos” satisficieran el profundo anhelo de hacerle pagar a Carlos Andrés Pérez –no lo dice, pero pudo haberlo dicho: si hubiera sido preciso con sangre y al precio de su vida, que el hoy ministro de Interior y Justicia Rodríguez Torres, encargado de invadir el Táchira con el concurso del general Padrino dirigió entonces el vil ataque de artillería contra La Casona para asesinarlo a él y a toda su familia– “el disgusto creciente que la mayoría de la población, particularmente la clase media y los trabajadores, para no nombrar los marginales y los desempleados, venía manifestando en muchas formas ostensibles con respecto a la gestión del gobierno”.
Basta comparar “el disgusto creciente de la población” en aquellos tiempos con el de la hora actual, cuya represión llevada a cabo “por los jóvenes insurrectos del 4 de febrero” –una cáfila de ladrones, ambiciosos, desalmados y narcotraficantes– ya cuenta con más de 40 jóvenes hombres y mujeres asesinadas, miles de heridos y detenidos y la incalificable obra de traición a la patria de las mismas fuerzas armadas que quisieran entonces “satisfacer el disgusto creciente de la mayoría de la población” para medir en toda su amplitud la canallesca afirmación de un hombre que, como bien dice el mismo Consalvi, era el peor enemigo de sí mismo. Por ambiguo, por cobarde, por no atreverse a dar el salto al mundo que lo rodeaba.
Basta leer las primeras líneas de ese opúsculo infame para sentir la hipocresía, el doble lenguaje, el pisabajismo de quien traviste su profundo rencor y odio contra la democracia, en la que jamás se sintiera a sus anchas, con la hiperbórea grandilocuencia del sabihondo. Honda y profundamente positivista como era y convencido de que los venezolanos habían nacido para ser mantenidos en vereda bajo el mando de un gendarme necesario. El que muchos creyeron encontrar en Chávez, para dar con el monigote que hoy nos hunde en los abismos.
Visto el fracaso de la felonía que aplaude y agradece, consideró que escribir ese libro para justificar el crimen debía culminar con un párrafo supremo, convertido en portaestandarte del golpismo irredento cuya verdad estamos conociendo en sus más íntimas entrañas:
“Muchos hemos pensado que el actual presidente de la República –se refiere a quien venía de librarse de un magnicidio luego de ser aclamado en Ginebra como el presidente más exitoso del año– debe asumir plenamente su parte de responsabilidad, que es grande en esta emergencia y que, junto con la voluntad de coadyuvar eficazmente a que se hagan los cambios, tenga la suficiente convicción republicana para ofrecer su renuncia, en el momento oportuno, como parte de esta gran empresa de rectificación política”. Postrarse primero ante el golpismo y luego cortarse la cabeza para ofrecerla a la canalla en gesto de mortuoria amistad.
Imposible desmentir a Simón Alberto Consalvi: sólo en el libro más hijo de puta escrito en la era democrática podía un anciano consumido por el odio y el rencor achacarle parte de responsabilidad en un golpe de Estado a quien había sido su principal víctima. Y sin darle un respiro, exigirle su dimisión. La historia nos ha dado el triste privilegio de asistir a la prueba de la inmensa putada.
Arturo Uslar Pietri, Golpe y Estado en Venezuela, Editorial Norma, 1992, Caracas.
ANTONIO SANCHEZ GARCIA
El Nacional. Caracas, 2 de abril de 2014
“Golpe y Estado en Venezuela, de Arturo Uslar Pietri, es el libro más hijo de puta que se ha escrito en Venezuela en el último medio siglo".
No había leído, a pesar de haber buceado en su vasta obra poligráfica: literaria, histórica, política, y de haber escrito incluso artículos elogiosos en el centenario de su muerte (La pesada carga de su ausencia, el Papel Literario de El Nacional), el opúsculo Golpe y Estado en Venezuela, escrito al fragor encendido de la felonía de Hugo Chávez y en el mismo año en que Venezuela se desviara definitivamente y ya sin rumbo alternativo hacia la catástrofe: en el nefasto y sangriento año de 1992, por el santón de la República de nuestras letras, el laureado y venerable doctor Arturo Uslar Pietri.
Hasta entonces sabía lo que todos los venezolanos medianamente educados saben: que descendía en línea directa del general Uslar, llegado de Hannover, entonces principado inglés en tierras germanas, a respaldar a Bolívar; había amamantado del gomecismo; formaba parte de las correrías de sus hijos por las sombreadas arboledas de Maracay; que era la máxima conciencia de sus herederos y el intelectual orgánico por excelencia del posgomecismo. Que había ocupado los más altos cargos del medinismo, hasta convertirse en su delfín y que solo accidentes del destino –ni ser militar ni haber nacido en el Táchira– lo habían sacado del juego político de la sucesión a la que parecía predestinado. Antes de cumplir los 40 años y a pesar de haber llegado a ser el funcionario perfecto de una República imperfecta: culto, educado, prestigiado y famoso en el mundo de las letras hispanoamericanas, desde que escribiera en París una obra señera que rompería los esquemas del costumbrismo que aletargaba la polvorienta novela de los tiempos y recibiera los elogios unánimes de la crítica: Las lanzas coloradas.
Y sabía desde luego lo que ningún venezolano de mediana edad y enterado de los avatares y vaivenes de nuestras dictaduras desconoce: que Rómulo Betancourt lo sometió al Jurado de Responsabilidad Civil, lo marcó con el descrédito de la ofensa, lo metió en el saco de la corrupción y las iniquidades atribuidos, en muchos casos con sobradas razones –como el del ladronzuelo que pariera a Rangel Vale–, a la espantosa tiranía gomecista, en otras con saña e injusticia, como el suyo, según lo recordara con indignada arrogancia en una célebre carta escrita en 1946 y dirigida a Rómulo Betancourt, el mediocre demagogo de sus enconos. Decir que sufrió del destierro, como quienes lo condenaran después de ser perseguidos y aherrojados por Juan Vicente Gómez, sería un abuso de la escritura. Vivió en Estados Unidos, protegido por intelectuales de grandes influencias en el establecimiento académico norteamericano, y como no era tampoco un desarbolado y zarrapastroso vagabundo de oprobios y tendría sus bienes –jamás sería un pobre– no careció de un buen pasar, si bien a la sombra despechada de la amargura.
Sabía más: que llevado por el ejemplo del entendimiento entre españoles mucho tiempo antes de la trágica contienda fratricida había decidido luego de la caída de Pérez Jiménez tenderle una mano a su principal enemigo, Betancourt y Acción Democrática, y vincularse al esfuerzo del Pacto de Puntofijo fundando un partido y aspirando a la Presidencia de la República. Con un saldo por cierto lisonjero: obtener la primera mayoría en las grandes capitales –es un decir– y una abrumadora derrota en los lejanos territorios de la incultura y la ignorancia de la Venezuela rural, que aún resoplaba. No fue Chávez el inventor del uso despiadado de la ignorancia y la marginalidad como instrumento de estética cirugía política.
Lo que supe después del 4 de febrero de 1992 ya olía a resurrección de las venganzas, a rencores del pasado disfrazados de catonazgo republicano. A trasnochadas pero venenosas lamentaciones de Job. Sus artículos en El Nacional y algunos avisos pagados de gran formato, acompañado de lo que se dio en llamar un acrisolado grupo de notabilidades, mostraban la garras de una fiereza descarnada: los señorones del pasado desempolvaban sus lanzas coloradas y se lanzaban al ataque del eslabón más débil de la cadena con una furia de guerra a muerte. No se detendrían en su empeño hasta cortarle la cabeza al espantajo de todos los rencores y exhibirla desde el balcón del pueblo cuando ya era demasiado tarde para deshacer entuertos. Sin querer queriendo, y tras la satisfacción de un odio cainita, había servido de palafrenero del Boves de la circunstancia para reconocer entonces con espanto, ya cometido el crimen y hecho el gran daño, que el vengador de sus injurias no era más que un pobre diablo, un ignorante, un payaso. Para poco después, en una triste jugada del destino, morirse irremediablemente.
Simón Alberto Consalvi, que en sus notables conversaciones con Ramón Hernández –Contra el olvido– dedica páginas de su renacentista perspicacia y su profundo conocimiento de la historia y sus hombres a la errática figura del convidado de piedra a la mesa del golpismo, asegura que el 4 de febrero pilló a Uslar con “la resaca del 18 de Octubre (de 1945) y estaba dispuesto a tomar venganza en el momento que fuera. Un duelo pendiente” con Betancourt, así el guatireño estuviera muerto y enterrado. “En él había un conservadurismo profundo. Los residuos del positivismo que arrastraba le impidieron aceptar la democracia. Nunca le satisfizo el régimen democrático abierto. Nunca lo aceptó”.
Fue la insólita declaración con que inmediatamente después culminó esas palabras condenatorias lo que me hizo volver a Uslar y buscar desesperadamente su obra postrera, Golpe y Estado en Venezuela, para contrastarla con el asombro de mis propios ojos: “Golpe y Estado en Venezuela, de Arturo Uslar Pietri, es el libro más hijo de puta que se ha escrito en Venezuela en el último medio siglo. Uslar Pietri publicó ese libro casi para celebrar el madrugonazo del 4 de febrero de 1992, como si se hubiera propuesto la revancha del 18 de octubre de 1945”. Cita de seguidas las palabras de satisfacción con que Uslar agradece que “esos jóvenes muchachos” satisficieran el profundo anhelo de hacerle pagar a Carlos Andrés Pérez –no lo dice, pero pudo haberlo dicho: si hubiera sido preciso con sangre y al precio de su vida, que el hoy ministro de Interior y Justicia Rodríguez Torres, encargado de invadir el Táchira con el concurso del general Padrino dirigió entonces el vil ataque de artillería contra La Casona para asesinarlo a él y a toda su familia– “el disgusto creciente que la mayoría de la población, particularmente la clase media y los trabajadores, para no nombrar los marginales y los desempleados, venía manifestando en muchas formas ostensibles con respecto a la gestión del gobierno”.
Basta comparar “el disgusto creciente de la población” en aquellos tiempos con el de la hora actual, cuya represión llevada a cabo “por los jóvenes insurrectos del 4 de febrero” –una cáfila de ladrones, ambiciosos, desalmados y narcotraficantes– ya cuenta con más de 40 jóvenes hombres y mujeres asesinadas, miles de heridos y detenidos y la incalificable obra de traición a la patria de las mismas fuerzas armadas que quisieran entonces “satisfacer el disgusto creciente de la mayoría de la población” para medir en toda su amplitud la canallesca afirmación de un hombre que, como bien dice el mismo Consalvi, era el peor enemigo de sí mismo. Por ambiguo, por cobarde, por no atreverse a dar el salto al mundo que lo rodeaba.
Basta leer las primeras líneas de ese opúsculo infame para sentir la hipocresía, el doble lenguaje, el pisabajismo de quien traviste su profundo rencor y odio contra la democracia, en la que jamás se sintiera a sus anchas, con la hiperbórea grandilocuencia del sabihondo. Honda y profundamente positivista como era y convencido de que los venezolanos habían nacido para ser mantenidos en vereda bajo el mando de un gendarme necesario. El que muchos creyeron encontrar en Chávez, para dar con el monigote que hoy nos hunde en los abismos.
Visto el fracaso de la felonía que aplaude y agradece, consideró que escribir ese libro para justificar el crimen debía culminar con un párrafo supremo, convertido en portaestandarte del golpismo irredento cuya verdad estamos conociendo en sus más íntimas entrañas:
“Muchos hemos pensado que el actual presidente de la República –se refiere a quien venía de librarse de un magnicidio luego de ser aclamado en Ginebra como el presidente más exitoso del año– debe asumir plenamente su parte de responsabilidad, que es grande en esta emergencia y que, junto con la voluntad de coadyuvar eficazmente a que se hagan los cambios, tenga la suficiente convicción republicana para ofrecer su renuncia, en el momento oportuno, como parte de esta gran empresa de rectificación política”. Postrarse primero ante el golpismo y luego cortarse la cabeza para ofrecerla a la canalla en gesto de mortuoria amistad.
Imposible desmentir a Simón Alberto Consalvi: sólo en el libro más hijo de puta escrito en la era democrática podía un anciano consumido por el odio y el rencor achacarle parte de responsabilidad en un golpe de Estado a quien había sido su principal víctima. Y sin darle un respiro, exigirle su dimisión. La historia nos ha dado el triste privilegio de asistir a la prueba de la inmensa putada.
Arturo Uslar Pietri, Golpe y Estado en Venezuela, Editorial Norma, 1992, Caracas.
María Teresa Romero: Al diálogo sin miedo
Al diálogo sin miedo
MARIA TERESA ROMERO
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
Es esencial que en este diálogo el movimiento estudiantil sea parte realmente activa...
Adentro y fuera de Venezuela continúan las presiones para que el gobierno y la oposición inicien un diálogo bajo una mediación internacional. Ya Nicolás Maduro -a regañadientes- y la MUD han manifestado su acuerdo con que el enviado del Vaticano sea el "testigo". Ojalá se concrete. No hay que temerle al diálogo aunque parezca imposible y aunque sepamos que el gobierno tratará de manipularlo a su favor. Al final, quien trampea pierde.
Pero que el diálogo no sea bajo la conferencia de paz gubernamental, sino bajo una real mediación internacional; el mecanismo más apropiado para ayudar a resolver el largo y complejo conflicto existente entre un gobierno que pretende imponer por todos los medios un sistema neocomunista no establecido en la Constitución y una sociedad democrática -la mayoría del país- que lo adversa. Solo así se podrá construir un sólido y duradero acuerdo entre las partes, que debería incluir un gobierno de transición o, si no es posible, la celebración de un referéndum revocatorio presidencial en condiciones transparentes y justas.
Como mediador, el cardenal Pietro Parolin garantiza la confianza, imparcialidad y objetividad necesarias. Es el mejor para propiciar una mediación eficaz ayudando a diseñar y monitorear una agenda de negociación pertinente y un diálogo franco y respetuoso, en que las dos partes sean consideradas como iguales.
Es esencial que en este diálogo el movimiento estudiantil, protagonista de las protestas y víctima de la brutal represión oficial, sea parte realmente activa junto a la dirigencia política reunida en la MUD y otros representantes de la sociedad civil. Sin ellos, cualquier diálogo fracasará.
Además, el diálogo debe tener un mínimo de condiciones previas como son la liberación de todos los estudiantes detenidos durante las protestas y de los presos políticos, empezando por López y Simonovis; la garantía de justicia para todas las víctimas de la represión; y el desarme y desmovilización verificable de los grupos paramilitares denominados "colectivos".
Matero1955@hotmail.com
MARIA TERESA ROMERO
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
Es esencial que en este diálogo el movimiento estudiantil sea parte realmente activa...
Adentro y fuera de Venezuela continúan las presiones para que el gobierno y la oposición inicien un diálogo bajo una mediación internacional. Ya Nicolás Maduro -a regañadientes- y la MUD han manifestado su acuerdo con que el enviado del Vaticano sea el "testigo". Ojalá se concrete. No hay que temerle al diálogo aunque parezca imposible y aunque sepamos que el gobierno tratará de manipularlo a su favor. Al final, quien trampea pierde.
Pero que el diálogo no sea bajo la conferencia de paz gubernamental, sino bajo una real mediación internacional; el mecanismo más apropiado para ayudar a resolver el largo y complejo conflicto existente entre un gobierno que pretende imponer por todos los medios un sistema neocomunista no establecido en la Constitución y una sociedad democrática -la mayoría del país- que lo adversa. Solo así se podrá construir un sólido y duradero acuerdo entre las partes, que debería incluir un gobierno de transición o, si no es posible, la celebración de un referéndum revocatorio presidencial en condiciones transparentes y justas.
Como mediador, el cardenal Pietro Parolin garantiza la confianza, imparcialidad y objetividad necesarias. Es el mejor para propiciar una mediación eficaz ayudando a diseñar y monitorear una agenda de negociación pertinente y un diálogo franco y respetuoso, en que las dos partes sean consideradas como iguales.
Es esencial que en este diálogo el movimiento estudiantil, protagonista de las protestas y víctima de la brutal represión oficial, sea parte realmente activa junto a la dirigencia política reunida en la MUD y otros representantes de la sociedad civil. Sin ellos, cualquier diálogo fracasará.
Además, el diálogo debe tener un mínimo de condiciones previas como son la liberación de todos los estudiantes detenidos durante las protestas y de los presos políticos, empezando por López y Simonovis; la garantía de justicia para todas las víctimas de la represión; y el desarme y desmovilización verificable de los grupos paramilitares denominados "colectivos".
Matero1955@hotmail.com
Fernando Mires: La subversión antidemocrática del siglo XXI
La subversión antidemocrática del siglo XXI
FERNANDO MIRES
POLIS. 1 de abril de 2014
el binomio Cabello/Maduro, sin el encanto populista del comandante finito, solo tiene dos alternativas: O dialoga de igual a igual con una oposición cada vez más creciente, o elige la vía ultrarepresiva de las antiguas dictaduras militares. En cierto modo, Diosdado Cabello, co-gobernante fáctico de Venezuela, ya eligió la segunda alternativa.
No, no se trata de una analogía. No en todo caso de una que tome elementos sueltos y construya similitudes ignorando diferencias entre dos o más fenómenos paralelos. Es algo distinto. Se trata de constatar como en lugares diferentes del planeta está teniendo lugar una subversión en contra del difícil avance de la democracia.
En cierto modo, Diosdado Cabello, co-gobernante fáctico de Venezuela, ya eligió la segunda alternativa.
FERNANDO MIRES
POLIS. 1 de abril de 2014
el binomio Cabello/Maduro, sin el encanto populista del comandante finito, solo tiene dos alternativas: O dialoga de igual a igual con una oposición cada vez más creciente, o elige la vía ultrarepresiva de las antiguas dictaduras militares. En cierto modo, Diosdado Cabello, co-gobernante fáctico de Venezuela, ya eligió la segunda alternativa.
No, no se trata de una analogía. No en todo caso de una que tome elementos sueltos y construya similitudes ignorando diferencias entre dos o más fenómenos paralelos. Es algo distinto. Se trata de constatar como en lugares diferentes del planeta está teniendo lugar una subversión en contra del difícil avance de la democracia.
No estamos hablando de un hecho nuevo. En cierto modo siempre ha sido así desde que en los EEUU primero, en Francia después, estallaron las “revoluciones madres” que dieron origen al occidente político de nuestro tiempo. A partir de ese momento las contrarevoluciones antidemocráticas no han cesado, una tras otra, de suceder. Pero hasta ahora, pese a terribles derrotas parciales, los principios políticos declarados en los EEUU (1776) y renacidos en las calles de París (1789), han terminado por sentar su hegemonía en el mundo.
Desde una perspectiva macro-histórica, la Santa Alianza contraída por Austria, Rusia y Prusia (1815) pretendió erigirse como el primer dique de contención en contra del proyecto democrático nacido en dos continentes. Pero fueron las dos grandes contrarevoluciones antidemocráticas del siglo XX, la nazi y la estalinista, las que estuvieron a punto de cerrar definitivamente el ciclo democrático en Europa. Mas, pese a millones y millones de muertos, no lo lograron.
El nazismo fue aplastado por una alianza militar inter-continental. El estalinismo comenzó a desmoronarse en la década de los sesenta gracias al “deshielo” de Nikita Kruchev. Las rebeliones democráticas habidas en Polonia, Hungría y la RDA durante la década de los cincuenta, y en Checoeslovaquia en 1968, antecedieron a la segunda ola revolucionaria que culminó con la caída del Muro de Berlín (1990). Gorbachov hubo de extender el acta de defunción del comunismo mundial. China se transformó en la segunda potencia capitalista. Las reformas del húngaro Kadar, las sublevaciones de Solidarnosc y Valesa en Polonia, Carta 77 y Havel en Checoeslovaquia, y otras similares, parecieron consagrar a la democracia en Europa Central y del Este.
En América Latina a su vez, coincidiendo (de modo no casual) con el derribamiento de las tiranías comunistas europeas, tuvo lugar el declive de las dictaduras militares de Seguridad Nacional (primero en Brasil, después en Uruguay, Chile y Argentina). Hacia fines del siglo XX con excepción de Cuba –al igual que Corea del Norte, una reliquia de la Guerra Fría– ya no había más dictaduras latinoamericanas. El continente de los militares golpistas parecía seguir -y no por primera vez- el ejemplo europeo. No pocos pensaron que estábamos llegando al “fin de la historia”. Evidentemente, no fue así. Aún falta largo trecho por recorrer.
Los primeros decenios del siglo XXl amanecieron marcados con el signo de la contrarrevolución antidemocrática. En algunos países de Europa del Este, particularmente en Hungría y Rumania, fuerzas retrógradas se han hecho del poder. La mayoría de las repúblicas que constituían la antigua URSS han caído bajo la férula de feroces autocracias, y Putin no oculta su proyecto de restaurar el antiguo imperio sobre la base de la Federación Euroasiática formada inicialmente por Rusia, Bielorrusia y Kasajastán. Georgia ya fue anexada a sangre y fuego (2008) y Crimea es solo el comienzo de un proyecto de apropiación territorial de Ucrania por parte de la Rusia de Putin.
La Rusia pro-europea de Gorbachov y Jelzin ha llegado a su fin. La Rusia de Putin es una nación que práctica –lo dijo muy bien Ángela Merkel- una política imperial del siglo XlX. Le faltó agregar: “pero con las armas del siglo XXl”.
No es casualidad que los aliados extra-continentales más fieles a Putin sean dos gobiernos profundamente antidemocráticos: el del carnicero Asad de Siria y el del binomio pro-dictatorial Cabello/ Maduro en Venezuela.
El sistema político venezolano fundado por Chávez se parece como una gota de agua a otra, al fundado por Putin. En ambos el Estado ha sido secuestrado por el gobierno; los poderes públicos han sido sometidos al ejecutivo; los poderes fácticos, particularmente los militares, dominan por sobre los constitucionales; los grupos para-militares hacen el trabajo sucio de la policía oficial; los sistemas de represión, delación y espionaje han sido perfeccionados: en Rusia, gracias al andamiaje totalitario en el cual se formó el mismo Putin y en Venezuela, gracias a los servicios de “inteligencia” que proporciona Cuba. Y no por último, en las elecciones, los opositores han debido enfrentar no a candidatos opuestos, sino a todo el aparato electoral del Estado.
Del mismo modo, la similitud en la política exterior que practican ambos gobiernos es notable. No hay tirano en la tierra que no sea amigo de ambos. A la vez, mientras Rusia es el centro de un conjunto de satélites subsidiados desde Moscú, Venezuela es el centro de una alianza conformada por los países del ALBA. Mientras Putin usa el gas como arma estratégica para neutralizar a las naciones de Europa, Cabello/Maduro usa el petróleo en América Latina.
Por cierto, hay algunas diferencias. La principal radica en que mientras Putin enfrenta a un conglomerado de naciones en las cuales la democracia ha echado raíces profundas, el binomio Cabello/Maduro recibe el apoyo de naciones en las cuales el ideal democrático es todavía muy superficial. Pero a la inversa, mientras Putin ha logrado por el momento aplastar a la oposición democrática interna, el binomio Cabello/Maduro, sin el encanto populista del comandante finito, solo tiene dos alternativas: O dialoga de igual a igual con una oposición cada vez más creciente, o elige la vía ultrarepresiva de las antiguas dictaduras militares.
Elides Rojas: Escuchar a Maduro: una vez basta
Escuchar a Maduro: una vez basta
ELIDES J. ROJAS L.
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
ELIDES J. ROJAS L.
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
Para qué más. Todos sus discursos son igualitos. Nada nuevo. Tiene un esquema copiado del comandante fallecido y lo repite, independientemente del tema que convoque para la cadena o el acto público. Por eso mucha gente, que por su profesión no tenga obligación de oírlo, prefiere no hacerlo. Así lo dicen en las redes sociales o en cualquier parte. "Para qué lo escuchan, pierden su tiempo. Es pura tonterías. Es un Chávez tapa amarilla". Puede que tengan razón.
Pero vale la pena entonces hacer una reproducción de un discurso típico de Maduro, leerlo y listo. La tarea queda hecha. Escucharlo una vez es escucharlo mil veces. Da lo mismo.
"Qué gentío. Pura revolución en la calle. Déjenme sacar los binoculares. ¡Caramba, qué gentío! Hagan una ola. Allá viene. ¡Qué bueno! Que los escuálidos vean que somos mayoría. Vamos a cadena. Bienvenida la cadena. Estamos reunidos aquí (dar lugar) para hablar de (decir el tema). Pero antes vamos a cantar el himno nacional en la voz del comandante eterno, Hugo Chávez Frías. ¡Más fuerte! ¡Bravo!
Hay que recordar que esta es una revolución pacífica, pero armada. Le acabo de ordenar al generalísimo Pedro Cavas Barca de San Felipe, Yaracuy, que organice para este fin de semana la fiesta de las paticas de cochino. Cochino para el pueblo. Todos a comer paticas en Los Próceres. Militares y pueblo unidos. Es una revolución cívico-militar. Por cierto, ayer andaba por ahí el patiquín, el jefe de los pelucones, reparando escuelas. Eso es lo que dice. En realidad anda armando guarimbas. Preso lo vamos a meter. La Fiscalía tiene que actuar contra (poner nombre según la ocasión) otro malandro vende patria. Desgraciados, cerdos, come moco, burgueses. Los anda buscando el gorila a todos.
Aprovecho este acto para aprobar un millardo de millardos de bolívares fuertes para la creación de la misión (poner nombre según el momento). ¿Están de acuerdo? Pues aprobado.
Más eficiencia. Yo ordené un plan especial que ya arrancó (mencionar cualquier plan, dependiendo del lugar del evento). Estaré vigilando. Seré el primer gerente de este proyecto. Revolución eficiente. Esa es la orden. Tú. La chiquita. ¿Cómo te llamas? La que tiene los ojitos de micomandantesupremoinfinito en su pecho, glorioso pecho venezolano. De Barinas. ¡Qué bueno! Tienes cara de prócer como mi comandante eterno que también nació allá. Convoco entonces una marcha en Barinas en homenaje a Chávez y su legado. Para este sábado. Todos allá a las nueve de la mañana. Le pido al generalísimo Paco Varas Secas que la organice. Una marcha con los militares socialistas, revolucionarios, antiimperialistas y chavistas. Lleven sus franelas rojas.
He dicho, cará... ".
erojas@eluniversal.com / Twitter: @ejrl
Pero vale la pena entonces hacer una reproducción de un discurso típico de Maduro, leerlo y listo. La tarea queda hecha. Escucharlo una vez es escucharlo mil veces. Da lo mismo.
"Qué gentío. Pura revolución en la calle. Déjenme sacar los binoculares. ¡Caramba, qué gentío! Hagan una ola. Allá viene. ¡Qué bueno! Que los escuálidos vean que somos mayoría. Vamos a cadena. Bienvenida la cadena. Estamos reunidos aquí (dar lugar) para hablar de (decir el tema). Pero antes vamos a cantar el himno nacional en la voz del comandante eterno, Hugo Chávez Frías. ¡Más fuerte! ¡Bravo!
Hay que recordar que esta es una revolución pacífica, pero armada. Le acabo de ordenar al generalísimo Pedro Cavas Barca de San Felipe, Yaracuy, que organice para este fin de semana la fiesta de las paticas de cochino. Cochino para el pueblo. Todos a comer paticas en Los Próceres. Militares y pueblo unidos. Es una revolución cívico-militar. Por cierto, ayer andaba por ahí el patiquín, el jefe de los pelucones, reparando escuelas. Eso es lo que dice. En realidad anda armando guarimbas. Preso lo vamos a meter. La Fiscalía tiene que actuar contra (poner nombre según la ocasión) otro malandro vende patria. Desgraciados, cerdos, come moco, burgueses. Los anda buscando el gorila a todos.
Aprovecho este acto para aprobar un millardo de millardos de bolívares fuertes para la creación de la misión (poner nombre según el momento). ¿Están de acuerdo? Pues aprobado.
Más eficiencia. Yo ordené un plan especial que ya arrancó (mencionar cualquier plan, dependiendo del lugar del evento). Estaré vigilando. Seré el primer gerente de este proyecto. Revolución eficiente. Esa es la orden. Tú. La chiquita. ¿Cómo te llamas? La que tiene los ojitos de micomandantesupremoinfinito en su pecho, glorioso pecho venezolano. De Barinas. ¡Qué bueno! Tienes cara de prócer como mi comandante eterno que también nació allá. Convoco entonces una marcha en Barinas en homenaje a Chávez y su legado. Para este sábado. Todos allá a las nueve de la mañana. Le pido al generalísimo Paco Varas Secas que la organice. Una marcha con los militares socialistas, revolucionarios, antiimperialistas y chavistas. Lleven sus franelas rojas.
He dicho, cará... ".
erojas@eluniversal.com / Twitter: @ejrl
Angel Oropeza: La "paz" como estrategia de mercadeo
La "paz" como estrategia de mercadeo
ANGEL OROPEZA
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
La "paz" se ha vuelto la palabra de moda para el modelo de dominación madurocabellista, casi tanto como "revolución" e "imperio", vocablos que hasta ahora dominaban en frecuencia el léxico gubernamental. Por supuesto, nunca tanto como el nombre y apellidos del comandante eterno, el mismo que necesita ser mantenido con vida artificial a punta de intoxicación mediática colectiva, so pena que el actual experimento político pierda toda identidad y referencia. Pero apartando las referencias al supremo líder sideral, la "paz" se ha convertido en un auténtico "cliché verbal", a decir del amigo Leonardo Padrón. Es el nuevo vocablo consentido de la retórica oficialista en estos días de dolor y sangre.
¿Cómo concibe el Gobierno la "paz"? Un simple análisis de contenido de los discursos y peroratas de nuestra oligarquía dirigente, arroja que para ellos "paz" se limita solo a dos acepciones: una, como "vuelta a la normalidad", y la otra como "orden". En la primera, se asume que la situación que ha venido viviendo Venezuela (la tasa de homicidios más alta de la región y entre las 3 más altas del mundo, la inflación más elevada del planeta, los índices de escasez más graves de todo el continente, sin contar el estado agónico de los sistemas de salud, educación, infraestructura y servicios) se traduce como "normal", y de lo que se trata es de volver a ella como quien regresa a la más placentera y envidiable de las condiciones humanas. Y la segunda acepción parte del falso principio que "paz" es igual a todo el mundo calladito y quieto. La misma paz que pregonaba Juan Vicente Gómez. La paz preferida de Pérez Jiménez. La paz que enarbolaba Pinochet. La paz de los cuarteles y de los cementerios.
Así, dada su estrechez de miras y su indigencia intelectual, para el madurocabellismo "paz" es solo ausencia de conflictos, desconociendo que los conflictos son la expresión natural e inevitable de toda sociedad plural, la cual requiere –justamente por ello- de gobiernos que sepan administrar las diferencias para convertirlas en la fuerza que la impulse hacia el progreso y la superación continuas.
Pero, además, esta concepción limitada y primitiva de "paz" les permite derivar en otros productos argumentales, como aquellos de que quienes se oponen al Gobierno están movidos por el odio, mientras que quienes dirigen el aparato represor del Estado lo hacen inspirados por el más puro y virginal de los amores.
En función de esa interesada y útil concepción cuartelaría de "paz", se ha emprendido una gigantesca campaña de mercadeo publicitario para intentar vender esa idea restringida según la cual, si quieres la paz, cállate, ponte firme, y deja que la normalidad del caos en que vivimos siga su curso.
Pero la trampa de esa estrategia de mercado no está solo en asociar "paz" con lo que el madurocabellismo quiere que signifique, sino que aceptarla implica asumir que aquí hay una guerra. ¡Falso! Aquí no hay guerra, lo que hay es una represión severa y una violación masiva y generalizada de los derechos humanos, como respuestas soldadescas a unas manifestaciones legítimas de descontento.
Por eso lo democrático e inteligente es rebelarse contra la manipulación militarista de la palabra "paz" que intenta vender la estrategia oficialista, porque ello es caer en el juego del gobierno de consentir que aquí hay una guerra.
De lo que se trata no es de "reestablecer" la paz -porque lo que el Gobierno ha instaurado con sus políticas en nuestro país no es más que caos- sino de "construir" la paz. Y la paz se construye, de manera concreta, sólo a través de la lucha por las condiciones sociales, económicas y políticas que la hagan posible. No es una paz abstracta, para los discursos y las proclamas: es la paz concreta que se traduce en la posibilidad de una vida digna para todos sin excepción. No es la paz de la tranquilidad cuartelaría, es la paz que surge de que aprendamos a vivir juntos quienes pensamos distinto.
¿Cuáles son estas condiciones? ¿Cuáles son las propuestas de los diferentes sectores sociales para construir la paz? Ayudar a identificarlas, a reunirlas, a engranarlas, a darles viabilidad y concreción, es parte de la tarea que hay que asumir.
El reto de quienes queremos un país distinto no es presentar "propuestas de paz", sino propuestas concretas que ayuden a solucionar los inmensos problemas sociales, y que conecten con el creciente descontento popular que germina – a paso de vencedores- en la mayoría de los hogares de nuestra Venezuela.
@angeloropeza182
ANGEL OROPEZA
El Universal. Caracas, 2 de abril de 2014
La "paz" se ha vuelto la palabra de moda para el modelo de dominación madurocabellista, casi tanto como "revolución" e "imperio", vocablos que hasta ahora dominaban en frecuencia el léxico gubernamental. Por supuesto, nunca tanto como el nombre y apellidos del comandante eterno, el mismo que necesita ser mantenido con vida artificial a punta de intoxicación mediática colectiva, so pena que el actual experimento político pierda toda identidad y referencia. Pero apartando las referencias al supremo líder sideral, la "paz" se ha convertido en un auténtico "cliché verbal", a decir del amigo Leonardo Padrón. Es el nuevo vocablo consentido de la retórica oficialista en estos días de dolor y sangre.
¿Cómo concibe el Gobierno la "paz"? Un simple análisis de contenido de los discursos y peroratas de nuestra oligarquía dirigente, arroja que para ellos "paz" se limita solo a dos acepciones: una, como "vuelta a la normalidad", y la otra como "orden". En la primera, se asume que la situación que ha venido viviendo Venezuela (la tasa de homicidios más alta de la región y entre las 3 más altas del mundo, la inflación más elevada del planeta, los índices de escasez más graves de todo el continente, sin contar el estado agónico de los sistemas de salud, educación, infraestructura y servicios) se traduce como "normal", y de lo que se trata es de volver a ella como quien regresa a la más placentera y envidiable de las condiciones humanas. Y la segunda acepción parte del falso principio que "paz" es igual a todo el mundo calladito y quieto. La misma paz que pregonaba Juan Vicente Gómez. La paz preferida de Pérez Jiménez. La paz que enarbolaba Pinochet. La paz de los cuarteles y de los cementerios.
Así, dada su estrechez de miras y su indigencia intelectual, para el madurocabellismo "paz" es solo ausencia de conflictos, desconociendo que los conflictos son la expresión natural e inevitable de toda sociedad plural, la cual requiere –justamente por ello- de gobiernos que sepan administrar las diferencias para convertirlas en la fuerza que la impulse hacia el progreso y la superación continuas.
Pero, además, esta concepción limitada y primitiva de "paz" les permite derivar en otros productos argumentales, como aquellos de que quienes se oponen al Gobierno están movidos por el odio, mientras que quienes dirigen el aparato represor del Estado lo hacen inspirados por el más puro y virginal de los amores.
En función de esa interesada y útil concepción cuartelaría de "paz", se ha emprendido una gigantesca campaña de mercadeo publicitario para intentar vender esa idea restringida según la cual, si quieres la paz, cállate, ponte firme, y deja que la normalidad del caos en que vivimos siga su curso.
Pero la trampa de esa estrategia de mercado no está solo en asociar "paz" con lo que el madurocabellismo quiere que signifique, sino que aceptarla implica asumir que aquí hay una guerra. ¡Falso! Aquí no hay guerra, lo que hay es una represión severa y una violación masiva y generalizada de los derechos humanos, como respuestas soldadescas a unas manifestaciones legítimas de descontento.
Por eso lo democrático e inteligente es rebelarse contra la manipulación militarista de la palabra "paz" que intenta vender la estrategia oficialista, porque ello es caer en el juego del gobierno de consentir que aquí hay una guerra.
De lo que se trata no es de "reestablecer" la paz -porque lo que el Gobierno ha instaurado con sus políticas en nuestro país no es más que caos- sino de "construir" la paz. Y la paz se construye, de manera concreta, sólo a través de la lucha por las condiciones sociales, económicas y políticas que la hagan posible. No es una paz abstracta, para los discursos y las proclamas: es la paz concreta que se traduce en la posibilidad de una vida digna para todos sin excepción. No es la paz de la tranquilidad cuartelaría, es la paz que surge de que aprendamos a vivir juntos quienes pensamos distinto.
¿Cuáles son estas condiciones? ¿Cuáles son las propuestas de los diferentes sectores sociales para construir la paz? Ayudar a identificarlas, a reunirlas, a engranarlas, a darles viabilidad y concreción, es parte de la tarea que hay que asumir.
El reto de quienes queremos un país distinto no es presentar "propuestas de paz", sino propuestas concretas que ayuden a solucionar los inmensos problemas sociales, y que conecten con el creciente descontento popular que germina – a paso de vencedores- en la mayoría de los hogares de nuestra Venezuela.
@angeloropeza182
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