domingo, 13 de julio de 2014

Antonio Sánchez García: La oposición democrática en la encrucijada

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Allea iacta es.
 La ruptura entre los dos bloques de poder a los que por la fuerza de los hechos han derivado los factores opositores al gobierno de Nicolás Maduro y al régimen castrochavista: por una parte, los partidos principales que hacen vida dentro de la llamada Mesa de Unidad Democrática  a saber, AD y PJ, y aquellos que propugnan lo que ha dado en llamarse La Salida, representados más que por partidos, por las figuras de Leopoldo López (Voluntad Popular), María Corina Machado (Vente) y Antonio Ledezma, (ABP) respaldados por otras figuras y partidos, algunas de las cuales aún permanecen dentro de la alianza de la MUD, parece consumada. Las recientes declaraciones de Henrique Capriles, Henry Ramos Allup, Ramón Guillermo Aveledo, Ramón José Medina, Gerardo Blyde y otros que se irán expresando en este embate coordinado contra los promotores de la llamada salida pretende precipitar un distanciamiento al parecer irreparable. Las diferencias entre ambas fuerzas parecen, por ahora, irreversibles. Es lo que pretenden y dejan traslucir las vehementes declaraciones mencionadas. La acumulación de epítetos descalificadores, que van desde la consabida e indiferenciada acusación de radicalismo “de lado y lado”, en la que personeros como Henrique Capriles insisten desde su repentino abandono de sus denuncias contra el fraude, hasta la de fascismo, actualizada por Henry Ramos Allup en sus más recientes declaraciones a un canal de televisión supuestamente independiente, no parecen querer parar mientes en las consecuencias de dichas acusaciones verbales que confunden lucha ideológica con guerra, y de las más sucias.
Como en toda guerra, y ésta comienza a adquirir los visos de una de ellas, así sea de baja intensidad y por ahora sin consecuencias físicas que lamentar, la primera víctima es la verdad. Vale decir: la moral. O la inmoralidad en sustentar la mentira. Nadie miente al afirmar que los dos partidos en cuestión y los personajes mencionados practican una política de declarado apaciguamiento, se niegan a reconocer la naturaleza dictatorial y tendencialmente totalitaria del régimen,  apuestan a resolver la crisis – sin definir su naturaleza, a no ser la precipitación de la incompetencia de un mal gobierno inmanente al sistema democrático, por deficitario que sea – mediante una progresiva acumulación de fuerzas y la medición electoral a ser resuelta en diciembre de 2019, a más de cinco años plazo. Pero más que una falacia es una imperdonable ofensa afirmar que los 45 jóvenes asesinados por la violencia policial del terrorismo de Estado, como consta a los 28 millones de venezolanos y a los factores democráticos del mundo entero, que han tenido ocasión de seguir los hechos por los medios internacionales, debidamente suspendidos o sancionados por el gobierno de Maduro, fueron víctimas de la decisión de Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, los tres principales inculpados por Capriles, Ramos Allup, Aveledo, Medina y Blyde al llamar a las protestas mediante acciones de callejera rebeldía perfectamente encuadradas en la Constitución Nacional contra gobierno y régimen. Que otra falacia, que bordea el sórdido terreno de la infamia, acaba de ser expresada incluso en tono de sarcasmo por uno de los máximos dirigentes de la MUD y destacado militante de Primero Justicia, al pretender que el encarcelamiento de Leopoldo López obedece a un plan perfectamente orquestado por el mismo López y que, siendo así, la MUD ni contempla plan alguno para exigir su liberación ni tendría por qué hacerlo.

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Tampoco es una falacia afirmar, como lo vienen haciendo los defensores de la estrategia que han denominado La Salida, que el diálogo convocado por el gobierno con el respaldo injerencista del Foro de Sao Paulo, de Unasur y las cancillerías de la región, y al que dichos sectores de la MUD se sumaran inmediatamente convocados después de desatada la carnicería de las fuerzas represoras del gobierno, militares y para militares,  y mientras ella se encontraba en pleno apogeo, no tuvo el más mínimo efecto positivo para el desarrollo de las fuerzas contestatarias, tales como suspender la represión,  liberar a los presos políticos, particularmente a los cientos de estudiantes encarcelados sin juicio previo y mediante la violación de todos sus derechos políticos y civiles, no digamos a Leopoldo López, que por lo dicho por Medina estaba preso y bien preso por propia decisión. Un diálogo que, como lo afirmara la Conferencia Episcopal Venezolana, que se retirara con las manos vacías, no tenía otro fin que fracturar y paralizar el movimiento insurgente en curso. Más nada.
Tampoco mienten quienes afirman que el fin último, único y exclusivo del diálogo al que se prestaron gustosamente los responsables máximos de la MUD era frenar las protestas y sostener y afirmar al gobierno dictatorial de Nicolás Maduro. Ni siquiera les importa a sus voceros reconocer que no se obtuvo satisfacción a ninguna de las legítimas exigencias políticas de corto, mediano y largo plazo que mal que bien se plantearon o bien pudieran haberse planteado, si es que existía el predicamento y la pretensión de que dicho diálogo era encaminarse a la paz, la normalización, la superación de la crisis y  la transición hacia un régimen democrático, incluso mediante la vía exclusiva de los procesos electorales: nombrar un nuevo CNE que obedeciera a la nueva correlación de fuerzas, liberar a todos los presos políticos – desde luego, en primerísimo lugar al rehén desde hace más de diez años del castrocomunismo hegemónico, Iván Simonovis, suerte de Huber Matus del castrismo venezolano, y obviamente a Leopoldo López – llevar a tribunales a los asesinos a bocajarro y a mansalva de muchachos y muchachas indefensas, redistribuir las comisiones del parlamento de acuerdo a los resultados de sus últimos comicios electorales y un largo etcétera que atendiera a las urgentes necesidades de nuestra población de más bajos recursos.
¿Se miente al señalar que ninguna de esas preocupaciones impulsaba a los dialogantes de la MUD encabezados por Capriles, Ramos Allup, Aveledo y otros a sentarse a la mesa de Miraflores, a salir con las manos vacías y a asegurar, en una prueba de intolerable entreguismo político y falta de moral ciudadana que siguen dispuestos a dialogar contra viento y marea, mientras se ceban en el ataque a los humillados y ofendidos de la Revolución de Febrero, sin tocar al dictador y su dictadura ni con el pétalo de una rosa?
¿Cómo sostener los esfuerzos unitarios con quienes no tienen el más mínimo empacho en traicionar los esfuerzos de cientos de miles de jóvenes, sus padres y madres y pueblos enteros, por reconstruir la Patria de sus ancestros, sin traicionarnos a nosotros mismos? Es la encrucijada en que nos encontramos.

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La piedra de tope que ha lanzado a millones de venezolanos a las dos orillas de un fatal desencuentro descansa en diferencias demasiado profundas, que hacen al análisis de nuestro pasado, al diagnóstico de la crisis que vivimos en el presente y a la visión de país al que aspiramos, situados, como estamos, en medio de una de las más profundas, si no la más profunda crisis existencial de nuestra historia republicana. Que afecta a la esencia de la venezolanidad y que vuelve a recapitular sobre lo que fuimos, lo que somos y lo que pretendemos llegar a ser. Por decirlo filosóficamente: en el Ser y en el Tiempo de la venezolanidad.
Puede que el tumor más maligno de esta crisis de orden terminal, por ahora diseminada por todo nuestro cuerpo social y supuestamente incurable, radique en el peso sobre determinante del militarismo caudillesco, salvaje y corruptor que impide, desde los tiempos fundacionales y los graves errores y desaciertos de nuestros padres fundadores, la auténtica emancipación de una civilidad capaz de asumir las riendas de nuestra sociedad y enrumbarla hacia la civilización y no a la reiteración cíclica de la barbarie. Que otro de esos males de profunda raigambre y odiosa reiteración sea la subordinación de la civilidad política al poder omnipotente de las armas, conformada en la recompensa mediante la inescrupulosa administración y disfrute del botín petrolero que desde La Rosa acicatea el deseo de hacerse con el control del Estado. No para avanzar en la construcción de la Nación, sino en el escandaloso expolio con fines de enriquecimiento personal y creación de nuevos núcleos oligárquicos. Enfermedad esta última hecha parte consustancial de nuestros complejos y desviaciones desde los años en que hiciera su irrupción la inconmensurable riqueza petrolera durante la dictadura del general Gómez. Profundamente articulada con dicha administración y expoliación de nuestros recursos, la lucha feroz entre civiles agavillados para hacerse con el botín. Fin último y primero de la política venezolana de todos los tiempos.
No hay quien pueda negar que todas esas taras, esos vicios ancestrales y esas enfermedades genéticas han encontrado su mayor y perfecta expresión en el régimen imperante desde hace 14 años. Que el chavismo llevó el militarismo caudillesco, el saqueo inmisericorde de los bienes de la Nación, la corrupción y la degradación moral de millones y millones de venezolanos a su máxima  e intolerable expresión,  empujando la Patria al abismo de sus peores iniquidades. Y amenazando, incluso, con la disolución de la nacionalidad y la pérdida absoluta de su soberanía.
El desacuerdo de los pragmáticos, Ramos Allup, Henrique Capriles, Ramón Guillermo Aveledo y de todos quienes se muestran sumisos al régimen y dispuestos a acordar formas de connivencia frente a esta dolorosa realidad, que aceptan y acatan como simples datos inamovibles de nuestra pervertida sociedad - traza un abismo en nuestras diferencias. Ellos quisieran seguir hundidos en el fango. Nosotros liberarnos de las garras de nuestra maldición primigenia.
Es la dolorosa, compleja y aparentemente irresoluble encrucijada en que nos encontramos.
@sangarccs


Antonio Sánchez García
La oposición democrática en la encrucijada
El Nacional. Caracas, 13 de julio de 2014

Carlos Blanco: Tiempo de Palabra

Obertura 1814-2014Habrá que agradecer a los patriotas de 1814 que no oyeran a los que decían que, ante el avance de Boves y los demás carniceros que lo acompañaban, había que renunciar a la independencia del imperio español. Si los acontecimientos se vieran en la exclusiva perspectiva de un instante, el de ese 1814, alguien podría haber dicho que el objetivo no se había logrado y que, por tanto, había que abandonarlo y seguir en la conservación de los derechos de Fernando VII. Similar situación le ocurrió a Chávez en 1992: los objetivos no se habían conseguido, "por ahora" y ya se sabe que el hombre no cejó hasta alcanzarlos.

Igual puede argumentarse de "la salida" que tanto temblor causa. Se planteó al país que había que reemplazar el régimen actual de manera constitucional y lo más pronto que fuese posible, para lo cual se propusieron asambleas ciudadanas que discutieran los métodos (renuncia de Maduro, constituyente, referendos consultivo y revocatorio, etc.) que pudieran conducir a unas nuevas elecciones presidenciales anticipadas, con un CNE decente.

El hecho de que todavía no se haya logrado el objetivo, en 6 meses, no quiere decir que no sea correcto plantearlo ni que no se pueda lograr en un futuro relativamente inmediato, ante el colapso ya obvio del régimen. En el marco de la reconstrucción de la unidad opositora la forma, la táctica, los modos, pueden y deben variar, pero ya se admite -de acuerdo con el padre Luis Ugalde- que es una irresponsabilidad pretender que la actual situación continúe hasta las próximas elecciones de 2019.

No se puede obviar la secuencia histórica. Hubo cuatro hechos no conectados inicialmente entre sí que crearon las condiciones para el estallido de las firmes manifestaciones de descontento nacional: la protesta estudiantil de enero en Táchira y Mérida, el llamado a "la salida" realizado el 2 de febrero, la manifestación convocada por los dirigentes estudiantiles para el 12 de febrero -apoyada por toda la dirección política democrática, incluida la MUD- y lo que ocurrió después de terminar la manifestación de ese día, cuando agentes asesinaron a dos ciudadanos. Esta conjunción imprevista de circunstancias determinó que se descorriera el velo del malestar y estallara ese majestuoso levantamiento, principalmente de la juventud, en los primeros meses de 2014.

¿Errores? Sin duda los hay. Pero, jamás se pueden atribuir las muertes generadas por la represión a los opositores que apoyaron las protestas, enmarcadas como están en inalienables derechos ciudadanos. Hubo un despertar al terrible costo de muertes, heridos y presos generadas por la represión de lo que solo pocos dudan en calificar de dictadura. Se movilizó la opinión internacional y emergieron liderazgos. El diálogo finalmente frustrado se presentó como una tenue posibilidad bajo el estímulo de esas protestas, porque la comunidad internacional, alarmada ante la represión oficial, se movilizó.

La protesta ocurrió en el marco de una fragmentación de lo que había sido la unidad opositora. A la crisis de la calle se añadió el debate, muchas veces áspero y agrio, dentro de los demócratas. Sin embargo, puede decirse que hoy en todos los sectores de la oposición hay una voluntad de entendimiento y reestructuración unitaria que, sin duda, debe llevar a ajustes y rectificaciones por parte de todos.



LA OPINIÓN PÚBLICA. Alfredo Keller es un respetable estudioso de la opinión pública. Realizó una encuesta el segundo trimestre del año, cuyo trabajo de campo ocupó la segunda quincena del mes de mayo. Es una encuesta de cobertura nacional urbana rural de 1200 casos. Allí este estudio detectó un deterioro del régimen mientras se desarrollaron las protestas:

1. La crisis generalizada ha acentuado el tono de la demanda de cambios. Si hace un año (marzo 2013) 73% de la población creía que era necesario hacer cambios en el país, ahora tenemos 79%. Este crecimiento no es relevante como sí lo es el tono de la demanda pues de 33% que aspiraba a que esos cambios fueran "radicales" hemos pasado a 55%; esto es, un crecimiento en la intensidad de los cambios de 22%.

2. Para mayo de este año 48% dijo que lo que hay que cambiar es al gobierno mismo mientras que 46% decía que lo que hay que cambiar son las políticas a las que se le atribuye la crisis. De esta manera, 94% de los venezolanos coincide en que las cosas no son como debieran ser y eso es, prácticamente, todo el mundo, incluyendo a buena parte del chavismo.

3. El 55% de los venezolanos cree que no basta con cambiar los líderes sino que es necesario cambiar también el modelo del sistema político y económico.

4. Para lograr estos cambios necesarios 43% admite que no basta esperar a unas próximas elecciones sino que es necesario hacer exigencias y protestas de calle, indicador que muestra el elevado grado de legitimación de los eventos que han ocurrido en el país desde febrero. En este sentido, solo 13% dice de manera espontánea que el objetivo de la protesta es el de crear un caos o un colapso en el país, siendo ésta una respuesta típica del chavismo más radical.

5. No es de extrañar, por tanto, que 65% esté justificando las protestas de calle; justificación que comparte 95% de quienes se dicen opositores, 79% de independientes o neutrales y 29% de chavistas que, indiscutiblemente, también sufren la crisis.

6. Es evidente que la protesta ha bajado su intensidad en comparación con febrero y marzo pasados. No obstante, hay 39% de los ciudadanos (75% entre los opositores) que creen que las protestas deben mantenerse como medida de presión ante el Gobierno; especialmente porque 44% cree que el diálogo no conduce a nada (65% entre opositores, 36% entre neutrales y 29% entre chavistas).

7. Finalmente, sobre el tema de la violencia, la gran mayoría de los venezolanos (62%) responsabiliza al oficialismo de ser el causante de los muertos y heridos mientras que solo 25% lo atribuye a la oposición.



RECONSTRUCCIÓN. Ni las luchas sociales ni la unidad se diseñan en laboratorios. Parece paradójico, pero no lo es: la exigencia unitaria emerge cuando existe división o fragmentación. La unidad no es un sólido bloque de metal sino un flujo constituido por miríadas de encuentros y desencuentros; hay unidad cuando prevalecen los primeros y no la hay cuando prevalecen los segundos. Ha ocurrido muchas veces en esta larga lucha. Ahora se impone un nuevo momento unitario, todos los factores están conscientes de la gravedad del momento, y trabajan en esta dirección. Hay iniciativas que se discuten entre todos los partidos y organizaciones de la sociedad civil. Existe ánimo convergente. Hay conciencia del derrumbe y las fuerzas democráticas tienen que estar unidas para la transición. Transición que será posible y pacífica con la participación de dirigentes de ambas aceras del conflicto.

Twitter @carlosblancog


Carlos Blanco
Tiempo de Palabra
El Universal. Caracas, 13 de julio de 2014

Marta Colomina: Qué sabe Ramírez que tanto teme el Gobierno

Acreedores aprietan, la banca y organismos internacionales exigen disminución del gasto público

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Un Maduro desesperado porque cada semana las encuestas revelan una nueva caída del apoyo popular, anunció al país que "va a cambiarlo todo, a revisarlo todo para servir al pueblo", con el propósito de aplacar las protestas que ya no son solo estudiantiles, sino de empleados públicos, beneficiarios de las misiones y militantes del PSUV, a las que se une todo el país por la escasez inhumana de alimentos, medicinas y otros; por la falta de agua y electricidad; el colapso de la salud y por una criminalidad desatada que coloca a Venezuela como el segundo país más violento del mundo, según la ONU.

Los cambios por la inviabilidad del modelo que ha llevado al país a la ruina han sido sugeridos por organismos como el FMI, el BM y la banca internacional, a los que silenciosamente ha acudido el Gobierno, ahogado por los problemas cada vez más estallantes. La alta concentración de deuda de la nación y de Pdvsa en el último trimestre exigirá pagos por unos $7 mil millones. Maduro ha venido corriendo la arruga porque el Paquetazo que se verá obligado a aplicar triturará su menguante apoyo popular. Pero los muchos acreedores aprietan y la banca y organismos internacionales exigen disminución del gasto público, aumento de la gasolina, despidos masivos, reforma fiscal, unificación cambiaria (es decir, otra devaluación, peor que las anteriores). Hasta en Aporrea escriben que "lo que viene es feo".

La salida de Giordani fue vista como el preámbulo de una "movida de mata" para "cambiarlo todo". Periodistas y políticos muy "dateados" filtraron la información de que Nelson Martínez, presidente de Citgo, sería el nuevo presidente de Pdvsa y Rafael Ramírez ocuparía la Vicepresidencia, en sustitución de Arreaza. A Maduro le mostraron que en 1998 la producción de Pdvsa era de 3,5 millones de bpd y las exportaciones de Venezuela a EEUU en 1997 eran de 2 millones bpd. Hoy la producción está en 2,4 millones y las exportaciones a EEUU, el único que paga de contado, bajaron hasta 771.774/bd en marzo de 2014. Comprobó también la chapuza presentada por Ramírez a la AN con ingresos por $116.256 millones mientras que la auditoría de KPMG registra $113.979, es decir $2.277 menos; $192.492 millones de Patrimonio de Pdvsa en su Memoria y Cuenta a la AN y KPMG registra solo $84.486 millones, es decir, una alarmante diferencia de $18.600 millones. El maquillaje de los estados financieros de Pdvsa de 2013 es descrito por el economista Alexander Guerrero, corroborado por Bloomberg y agencia Reuters: "las ganancias de Pdvsa en 2013 fueron las más bajas de la historia" a pesar del barril a $100. Pdvsa "vende" al quebrado BCV en $12 mil millones, una parte de sus acciones en una empresa aurífera fantasma (ENA), que le permitieron tener unas utilidades falsas. El Estado cómplice, a través de una ley especial, le regala a Pdvsa esa corporación minera, "empresa de papel que no produce ni un gramo de oro y cuyos empleados cobran en sus casas". Pdvsa "ganó" en 2013 por vender una mina de oro 3 veces más que vendiendo y procesando petróleo", acusa Guerrero.

Ramírez ha destruido las refinerías (por falta de mantenimiento), por eso en 2013 Pdvsa tuvo que importar 6.500.000 barriles de gasolina y 6.497 de diesel. El subsidio al consumo nacional es de $24 mil millones, de ahí la urgencia en subir la gasolina. Aquel millardito que pedía Chávez, se convirtió, según el acucioso diputado Elías Mata, en $116.716.349.102,05. Pdvsa entrega al BCV solo 48% de las divisas recibidas y el 52% va hacia esos fondos dilapidadores que han servido para la "regaladera", fines electorales y corrupción. Para importaciones, dice Mata se habrían entregado $250 mil millones, de los cuales $70 mil millones se fueron en sobrefacturaciones rojitas y empresas de maletín que no se investigan. Ramírez, narra Mata, habría "administrado" sin control, para gastos de producción (en caída constante) y "misiones" $360.486 millones. El sobreprotegido Ramírez jamás ha sido interpelado por la cómplice AN.

¿Qué sabe Ramírez que produjo tanto temor a Chávez y ahora a Maduro para dejar sin efecto su salida de Pdvsa? El dateado Nelson Bocaranda nos responde: "Ramírez es el único que sabe dónde están los reales, los de verdad y los de mentira, los que están en bancos y en oro y a resguardo en Cuba, Suiza, Andorra, China, Luxemburgo y en paraísos fiscales". Información explosiva que sería su moneda eterna de negociación. Por cierto que Maduro no solo ha reculado en el caso de Ramírez, sino que ha borrado de su discurso el tema de la corrupción ¿será por la bomba argentina que le ha explotado a una de las "infantas"?

mcolomina@gmail.com



Marta Colomina
Qué sabe Ramírez que tanto teme el Gobierno
El Universal. Caracas, 13 de julio de 2014

Fernando Ochoa Antich: El Esequibo y algunos cambios militares

Este gobierno no da puntada sin dedal. Lo digo con angustia. Todas sus decisiones están influidas por el interés ideológico de la Revolución Bolivariana y el internacionalismo marxista. A finales de octubre de 2013, los venezolanos fuimos gratamente sorprendidos por la noticia de la detención por el patrullero venezolanos "Yekuana" del buque RV "Teknik Perdana", contratado por la transnacional Anadarkp para realizar labores de exploración petrolera en la fachada Atlántica venezolana al servicio  de Guyana. Además, se conoció que la Armada venezolana había reiniciado los tradicionales patrullajes, suspendidos desde hacía un año, en nuestra zona económica exclusiva. Esa decisión fue tomada por el recién nombrado comandante de la Armada almirante Gilberto Pinto Blanco, perteneciente a la flota, quien mantuvo esa posición hasta el día en que entregó el mando. Fue recientemente  reemplazado por su compañero de promoción, almirante Jairo Avendaño Hernández, infante de Marina.

Soy incapaz de juzgar a nadie por presunciones. Espero que el nuevo comandante de la Armada mantenga el mismo sentido patriótico de su antecesor en el cargo y ratifique las acertadas decisiones que condujeron al reinicio del patrullaje en nuestra zona económica exclusiva e impida la presencia de buques contratados por transnacionales petroleras, al servicio de Guyana, en labores de exploración petrolera. De todas  maneras debo resaltar la coincidencia de la destitución del vicealmirante Elías Daniels, quien mantuvo, por muchos años, una firme posición en defensa de los intereses venezolanos en la Zona en Reclamación en sus funciones en el ministerio de Relaciones Exteriores. Fue reemplazado por el contralmirante Blas Misticchio Tortorella, a quien no le conozco ninguna experiencia en el campo de la delimitación fronteriza. Estas dos curiosas designaciones me han causado una profunda preocupación.

La verdad es que Nicolás Maduro, en el tiempo de su desempeño como canciller, no dio ninguna demostración de firmeza en  defensa de nuestra soberanía. Hay que recordar que aceptó visitar Guyana días después que el ministro del Ambiente de ese país había dado una rueda de prensa en la ciudad de San Diego informando que Guyana había entregado una concesión petrolera a la empresa Anadarko en el bloque Roraima, la cual afecta la fachada Atlántica de la Zona de Reclamación y la del estado Delta Amacuro. Durante su visita, en lugar de rechazar el derecho de Guyana a ese espacio marítimo venezolano, guardó un sorprendente silencio, el cual pudo haber producido un Stoppel de aquiescencia. Justamente, el buque detenido se encontraba en el bloque Roraima. Además, en la rueda de prensa planteó que "recientemente han salido documentos desclasificados de la década de los 60, 70 y 80 que demuestran quiénes eran los intrigantes que preparaban una guerra con Guyana", sin medir las graves consecuencias de esta declaración.

El problema con Guyana se ha ido agravando. El Tribunal Internacional del Derecho del Mar sentenció una controversia entre Guyana y Surinam, para delimitar las áreas marinas y submarinas, utilizando varios puntos ubicados en la costa del Esequibo, sin considerar que esa área forma parte de una controversia limítrofe entre Venezuela y Guyana. Nuestro gobierno no presentó formal protesta. El colmo, es que en la concesión del bloque Roraima, Guyana quiere aplicar en forma unilateral una línea divisoria con Venezuela de 30 grados de inclinación, sin respetar el continuo patrullaje de 40 años de La Armada, ratificando que la inclinación de esa línea  es de  70 grados. Esa muestra de debilidad no ha sido sólo con Guyana, sino también con el Caribe. El Caricom, de manera arbitraria ha querido desconocer que la isla de Aves genera mar territorial y plataforma continental, hecho aceptado por Estados Unidos y Francia al delimitar las áreas marinas y submarinas con Venezuela.

Es natural que un gobierno, que presenta antecedentes tan negativos como los que narro en este artículo, no genere ninguna confianza en las decisiones que tome en defensa de nuestra soberanía. Esa es la razón por la cual es de un alto interés nacional que la Armada mantenga con firmeza la necesidad del permanente patrullaje de nuestro mar territorial, plataforma continental y zona económica exclusiva. En el caso de la fachada Atlántica se debe insistir en la necesidad de adquirir los medios requeridos para poder permanecer en dicha área. Este reto lo tendrán los nuevos mandos de la Armada. Deben cumplir su deber sin temor a las consecuencias. Es verdad, que la destitución del almirante Pedro Pérez, comandante de la Infantería de Marina, fue una decisión injusta y arbitraria. Era inconveniente utilizar a su unidad como una fuerza represiva contra manifestaciones públicas. Su gesto de firmeza merece el respeto y la admiración de los venezolanos.

fochoaantich@gmail.com

@FOchoaAntich

Fernando Ochoa Antich
El Esequibo y algunos cambios militares
El Universal. Caracas, 13 de julio de 2014

Carlos Romero: ¿Un viraje del Gobierno?

Todo el mundo está esperando un viraje del gobierno chavista. El presidente Maduro está buscando fortalecer su base de poder y está tratando de obtener la mayoría en el III Congreso del PSUV.

Este revolcón interno no se ubica en el nivel de los cambios económicos y de las purgas que se han observado de manera espectacular en otras revoluciones: en la Unión Soviética, la Nueva Política Económica (NEP) de Lenin en 1921 restauró la empresa privada por unos años luego de la infame implantación del "comunismo de guerra" en 1918. La purga política llevada por Stalin en la década de los años 30 del Siglo XX liquidó a la dirigencia bolchevique. Y la etapa de la Revolución Cubana llamada el proceso de rectificación de errores y tendencias negativas de 1984 ahogó el intento de apertura de la década de los setenta.

En el caso venezolano están presentes tres elementos que no se observaron ni en la NEP soviética ni en el estalinismo ni el proceso de rectificación de errores. Venezuela tiene el recurso petrolero y la renta en manos del Estado. El sucesor de Lenin amarró el poder en un segundo y Fidel Castro tuvo la última palabra en el caso cubano. Aquí no es así.

Pero este giro sí va a significar por primera vez desde el año 2002 un desprendimiento de un sector del chavismo, en este caso de un sector radical que ha tratado de empujar a la revolución bolivariana hacia el comunismo.

¿Esto significa que el resto de la dirigencia mayoritaria del PSUV va hacia la "derecha" reformista"? No creo. Las bases fundamentales del Socialismo del Siglo XXI se mantendrán, pero con una mayor flexibilidad. El modelo se acercará más a los autoritarismos árabes -nacionalistas de Gadafi, Assad y de Hussein- en la década de los ochenta que al propio modelo cubano.

En conclusión, se abrió la discusión interna en el PSUV, en medio de una gran crisis económica y en donde la vigilia sobre la renta petrolera vuelve a adquirir signos bien dramáticos.

romecan53@hotmail.com

Carlos Romero
¿Un viraje del Gobierno?
El Universal. Caracas, 13 de julio de 2014