El último mensaje de la CEV no ha sido tomado en serio por el país. El gobierno lo ha calificado de político, no lo ha leído, y la oposición "cristianamente" lo ha recibido con humildad. En realidad, la CECV lanza una crítica demoledora a la propia sociedad, señala que es ella la que no quiere reconocer la realidad, vive de ilusiones, apuesta al rentismo. No hay un verdadero proyecto nacional en el que participen todos los sectores, sin exclusión- El país no se pregunta las razones por las que los jóvenes capaces emigran en cualquier condición, ni lo que significa para Venezuela que los ingenieros, los empresarios, los profesionales, lo abandonen, sobre todo lo que poseen una verdadera formación profesional. No le confiere la gravedad que tieneese éxodo.
A una velocidad aterradora el país marcha hacia el empobrecimiento. En otras épocas venían a Venezuela los empresarios del mundo, profesionales argentinos, colombianos, italianos, grandes constructores. No hay conciencia de la gravedad de esta crisis, en especial en el gobierno.
Las nuevas medidas agravarán la crisis. Confundir mayoristas con especuladores, impedir que las empresas acumulen inventarios, limitará la distribución y aumentará el desabastecimiento, porque los mayoristas garantizan la distribución hacia los comercios pequeños y medianos que no compran directamente a los productores. Y si se castiga tener inventarios disminuirá la producción. El gobierno actúa con los ojos fijos en la televisión, fabricando noticias, reforzando la tesis falsa de que la crisis la provocan los productores y los distribuidores, lo que cada vez menos venezolanos creen... A continuación le pide a los primeros que aumente la producción, los convoca a Miraflores. En resumen, una completa locura, porque se ignora la verdad que han descubierto hasta en Corea del Norte, son los empresarios, grandes o pequeños, los que aumetan la producción. El país más atrasado del planeta está volviendo a la propiedad privada, ocultándolo para no perder prestigio.
Hay muchas salidas a la crisis venezolana, pero el gobierno solo apuesta a conseguir dólares, ni siquiera intenta aumentar la producción de las empresas estatizadas, de las fincas ganaderas nacionalizadas.
Por ejemplo: toda la producción de café ahora se entregará a la Corporación Venezolana del Café, algo que ocurría hace años y que acabó con la producción de café, y lo mismo pasará seguro ahora de nuevo, porque esa Corporación no le pagará a los agricultores, no fomentará la producción de café de calidad.
EL PIB del año pasado cayó alrededor del 4% y esa caída sigue. Las exportaciones petroleras bajaron un 9.4%. En el 2015 la caída será mayor, porque PDVSA produce menos petróleo. Maduro quiere recortar los envíos a Petrocaribe y a la misma Cuba, pero no lo reconoce ni se atreve a hacerlo. Tampoco cambiará las condiciones de venta que impuso Chávez, prácticamente regalaba el petróleo, la deuda se paga al 1% anual. Probablemente Maduro le haya pedido a China que las entregas de petróleo para pagar la deuda disminuyan y siga intentando vender las refinerías en el exterior, en especial Citgo
Maduro viaja y pide dinero, dinero que sería útil si supiera utilízalo. El precio del petróleo aumentará eventualmente después de un tiempo cuando recupere la economía mundial, pero será tarde para resolver la crisis venezolana, superar el desabastecimiento. En realidad, Maduro no se ha preguntado porque los chinos y hasta los coreanos desarrollan sus economías, apuesta a lo de siempre, a la solución de todos los gobiernos, a que caiga millones de dólares del cielo.
EL país sigue atrapado en la trampa petrolera.
Venezuela salió de la pobreza porque los sucesivos gobiernos emplearon con sensatez la riqueza petrolera y permitieron el desarrollo de un vigoroso sector privado. Desde la nacionalización del petróleo ha aumentado la inflación y el poder económico del gobierno que nos conduce hacia la miseria y hoy sin el concurso de las multinacionales no tendremos recursos para aumentar la producción petrolera, de cierta forma el país debe revertir los efectos de la estatización del petróleo, abrirse a la inversión internacional en oro, petróleo; en todo.
Fausto Masó
Hacia la miseria
El Nacional. Caracas, 19 de enero de 2015
lunes, 19 de enero de 2015
Armando Durán: “Esto se acabó”
Hasta hace muy pocos días, serias diferencias estratégicas y conceptuales dispersaban los esfuerzos del universo opositor, obstáculo al parecer insalvable, que surgió de los graves sobresaltos del 2002.
A partir de aquel punto polémico, quienes se oponían a Chávez emprendieron caminos contrapuestos, hasta que finalmente volvieron a integrarse en un solo haz con las elecciones del 14 de abril de 2013. Una unidad que otra vez, ¿qué hacer?, se vino abajo esa misma noche, cuando el CNE anunció la victoria de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles por una mínima diferencia de votos, 50,61% para Maduro, 49,12% para Capriles.
La primera reacción de Capriles fue exigirle al CNE realizar una auditoría total de las actas de votación. De inmediato, y para sorpresa de muchos, Maduro aceptó la demanda opositora, pero muy poco después se retractó por completo. Capriles convocó entonces a sus partidarios a tomar las calles y protestar para forzar al CNE a hacer la auditoría. Se produjeron violentos incidentes y varios asesinatos escandalosos en diversas partes del país y Capriles, por las razones que fuera, desconvocó la movilización de la protesta.
Tras este amargo desenlace, la restauración democrática por la vía electoral desapareció una vez más del horizonte nacional. No obstante, algunos sectores de la MUD aceptaron seguir participando en las maniobras conciliatorias y electorales del régimen. Por otra parte, de nuevo cobró fuerza la tesis de que resultaba imposible entenderse democráticamente con un régimen que de ningún modo lo era.
Desde ese instante la unidad opositora volvió a sufrir una seria fractura. De un lado quienes de nuevo hablaron de normalidad democrática para ir en busca, pasito a pasito, de nuevos espacios de poder sin generar ninguna turbulencia, argumento esencial de la estrategia pasada y futura de la MUD; del otro, quienes sencillamente calificaron a los partidos moderados de la MUD de colaborar con el régimen. Las elecciones parlamentarias de este año se convirtieron así en la manzana de la discordia entre quienes todavía le atribuían al voto el poder absoluto para cambiar de políticas públicas, y una disidencia, encabezada por Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, que con una consigna que resumía su objetivo común, La Salida, coincidía con las movilizaciones estudiantiles del año pasado para reclamar directamente la renuncia de Maduro y el cambio de régimen como únicas alternativas reales para salvar a Venezuela del abismo socialista cubano.
La agudización de la inseguridad, la inflación y el desabastecimiento, sumados a la sequía de dólares para medio combatir el alza creciente de los precios, un diferencial cambiario cada día mayor y la debacle del mercado internacional del petróleo potenciaron esta propuesta radical hasta el extremo de conducir a un cambio inesperado del pensamiento y la acción de Capriles.
“Esto se acabó”, sostuvo con firmeza ante la situación política actual, antes de reunirse con Machado, Ledezma y el representante de López. Frase breve y contundente, pero suficiente para borrar de golpe y porrazo las diferencias que paralizaban a una oposición, que ahora, de acuerdo con todas las encuestas, representa una sólida y amplísima mayoría. Para quien no sea ciego ni sordo, esta súbita decisión de Capriles constituye un hecho político de enorme y dramática trascendencia. A partir de ahora, con la MUD o sin ella, los cuatro líderes de la oposición, al fin unidos, asumen la conducción política de la oposición en torno a la tesis rupturista de cambio de gobierno y régimen ya, y le imprimen al proceso político venezolano una dirección nueva, distinta en todos sus aspectos y a todas luces irreversible.
Armando Durán
“Esto se acabó”
El Nacional. Caracas, 19 de enero de 2015
A partir de aquel punto polémico, quienes se oponían a Chávez emprendieron caminos contrapuestos, hasta que finalmente volvieron a integrarse en un solo haz con las elecciones del 14 de abril de 2013. Una unidad que otra vez, ¿qué hacer?, se vino abajo esa misma noche, cuando el CNE anunció la victoria de Nicolás Maduro sobre Henrique Capriles por una mínima diferencia de votos, 50,61% para Maduro, 49,12% para Capriles.
La primera reacción de Capriles fue exigirle al CNE realizar una auditoría total de las actas de votación. De inmediato, y para sorpresa de muchos, Maduro aceptó la demanda opositora, pero muy poco después se retractó por completo. Capriles convocó entonces a sus partidarios a tomar las calles y protestar para forzar al CNE a hacer la auditoría. Se produjeron violentos incidentes y varios asesinatos escandalosos en diversas partes del país y Capriles, por las razones que fuera, desconvocó la movilización de la protesta.
Tras este amargo desenlace, la restauración democrática por la vía electoral desapareció una vez más del horizonte nacional. No obstante, algunos sectores de la MUD aceptaron seguir participando en las maniobras conciliatorias y electorales del régimen. Por otra parte, de nuevo cobró fuerza la tesis de que resultaba imposible entenderse democráticamente con un régimen que de ningún modo lo era.
Desde ese instante la unidad opositora volvió a sufrir una seria fractura. De un lado quienes de nuevo hablaron de normalidad democrática para ir en busca, pasito a pasito, de nuevos espacios de poder sin generar ninguna turbulencia, argumento esencial de la estrategia pasada y futura de la MUD; del otro, quienes sencillamente calificaron a los partidos moderados de la MUD de colaborar con el régimen. Las elecciones parlamentarias de este año se convirtieron así en la manzana de la discordia entre quienes todavía le atribuían al voto el poder absoluto para cambiar de políticas públicas, y una disidencia, encabezada por Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma, que con una consigna que resumía su objetivo común, La Salida, coincidía con las movilizaciones estudiantiles del año pasado para reclamar directamente la renuncia de Maduro y el cambio de régimen como únicas alternativas reales para salvar a Venezuela del abismo socialista cubano.
La agudización de la inseguridad, la inflación y el desabastecimiento, sumados a la sequía de dólares para medio combatir el alza creciente de los precios, un diferencial cambiario cada día mayor y la debacle del mercado internacional del petróleo potenciaron esta propuesta radical hasta el extremo de conducir a un cambio inesperado del pensamiento y la acción de Capriles.
“Esto se acabó”, sostuvo con firmeza ante la situación política actual, antes de reunirse con Machado, Ledezma y el representante de López. Frase breve y contundente, pero suficiente para borrar de golpe y porrazo las diferencias que paralizaban a una oposición, que ahora, de acuerdo con todas las encuestas, representa una sólida y amplísima mayoría. Para quien no sea ciego ni sordo, esta súbita decisión de Capriles constituye un hecho político de enorme y dramática trascendencia. A partir de ahora, con la MUD o sin ella, los cuatro líderes de la oposición, al fin unidos, asumen la conducción política de la oposición en torno a la tesis rupturista de cambio de gobierno y régimen ya, y le imprimen al proceso político venezolano una dirección nueva, distinta en todos sus aspectos y a todas luces irreversible.
Armando Durán
“Esto se acabó”
El Nacional. Caracas, 19 de enero de 2015
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