lunes, 7 de abril de 2014

Asdrúbal Aguiar: Revolución electiva, purificadora de la violencia

Revolución electiva, purificadora de la violencia
ASDRUBAL AGUIAR
Diario Las Américas. Miami, 8 de abril de 2014.


El catedrático venezolano Allan Brewer Carías, uno de nuestros más prestigiosos cultores del Derecho público, con su exilio y apartando mezquindades que se cuecen desde antaño en los predios de la medianería, es, no lo dudo, el símbolo del mismo exilio que se le impuso en Venezuela al Estado de Derecho desde cuando la revolución chavista -mascarón de proa cubano- secuestra a la república, en 1999.

Lo cito a propósito de una referencia suya, reveladora y lapidaria en cuanto a la descripción de esa lastimosa realidad que a todos nos preocupa: la crisis institucional y de violencia que ha provocado el régimen de Nicolás Maduro, hecha la primera en la ciudad de Nueva York donde reside desde su ostracismo. Y es que la Defensora del Pueblo, Gabriela Ramírez, a bocajarro nos sorprende con otra de sus "maduradas": "Es imposible que con la presencia de todos los poderes públicos se cometa una ilegalidad" desde el Estado. Dado ello, Brewer subraya lo así dicho con un obiter dictum: “Tan simple como eso. O sea, que si el Estado totalitario –que es el que controla la totalidad de los poderes y la vida de los ciudadanos- viola los derechos humanos, si ello lo hace con la participación de todos los poderes públicos, así sea contrario a la Constitución, entonces ello es legal” para la susodicha.

El comentario vale y es oportuno, pues desde el exterior, quienes nos observan de buena fe -no incluyo a la UNASUR o la ALBA y menos a sus plumíferos- creen, aun así, que en Venezuela hay democracia pues se realizan elecciones; que al caso también las hay en La Habana como las hubo durante el nacional socialismo en la Alemania del Führer.

No pocos dudan, por lo mismo, incluso ocurridas las violaciones generalizadas y sistemáticas de derechos humanos que hoy se muestran en su más cruenta y ominosa faceta y son la obra de una evidente política represora de Estado concertada entre los varios poderes venezolanos, sobre si las actuaciones desplegadas desde la Sala Constitucional del Tribunal Supremo de Justicia merecen respeto por venir de donde vienen y para contener la conmoción e ingobernabilidad reinante y asimismo deslindar responsabilidades, que, según ésta, pesan sobre los líderes de la oposición democrática.

Lo cierto y lo que atina a captar la opinión hemisférica -la de buena fe, reitero, y no los gobiernos- es que se ha establecido aquí, por la vía electoral, un modelo de Estado orientado al control totalitario del poder; donde los mismos titulares de las ramas del poder estatal han prosternado, por considerarlo inaceptable para su "cosmovisión", el principio de separación e independencia, mejor aún, del "check and balance" cuya falta ha sido puesta de manifiesto, como grave atentado contra la democracia, por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.

No se trata, cabe advertirlo, de la común filtración que ha lugar en otros países con democracias estables, de distintos militantes de un partido gobernante hacia otras reparticiones del Estado, abusando incluso de una mayoría circunstancial. Antes bien, ha lugar a la cooptación total de la totalidad de los hilos del poder en sus varias manifestaciones por parte del Gobierno de Maduro; para con ellos, coludidos, empujar la instauración de una visión totalitaria de la vida ciudadana negada al pluralismo y opresora de la disidencia.

Es un hecho notorio comunicacional el avance regional hacia la restauración del socialismo marxista fracasado del siglo XX, incompatible con los predicados de la democracia tal y como la conocemos en este lado del mundo. A la Constitución y las leyes, por ende, se las entiende como simples medios, reinterpretables y mutables a conveniencia, de acuerdo a las necesidades de dicho despropósito.

No por azar, la cabeza del TSJ y su Sala Constitucional, ayer Luisa Estella Morales y ahora Gladys Gutiérrez, abogado del fallecido comandante Hugo Chávez y militante de su partido, administra la justicia revolucionaria como si fuese un Poder Constituyente. Valida el uso popular de las armas para la defensa del proceso, criminaliza la contrarrevolución, revoca mandatos populares sin fórmula de juicio o actúa como única instancia, y a los contumaces los condena sustituyendo a la jurisdicción penal y al paso los recluye en prisiones militares.

En suma, dentro de la revolución, todo, incluso el desconocimiento de la Constitución; fuera de ella, nada. Pero tenemos elecciones, y eso le basta a los cancilleres quienes llegan a Caracas y no la padecen. Oyen atentos, eso sí, las recomendaciones que les aporta el exministro chavista Alí Rodríguez Araque, el célebre Comandante Fausto, albacea de los hermanos Castro y a la sazón Secretario de la UNASUR. Esas tenemos.

* Exjuez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Carolina Jaimes Branger: En este país, tu país, mi país

En este país, tu país, mi país
CAROLINA JAIMES BRANGER
El Universal. Caracas, 7 de abril de 2014

 

"En este país, tu país, mi país, el presente está hipotecado y el futuro pende de un hilo"


En este país, tu país, mi país, lo anormal se ha vuelto consuetudinario. En este país, tu país, mi país, la gente honesta vive encerrada en sus casas -en una suerte de toque de queda obligado- mientras los asesinos son los dueños de las calles. En este país, tu país, mi país, es el único que conozco en el mundo donde civiles son armados por el gobierno y echados a la calle a actuar como perros bravos.

En este país, tu país, mi país, el presidente habla de paz y manda a reprimir salvajemente a quienes con todo derecho protestan. En este país, tu país, mi país, ponen presos sin imputación, ni formulación de cargos ni juicio ni sentencia a quienes son opositores y la defensora del pueblo (mi- núsculas adrede) defiende la tortura (no me ha respondido todavía dónde se traza la línea entre "trato cruel" y tortura"?)... En este país, tu país, mi país, el fanatismo se ha apoderado de muchos y nos ha hecho daño a todos. Es casi imposible reconocer al otro y "la verdad" se reduce a la realidad de quien la pronuncia.

En este país, tu país, mi país, hay muertos "buenos" y muertos "malos", y dependiendo del lado que hayan caído, cada quien echa su cuento como mejor le convenga. En este país, tu país, mi país, muchos jóvenes no sienten que arriesgan sus vidas en las protestas, porque igual las arriesgan con solo salir a la calle. En este país, tu país, mi país, el presente está hipotecado y el futuro pende de un hilo.

En este país, tu país, mi país, las memorias son cortas y las lealtades chucutas. En este país, tu país, mi país, se cree cualquier rumor y se pisotea la obra, la trayectoria y la reputación de quien sea. En este país, tu país, mi país, estamos prestos a ensalzar a los destructores y destruir a los constructores.

En este país, tu país, mi país, se aplauden zanganerías mientras el zángano sea pana. En este país, tu país, mi país, el dinero lava todo, incluyendo reputaciones, expedientes y prontuarios.

En este país, tu país, mi país, en algún momento fuimos alegres, parejeros y despreocupados. Hoy somos presas de la amargura (aunque haya un viceministerio para convencernos de cuán felices deberíamos ser), clasistas, racistas y todos los "istas" que nos podamos imaginar, y encima, nos embarga la desesperanza.

¿Cuándo este país, tu país, mi país, volverá a ser "nuestro país"?

@cjaimesb

María Isabel Párraga: Nada es igual

Nada es igual
MARÍA ISABEL PÁRRAGA
El Universal. Caracas, 7 de abril de 2014

Ni el régimen, ni los ciudadanos volveremos a ser iguales que antes del 12F


La decadencia es evidente y aunque el gobierno a punta de represión "se haga el duro" los días corren en su contra. Ya el país nunca será el mismo que antes del 12F. Fue como CAP después del 4 de febrero. El tiempo que vino después sólo pudo dedicarlo a "sobrevivir". Igual es ahora. No estamos diciendo que Maduro está caído ni mucho menos, pero todo lo que haga de ahora en adelante será, precisamente para eso: aferrarse a un poder cada vez más escurridizo. ¿Estamos en transición? Pues si no lo es se le parece mucho. El largo camino a recorrer entre el chavismo y la democracia plena pasa por este "túnel del horror" plagado de represión, tortura, imposición, ausencia del Estado de Derecho, mucha corrupción, penurias económicas, anarquía y el total apartheid político y ciudadano a ese sector cada vez mayoritario que se atreve a manifestar.

Maduro y su cúpula han podido optar por el camino del buen gobierno y tratar que la transición entre Chávez y el postchavismo interpretara el deseo colectivo de un país que clama progreso, seguridad y libertades democráticas. Otro "gallo cantaría" y la opción de postergarse en el poder y ser la fuerza política más importante del país perduraría quién sabe por cuánto tiempo. Sin embargo, el rumbo que tomaron los va a llevar a la "no tan larga" a un "callejón sin salida" porque esta última etapa se recordará como esta deriva autoritaria y represora del madurismo, con la que nadie a futuro se querrá retratar. En la práctica esta cúpula verdaderamente podrida inoculará el antídoto para "el nunca más" de esta forma. Sus seguidores seguramente dirán: "el comandante era único pero con Maduro se equivocó". Chávez para sus adeptos de corazón siempre seguirá en el Olimpo, pero aquí en la tierra los "ejecutores de su herencia" dejarán sólo malos recuerdos. Y es que Chávez ya no vive, sino que son unos "vivos" los que aún quieren seguir aprovechándose de su "supuesto legado" .

Estos son los días de la sobrevivencia por dos bandas. Por una parte del gobierno de Maduro quien ante la urgencia económica está optando por una "aparente apertura" medio China buscando alianzas con el empresariado a ver si puede darse el llamado "milagro del rebote" con anaqueles llenos en dos meses, mientras por otra parte, trata de contener el descontento popular a través del torniquete represivo ejercido por las fuerzas del Estado y las ya inocultables bandas de paramilitares.

Sí, esto puede llevarnos tiempo pero ni el régimen, ni los ciudadanos volveremos a ser iguales que antes del 12-F. El diálogo -si se da- podrá "parapetear" las cosas y tal vez -si hay todavía algún personero sensato del gobierno- procurar que la transición del chavismo a un todavía "no sabemos qué" no tenga este nauseabundo olor a dictadura que nos está dejando el madurismo...

mariaisabelparraga@gmail.com

Editorial de El Espectador: Divide y vencerás

Editorial: Divide y vencerás
EL ESPECTADOR
El Espectador. Bogotá, 7 de abril de 2014

Mientras hoy, en Caracas, siete cancilleres de la Unasur tratan de propiciar el necesario diálogo entre el gobierno de ese país y la oposición, en esta última se presenta un complejo dilema.


Sus dirigentes se encuentran divididos entre aquellos que quieren más protestas en las calles hasta que se vaya Nicolás Maduro y quienes prefieren esperar y obtener apoyos sociales más amplios. Los oficialistas, mientras tanto, se frotan las manos.
No es necesario ser politólogo para comprender a Maquiavelo cuando sentenció: divide y vencerás. En este juego absurdo ha caído la oposición venezolana desde que se iniciaron las protestas hace más de un mes. Leopoldo López y María Corina Machado se han convertido en los dos promotores más visibles del primer grupo, aun a costa del encarcelamiento que viene sufriendo el propio López y la pérdida de la investidura para Machado, amén de la posibilidad cierta de que termine tras las rejas con la persecución que le tiene montada el oficialismo. Desde sus filas, y través de las redes sociales, se difunden señalamientos, no sólo contra el Gobierno sino también contra Henrique Capriles Radonsky.
¿Cómo explicar que en el momento en que deberían estar más unidas, las cabezas de la oposición no aprenden de los errores del pasado? En el año 2000, Leopoldo López y Henrique Capriles fundaron el partido Primero Justicia. López, que era por entonces la estrella en ascenso, se peleó con Capriles y montó tolda aparte hasta que fue inhabilitado por el Gobierno, abriéndole el camino a su contendor. Desde allí arrancaron los roces. Capriles picó en punta al ser designado candidato único y casi derrota a Maduro en las presidenciales del año pasado por un margen mínimo, aunque para sus seguidores hubo fraude. Más tarde, durante los recientes comicios locales, éste los promovió como un plebiscito contra el actual presidente, pero el chavismo ganó cerca del 70% de las alcaldías y amplió la ventaja en un 7% frente a los opositores. Así las cosas, dentro de la Mesa de Unidad Democrática (MUD) comenzó un pase de cuentas contra quien encabezó la estrategia perdedora. Era el momento para López y Machado de regresar a la primera fila.
María Corina Machado fue la diputada más votada en las pasadas elecciones a la Asamblea Nacional. Por lo mismo, quiere tener mayor protagonismo y estar en la fila de los presidenciables. Aprovechando que los estudiantes habían iniciado a comienzos de año manifestaciones en Mérida y Táchira, así como el apoyo que las mismas recibieron en Caracas, López y Machado entraron a encauzar el descontento popular mediante acciones de calle para provocar la salida de Maduro del Palacio de Miraflores.
Capriles ha sido más cauto frente a esta coyuntura. A pesar de que respalda la protesta pacífica y se solidariza con sus dos contendores internos frente a las difíciles circunstancias personales que enfrentan, cree que aquellos que están promoviendo las barricadas le hacen el juego al Gobierno. En una reciente entrevista con El País de España reconoce que las manifestaciones tienen una mayor sintonía en los sectores de clase media, fuertemente golpeados por la crisis actual. Sin embargo señala que si la oposición “se queda en un tema de ‘Maduro, vete ya’”, no va a llegar con ese discurso a los sectores populares. El Gobierno no sólo facilita entonces la división política entre sus contendores, sino la polarización entre las clases media y baja.
No es fácil predecir de momento cuál de las dos estrategias opositoras tiene la razón. Si las gestiones de Unasur cuajan y el Gobierno acepta un diálogo amplio con todos los sectores, ¿qué va a hacer la MUD? ¿Se sumará a las conversaciones o se abstendrá? ¿Cuál de los dos grupos opositores va a ganar el pulso? ¿Quién puede imponer la cordura para que la lucha política sea canalizada contra el Gobierno por vías pacíficas y democráticas, dejando atrás los personalismos? Amanecerá y veremos.

Armando Durán: Una semana decisiva

Una semana decisiva
ARMANDO DURAN
El Nacional. Caracas, 7 de abril de 2014

1.
¿Qué se vislumbra más allá del humo y la niebla que hoy oscurecen el futuro inmediato de Venezuela? ¿Se despejará por fin, aunque sea parcialmente, el lúgubre panorama nacional, o más bien debemos asumir que nos hallamos en medio de un callejón oscuro, solitario y sin salida? En todo caso, dos hechos, de ningún modo casuales ni aislados, marcan el inicio de una semana que puede terminar resultando decisiva en el desarrollo de esta gran crisis política y social, cada día, insisto, más insostenible.
El primero ha sido el contundente comunicado de 12 puntos divulgado el miércoles pasado por la Conferencia Episcopal Venezolana. Entre los crudos aspectos sobre los que fijan posición los obispos, debemos destacar la condena que le hacen al régimen por “la brutal represión de la disidencia y el intento de pacificación o apaciguamiento por medio de la amenaza, la violencia verbal y la represión física”. Es decir, por su sistemática violación de los derechos humanos. El segundo suceso a tener en cuenta es el regreso a Caracas de los cancilleres de Colombia, Ecuador y Brasil para proseguir su labor “facilitadora” de un eventual diálogo verdadero entre el gobierno y la oposición (no la de los partidos, sino la que encarnan el movimiento estudiantil, Leopoldo López, María Corina Machado y Antonio Ledezma), única fórmula viable de restituir el orden público y de devolverle a Venezuela una cierta normalidad institucional, los dos pasos imprescindibles para evitar el estallido de una guerra civil a corto plazo.
Por supuesto, sobran razones para poner en tela de juicio esta gestión diplomática. No sólo por la contradicción al parecer insalvable que existe entre la idea que tienen Nicolás Maduro y sus más anacrónicos lugartenientes de lo que el resto de los mortales entienden por diálogo con el adversario, sino porque mientras más habla el régimen de la necesidad de un diálogo entre el gobierno y la oposición, mayor es la ferocidad con que acosa, persigue y reprime a quien discrepe del pensamiento único que desde Miraflores se le quiere imponer por la fuerza y al margen de la Constitución a los ciudadanos. Una concepción del entendimiento y la tolerancia que gradualmente ahonda las diferencias que ya corroen hasta las mismísimas entrañas del chavismo. Tal como advierte Nicmer Evans, uno de los teóricos más serios y mejor preparados de la revolución bolivariana, en el último de su habituales artículos de los viernes en el diario 2001: “La intolerancia dentro de la dirección política del chavismo para con sus críticos, y la transigencia con la corrupción, el jalabolismo y la ineficiencia son mucho más graves que la intolerancia de la oposición”.
Nadie pone en duda que esta visión unidimensional del régimen y la extraña camaradería del gobierno Santos con Miraflores, el compromiso político de Correa con Cuba y Venezuela, y los intereses comerciales de Brasil con la “revolución” chavista, son ingredientes que contaminan gravemente la cocción de cualquier acuerdo que propongan estos tres cancilleres “amigos” del régimen. Dos factores, sin embargo, introducen la posibilidad de importantes cambios en el nivel de complicidad ideológica y comercial de ese sector de América Latina con la propuesta delirante e infructuosa del régimen por sobrevivir a una tormenta perfecta.
 
2.
La primera y más categórica señal de que el estrecho vínculo tejido meticulosamente por Chávez con los gobiernos de América Latina a lo largo de 14 años, circunstancia que le permitía jactarse de la naturaleza inmaculadamente democrática de su Presidencia, se ha roto súbitamente por la sostenidas torpezas de Maduro a la hora de enfrentar las protestas estudiantiles. Aquella paradoja histórica que creó Chávez para que el ventajismo oficial en cada convocatoria electoral fuera el mecanismo de los nuevos tiempos para convertir los votos reales y figurados en una verdadera patente de corso para suprimir progresivamente los más elementales principios de la democracia, se ha hecho añicos de repente, tras casi dos meses de reprimir Maduro sin piedad a jóvenes indefensos y desarmados, que ejercen su derecho a protestar pacíficamente.
El expediente electoral, espurio desde el referéndum revocatorio de 2004 hasta la elección de Maduro como presidente de la República hace casi un año, le ha servido a muchos presidentes de la región para sofocar hasta el más leve sentimiento de culpabilidad que pudiera perturbarles la consciencia, o que pusiera en riesgo los múltiples beneficios materiales que les ofrece la arbitraria administración pública venezolana a cambio de su cortesana solidaridad política. La perversa contabilidad de estudiantes asesinados, heridos, torturados y detenidos violentamente, ha generado la certeza universal de que en Venezuela el respeto de los derechos humanos apenas es una broma pesada.
Ahora bien, de ningún modo Colombia, Ecuador y Brasil van a darle así como así la espalda a Maduro. De hacerlo, perderían mucho. Pero por otra parte, hace tiempo que la guerra fría quedó atrás y ningún gobierno latinoamericano puede ignorar la existencia escalofriante de esta conducta represiva, arbitraria, fuera de la ley y en muchos casos simplemente criminal de la GNB, la PNB y mucho menos de los grupos paramilitares del PSUV, que han contraído la responsabilidad de extirpar del escenario nacional, a sangre y fuego, hasta la más mínima expresión de descontento popular. A la vista de lo que ocurre en Venezuela, ni Santos, ni Correa ni Dilma desean verse involucrados en un enfrentamiento del régimen chavista con Estados Unidos, la Unión Europea y la opinión pública internacional, no por razones de ideología, como fue el caso cubano, sino por la inocultable violación de los derechos humanos en Venezuela, como ocurrió con las dictaduras militares del cono sur y la Operación Cóndor.
El movimiento estudiantil se ha encargado con sus protestas de poner esta verdad de manifiesto y el documento de la CEF se encarga ahora de aprovechar la evidencia para arrinconar a los gobiernos de Colombia, Ecuador y Brasil. O sus cancilleres le exigen a Maduro una rectificación real y a fondo de su conducta, o admiten su participación y complicidad, con todas sus consecuencias, en los acontecimientos que puedan ocurrir el día de mañana.
Nota. Hace un año, manos muy expertas descartaron mi rodilla derecha, maltrecha e inservible por completo, y la sustituyeron con mucho éxito por una articulación casi biónica, de cromo-cobalto. Este lunes, tras varias posposiciones involuntarias, mientras ustedes leen estas líneas, esas mismas manos harán otro tanto con mi rodilla izquierda. Estaré, pues, fuera de servicio, durante un par de semanas. Hasta entonces, reciban un saludo muy cordial.

Leopoldo López: No tengo miedo, también nos lo han quitado

No tengo miedo, también nos lo han quitado
LEOPOLDO LÓPEZ
El País. Madrid, 7 de abril de 2014



Leopoldo Santiago, mi hijo de un año de edad, dio sus primeros pasos en la cárcel militar de Ramo Verde; el contexto hizo que el que comúnmente sería uno de los momentos más felices para un padre, fuera para mí, uno de los más duros; un momento para reflexionar, para cuestionarme y al final… confirmar lo acertado del camino que he tomado, el camino de la lucha por el futuro de mis hijos, de la niñez y juventud venezolana, de un pueblo asfixiado y humillado que merece libertad, que merece paz, que merece justicia y la oportunidad de progresar.
Cuando tomé la decisión de hacer frente a las falsas acusaciones en mi contra, sabía perfectamente lo que me esperaba; era consciente de que sería otra víctima de una justicia injusta, de un proceso infame, como lo han sido tantos presos políticos que ha cobrado este régimen; que tendría que dejar a mi familia, confiando en que su fortaleza y amor por nuestro país los mantendría en pie; sabía que pasaría en aislamiento y soledad, un tiempo sólo definido por el deseo de cambio del pueblo venezolano… Yo lo decidí así y no me arrepiento.
Tengo muy claro que mi presencia en Ramo Verde no es consecuencia de lo sucedido el 12-F, sino el resultado de una larga persecución por parte de la sinrazón, de un régimen intolerante, represivo y corrupto. Desde enero de 2013, el presidente Maduro me amenazó con meterme en prisión y fue muy reiterativo en ello durante todo el año. También es importante recordar que el Gobierno del presidente Chávez me inhabilitó para participar en las elecciones del 2008 para la Alcaldía Mayor, con un 70% de aprobación; y en 2012 la Corte Interamericana de Derechos Humanos sentenció a mi favor.
Mi estancia aquí y lo sucedido en la fiscalía no son más que el claro reflejo de que estábamos en lo correcto, de que era necesaria esa chispa que encendiera en los venezolanos ese deseo tan latente de lograr un cambio social y político. Que mi encarcelamiento esté contribuyendo en alguna medida al despertar de los venezolanos, vale la pena… Saber que más allá de estas rejas, cada día miles de venezolanos exigen en las calles un cambio pronto, pacífico y constitucional, vale la pena… Que por fin, el mundo comience a prestar atención a lo que sucede en Venezuela, que nuestros hermanos más allá de las fronteras se sumen a nuestro llamado… vale la pena. Que el día de mañana podamos ver a nuestros hijos con la frente en alto al haber luchado por ofrecerles libertad y progreso, vale la pena… Que juntos, los venezolanos, consigamos dejar atrás una historia de división, violencia y corrupción habrá valido la pena.
Tras más de 30 días de aislamiento, alejado de la población carcelaria, mi mente y mi espíritu se mantienen fuertes. Se me quedó grabada la frase de una pancarta que leí el 12-F [inicio de las protestas]: “Nos han quitado tanto, que nos quitaron hasta el miedo…”. A pesar de la incertidumbre que representa estar en manos de un verdugo que tiene preso a todo el pueblo venezolano, que ha expropiado el futuro de los jóvenes y pisado su presente, no tengo miedo… tengo la compañía de mi inocencia y la certeza de haber hecho lo correcto.
Desde esta celda, me lastima más que nunca lo que mi familia y todas las familias venezolanas están padeciendo; me lastiman todos los compatriotas —sin exclusión— que han perdido la vida; me lastima el secuestro de nuestra libertad...
Pero también, hoy más que nunca, reconozco la fortaleza de mi esposa, de mis padres y mis hermanas que han continuado con la lucha, que no desfallecen en esa tarea de seguir llamando al despertar y la unidad; reconozco y admiro la entereza de esos padres que piden que la muerte de sus hijos no sea en vano; agradezco las muestras de cariño y solidaridad que me han llegado hasta aquí y acompañan mis días; pero sobre todo, me enorgullezco de mis compañeros de lucha, del valiente pueblo venezolano que se compromete todos los días con la patria y no descansa en su afán de lograr el cambio.
Lo he dicho ya, salir de esta crisis que tiene sumida a Venezuela en la penumbra depende de todos; de que cada uno desde donde nos toca, demostremos que estamos dispuestos a luchar; a hacernos sentir y dejar saber cuántos somos los que deseamos un cambio; contagiando nuestra valentía y solidaridad a todos los que se encuentran descontentos con lo que están viviendo. Debemos demostrar que ya no estamos dispuestos a seguir bajo un modelo fracasado y corrupto; ni a creer en un falso intento por establecer la paz a punta de plomo.
La escasez, la inflación, la crisis hospitalaria, la inseguridad, la falta de libertad y respeto a los derechos humanos limitando la libertad de expresión, nos afectan a todos por igual… Nuestra lucha es la lucha de todos los venezolanos; una lucha para que los padres puedan ver a sus hijos dar sus primeros pasos en una Venezuela libre, segura y en paz.
Han pasado ya 15 años, no podemos esperar más, Venezuela necesita un cambio. Fuerza y fe.

Leopoldo López, líder opositor venezolano en prisión, es presidente de Voluntad Popular.