domingo, 26 de octubre de 2014

Marta Colomina: Insolvencia moral y financiera del régimen

La confirmación de acuciosos periodistas sobre las sórdidas interioridades del terrible asesinato del diputado Serra, la feroz censura a los medios y las mentiras difundidas por el gobierno para silenciar la verdad, se constituyen en otra contundente prueba de la inmoralidad oficial. Ocultamiento aplicado también en el grotesco montaje sobre el asesinato del fiscal Anderson y la tergiversada versión del sanguinario crimen de Eliécer Otayza, cometido por una numerosa banda de jóvenes delincuentes y sobre el cual Maduro traslada la culpabilidad al “terrorismo” del Imperio y al comodín del expresidente Uribe. Los presos políticos Leopoldo, Scarano, Ceballos y otros –todos con expedientes forjados por la anuencia de un Poder Judicial envilecido– son prueba del carácter dictatorial del régimen y su carencia de moral. Los “colectivos” armados con derecho a delinquir y acosar a la disidencia son hechura del chavismo, como la corrupción desbordada con la que han dilapidado los recursos de la cuantiosa bonanza petrolera, expresada en las enormes fortunas de los nuevos ricos boliburgueses y la regaladera a todo cuanto país expresaba su simpatía por el régimen, sin olvidar el despilfarro en equipos de guerra innecesarios, dado que no son para combatir el hampa y la criminalidad que acosa a los venezolanos, sino para enemigos e invasiones inexistentes. Recordemos también las confiscaciones que acabaron con la producción agrícola y pecuaria del país, hasta llegar al desabastecimiento criminal de hoy, sin divisas para importarlos. Las fincas robadas son ahora un peladero y los parques industriales, ruinas similares al abandonado edificio La Francia, imagen de las derruidas e inhabitables construcciones en las que los Castro condenaron a vivir a los cubanos.
El enorme endeudamiento del país en medio de la bonanza petrolera más gigantesca de nuestra historia no solo es irresponsable, sino inmoral. En 15 años no se han hecho inversiones en infraestructura: no han construido represas, ni vías de penetración agrícola, ni autopistas, escuelas, cárceles y ni siquiera han mantenido lo heredado, como prueban el desastre del sistema eléctrico, los cráteres de la vialidad o la ruina de las refinerías, sobre cuya refacción a un costo de 20.000 millones de dólares (que el gobierno no posee) Pdvsa nos miente de nuevo, porque más de 75% de su presupuesto en 2015 se irá en burocracia, tal como revela el inaplicable presupuesto general, del cual la deuda se comerá 20%; los gastos de seguridad y viajes de Maduro aumentarán en 82,3%, y con el gigantesco embuste de una inflación entre 25% y 30% el próximo año (la de alimentos este año supera el 100% y la escasez, según Fedecámaras, está en 85%). Con la caída de los precios del petróleo a escala mundial y la baja de la producción de crudo en el país (Chávez recibió Pdvsa en 1998 en 3,5 millones de bd y hoy está en 2,3 millones), Venezuela ha devenido en un país sin solvencia moral ni financiera.
En 2015 nuestras penurias serán mucho peores que las de 2014, tal como confirma la declaración de Maduro sobre la imposibilidad de solicitar nuevos préstamos “a la banca capitalista mundial” por los altos intereses originados en el alto riesgo del país, el peso de la enorme deuda y el default por más de 50.000 millones con diferentes sectores internos a los que el gobierno ha llevado a la ruina (solo la industria nacional debe a proveedores extranjeros más de 10.000 millones de dólares).
Hay pesimismo sobre los precios petroleros por las previsiones a la baja de las economías de Estados Unidos, la Unión Europea, China y otros; el aumento de la producción petrolera de Estados Unidos, y las declaraciones de Arabia Saudita y los Emiratos que no están dispuestos a defender un precio alto, tal como piden Irán, Venezuela y otros países que derrocharon los cuantiosos ingresos de la bonanza petrolera. Así que la súplica de Ramírez para que la OPEP recorte su producción caerá en saco roto. Los costos de producción de Arabia Saudita y Emiratos son bajos, a diferencia de la escalada en Pdvsa con una nómina de 115.000 personas y un despilfarro descomunal (Chávez la recibió en 1999 con 42.000 empleados).
Maduro ha puesto al país en coma. Calculan 77.000 empresas quebradas por sus medidas económicas. Según analistas de Harvard, su pésima administración llevó a Venezuela con un PIB per cápita (ajustado por inflación) 2% inferior al de 1970, a pesar de que los precios se han multiplicado por 10 desde entonces. Maduro nos miente sobre “otras opciones” crediticias a las de la “banca capitalista mundial”. El “corralito” no le sirve, porque el BCV no descansa en su producción delirante de dinero inorgánico que estimula la inflación. Lo que se necesita son divisas. A Rusia no puede acudir porque la caída del petróleo aumenta su vulnerabilidad y nuevos préstamos de China lucen improbables. ¿Se verá obligado a dirigirse a su archienemigo FMI, u optará por la hambruna y la represión generalizadas de los Castro, que ya apuntan sin recato en la práctica oficial de Maduro?

Marta Colomina
Insolvencia moral y financiera del régimen
El Nacional. Caracas, 26 de octubre de 2014

Carlos Raúl Hernández: La habitación del pánico

Después de las turbulencias vividas y por vivir, ojalá algún día tengamos una Carta decente...

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Cuentan dirigentes y funcionarios importantes del entonces Consejo Supremo Electoral, que en 1999 se levantaban aterrorizados a las 4:30 de la madrugada a revisar los despropósitos aprobados por la Asamblea Constituyente en el Halloween de la noche anterior. Las propuestas más descabelladas, al estilo de crear un Banco Central paralelo en manos del gobierno, penalizar a quienes tenían cuentas en el exterior, o partir en dos el estado Bolívar, eran normales en aquellos aquelarres. El país de las maravillas donde se celebra todos los días el no cumpleaños, y la reina manda a cortar la cabeza al que se le ocurre. En aquel momento la moderación la representaban Hugo Chávez, -aunque Ud. no lo crea-, y Luis Miquilena que sabían el terreno que pisaban a diferencia de la turbamulta delirante.

Algún abogado arribista de la época declaró que "sobre la constituyente solo Dios y el pueblo", en esa metafísica vomitiva que ponen de moda las revoluciones, para justificar sus miserias detrás grandes potestades. A ningún político democrático que sepa lo que hace, se le ocurre entregar el poder absoluto, omnímodo, a 150 fulanos sometidos a pasiones e intereses, mayorías y aplanadoras, a un partido dominante y finalmente a la voluntad de un hombre. Las constituyentes legítimas aparecieron para reconstruir el orden civilizado luego de dictaduras que arrollaron cualquier vestigio de Estado de Derecho, y elaborar desde cero un orden jurídico democrático donde no existía. Rómulo Betancourt le temió una vez electa en 1946 y por eso la bloqueó en 1958 e hizo que el Congreso se encargara de redactar la nueva Constitución de 1961.

Abominablemente escrita

Existe a partir de 1999 una Carta abominablemente escrita pero que más bien abruma de derechos y garantías que el gobierno incumple, porque el país le entregó voluntariamente todos los poderes con "la constituyente" de 1999 y sucesivos errores que remacharon el cepo. Cambiar la Constitución es un falso objetivo de los revolucionarios de todo signo, porque el verdadero es la ensoñación de barrer el status con "la constituyente" misma.

El mundo feliz pasa, creen, porque la libertad, la vida, la familia y las propiedades pasen a un poder total que las administre con justicia, igualdad y rapidez. Luego del fracaso de la Unión Soviética, Fidel Castro convoca radicales realengos para discutir qué hacer entre los escombros humeantes del comunismo.

Por eso Lula Da Silva funda el Foro de Sao Paulo y en 1992, año de sombras en Venezuela, recomienza la revolución, pero es en 1999 cuando cristaliza la nueva estrategia para arrasar la democracia con la reluciente adquisición: "la constituyente". Tal monstruosidad jurídica, consagra que unas decenas de galfaros están por encima de la ley, libres de controles institucionales y con facultades para cambiarlo todo: la vía pacífica al totalitarismo. Antonio Negri, líder de las Brigadas Rojas italianas dijo que "la constituyente es la revolución". Funcionó en Venezuela, Bolivia y Ecuador para destruir el poder democrático. ¿Funcionará ahora para la guagua en reversa, el merecido toma-tu-tomate? Frente a la inminencia de las elecciones parlamentarias de 2015, posiblemente dentro de seis meses, es una burrada. Distraer esfuerzos que deberían consagrarse a ellas es electoralmente suicida e irresponsable. Y moralmente reprobable jugar con la buena fe de la gente, porque el CNE oficialmente declaró que las firmas no son válidas.

Ghost: sombra de un amor

El ánima del comandante se posesiona de algunos y sus tres principales mandamientos, la constituyente, la vía rápida, la mentira, reaparecen y las personas hablan en barinés de atrás para adelante. La engañosa feromona del fast track seduce gente decente con la esperanza de "limpiar" los males y dejar todo pulcro de una buena vez, a pesar de que 1999 les soltó el tiro por el percutor. El exorcismo real es en 2015, y lo otro es la necia propuesta de embarcarse en trifulcas durante dos años si al CNE le da la gana, recolección válida de firmas -¿quién las conseguirá?- elección de los constituyentes y referéndum aprobatorio. En vez de dedicarse el país entero a forjar la nueva mayoría nacional de un Parlamento para la reconstrucción económica y social en paz, se juega conscientemente con espejismos polarizadores.

Una mayoría parlamentaria sólida buscará regresar progresivamente al funcionamiento normal de las instituciones, desterrar los atropellos a la ley y bajar el conflicto bipolar. Al ser descentralizadas, procesos relativamente independientes, las parlamentarias son menos dramáticas. Los camaradas tendrán que encajar su derrota sin el camelo de ir jugando a Rosalinda. Jellineck dijo que la Constitución democrática es "la jaula que encierra la bestia del poder", asegura la permanencia, la estabilidad de reglas confiables, y la "constituyente" rompe los candados de la jaula. Hay que incinerar el artículo que permite convocarla. Después de las turbulencias vividas y por vivir, ojalá algún día tengamos una Carta decente, bien escrita, y sobre todo exenta de ese tumor, esa amenaza permanente a la libertad, ese mandamiento de inestabilidad, de "la constituyente".

@carlosraulher



Carlos Raúl Hernández
La habitación del pánico
El Universal. Caracas, 26 de octubre de 2014