miércoles, 18 de junio de 2014

Elides J. Rojas: Mercado negro revolucionario

Una figura típica de las economías distorsionadas. Es un término usado para describir la venta clandestina e ilegal de cualquier cosa, violando las leyes y normas que controlan precios o el mecanismo de racionamiento que con toda seguridad habrá impuesto el Gobierno. Está claro entonces, que el mercado negro o economía subterránea, aparece cuando la autoridad genera las condiciones para que proliferen las ventas ilegales o como producto de algún impacto externo en la economía local. En el caso venezolano el monstruo es obra de la orientación castrocomunista del modelo económico del clan del poder.

Cuba, por ejemplo, es el reino del mercado negro. La centralización, escasez, falta de producción y control excesivo obliga a la gente a buscar ciertos productos donde los hay. En Cuba le ofrecen desde guayaberas hasta tabacos. O licores importados y hasta rones locales. Todo ilegal, pero es la forma en que ese mercado destruido opera. Por efecto de la copia del modelo cubano en Venezuela está ocurriendo exactamente lo mismo. Hay falta de divisas, hay escasez, hay control de precios y de cambio, no hay producción suficiente. Son elementos reconocibles es este desastre chavista que vive el país. Mercado negro parejo, contrabando parejo y una red de mercadeo ilegal que termina de desviar los golpeados números de la economía.

En grandes ciudades, Caracas por ejemplo, lo que no se consigue en los supermercados o abastos está en las calles. La buhonería tiene de todo. ¿De dónde sacan los productos? Ese es otro detalle que el Gobierno conoce perfectamente. La misma autoridad que controla y confisca alimenta a la cadena ilegal. Incluso militares. Harina precocida, azúcar, café, cauchos, baterías para vehículos y hasta desodorantes diferentes al de la bolita se encuentran en las redes callejeras. A la vista de todo el mundo, incluso del régimen. Pero así opera este mercado. Y más cuando se genera en un sistema altamente corrupto.

El discurso oficial va por una parte y la realidad por otra. Es el caso del contrabando en la frontera básicamente con gasolina, alimentos, cabillas y hasta cemento. Son sectores que controla el Gobierno de manera completa. No se trata solamente de control de precios. Es que el mismo produce y fabrica. Poco, pero lo hace o lo importa. A Colombia, a Brasil y al Caribe se van millones de dólares en gasolina. ¿Cómo sale? El régimen sabe perfectamente quién controla estas mafias. No es prudente acusar a un sector que en la práctica es el sostén del propio gobierno militar-revolucionario. En Cúcuta, por ejemplo, todo el mundo sabe cómo entran los alientos o la gasolina y quienes miran para otro lado mientras pasan las gandolas.

Así es como se gobierna. Así.

erojas@eluniversal.com / @ejrl




Elides J. Rojas
Mercado negro revolucionario
El Universal. Caracas, 18 de junio de 2014

Rafael Poleo: El Gran Arreglo

 
Rafael Poleo
El Gran Arreglo
El Nuevo País. Caracas, 18 de junio de 2014
 
 

Antonio Sánchez García: La derrota de la libertad

En un momento en que el cortinaje de la historia se ha descorrido como por fuerza de un milagro para permitir la irrupción de una nueva generación histórica dispuesta y capacitada para modificar drásticamente el rumbo de nuestro desbarrancamiento, unos y otros se coaligan para cerrarle el paso: de sociólogos a historiadores y de funcionarios a candidatos, la consigna es una sola: impedir el cambio, seguir la marcha de las ruedas de carreta del populismo estatólatra. Una tragedia sin visos de ser acorralada y aplastada. Que es lo que se merece.
Que Dios se apiade de Venezuela.

Tras la sistemática derrota de la libertad y la apabullante victoria de la igualdad sombrean quinientos años de lastre: una historia que uno de los más lúcidos, si no el más lúcido de los intelectuales venezolanos del siglo XX, Carlos Rangel, calificara de rotundo fracaso. Un fracaso que se salda sistemáticamente con la frustración de aquellos que se esfuerzan por apostar a la construcción de sociedades estabilizadas tras sólidas instituciones democráticas y su necesario correlato: la emancipación del sujeto. Un fracaso que ha impedido año tras año superar el clientelismo estatólatra, el caudillismo, la violencia y la injusticia como formas de articulación social. Un fracaso que recicla con una perversa sistematicidad la recaída en los fulgores del colectivismo, el fanatismo, el odio y el rencor ante el progreso, el individualismo, el liberalismo que han sido la clave del progreso de la humanidad. Y cuyo rechazo explica los desastres que cada nueva generación de latinoamericanos está condenada a vivir y experimentar en carne propia. No hay una sola sociedad latinoamericana que pueda exhibir con orgullo medio siglo de estabilidad e ininterrumpido progreso. Pero hay una que puede exhibir más de medio siglo de tiranía y miseria. Ninguna sorpresa que todas las restantes le rindan pleitesía y que su siniestro influjo se encuentre detrás de todas las victorias electorales de estos comienzos de siglo. Una auténtica tragedia.
Como si el continente moral de nuestras experiencias históricas estuviera desfondado, la sociedad latinoamericana se niega a aprender de sus desgracias y asumir sus catástrofes de la única manera posible: metabolizándolas e incorporándolas a nuestro flujo sanguíneo de modo de impedir para siempre su reciclaje. Peor aun: quienes administran el conocimiento de nuestro pasado, los profesionales de la investigación histórica, salvo excepciones que se cuentan con los dedos de una mano, son tan inconscientes de una visión global de nuestros errores y tan huérfanos de un horizonte desprejuiciado como para contribuir a la búsqueda de un futuro emancipado, que antes que servir a la institucionalización del progreso apuestan por el enraizamiento de nuestras peores taras.
La sola pervivencia de la tiranía castrista y las simpatías y el poder continental de que disfruta son la prueba incontestable del cáncer del socialismo que contagia desde siempre al cuerpo social y político de nuestra región. Y muy en particular a Venezuela, hoy aquejada de la peor crisis de su historia. Enferma de igualitarismo pero absolutamente renuente a aceptar el desafío de la libertad, con todas las cargas y responsabilidades que supone para sus miembros. Enfermos de estatismo, de clientelismo, de gratuidad y laxitud. Al extremo que en el trasfondo de los esbirros de la dictadura y los cerebros de la dirigencia opositora bulle la misma sintomatología: el castrocomunismo. Quien no lo reconoce abiertamente lo lleva impreso en la sangre. Son los cómplices y sigüises del castrismo o “los rehenes de Castro” a los que se refiere una profunda conocedora del mal: Elizabeth Burgos.
En un momento en que el cortinaje de la historia se ha descorrido como por fuerza de un milagro para permitir la irrupción de una nueva generación histórica dispuesta y capacitada para modificar drásticamente el rumbo de nuestro desbarrancamiento, unos y otros se coaligan para cerrarle el paso: de sociólogos a historiadores y de funcionarios a candidatos, la consigna es una sola: impedir el cambio, seguir la marcha de las ruedas de carreta del populismo estatólatra. Una tragedia sin visos de ser acorralada y aplastada. Que es lo que se merece.
Que Dios se apiade de Venezuela.

Antonio Sánchez García
La derrota de la libertad
El Nacional. Caracas, 18 de junio de 2014

Leopoldo Martínez Nucete: Venezuela al borde de una crisis alimentaria

No hace mucho el gobierno celebraba los reconocimientos que le hacía la ONU por intermedio de la FAO en materia de seguridad alimentaria, coincidiendo con escándalos de hallazgos de containers con alimentos podridos importados por Pdval, creciente escasez de alimentos y una galopante inflación, por lo cual la  sola distinción internacional provocaba irritación en amplios sectores de la opinión publica.
La realidad es que a nivel internacional los multilaterales no reciben información creíble o suficiente del gobierno de Venezuela; y cuando opinan lo hacen dando crédito a la que reciben, cada vez más comprometida por razones políticas. Pero en esto de la seguridad alimentaria el organismo internacional opinaba sobre una realidad en retrospectiva, es decir, miraba por un espejo retrovisor. Y algo peor, lo que observaba por ese espejo retrovisor se proyectaba como un espejismo en el futuro inmediato. Al mirar cifras oficiales hasta 2010 y 2011 se podía observar un alto poder adquisitivo en los sectores populares, junto con un importante impacto en la distribución de alimentos a precios muy solidarios. Era posible porque se trataba de importaciones de alimentos para programas oficiales a una tasa de cambio subsidiado. Pero el espejismo cedió al acercarnos a estas fechas, y la imagen del oasis desapareció ante los ojos de millones de venezolanos.
Hoy aquel pronunciamiento de la FAO simboliza una verdadera ironía, que ofende al venezolano y descalifica a sus técnicos. La realidad de escasez y altos precios pesa sobre la dieta del venezolano común, y la idea de soberanía alimentaria es inexistente debido a la destrucción de la producción nacional por una política de importaciones subsidiadas con base en un régimen cambiario insostenible y todavía agonizante. Al igual que la devaluación se llevó por delante aquellas cifras de reducción de la pobreza, ya que el salario mínimo pasó de 519 a 85 dólares mensuales en un trimestre, el impacto de la misma sobre el costo de la vida se ha transformado en una pesadilla para el venezolano.
La canasta alimentaria alcanzó un costo de 9.986,67, bolívares lo cual equivale a 2,5 veces el salario mínimo luego de su reciente aumento del 30%, y es que en realidad la inflación de los alimentos es la más alta de la canasta básica, y la de mayor incidencia en el aumento de la inflación, al punto de que la inflación anualizada total se proyecta en el orden de 60% y en alimentos en más de 80%. En efecto, el incremento del IPC en el mes de mayo fue de 5,73% y en su formación el aumento de los alimentos y bebidas no alcohólicas se ubicó en 2,82%, con una incidencia de 49,2%. Pero, por si fuera poco, el drama de la inflación en los alimentos no viene solo. Está acompañado por un índice de escasez del orden de 50%, incluidas las cadenas o redes de distribución gubernamental (Mercal, Pdval y Bicentenario).
¿Que dirá ahora la FAO si revisa estas cifras?
El problema es real. No hay censura ni conflictividad política que lo pueda esconder. Tampoco hay guerra o sabotaje económico. El empresariado tiene meses sentado en un proceso de diálogo con el gobierno, y los problemas se agravan. El gabinete económico luce sin liderazgo capaz de articular una visión que represente la solución. Estamos frente a un gobierno paralizado por sus contradicciones, en medio de una crisis económica de graves implicaciones alimentarias que se lo devora.
Pero esta crisis alimentaria en puertas no le pertenece exclusivamente a este gobierno de Nicolás Maduro. Es el legado de un modelo económico que fracasó porque se encontró con sus límites racionales, y ahora comienza a incumplir su promesa básica de resolver la deuda social que sigue pendiente con el pueblo venezolano.

* Ex diputado a la Asamblea Nacional, actualmente presidente de @cddamericas y editor de @IQLatino.



Leopoldo Martínez Nucete
Venezuela al borde de una crisis alimentaria
El Nacional. Caracas, 18 de junio de 2014

Willy McKey: 5 grietas en la carta de Giordani


Nube de palabras de la carta abierta de Jorge Giordani publicada el 18 de junio de 2014
 
 
0. Un punto de partida. ¿Por qué hacer una lectura semiológica de la carta abierta de Jorge Giordani, ahora que la semiología se ha desprestigiado hasta ser argumento legal en tribunales? Pues porque esta carta está hecha de un material endeble: memoria fragmentada. Es un texto que recuerda a conveniencia y omite para ganar verosimilitud. Pero no porque se trate de Jorge Giordani, sino porque así es como se escriben las cartas.
Una carta es un sustituto momentáneo de su autor: las cartas se envían a aquellos que no pueden comunicarse con nosotros personalmente, así que le mandamos nuestra voz para que resuene mientras quien lee nos recuerda. Incluso, es posible que el verbo correcto sea trascordar, una manera de hacer memoria que también incluye olvidar focalmente.
En estas condiciones, el orden de ilación —es decir: cómo una idea conduce a la idea siguiente— no tiene tanta validez como analizar algunas ideas aisladas, en especial aquellas que se conectan con claros referentes que pueden parecer ajenos en un texto escrito por Jorge Giordani.
Son esos vacíos de sentido los puntos más atractivos semiológicamente. Y hay cinco que quisiera comentar.

1. ¿Quién no reconoce al presidente? Quien escribe una carta como ésta suele estar motivado por un intento de salvarse a sí mismo. En el tono que predomina en la carta, abunda la fórmula del yo-lo-dije-pero-no-se-hizo. Pero este lugar de enunciación tiene una vulnerabilidad retórica: para salvarte, debes condenar al entorno.
Así, Giordani termina confesando irregularidades en las dinámicas que intenta cuestionar, pero sin reconocer su responsabilidad. En dos platos: es una delación, pero no un mea culpa. Y es por esas grietas por donde se cuela el inconsciente, que tan poco sabe de redacción.
Una frase es determinante para comprenderlo: “A la luz de estos hechos surge una clara sensación de vacío de poder en la Presidencia de la República”.
Esas líneas están en el apartado que el remitente titula como Manejo de la gestión de gobierno. Y sabemos cómo entró la expresión “vacío de poder” al glosario político venezolano: en 2002, durante el Golpe de Estado de Pedro Carmona Estanga.
Son las curiosidades de lo semiológico: resulta que esta frase en un informe presentado por los especialistas en lenguaje del PSUV, a la luz del precedente de Leopoldo López, podría convertir a Jorge Giordani en un “salidista”.
Toda carta es, también, un autorretrato.

2. ¿Esfuerzo económico con cuáles recursos? Llama poderosamente la atención que al referirse a lo que Giordani denomina “superar el desafío del 7 de octubre de 2012, así como las elecciones del 16 de diciembre” luego afirma lo siguiente:
“Se trataba de la consolidación del poder político como un objetivo esencial para la fortaleza de la revolución y para la apertura de una nueva etapa del proceso. La superación se consiguió con un gran sacrificio y con un esfuerzo económico y financiero que llevó el acceso y uso de los recursos a niveles extremos que requerirán de una revisión para garantizar la sostenibilidad de la trasformación económica y social”.
¿De cuáles recursos habla Giordani? ¿Es esta carta también un disparo de ballesta contra el Consejo Nacional Electoral? ¿Cómo es que un proceso electoral se convierte en un “esfuerzo económico y financiero”, si es ilegal utilizar los fondos públicos con estos fines?
La superioridad moral suele castigar a quien la padece con la misma lengua con la que juzga al otro. En palabras más, palabras menos, lo-que-quiere-decir Giordani es que el proselitismo y las políticas puestas en marcha durante las elecciones comprometieron el Presupuesto Nacional, esa alcancía en al cual Giordani tenía tanta responsabilidad.
Toda carta es, también, una confesión.

3. El olvido de la voz propia. Giordani habla de dos frentes que lo preocupaban: el primero, “atacar la corrupción frenándola por un nuevo control de los grandes fondos del Estado”; y el segundo, “nuevos mecanismos de manejo en el gasto público que le permitieran retornar a causes sostenibles en el tiempo”.
Si bien deja ver en el CADIVI y su mecanismo asociado el SITME un “foco de corrupción”, al parecer Giordani olvida las denuncias hechas por él mismo en torno a las empresas de maletín y los más de 25.000.000.000 de dólares traspapelados en los bolsillos de una lista de empresas con nombres de socios y solicitantes que jamás se hizo pública. Se contenta con trascordar que Nicolás Maduro siguió sus consejos hasta llegar al SICAD, pero sin cumplirle el deseo de nombrarlo “la autoridad del CADIVI, para aprovechar el peso del Ministro de Planificación y Finanzas, en la instauración de un funcionamiento transparente”.
 
Toda carta es, también, un inventario.
 
4. El Cid Campeador. Las comillas, además de citar, también sirven para  poner en duda el sentido de las palabras. Una sola vez se cita el legado del presidente fallecido entre comillas: “La preservación y desarrollo del ¨legado de Chávez¨ se presenta como un patrimonio del proceso de cambio y construcción de una sociedad socialista para Venezuela, dicho legado no puede ser confiscado a nombre del propio Chávez ni pretender ser el actual Presidente su único destinatario y delegado”.
Esto debe sumarse a un fragmento del apartado titulado La crisis de salud del Presidente Chávez, Giordani afirma que durante la enfermedad —y posterior muerte— del líder de la revolución se planteó “la necesidad de construir un liderazgo político colectivo para hacerle frente a la relativa ausencia del Presidente Chávez”. pero también confiesa cuánto se quería evitar “el peligro de tratar de imitar el comportamiento del Comandante Chávez en cuanto a la política comunicacional, el desconocimiento del hecho económico sobrepuesto a la voluntad política, las decisiones inconsultas con el equipo económico financiero que tendían a crear un nuevo estilo de gobierno, la injerencia de una asesoría francesa que nada tenía que ver con la situación que vivía el país”. El rumor aquel de “los asesores franceses” que tanto asustaba en los rincones se confirma en la voz de un testigo de excepción. Y Giordani vuelve a evidenciar su obsesión cambiaria en las subastas de dólares justo antes de llegar al llegadero: “la delegación de la responsabilidad de lo económico antes de la fecha de las elecciones del 14 de abril luego del lamentable fallecimiento del Presidente Chávez el 5 de marzo de 2013″.
Nos mintieron durante los últimos días de la enfermedad del presidente. Eso dice esta carta en su reverso.
En retórica, lo que se deja al final es lo que quien habla desea poner delante de nuestros ojos. Las elecciones del 14 de abril se presentan, según lo acá dicho, como el dead-line de la revolución y el cuerpo del rey muerto atado a un caballo para ganar la última batalla que resistiría su imagen.
 
Hoy los soldados que lo ataron pasan a retiro.
Toda carta es, también, una biografía.
 
5. Ensayo sobre una lucidez ciega. Giordani decide salir su ejercicio epistolar por una puerta intelectual. Lo hace luego de una retahíla de documentos perdidos. Todos proyectos y promesas incumplidas, ninguno aval o prueba. Giordani le grita a un destinatario que no existe que él hizo su trabajo, que dejó la receta, que si no lo hacen él quiso. Quiso, pero no pudo. La preñez eterna de las buenas intenciones. Es ahí cuando a quien dejan fuera del Gabinete Ejecutivo de la revolución se le ocurre que el umbral de su salida de emergencia puede ser la obra de José Saramago.
Pero antes perfila su épica mínima. La dictadura de “Chapita” Trujillo. Un campo de concentración en Francia. La Brigada Internacional Garibaldi y la República Española. Una hilera de banderas enormes termina en una fila de visitantes al penal de Yare, esperando ver a unos presos que alguna vez fueron indultados. De ahí un salto hasta el duelo. Y la frase de Saramago: “Mientras más viejo más libre. Y mientras más libre más radical¨. Como si en medio no hubiera pasado nada.
Incluso los más ateos del comunismo ortodoxo pertenecen a esta tradición judeocristiana de la culpa. Y aquí está el olvido jugando contra la culpa. Ni una responsabilidad admitida. Esa gaveta está vacía. Si de aquí en adelante no les va bien es porque no me hicieron caso. Eso es lo que dice esta carta. Y el problema es que una carta es el sustituto momentáneo de su autor, pero nunca logra suplirlo ni exculparlo. El remitente y las consecuencias de sus actos quedan intactos en el lugar donde escribe, sin importar cuánto se redacte en dirección contraria.
Hay dos ficciones de Saramago que Giordani parece trascordar en esta carta: la ceguera contagiosa y los votos en blanco ganando unas elecciones imposibles. Y olvidándolas se cierra todas las salidas poéticas.
Toda carta es, también, un fracaso.
 
Willy McKey
5 grietas en la carta de Giordani [apuntes semióticos]
Prodavinci.com Caracas, 18 de junio de 2014