sábado, 4 de abril de 2015

Héctor E. Schamis: Felipe González, Leopoldo López y Antonio Ledezma

El anuncio de Felipe González internacionaliza definitivamente la crisis venezolana. Es una buena noticia, aunque cueste imaginarlo litigando en Venezuela como propuso. Por una parte porque no sorprendería que el gobierno de Maduro le impida entrar al país. O bien que le prohíba ingresar al tribunal y realizar trámites judiciales, ya sea por razones migratorias, técnicas o de cualquier otra índole. Nadie tiene la creatividad argumental del chavismo, sobre todo cuando se trata de despojar a sus opositores del debido proceso.
Por otro lado, seria improbable una defensa legal en el sentido estricto del término. La naturaleza de los juicios en marcha pertenece más bien al mundo de la ficción jurídica. Las audiencias de Leopoldo López, por ejemplo, a menudo duran más de 12 horas, finalizando a altas horas de la madrugada. Dada la inmaterialidad de la evidencia, el tribunal se ve imposibilitado de juzgar a López por sus acciones. Juez y fiscal, en equipo, entonces lo juzgan por sus palabras.
Es un proceso simplemente absurdo, con guardias armados apuntando a los asistentes, los familiares de los acusados. Puede incluir, como ha sucedido, a una profesora de lingüística testificando acerca de la verdadera intencionalidad de López en función del estudio de su discurso. La escena se transforma en un espectáculo grotesco cuando la experta analiza la presencia de violencia subliminal en el lenguaje político del reo. El carácter positivo del Derecho masacrado; Kelsen estaría retorciéndose en su tumba.
González se ofrece como abogado defensor, pero su defensa más importante será poniendo el conflicto venezolano definitivamente en la agenda europea y diciéndole al chavismo que archive su retórica de progresismo y socialismo. La intervención de Felipe González es un señalador, revela más de lo que produce, pero enhorabuena que ha ocurrido. Por supuesto que el mensaje también tiene destino interno. Como buen hombre de partido, le pasa un hierro caliente a Podemos. Sin nombrarlos, está hablando de los cheques chavistas. Pedro Sánchez, agradecidísimo.
A partir del gesto de Felipe González, el titular a reproducir en la portada de los periódicos debería decir que la causa de los presos políticos venezolanos es ahora, finalmente, la causa de la socialdemocracia europea. La ocasión es importante, porque el Secretario General electo de la OEA, Luis Almagro, dice el mismo sinsentido que Insulza decía hace más de un año: que los venezolanos deben resolver su propia crisis y que América Latina ofrece buenos ejemplos de “democracia participativa”.
La mera existencia de presos políticos, las condiciones violatorias de sus arrestos, las torturas y la falta de garantías en sus juicios deberían generar dudas acerca de la posibilidad de los venezolanos de resolver su propia crisis y sobre el carácter “participativo” de la democracia a la que alude Almagro. Y eso como mínimo, pues la OEA hace tiempo que por cada paso hacia adelante, da dos hacia atrás. Sigue presente el viejo recuerdo de la OEA enfrentándose a Videla y Pinochet, nada menos, por los derechos humanos. Eran otros tiempos.
Es que la defensa de los principios democráticos y la solidaridad de la comunidad internacional han sido insuficientes, por decir lo menos. Es una historia compleja y moralmente reprochable, por cierto, marcada por la manipulación de los principios en función de conveniencias burocráticas, subsidios petroleros o simplemente por burdo oportunismo y falta de convicción. Y no es solamente la OEA, siendo que en Venezuela la violación de derechos no empezó ayer. Piénsese que la publicación—y léase, delación—de los nombres de los firmantes del referéndum revocatorio ocurrió en 2004, once años atrás. Desde entonces, esas personas son discriminadas hasta cuando peticionan un crédito bancario.
En 2007, por ejemplo, el expresidente de Bolivia Jorge Quiroga fue de los primeros en llamar la atención sobre la alarmante situación de los derechos humanos en Venezuela y la intimidación sufrida por los opositores. Quiroga no tuvo demasiados seguidores entonces. Quizás solo en el Parlamento Europeo, cuando sus miembros comenzaron a expresar preocupación ese mismo año. El chavismo había perdido el primer referéndum constitucional para la reelección indefinida y comenzó su estrategia para revertirlo como fuera, es decir, con más intimidación.
Lo curioso es que la reticencia a denunciar los abusos del chavismo no cambió demasiado ni siquiera en 2014, a pesar de las masivas protestas, los muertos, los arrestados y los torturados. Solo un puñado de expresidentes, y casi ningún presidente en ejercicio, se animaron a expresar solidaridad con las víctimas y sus familias. Al nombre de Quiroga, se podrían agregar los de Arias, Cardoso, Hurtado, Pastrana, Toledo y no muchos más.
Lo que hoy puede brindar Felipe González es por ello enormemente valioso: los derechos humanos volviendo al tope de la agenda latinoamericana y por medio del PSOE. Hay quienes esperan una masiva declaración en apoyo a los presos políticos venezolanos en Panamá esta semana, ahora sí, firmada por decenas de expresidentes latinoamericanos. Sería un círculo virtuoso. Como en las transiciones latinoamericanas, cuando Felipe González gobernaba y los progresistas latinoamericanos, perseguidos como López y Ledezma, encontraban en España solidaridad y legitimidad.
Pero como se trata de una calle de dos vías, no puede olvidarse que este es un año electoral en España. Tal vez un poco de esa legitimidad vaya en esa dirección, Venezuela le sirva al PSOE para reafirmar el propio concepto de social democracia y, en el camino, recuperar la propiedad de un espacio político amenazado, curiosamente, por una cierta versión peninsular del chavismo. En ese caso, además de virtuoso, el círculo sería completo.

Héctor E. Schamis
Felipe González, Leopoldo López y Antonio Ledezma
El País. Madrid, 5 de abril de 2015

Fausto Masó: Convencer al último abstencionista

Por paliza hay que ganar las elecciones, convencer al último abstencionista de que vaya a votar. Si el chavismo se impusiese en las próximas elecciones salga corriendo para Maiquetía: ya ha bajado el precio de apartamentos y casas porque los que los están vendiendo no encuentran compradores. La gente prefiere tener dólares a propiedades.
Como las estrellas las encuestas inclinan pero no obligan, porque hace falta que los electores voten y que la oposición también gane en los pequeños estados, representados desproporcionadamente en la Asamblea.
Mientras en Anzoátegui hay un diputado por cada 70 mil votos en Cojedes se logra uno con 16 mil votos.  Por la propia constitución en ciertos estados cuentan con un número mayor de los diputados, según recuerda Carlos Subero. Esto ayudaba a AD y hoy es un arma del PSUV,
A pesar de que el último voto cuenta, por  Internet, desde Miami y hasta en Caracas en las marchas se inventan razones para no votar. En el pasado se repetían fantasías como que apretando un botón en el CNE se alteraban los resultados electorales, ahora juran que algo similar ha ocurrido en otros países como Brasil. Acusan a Smarmatic de haber celebrado elecciones fraudulentas en Nicaragua, El Salvador, Bolivia, etc., donde no hay ni voto electrónico.
¿Está consciente el país de la trascendencia de estas elecciones?
Candidatos a primarias como José Guerra y Pedro Benítez recorren los barrios y descubren las necesidades de los pobres, cada vez más enfrentados al chavismo. Ellos saben que al chavismo le sobran recursos, periódicos, estaciones de televisión. Sin embargo confían en la victoria.
Las encuestas muestran una ventaja abrumadora de la oposición en intención de votos, el rechazo a Maduro ronda el 80%.
El gobierno ahoga al sector privado y a continuación le pide que produzca. Algo similar a lo que ocurre en Cuba donde la apertura a la inversión privada, la aproximación a los Estados Unidos, no ha bastado para que crezca la inversión privada. En Cuba, y en Venezuela, los bajos salarios, los subsidios, impiden que surja un verdadero mercado interno. En la isla el robo a la propiedad estatal crea una economía paralelo y la primera fuente de ingresos es “la venta de servicios médicos a un centenar de países, a través de los 25.000 facultativos y otros tantos enfermeros y asistentes. Estas misiones reportan a Cuba más de 9.000 millones de dólares al año, alrededor del 14% del PIB, frente a 2.000 que aporta el turismo, la segunda fuente de divisas. La mayoría de los pagos por la exportación de batas blancas.
La isla importa alrededor del 65% de los alimentos que consume, algo parecido a lo que está ocurriendo en Venezuela. “De sus más de seis millones de hectáreas cultivables, menos de la mitad se explotan y dan fruto: el 42% sirven como pasto y el 16% están abandonadas u “ociosas”. ¿Les recuerda lo que está ya pasando en Venezuela con las tierras confiscadas?
“De que tres de cada cinco pizzas servidas en los establecimientos abiertos en Cuba a partir de la liberalización de negocios privados en el 2010 se hacen con materia prima adquirida “por la izquierda”, es decir, robados al estado.
En el panorama actual de Venezuela es factible y necesario ganar las próximas elecciones legislativas, si los electores tomasen conciencia de lo que está en juego y si no le hacen caso a esos propagandistas enloquecidos de la abstención.
Todavía no hay ambiente electoral en el país, pero, ¡a votar, pues! A pesar de Tibisay, porque Tibisay hace lo que le ordena Miraflores y es capaz de cualquier maniobra  a última hora.




Fausto Masó
Convencer al último abstencionista
El Nacional. 4 de abril de 2015