sábado, 8 de agosto de 2015

José Domingo Blanco Mingo: Tortura, saña e indolencia

Que la Fiscal Luisa Ortega Díaz asegure, otra vez, que en Venezuela se erradicó la tortura, no nos toma por sorpresa. Si fue capaz de sostener semejante mentira en la ONU, aquí, en su territorio, debe resultarle más fácil repetirla. La escuché -hace pocos días- jactarse de eso en su programa de radio. Dijo –e incluso así lo reseñaron algunos medios impresos- que “la tortura en el país se erradicó, como parte de los avances del Gobierno en la política de respeto y protección a los derechos humanos”. Obviamente, dicho por ella, suena a un gran logro de su gestión y, por supuesto, del régimen que la puso a ocupar ese cargo. Pero, no importa la cara, el tono o la emoción con la que diga “su verdad”. Decir que en Venezuela no hay torturas, es como decir que no hay escasez, inflación, saqueos, muertes o asesinatos a granel. Esa verdad de la Fiscal, que se cae por sí sola, no aguantaría jamás un careo con esos valientes venezolanos que todavía hoy se encuentran detenidos injustamente, y en cuyos recuerdos prevalecen los golpes, el maltrato, las violaciones, vejaciones y torturas que les han infligido, para sacarles confesiones a la fuerza, y sustentar las invenciones que solo existen en las mentes de sus cancerberos.
Decir que no hay torturas es negar, por ejemplo, los horrores que ha vivido Araminta Gónzalez, la joven químico presa política de este régimen, a quien sus torturadores le arrancaron el cabello para hacerla admitir delitos que jamás cometió. Es más, me pregunto, ¿acaso no es una forma de tortura tener a Araminta detenida en el INOF, desde hace un año, sin que se haya celebrado aún su audiencia preliminar? La Ley lo establece: 48 horas después de la detención –a más tardar- debe realizarse la audiencia preliminar para imputar los cargos. Araminta tenía prevista su audiencia para el pasado 23 de julio, un día antes de cumplir un año privada de libertad; pero, fue diferida de nuevo por razones tan necias como falta de vehículo para trasladar al juez hasta el tribunal. Insisto: ¿eso no es una manera de tortura o violación de sus Derechos Humanos? La psiquis de cualquier individuo sometido a estas situaciones de zozobra, estrés y ansiedad, sumados a las condiciones infrahumanas en las que sobreviven en estos centros de reclusión, son, a mi juicio, una modalidad sádica de tortura. Una práctica tan cruel como someterla, a la fuerza, a “entrenamientos militares”, que en el INOF llaman “orden cerrado” y que consiste, según relató Araminta a sus abogados, en entrenamientos de 4 o 5 horas, cantando himnos, repitiendo frases o loas de marcado tinte político. Y como se negó a decir que amaba a Chávez, la obligaron a pararse firme, bajo el sol, durante varias horas, mirando un retrato del difunto presidente… eso ¿cómo se cataloga?
Pero, los alegatos de la Fiscal para decir que en el país se erradicó esta práctica -característica de los regímenes totalitarios y dictatoriales- se basan en la ausencia de denuncias formales ante el Ministerio Público. Según ella, de haber torturas, habría denuncias. Y aquí nadie denuncia. Y las que llegan son procesadas inmediatamente. Incluso, se vanaglorió al decir que “sólo” 6 de los 43 fallecidos que hubo en febrero de 2014, habían sido por excesos policiales. Y que, por supuesto, esos policías habían sido detenidos.
No es difícil imaginar la presión y el temor que deben sentir los fiscales del Ministerio Público cuando, para mala suerte de ellos, les llega una acusación formal de tortura: con nombres, apellidos, cédulas de identidad y demás señas de los torturadores. Con sus direcciones y cargos bien detallados en los escritos. El “efecto Afiuni” inmediatamente se apodera de ellos. Por eso, los retardos procesales. Por eso, las escusas. Por eso, el miedo a tomar las decisiones que se deben implementar y actuar apegados a lo que dictan las leyes. Conocen las consecuencias. Saben lo que ocurre cuando se le lleva la contraria al régimen.
Por eso las declaraciones de la International Bar Association′s Human Rights Institute; agrupación internacional que asocia a los juristas, y que abiertamente expresó su preocupación por la persecución que sufren los abogados y defensores de los Derechos Humanos en el país; así como por el deterioro evidente del estado de derecho y la administración de justicia.
Conozco de fuente confiable los vejámenes, persecuciones y amenazas que reciben los abogados que se atreven a asumir la defensa de los llamados presos políticos. Incluso de las detenciones arbitrarias a las que son sometidos para doblegarlos, asustarlos y obligarlos a renunciar a esos casos. He visto las marcas de las esposas en las muñecas de abogados aguerridos a quienes, sin mayores explicaciones, privan de libertad para hacerlos desistir de la causa que defienden. Pero, también he visto la integridad y el apego no solo a la ley, sino a la justicia, a sus ideales y sus valores. Algunos abogados, incluso, sin dejarse intimidar por el tamaño y poderío del Estado, se atreven a seguir denunciando con nombres, apellidos, direcciones, cargos e instituciones en las que trabajan, a quienes con saña e indolencia, pero amparados por la impunidad que impera en este régimen, se afincan con odio y resentimiento en la humanidad de quienes, en su momento, se atrevieron a alzar la voz, protestar contra este desgobierno y exigir cambios.

José Domingo Blanco Mingo
Tortura, saña e indolencia
El Nacional. Caracas, 8 de agosto de 2015

Fausto Masó: ¡Maduro!, ¡no es la oposición!

Si la oposición fuera culpable de los saqueos todo sería sencillo. Por desgracia para Maduro ha surgido en el país un monstruo de mil cabezas: lo que ocurrió en San Félix amenaza con repetirse en otras ciudades, boca a boca circulan historias que no publican los medios. Atribuir a la oposición organizar esta indignación nacional es infantil, porque lo que está reventando por todas partes es un modelo que despilfarra los dólares, importa mal, distribuye peor y ahora enfurece a los venezolanos. Un modelo que compartió el chavismo con la IV república, el estatismo. En el pasado se estatizó a Nestlé, en medio del aplauso general, y también se nacionalizó el petróleo.
Según el Observatorio Venezolano de Conflictividad Social (OVCS), en los primeros 6 meses de 2015 se han registrado 2.836 protestas” la mayoría por motivos sociales, desde reclamos laborales a exigencia de servicios básicos,” 502 por la escasez de alimentos, medicinas y productos de higiene; 318 exigieron seguridad. En este primer semestre de este año, hubo 56 saqueos y 76 intentos de saqueos en el país”. En resumen lo ocurrido en San Félix expresa la indignación porque a los bachaqueros los protegen los militares y las autoridades, y sin duda muchos comerciantes participan en el negocio.
En el oriente están imitando a San Félix y algo similar ocurre en el centro del país. Ha habido “escenas de violencia protagonizadas principalmente por bachaqueros a las puertas de Locatel en el CC Cristal Naguanagua, y en el Supermercado Panda, CC La Viña de Valencia.
No es la oposición ni el gobierno, el chavismo o el antichavismo, el que toma la calle. Venezuela se está alzando sin una jefatura, y por ahora le echa la culpa a Nicolás Maduro  que contempla perplejo lo que está ocurriendo. Ese mismo país mañana se irritará con el nuevo inquilino de Miraflores. La revolución se va por el despeñadero, y arrastra a la sociedad venezolana. Este caos es espontáneo. Otro gobierno no les traerá prosperidad a los pobres pero tendrá una ventaja, le darán un voto de confianza por un tiempo. Nadie sabe cómo arreglar esto de la noche a la mañana, descontando un súbito aumento bestial del barril de petróleo
Con Chávez tiramos la casa por la ventana hasta que con su muerte comprobamos que su herencia fue dejarnos un país arrasado, sin embargo buena parte del país todavía lo ama. Esa es la tragedia nacional de ayer y de hoy: los personajes que convertimos en héroes nacionales.
No, Maduro no le eches la culpa a los precios del petróleo. Ayer Rafael Caldera con un petróleo a 8 dólares pagaba las importaciones, las deudas y sobraba plata. A 40 o 45 dólares sobraría el petróleo en otro país.
Con Chávez hubiera sido más fácil volver al capitalismo, Chávez en nombre del socialismo era capaz de abrazarse con Fedecámaras.
Maduro acelera la destrucción de un estado inviable y abre las puertas a una transformación profunda del país, claro si el país quiere cosa que no es seguro. ¿Está consciente de la oposición del reto que enfrenta? ¿Cuenta con ideas claras?
Maduro  quiere ganar las elecciones como sea. A juzgar por su torpeza fracasará en esta locura. Solo queda votar y rogar la ayuda, arriesgarnos a saltar en el vacío, o a emigrar como hacen cientos de miles de venezolanos.
El país político se entretiene con pequeñas disputas sobre las candidaturas, mientras un incendio pavoroso ocurre a nuestro alrededor, las colas frente a los automercados se convierte en saqueos. Los venezolanos votarán por la oposición, por la unidad, sin fijarse en los nombres de los candidatos y aunque el PSUV ponga en sus listas a un José Gregorio Hernández será derrotado.
Por desgracia vivimos días históricos. Ojalá que nuestra historia fuera como la de Nueva Zelanda o Suiza, bien anodina, pero también bien feliz.
 
Fausto Masó
¡Maduro!, ¡no es la oposición!
El Nacional. Caracas, 8 de agosto de 2015