sábado, 11 de octubre de 2014

Américo Martín: ¿Arde Caracas?

L a sonora batalla librada en ple- na avenida Baralt por algunos colectivos revolucionarios aparentemente enfrentados entre sí y simultáneamente contra las autoridades del gobierno, hizo correr a todos los pisatarios del centro de Caracas. Y no es para menos: cinco cadáveres, entre ellos dos jefes de colectivos pesuvistas rivales, precedidos por declaraciones contra el director del CICPC, a quien el acribillado José Odremán ­jefe del denominado frente 5 de Marzo- acusó horas antes de caer, "de lo que pudiera ocurrirle". Semejante barahúnda es una ruidosa muestra de decadencia, de retroceso.

Arrojan estos hechos una luz esplendente sobre los agitados conflictos internos de la revolución y las complicadas maniobras a las que está siendo arrastrada la cumbre del Poder. La cumbre, sí, la mera cumbre, estando a la cabeza el presidente Maduro, el diputado Cabello en plan del "otro rostro de Jano"- y el general-ministro Rodríguez Torres. Como se trata de un asunto interno del célebre proceso bolivariano, corresponderá al gobierno resolverlo.

Pero puesto que los estallidos de ese volcán que anuncia tonantes erupciones están cubriendo de flama los más variados rincones del país, los afectados son todos los venezolanos. El problema es de la colectividad y no únicamente de "los colectivos", cuyo gran poder de fuego arropado de impunidad, constituye una amenaza muy cierta para el país. Los militantes del PSUV, me refiero a una probable mayoría que cree y tiene su fe depositada en la sedicente revolución, percibirán en lo muy íntimo algo que les atañe solo a ellos.

Se comprende el efecto desquiciante de la refriega en pleno día en la avenida Baralt. ¿También culparán a la oposición? Lo harían de no ser porque los protagonistas se están responsabilizando recíprocamente. A estas alturas no habrá quien compre las denuncias de Maduro. Tampoco los elogios. Con asombro militante oyeron llamar "pandillero común" a quien hasta ayer consideraban héroe revolucionario.

El ministro del Interior, metido a fondo en la tarea de hacer recaer sobre la oposición el desastre en que su gobierno ha sumido a Venezuela, se ha tropezado con una piedra que se devuelve con fuerza contra la cumbre del poder. El horrendo asesinato del diputado Serra pareciera haber estremecido la fe de los que aún la conservan y probablemente puesto a dudar a la militancia chavista acerca de la idoneidad y seriedad de los sucesores del caudillo fenecido. ¿Quién cometió este crimen? ¿Qué clase de monstruoso depredador maquinó y ejecutó un atentado que solo se ve en ciertas películas de horror? No sería justo señalar con el dedo a los de la cumbre, salvo si hubiera pruebas contundentes, que nadie ha aportado. Pero si no cometieron o autorizaron el homicidio, es su manera de gobernar lo que ha hecho florecer estos grupos paramilitares de índole tan similar a los fasci de Mussolini. Los han defendido, elogiado y armado asignándoles la suprema misión de defender la revolución de sus imaginarios enemigos. El mal tomó senda propia, mientras que para ganar posiciones en las alturas del gobierno, no pocos dirigentes cultivaron una muy estrecha relación con ellos. Los ayudaron a cambio de apoyo en su posicionamiento interno.

Cuando el diputado fue brutalmente acuchillado se hicieron notar señales que sugerían la implicación de estos factores.

En la Baralt cayeron muchos velos. El gobierno tiene la cercanía suficiente para encontrar a los culpables.

Pero hacerlo significa reconocer la ruindad de las maniobras contra la oposición. El cuento de la "ultraderecha" y demás zarandajas. En ninguna parte fueron coreadas, aunque sirvieran quizá para domeñar el malestar interno que no haced sino crecer. Al fin y al cabo además de la guerra económica "la contrarrevolución" desató la bacteriológica. Para probarlo, el gobierno trajo médicos cubanos. ¿Médicos? ¿Por qué no agentes de inteligencia? Por supuesto, ninguno se echó la vaina de endosar semejante tontería. Guardan un elocuente silencio, como por lo demás se esperaba.

Poco ha logrado el poder correteando arrugas, encarcelando opositores, silenciando medios, persiguiendo periodistas y chillando contra la oposición como cochino antes del sacrificio. El delito de la MUD consiste en fortalecer la unidad, sumar factores donde había desencuentros y unificar políticas con la mira puesta en las elecciones parlamentarias. Por convicción, por sensibilidad humana, porque el cambio democrático reluce en el horizonte, la oposición no se sale de su cauce constitucional y pacífico, por más que desde el poder la provoquen una y otra vez y la acusen de inocular el virus de las epidemias. Sí, esas que evidencian en forma tan cruel la indefensión de los venezolanos.

¿Arde París? es una extraordinaria película dirigida por René Clement, guión de Coppola y del excelente novelista norteamericano Gore Vidal, y un reparto de inigualable calidad. Hitler, temeroso de la entrada de los gringos en la indomable capital, ordena incendiarlo todo. La resistencia se defiende con extremo coraje.

¿Tiene algo de común con el "Arde Caracas" de la Baralt? En guión, dirección, actuación y protagonistas absolutamente nada. Pero algo favorece a la tragicomedia caraqueña: allá los agresores están de un lado y los resistentes del otro, aquí no hay buenos, los malos son todos. Y eso sí que es original.

La lucha por la libertad de expresión aturde al poder que la viola. Esa batalla sigue en pie. En el centro se levantan
Tal Cual y su valiente director. Como los bravos kurdos defendiendo con su vida la asediada ciudad, los periodistas de TalCual defienden la suya hasta el final. Por deber moral, por ejercer la libertad contra la expansión autocrática debemos acompañarlos y hacer que este emblema del decoro siga flameando.

Américo Martín
¿Arde Caracas?
Tal Cual. Caracas, 11 de octubre de 2014

Fausto Masó: Sorda sordidez

¿Cómo matan con tanta facilidad a unos hombres supuestamente diestros en el manejo de ametralladoras, granadas, pistolas? En las buenas películas nunca ocurre tal desatino, la gente dejaría de ir al cine. Solo hay dos respuestas posibles a esta pregunta. La primera sería que fueran en realidad puros charlatanes ruidosos, o, la más probable, porque los colectivos se habían ganado su fama de violentos, es que los agarraron durmiendo la siesta. En este enfrentamiento con la policía solo hubo muertos de un lado. Sea como haya sido, y solo los muertos saben la verdad pero son incapaces de contarla, este encontronazo entre los colectivos y la policía anuncia nuevos tiempos. Adiós a los colectivos. Jesús Odreman dijo: “No me van a callar”, a los pocos minutos lo callaron, a plomo.
Los colectivos se durmieron sobre los laureles. Ya pasó su tiempo, solo un Chávez soportaba que en Caracas hubiera grupos armados, pero desaparecido el comandante eterno, la policía y el ejército rechazan la presencia de los colectivos. O desaparecen, o los desaparecen. Lógico. O se adaptan.
Llegamos a una nueva etapa de la revolución. ¿Cuál? Ah, si yo lo supiera, pero no tengo la menor idea de cómo terminará esta película. Solo reconozco que entramos en una era poschavista: ya no está Chávez en el poder y alguien debe sustituirlo. Quizá hasta sea el propio Nicolás Maduro. Tiene la primera opción, es el inquilino de Miraflores.
Algo terrible está ocurriendo; los que gobiernan en Venezuela están sordos frente al desastre nacional, tema recurrente en todas las conversaciones de café con leche. Los que mandan no cambiarán, porque no ven ni oyen, solo escuchan su ideología. ¿Cuál ideología? Dicen que marchamos hacia el socialismo, no les molesta el desmantelamiento de las industrias, la agricultura, las universidades, la destrucción del país, vamos hacia un socialismo bucólico.
Los gobernantes padecen de una sordera sórdida, como les ocurría a los comunistas en tiempos de Stalin que no veían morir de hambre a millones de rusos, o a los intelectuales occidentales brillantes que ignoraban que en Rusia había una dictadura.
Ahora nuestros gobernantes responden con mentiras monstruosas cuando enfrentan algún desastre nacional. Así atribuyen a un plan imperialista la fuga de talentos.
Un profesional venezolano gana menos de 200 dólares mensuales, si tiene un buen sueldo. Nicolás Maduro acusa a Estados Unidos de robarse nuestros médicos e ingenieros, donde ganan el ingreso que recibían en Venezuela hace 20 años. Los profesionales venezolanos están emigrando a otros lugares como España, Colombia, Ecuador. El régimen no se ha enterado de que 883.000 profesionales salieron del país en estos 10 años. ¡Maduro esto no es una fuga de talentos sino la ruina nacional!, retrocedemos 50 años.
Maduro les pidió a los médicos integrales que trabajen por una “razón espiritual, ética”. Dijo que su gobierno creará el “más grande sistema de especialización de posgrados de Medicina de América Latina y el Caribe”.
Pero, ¿quiénes serán los profesores que enseñen a los nuevos médicos? Porque en las principales universidades solo quedan ancianos, a punto de jubilarse.
En el país cierran las industrias, otras dejan de producir porque faltan los envases, como ocurre con las farmacéuticas. 
Con los colectivos los que mandan dejan de ser sordos. El ruido de las balas despierta a cualquiera.
Vivimos tiempos interesantes.
Un filósofo maldecía así a sus enemigos: “Ojalá que te toque vivir tiempos interesantes”, los tiempos de una sordidez sorda.



Fausto Masó
Sorda sordidez
El Nacional. Caracas, 11 de octubre de 2014

Rafael Poleo: La economía tiene ébola

Rafael Poleo
La economía tiene ébola
El Nuevo País. Caracas, 11 de octubre de 2014 (Blog Pedro Mogna)