viernes, 11 de abril de 2014

Laureano Márquez: ¿Dialogamos o no?

¿Dialogamos o no?
LAUREANO MÁRQUEZ
Tal Cual. Caracas, 11 de abril de 2014



No soy candidato a nada, no aspiro a puesto de representación alguno. Nadie va a medir mi popularidad. Puedo decir lo que siento sin temor a insultos, porque si en algo me he entrenado en los últimos 15 años ha sido en recibirlos --no pocas veces acompañados de amenazas, multas, sanciones y más multas--. No puedo presentarme en los teatros del Estado ni quedarme en sus hoteles. Digo esto porque como sé la avalancha que se me viene encima, y que me acusarán de vendido, subrayo que estoy enfrentando esta barbarie desde antes de que comenzara.
Cuando muchos de los que hoy son encarnizados opositores le hacían campaña a Chávez, ya yo sabía que esto no iba a funcionar, que iba a hacer a la gente más pobre en nombre de una supuesta mejoría y que la democracia iba a perecer. Y no lo sabía por dotes extrasensoriales estilo Dos Santos, sino porque me resultaba consecuencia directa del verbo del supremo.
Al segundo día de este gobierno, cuando el susodicho tenía el 1.200 % de popularidad, comencé a nadar contra la corriente y fui a la Corte Suprema acompañando a juristas y politólogos a solicitar la nulidad de la inconstitucional convocatoria a constituyente. Hago esta introducción no para pedir indulgencia en la cayapa que se me avecina, sino para subrayar claramente cuál es mi norte, antes de afirmar que es menester sentarse a conversar.
Esta semana estuve largo rato dialogando con una amiga muy querida y valiente luchadora sobre sus argumentos para no dialogar. Puedo entender que no creamos en el diálogo. Es lógico que después de 15 años de intenso cinismo y de una cuaresma de penitencia represiva la gente no crea, pero me parece que no hay otra: hablamos o nos asesinamos... That is the question. Convencido estoy de que en la última opción tenemos todas las de perder.
 
Un fragmento del nuestro diálogo:

–9 de ABR, 7:52 a.m. –Mari: Además, ¿qué es la MUD, a quién representa? ¿Quién les da derecho de representarnos? ¿Qué han hecho ellos en esta lucha?
–9 de ABR, 7:55 a.m. –Laureano: Es verdad, puede que la MUD ya no represente a nadie, pero en estas circunstancias es lo que medio queda de la "unidad" política opositora. ¿Que debe consultar y respetar a los otros sectores, como por ejemplo, a los estudiantes? Naturalmente. ¿Que no tienen derecho? Digamos que no, pero o aceptamos algún liderazgo nuestro o nos sentamos a realizar, por ejemplo, unas primarias, mientras terminan de borrar al Táchira del planeta Tierra y mientras 30 estudiantes más son asesinados y mientras también nosotros, con piedras contra tanquetas, de lo más asimétricamente tratamos de devolver con "la misma moneda".
–9 de ABR, 7:59 a.m. –Mari: ¿Y es que nos vamos a sentar a negociar con asesinos?
–9 de ABR, 8:03 a.m.– Laureano: Sí. Yo lo he hecho; tengo experiencia en ello y un alto número de venezolanos también. Hemos negociado con asesinos en cada secuestro exprés de los que se ha llenado la lúgubre noche caraqueña. Algunos tuvimos suerte en ese diálogo; otros no.  Yo lo hice y negocié con ellos incluso mi forma de muerte: dónde quería el tiro. Y también les conté chistes para calmarlos. Y fui educado y les di las gracias por no asesinarme. Y ellos me dieron Pepsi Cola y un cigarro y 200 bolos para el taxi; aún guardo 100 para una emergencia. Hice todo eso no porque me cayeran particularmente bien. Es burda de desagradable esa sensación de tu destino en manos asesinas: dialogué para sobrevivir.
–9 de ABR, 8:06 a.m. –Mari: ¿Tú eres ingenuo? ¿Crees que el gobierno va a cumplir? Ellos lo que quieren es lavar su imagen frente al mundo. Dar la sensación de que todo está normal...
–9 de ABR, 8:09 a.m. –Laureano: No, no soy tan ingenuo. Creo que no van a poder dar la sensación de que esto está bien, porque la torta que han puesto tendrá consecuencias históricas y aun así hay que hablar. Para ahorrarle al país cuantos muertos se puedan. Naturalmente que les conviene dialogar, pero también a nosotros nos conviene que les convenga.  Y la verdad no les creo ni el padrenuestro, cuando lo rezan. Por eso tiene que venir el enviado del Papa. Un hombre serio, responsable. Como ya no creemos en nuestra palabra, este diálogo tiene que tener garantías ajenas a nosotros, porque aquí nadie confía en nadie. Él va a decir que ganó y hay que dejarlo. Necesita decirlo. Le urge decirle a sus radicales que nos está humillando, que nos hundió con el diálogo, que perdimos antes de comenzar a hablar. No importa lo que diga, sino lo que haga.
–9 de ABR, 8:11 a.m. –Mari: Dime qué ganamos con este diálogo.
–9 de ABR, 8:13 a.m. –Laureano: No lo sé, Mari. En una de esas, nada. Si logramos la liberación de los presos políticos y el cese a la represión brutal ya sería mucho. La disyuntiva diálogo/violencia es una apuesta tramposa para las naciones: tomamos el camino del diálogo para evitar la violencia; si el diálogo fracasa sobreviene la violencia, y una vez que esta se exprese, nuevamente hay que sentarse a dialogar, esta vez sobre miles de cadáveres. Ojalá tengamos la inteligencia de encontrar, no digo ya desde la honestidad y la bondad (que brillan por su ausencia), sino desde el puro espíritu egoísta de supervivencia, un camino.
 
Quiera Dios que la ruta del dueño del poder no sea el que recoge este poema de Rafael Cadenas:
El diálogo según un dictador
–VERSIÓN ORIGINARIA:
Cuando yo dialogo, no quiero que me interrumpan.
–VERSIÓN SEGUNDA:
Yo dialogo, pero advierto que no cedo en mi posición.
–VERSIÓN TERCERA:
En el diálogo, los que me contradigan deben reconocer de antemano su error.
–VERSIÓN CUARTA:
Después de mucho cavilar, dictamino

Maru Morales: Diálogo, segundo round

Diálogo, segundo round
MARU MORALES
Ornitorrincos de papel 11 de abril de 2014



En dos notas anteriores, una de opinión y otra de análisis, me he referido al diálogo propuesto por el presidente Nicolás Maduro a sectores de la oposición. Luego de la reunión en Miraflores de este jueves 10 de abril y luego de escuchar los discursos de los 11 interlocutores de la MUD y los 13 del gobierno,  se van aclarando algunas cosas.

Maduro saluda a dirigentes de oposición - Foto Cortesía de El Nacional


En primer lugar, que el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, no tiene ni parece querer tener condiciones para escuchar a la oposición. Fue tajante al señalar que no estaba sentado en el Salón Ayacucho para negociar nada. Eso implica que estaba ahí para cumplir con una instrucción que probablemente le dio el presidente Maduro, pero no para revisar los errores en el desempeño del gobierno (y de la Asamblea Nacional), y mucho menos para corregirlos. En otras palabras, Cabello se sentó en el Palacio de Gobierno a ratificar su postura sobre el diálogo con la oposición de diciembre de 2013.
Ayer, Maduro lo dejó por fuera de la comisión de enlace que establecerá una propuesta de agenda de trabajo con algunas de las peticiones hechas por la Mesa de la Unidad.
Fue cristalino también el hecho de que cada vez más, el presidente Maduro se apoya en el vicepresidente Jorge Arreaza, quien será el coordinador de la mencionada comisión de enlace. “Yo confío en este hombre que está aquí, plenamente. Nos lo dejó Chávez como vicepresidente”, dijo con énfasis en la reunión de anoche señalando a Arreaza.

En segundo lugar, quedó en evidencia que la posición de la facilitación internacional tendrá que ser mucho más activa y propositiva que la de 2004, encabezada por el entonces secretario general de la OEA, César Gaviria. Si esta instancia se convierte en un espacio para “decirse verdades” semanalmente de lado y lado, pero no concreta a corto plazo resultados tangibles, será un nuevo fracaso. Y lo que es peor, podría terminar siendo un factor de frustración colectiva que atizaría los ánimos de los manifestantes.
Si la facilitación internacional no articula, por ejemplo, mecanismos de seguimiento al cumplimiento de los acuerdos, todo se desvanecerá. Y el temor es sustentado no solo en lo que ocurrió con la Mesa de 2004, sino porque en 2013, escasas semanas después de las elecciones presidenciales de abril, Unasur, de la que son parte los tres cancilleres facilitadores hoy, aprobó exhortar a los poderes venezolanos a realizar todo lo necesario para que el resultado de las elecciones fuera auditado de acuerdo a la ley venezolana. Pero hasta ahí llegó Unasur. No se ocupó de velar que eso se cumpliera, y en efecto, no se cumplió. El tipo de auditoría aprobada por el CNE no respondió a la petición de la MUD de cotejar los cuadernos electorales, la sentencia del TSJ no hizo valer el derecho de cualquier ciudadano de solicitar (y que se estudie) la nulidad de una elección y la actuación de la directiva de la Asamblea Nacional en ese momento no permitió ni siquiera ejercer el derecho a disentir de los diputados de la oposición, voceros de sus electores y de muchos de los electores que votaron por la opción contraria a Maduro.
En la Mesa de 2004 se acordó crear una comisión de la verdad que nunca se constituyó y se acordó promover el desarme de la población civil, lo cual tampoco se ejecutó. Ni el Centro Carter, ni la OEA ni el PNUD se ocuparon de promover el cumplimiento de esos dos convenios y se limitaron a presenciar la consulta electoral sobre al revocatoria del mandato del entonces presidente Hugo Chávez. Luego se retiraron.

En tercer lugar, sin demeritar a los sectores de oposición que argumentaros su decisión de no acudir a la reunión,  el balance recogido en estas pocas horas transcurridas luego del debate, parece positivo. Para los seguidores de Maduro, éste y su colaboradores dijeron las verdades a la oposición; para los seguidores de la MUD, sus voceros dijeron las verdades a Maduro y su gobierno.
Al mismo tiempo, los extremistas de cada grupo, que condenaron y acusaron de “entreguistas” a la oposición y que fustigaron y tildaron de “restauradores de la cuarta república” al gobierno, parecieron obligados, al menos hoy, a bajar el volumen de sus ataques.
Quizá en las próximas reuniones podamos ver a otros dirigentes partidistas de lado y lado incorporarse al debate.  Sería necesario que el movimiento estudiantil que adversa las políticas de Maduro sea escuchado también en vivo y directo y en cadena nacional por el presidente.
Sin duda alguna, las protestas que ellos han motorizado (y el lamentable saldo de víctimas mortales, detenidos y torturados que ellos han puesto desde el 2 de febrero de este año) obligaron al Ejecutivo a sentarse. Por el otro lado, el aumento progresivo de ese triste saldo también obligó a la oposición a deponer la demanda de unas condiciones previas para sentarse.

Por último, ayer, por primera vez en 10 años, la oposición y el gobierno se sentaron bajo el mismo techo a expresar sus disconformidades, exigencias y argumentos. Lo habían hecho en la Mesa de 2004 casi siempre a puertas cerradas o con cobertura parcial de los medios de comunicación. Ayer fue en cadena y eso es una novedad porque seguidores del gobierno o personas que habitan en sitios recónditos de nuestro país a donde solo llegan las señales de VTV y las radios comunitarias cooptadas por el gobierno, escucharon por primera vez en 10 años, sin filtro los planteamientos de la oposición.
No obstante, es de esperarse que en las próximas reuniones se ahonde en las causas profundas de la crisis actual y sobre todo en la manera de corregirlas. En el debate de ayer apenas hubo tímidas referencias.

Esas causas son:
-El modelo económico “súper estatista”, donde la expropiación, la falta de insumos para el funcionamiento de las empresas, la corrupción en la asignación de divisas, la caída dramática de la producción de alimentos y el incremento de las importaciones de todo,  han provocado la inflación y escasez más altas de los últimos 15 años, deteriorado el salario y la calidad del vida de todos. Pues incluso hasta quienes reciben beneficios sociales del Estado, no pueden rendir el dinero para comprar lo que consigan.

-El modelo social “super protector”, que no estimula al ciudadano a superarse sino que le enseña a conformarse; donde se cambiaron los modelos de evaluación escolar para que ningún niño repruebe a pesar de no demostrar dominio de las materias dictadas en vez de dinamizar los modelos de enseñanza y garantizar la calidad en la formación docente; y donde se vende la idea de que las redes de alimentos y de salud desarrolladas por el gobierno de Chávez y Maduro son regalos y no obligaciones del Estado y sus gobernantes. Esos, entre otros aspectos, han llevado a un profundo deterioro ético, principista y moral de una parte de la sociedad que han alimentado la corrupción del Estado. El “quítate tú para ponerme yo” y el “póngame donde hay” característicos de los gobiernos entre 1976 y 1998 no fueron superados sino profundizados en la revolución.

-El modelo de seguridad “super permisivo con la delincuencia”, que se muestra en una impunidad de más de 95% de los delitos denunciados e investigados por la Fiscalía; que exalta al antisocial en cadena de radio y televisión tratándolo como una “víctima de la cuarta república” en vez de desarrollar una firme política de condena y luego garantizar la reinserción social productiva de esas personas; y que no promueve el desarme efectivo de civiles armados que públicamente han sitiado a comunidades enteras, nos ha convertido hoy en el segundo país más violento del mundo con una tasa de criminalidad 6 veces superior al promedio de Latinoamérica.



-El modelo institucional “super hegemónico”, donde no es posible encontrar una sentencia del TSJ que condene al gobierno en los últimos 15 años;  donde los magistrados del TSJ cada inicio del año judicial vociferan consignas más radicales dejando claro que defienden a un sector del país y no a todos los venezolanos; donde el CNE está dirigido por personas que hasta horas antes de su nombramiento militaban activamente en el partido de gobierno; donde las decisiones de ese CNE (como fijar la elección presidencial de 2013 la misma fecha que Chávez retornó al poder en 2002, o la de las elecciones municipales de 2013 el mismo día que Chávez se despidió del país un año antes para ir a tratarse a Cuba) se acomodan a la agenda del partido político de Maduro; donde la Defensoría, la Fiscalía y la Contraloría parecen esforzarse en mirar a otro lado cuando se trata de denuncias contra el Estado y el Gobierno pero actúan con diligencia cuando son contra la oposición; y donde la Asamblea Nacional se convirtió en un coliseo romano con una mayoría de diputados que oprime a la minoría que paradójicamente obtuvo la mayoría de los votos.

Paulina Gamus: Diálogo de sordos, pero no mudos

Diálogo de sordos, pero no mudos
PAULINA GAMUS
El País. Madrid, 12 de abril de 2014

El inicio de las protestas universitarias en el estado Táchira, al oeste de Venezuela y fronterizo con Colombia, fue casi coincidente en el tiempo con el llamado para salir a la calle que hicieran los dirigentes Leopoldo López y María Corina Machado bajo el lema “La Salida Ya”. Cuando las manifestaciones y protestas se extendieron por todo el país y reclutaron a ciudadanos de distintos sectores sociales y con diferentes maneras de manifestar su indignación, fue fácil para el gobierno culpar a los ya mencionados líderes de ser los instigadores de esas protestas. Sin que ello fuese cierto, Leopoldo López está hoy en prisión y María Corina Machado ha sido despojada de su investidura parlamentaria. En ambos casos la Constitución y las leyes han sido pisoteadas por una Asamblea Nacional y un poder judicial que son brazos ejecutores de las órdenes que emanan de la presidencia. Así fue en tiempos de Hugo Chávez y así es con Nicolás Maduro.
No cabe duda que las protestas que se iniciaron el 12 de febrero y continúan hasta estos días de abril, han sido lideradas por los estudiantes de distintas universidades del país que han asombrado a todos con su valentía y creatividad. Pero nadie ha podido evitar que, al mismo tiempo, se soltaran los demonios del radicalismo y de la irracionalidad. No se trata solo de las llamadas guarimbas que generalmente afectan a vecinos que comparten los sentimientos anti gobierno de los “guarimberos”, sino de una campaña de descrédito en contra de la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) y de Henrique Capriles Radonski, actual gobernador del Estado Miranda, quien hace apenas un año obtuvo más de 7 millones de votos y muy probablemente ganó las elecciones a Nicolás Maduro. Cuando se le recuerda este hecho a sus detractores de hoy, que entonces votaron por él, la respuesta casi unánime es: “ganó, pero no cobró”. Cobrar significaba convocar a sus votantes a salir a la calle para ser masacrados por la Guardia Nacional bolivariana y los grupos paramilitares del chavomadurismo, cuya manera de administrar la violencia ha sido suficientemente mostrada en estas últimas semanas de marchas y protestas pacíficas. Las críticas destructivas se extienden a la MUD, la misma entidad que logró reunir y poner de acuerdo a diecisiete o más agrupaciones políticas y organizar unas impecables primarias en 2012 para seleccionar al candidato que debía competir con Hugo Chávez Frías en las elecciones presidenciales de octubre de ese año, y a los candidatos a diputados, gobernadores y alcaldes. Lo que fue una tarea titánica, un esfuerzo ciclópeo si tomamos en cuenta la cantidad de intereses y ambiciones en juego, hoy carece de importancia para un sector de la oposición que ha retornado a la antipolítica como su deporte predilecto y que prefiere olvidar el espinoso camino transitado hasta lograr la unidad de las fuerzas opositoras, la que permitió que después de catorce años el chavismo resultara derrotable.
Es en medio de este escenario de descalificaciones de distinta índole y acusaciones de traición y colaboracionismo, que se produce un ensayo de diálogo entre el gobierno de Maduro, los cancilleres de Colombia, Brasil y Ecuador, un delegado de El Vaticano y la oposición representada por el único ente que aún goza de legitimidad representativa, la MUD. Ramón Guillermo Aveledo, su secretario ejecutivo, ha dejado muy claras las condiciones para que el diálogo prospere: amnistía para todos los presos políticos incluido, por supuesto, Leopoldo López, el sobreseimiento de todas las causas iniciadas con motivo de las protestas estudiantiles y vecinales, el desarme de los grupos paramilitares del gobierno, el retorno al país de los exiliados y la pronta designación de los poderes públicos que tienen sus lapsos vencidos, en condiciones que garanticen su autonomía. ¿Son tan ingenuos Aveledo y los otros dirigentes que han aceptado participar en el diálogo, para creer que el gobierno va a complacer tales exigencias? ¿Puede alguien imaginar a Maduro y a la mafia gubernamental admitiendo que el Tribunal Supremo y el Consejo Nacional Electoral sean integrados por personas independientes? Sería el principio del fin -un fin rapidísimo- del régimen socialista del siglo XXI inspirado en el estalinismo del siglo XX. ¿Van a liberar al Comisario Iván Simonovis y a los otros funcionarios policiales condenados a 30 años de presidio por las muertes de 17 personas en los sucesos del 11 de abril de 2002? Sería reconocer que esos asesinatos los cometieron pistoleros chavistas identificados en multitud de videos y fotografías.
El debate en torno a si la MUD, Henrique Capriles, el gobernador de Lara, Henri Falcón y otros líderes opositores deberían sentarse a dialogar con el gobierno, recuerda el viejo chiste del hombre que encuentra una lámpara oxidada en la playa, la frota y aparece un Genio que dice lo normal en estos casos: ¡Me has liberado, pídeme un deseo! El hombre le pide un puente que le permita viajar en automóvil desde Caracas a París. El Genio le responde que eso es algo imposible hasta para él, que le pida algo más fácil. El liberador cambia su petición porque se logre la paz definitiva entre palestinos e israelíes. Entonces el Genio le dice ¿de cuántos canales quieres el puente?
Son incontables las reuniones y conversaciones de paz entre palestinos e israelíes, se repiten una y otra vez y todas fracasan porque los primeros se niegan a reconocer la existencia del Estado de Israel y los segundos jamás admitirán el desmembramiento de su país para regresar a la situación anterior a 1948. Sin embargo, se seguirán reuniendo y dialogando una y cien veces más y quizá algún día la paz sea más fácil que construir el puente. Los radicales de la oposición venezolana empeñados en la autodestrucción, deberían entender que los diálogos de paz se hacen entre enemigos y que la única manera de dialogar es sentarse unos con otros aunque sea con el pañuelo en la nariz. Quizá, el regaño de Lula Da Silva al obtuso Maduro por su manifiesta ineptitud y el derrumbe del gobierno en todas las encuestas, hagan el milagro de lograr, al menos, la libertad de los presos políticos y el retorno de los exiliados.