Digámoslo de arrancada: no. O, para ser más precisos, no sólo electoral. Porque en nuestro país "lo electoral" se percibe generalmente como sólo referido al día del acto comicial. Aquello de levantarse temprano, hacer la cola frente al centro de votación, marcar la elección en una máquina, mancharse el dedo con tinta y regresar a la casa a esperar resultados. Si eso es sólo lo "electoral", es fácil entender la reticencia de mucha gente sobre que la salida vaya por allí. Entonces, ¿cuál es la estrategia a seguir?
Pues bien, hay que usar los dos adjetivos para describirla: la estrategia es simultánea e indivisiblemente política y electoral. En otras palabras, una estrategia de decidida y sistemática acción política que tiene su necesaria e irrenunciable expresión electoral. Si no incluye las dos cosas, pues simplemente está condenada al fracaso.
La diferencia entre una estrategia político-electoral y una "sólo electoral" es fundamental. Porque si no se hace desde ya el trabajo político necesario, lo electoral no conducirá a mucho. A la oposición le podrán dar hasta los 5 rectores del CNE, pero ello no serviría de nada si no se ha hecho el trabajo político previo de organización y crecimiento popular.
Con todo el respeto que merecen quienes siguen todavía defendiendo "salidas" ya demostradamente inútiles, hay que insistir hasta el cansancio que el único trabajo político que realmente funciona es reanimar y vigorizar la conexión con las organizaciones populares, acompañar y hacer conectar entre sí las manifestaciones de protesta social y de lucha por los cada vez más vulnerados derechos del pueblo, reagrupar y fortalecer las fuerzas internas democráticas, y colaborar con la despolarización y el acercamiento entre los venezolanos, para hacerlos más fuertes frente a un gobierno que los golpea diariamente y sin clemencia.
Esa estrategia incluye -y hay que decirlo con valentía- prepararnos desde ya para el reto de las elecciones parlamentarias de 2015. Mucha gente le parece antipático y hasta chocante que se hable de esto, y que esperar hasta allá es demasiado. Lo cierto es que -al menos en el guión de lo previsible- es la crucial consulta electoral del año que viene la que puede decidir una nueva conformación de los poderes públicos y la viabilidad de un eventual revocatorio de Maduro en el 2016. Porque esto también hay que decirlo claro: si no se gana el año que viene, olvidémonos de revocatorio y resignémonos a tener a Maduro hasta el 2019. En consecuencia, no se trata de "esperar", sino de centrarnos todos desde ya en la tarea de transformar el enorme descontento social que existe en una formidable fuerza política que haga indetenible el cambio en la conducción del país. Esta es la ruta. Hay que hacer peso frente a un gobierno que se debilita cada día más, y que pierde apoyo popular a paso de vencedores. Un gobierno es fuerte cuando su poder se basa en su autoridad moral y en su capacidad de lograr obediencia, no sólo acatamiento. Y este gobierno es tan débil que su única fuente de autoridad es su capacidad de represión.
Hoy en día, el madurocabellismo puede amenazar, prohibir, reprimir, encarcelar, torturar, violentar los derechos humanos, perseguir y sembrar terror a diestra y siniestra, pero lo que seguramente no podrá logar, si hacemos las cosas bien, es ganar elecciones. De hecho, lo que realmente le preocupa no son las alicaídas guarimbas ni las amenazas de "marchas sin retorno" al estilo Escarrá, sino la pérdida de su mayoría electoral. Por eso, quienes estamos cansados de esta pesadilla devenida en gobierno, y no queremos esperar más, no debemos permitir que se repitan los carísimos errores y atajos del pasado que resultarían en un fortalecimiento del gobierno y extenderían lamentablemente su permanencia en poder.
La ruta es trabajar todos los días para que los venezolanos asocien sus innumerables penurias y tragedias con el gobierno que es quien las genera. No separar las protestas sociales de las políticas, que es una forma de hacerle un favor al régimen. Porque cuando la gente tranca una vía por falta de agua, o los conductores de transporte público paralizan el tránsito porque le asesinaron a un compañero, o los pacientes reclaman a las puertas de los hospitales su derecho a no morirse antes de tiempo, todas son protestas contra el gobierno. Acompañar estas expresiones de molestia, identificarse con los problemas y las luchas del pueblo explotado, que la gente sufra menos y sepa que hay quien la defienda, es la única ruta que funciona.
Cuando logremos transformar la enorme molestia social en apoyo político a la causa del cambio, y repolaricemos al país, ya no entre partidarios del gobierno y de la oposición, sino entre las víctimas de la crisis y sus beneficiarios, el cambio será simplemente inevitable. Lo demás es una trampa.
@angeloropeza182
Angel Oropeza
¿La salida es entonces electoral?
El Universal. Caracas, 25 de junio de 2014
miércoles, 25 de junio de 2014
Marianellla Salazar: La carta desgraciada
La declaración de guerra de Giordani al triunvirato (Maduro, Diosdado y Ramírez) que gobierna en representación de la tiranía cubana y sus multimillonarios socios internacionales no debería extrañar en un régimen en descomposición que se acerca a una implosión indetenible, como consecuencia no solo de una debacle putrefacta pocas veces vista en la historia contemporánea universal, sino de una oposición colaboracionista, que tarde o temprano también será juzgada por quienes sufrimos las graves e irreversibles consecuencias de la dictadura y que sabemos perfectamente quiénes son los que cohonestan al régimen.
El capítulo Giordani es en importancia el siguiente paso después de que el agente cubano confeso, ex superstar de VTV, Mario Silva, prendiera el ventilador para acusar a diferentes grupos de poder que se reparten el botín de la mermada producción petrolera venezolana. Giordani, al igual que Maduro y la pila de trasnochados que deambulaban por la cuarta república viendo a cuál árbol político se arrimaban, jamás imaginó que lograría manejar –y dilapidar– una fortuna, decenas de veces superior al presupuesto de media Suramérica, o el equivalente a la reconstrucción de los Emiratos Árabes, cima de la vanguardia del petrodesarrollo en los últimos 20 años.
Probablemente, Giordani y Maduro coincidieron en la cola para llevarle café al preso VIP de Yare, Hugo Chávez, y ahí, entre ignorantes y resentidos, se fraguó toda la pesadilla que en menos de cuatro lustros convirtió a Venezuela en una especie de planeta de los simios del siglo XXI. Una involución veloz jamás vista en sociedad petrolera alguna, peor aun que el atraso que representaron los ayatolás en el Irán de los ochenta.
El zar atornillado
Con la salida de Giordani, Rafael Ramírez se crece como el zar petrolero del hemisferio occidental y principal operador de los desembolsos de colocaciones en divisas, de la emisión milmillonaria de bonos de Pdvsa y préstamos criminales que ahogan a la república, así como la asignación de centenares de negocios petroleros inauditables, que han hecho de su entorno el grupo de multimillonarios exprés más inmoral de América. El ejemplo más cercano es el de un primo, conocido por sus excentricidades como el “Sr. Petrus”, un hazmerreír internacional de la tragicomedia de los nuevos ricos venezolanos, protagonistas inequívocos de las corruptelas nefastas a las que hace referencia el exministro en su carta de despecho y confesión descarada.
No solo Giordani estaba en la mira de Maduro, hace unos cuantos meses, consciente de su precaria situación política, intentó infructuosamente hacer renunciar a Rafael Ramírez y eliminar ese gran polo de poder, nefasto para su impredecible gestión. El sustituto, venido de Houston, listo y avisado, llegó hasta la antesala del despacho presidencial a punto de ser designado. En la alta gerencia de Pdvsa daban por descontado la salida del zar, pero este, al mejor estilo Corleone, se comunicó con los principales acreedores de la incalculable deuda venezolana y le indicó a Maduro que con su salida quedaría acéfala la negociación para el desembolso de más deuda, además de los negocios con chinos, rusos y organismos multilaterales. Como era de esperar, Maduro se chorreó dándole la razón a Giordani, que en su encíclica escribiera que hay “una presidencia que no transmite liderazgo” y existe “una clara sensación de vacío de poder”.
Agenda oculta
Ante empresarios internacionales, en Londres, Rafael Ramírez aceptó por primera vez la grave crisis del país y anunció la próxima unificación del tipo de cambio. Fuentes de inteligencia señalan que esa visita de Ramírez tuvo una agenda oculta: la venta de Citgo. La noticia corrió con cautela desde el mismísimo imperio británico. Sería una medida desesperada para paliar la crisis general, evitar un desenlace con estallido social y obtener ingresos de al menos 10.000 millones de dólares, aun cuando los conocedores calculan el valor de Citgo en 50 mil millones de dólares.
De confirmarse la noticia, el esfuerzo de Venezuela en el pasado por controlar las refinerías más importantes y específicas para nuestro crudo en Estados Unidos y Europa (Veba Oil) será dilapidado por los “revolucionarios”. Lo más trágico es que no existe un contrapeso político opositor que le ponga freno. Al ser Citgo una empresa americana que reporta públicamente, probablemente requerirá de la aprobación de la Comisión de Energía del gobierno de Estados Unidos. Y aunque el negocio es una oportunidad de oro para las grandes corporaciones petroleras que desearían comprar Citgo a precio de gallina flaca, la imagen de corruptela que rodea a Pdvsa y al país recomienda mucha cautela a los posibles inversores.
Tic tac
La presidente argentina ha pedido ayuda a Nicolás Maduro para pagar la deuda que tiene con los llamados “bonos buitres”. Tal como hizo Chávez en su momento, que ayudó a su pana Kirchner con la compra de los bonos argentinos, Maduro trata de salvar a Cristina con los 1.500 millones de dólares que le hacen falta, para que el default no le cueste la presidencia. Raúl Castro ya fue consultado.
Marianellla Salazar
La carta desgraciada
El Nacional. Caracas, 25 de junio de 2014
El capítulo Giordani es en importancia el siguiente paso después de que el agente cubano confeso, ex superstar de VTV, Mario Silva, prendiera el ventilador para acusar a diferentes grupos de poder que se reparten el botín de la mermada producción petrolera venezolana. Giordani, al igual que Maduro y la pila de trasnochados que deambulaban por la cuarta república viendo a cuál árbol político se arrimaban, jamás imaginó que lograría manejar –y dilapidar– una fortuna, decenas de veces superior al presupuesto de media Suramérica, o el equivalente a la reconstrucción de los Emiratos Árabes, cima de la vanguardia del petrodesarrollo en los últimos 20 años.
Probablemente, Giordani y Maduro coincidieron en la cola para llevarle café al preso VIP de Yare, Hugo Chávez, y ahí, entre ignorantes y resentidos, se fraguó toda la pesadilla que en menos de cuatro lustros convirtió a Venezuela en una especie de planeta de los simios del siglo XXI. Una involución veloz jamás vista en sociedad petrolera alguna, peor aun que el atraso que representaron los ayatolás en el Irán de los ochenta.
El zar atornillado
Con la salida de Giordani, Rafael Ramírez se crece como el zar petrolero del hemisferio occidental y principal operador de los desembolsos de colocaciones en divisas, de la emisión milmillonaria de bonos de Pdvsa y préstamos criminales que ahogan a la república, así como la asignación de centenares de negocios petroleros inauditables, que han hecho de su entorno el grupo de multimillonarios exprés más inmoral de América. El ejemplo más cercano es el de un primo, conocido por sus excentricidades como el “Sr. Petrus”, un hazmerreír internacional de la tragicomedia de los nuevos ricos venezolanos, protagonistas inequívocos de las corruptelas nefastas a las que hace referencia el exministro en su carta de despecho y confesión descarada.
No solo Giordani estaba en la mira de Maduro, hace unos cuantos meses, consciente de su precaria situación política, intentó infructuosamente hacer renunciar a Rafael Ramírez y eliminar ese gran polo de poder, nefasto para su impredecible gestión. El sustituto, venido de Houston, listo y avisado, llegó hasta la antesala del despacho presidencial a punto de ser designado. En la alta gerencia de Pdvsa daban por descontado la salida del zar, pero este, al mejor estilo Corleone, se comunicó con los principales acreedores de la incalculable deuda venezolana y le indicó a Maduro que con su salida quedaría acéfala la negociación para el desembolso de más deuda, además de los negocios con chinos, rusos y organismos multilaterales. Como era de esperar, Maduro se chorreó dándole la razón a Giordani, que en su encíclica escribiera que hay “una presidencia que no transmite liderazgo” y existe “una clara sensación de vacío de poder”.
Agenda oculta
Ante empresarios internacionales, en Londres, Rafael Ramírez aceptó por primera vez la grave crisis del país y anunció la próxima unificación del tipo de cambio. Fuentes de inteligencia señalan que esa visita de Ramírez tuvo una agenda oculta: la venta de Citgo. La noticia corrió con cautela desde el mismísimo imperio británico. Sería una medida desesperada para paliar la crisis general, evitar un desenlace con estallido social y obtener ingresos de al menos 10.000 millones de dólares, aun cuando los conocedores calculan el valor de Citgo en 50 mil millones de dólares.
De confirmarse la noticia, el esfuerzo de Venezuela en el pasado por controlar las refinerías más importantes y específicas para nuestro crudo en Estados Unidos y Europa (Veba Oil) será dilapidado por los “revolucionarios”. Lo más trágico es que no existe un contrapeso político opositor que le ponga freno. Al ser Citgo una empresa americana que reporta públicamente, probablemente requerirá de la aprobación de la Comisión de Energía del gobierno de Estados Unidos. Y aunque el negocio es una oportunidad de oro para las grandes corporaciones petroleras que desearían comprar Citgo a precio de gallina flaca, la imagen de corruptela que rodea a Pdvsa y al país recomienda mucha cautela a los posibles inversores.
Tic tac
La presidente argentina ha pedido ayuda a Nicolás Maduro para pagar la deuda que tiene con los llamados “bonos buitres”. Tal como hizo Chávez en su momento, que ayudó a su pana Kirchner con la compra de los bonos argentinos, Maduro trata de salvar a Cristina con los 1.500 millones de dólares que le hacen falta, para que el default no le cueste la presidencia. Raúl Castro ya fue consultado.
Marianellla Salazar
La carta desgraciada
El Nacional. Caracas, 25 de junio de 2014
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