lunes, 14 de abril de 2014

Alek Boyd: El mensaje perdido en el diálogo

El mensaje perdido en el diálogo
ALEK BOYD
El País. Madrid, 15 de abril de 2014

 Chavistas y opositores perdieron la oportunidad de tratar temas de fondo y se perdieron en discusiones ampliamente conocidas

Desapercibida, en lo que algunos en Venezuela consideran la mejor intervención hecha en las seis horas de diálogo entre el gobierno de Maduro y la oposición, quedó una frase poco recogida por los medios internacionales: “O dialogamos o nos matamos, hermano”, le dijo el gobernador del estado Lara, Henry Falcón, al gobernador del estado Anzoátegui, Aristóbulo Ísturiz. Hay historia entre Falcón y el chavismo. Su carrera política, toda, ha estado circunscrita en la izquierda, aquella que en algún momento se atapuzó con gusto la prédica del encantador de serpientes en jefe. Es más, Falcón fue chavista hasta anteayer, pero como él mismo dijo, durante su intervención, “no toda la derecha está en la oposición, ni toda la izquierda está en el gobierno.”

Durante las seis horas de diálogo se escucharon muchas recriminaciones. Las dos partes tienen visiones, o cosmovisiones como diría Hugo Chavez, no diametralmente opuestas, pues cuando las visiones son terrenas siempre se puede avanzar hacia el acuerdo, sino en diferentes planos existenciales. Mientras la oposición habla de escasez, el chavismo habla de fascismo. Mientras la oposición se hace eco de la ola de violencia que azota a Venezuela, y ha llevado al país a convertirse en el segundo con mayor numero de asesinatos del mundo, el chavismo desecha el asunto como un “problema de percepción”, no causado por la criminalidad desbordada sino por “la guerra mediática que sobre el país existe”, según el Gramsci venezolano. Es decir, las más de 24.000 muertes del año pasado no son reales, sino percibidas para el chavismo. Cuando las partes no pueden ponerse de acuerdo, ni siquiera, en si los problemas que aquejan al país existen, poco puede esperarse del diálogo.
La sorpresa, para quien escribe, no fue lo que se dijo, sino lo que no. Hemos escuchado hasta la saciedad, a la oposición agrupada en la MUD, afirmar la necesidad de ganarse al pueblo chavista para poder derrotar al régimen de Maduro, y lograr un cambio de gobierno. Como alguien expresara en el encuentro, el que gobierno y oposición se reúnan a dialogar es tan raro, que es noticioso. No han ocurrido reuniones del tipo, televisadas en cadena nacional, desde que Chavez llegó al poder en 1999. Ello, en un país cuyo gobierno anda vanagloriándose por el mundo de su “democracia participativa”. No obstante la oportunidad de dirigirse al país a través de todas las televisoras y radios del país, las seis horas se perdieron en dimes y diretes, ampliamente conocidos por partidarios de ambos bandos.
Ni un solo mensaje del chavismo a la oposición, ni, increíblemente, de la oposición al chavista promedio. Ni una sola frase, para asegurar, por ejemplo, que los programas sociales no sólo no serán eliminados si no mejorados. Ni una palabra sobre la corrupción, que se lleva mucho de los recursos que se supone deben recibir los más necesitados. Ni una invitación al pueblo chavista a construir un futuro próspero para todos. El “o dialogamos o nos matamos” resume a la perfección la naturaleza del encuentro: líderes de espaldas a sus electores fijando posición, y tanteando niveles de testosterona, en lugar de buscar ganarse, no al adversario sentado enfrente, sino a quienes los llevaron allí, a quienes les confirieron el poder que actual y temporalmente detentan. Ninguno de los presentes le habló al país. Ninguno. Y ese fue el mensaje perdido en esas seis horas estériles.
El pueblo de Venezuela en su conjunto no está para recriminaciones, pues cada venezolano vive en carne propia la miseria y la debacle en la que el chavismo ha convertido al país, y conoce la realidad mejor que todos los allí presentes. Lo que requiere, en éste momento, el pueblo de Venezuela de sus líderes políticos, no es confrontación, si no soluciones cuya viabilidad depende única y exclusivamente de cuán inclusivas sean. La política chavista de incitación al odio no se resolverá con temeridades tipo “o dialogamos o nos matamos”, especialmente cuando el chavismo controla todas las armas oficiales y paramilitares del país. El desconocimiento del otro no puede desmontarse en la base del fatuo retoricar. Ya basta. Falló el chavismo, eso ya es una realidad, la acepten o no. Pero el que la oposición haya perdido la histórica oportunidad de comunicarle su mensaje a Venezuela entera, casi ininterrumpidamente, durante horas, eso es imperdonable. Incomprensible, considerando que la cuenta de muertes producto de la crisis actual ya pasó los 40, ergo un argumento que no moverá al chavismo al control de sus fuerzas represivas.
@alekboyd

María Isabel Rueda: Destetémonos de Venezuela

Destetémonos de Venezuela
MARIA ISABEL RUEDA
El Tiempo. Bogotá, 13 de abril de 2014

ha llegado la hora de destetarnos de Venezuela y del chavismo.

El Presidente reconoce que el Gobierno y sus Fuerzas Armadas saben “más o menos” dónde está ‘Timochenko’. Creo que todos los colombianos también sabemos, desde hace rato, “más o menos” dónde está el jefe de las Farc. Pero sí resulta noticia que el Presidente admita que mientras dio la orden de atacar a ‘Alfonso Cano’ en noviembre del 2011, hoy tendría dudas de hacer lo mismo con ‘Timochenko’, según él, “porque las condiciones son distintas”.

¿En que podrían ser distintas? Cuando dieron de baja a ‘Cano’, ya estaban avanzados los contactos de exploración de la paz. Pero aún era muy temprano para tener la seguridad de que las Farc no estaban mamando gallo. Hoy, en cambio, existe la sensación de que por importantes o delicados que sean los obstáculos que quedan por delante, el proceso ha ingresado a una etapa de madurez signada, creo que ya, por el destino de la irreversibilidad.

A veces parecería que esto lo entiende mejor el Gobierno que las Farc, que con tanta frecuencia ponen al Presidente en aprietos con la opinión a punta de asesinar policías, emboscar soldados, atacar civiles y volar oleoductos. Todo eso lo justifican desde La Habana sus obesos dirigentes bajo la premisa de que aquí no se ha firmado ningún cese unilateral del fuego y que por lo tanto la guerra sigue “ventiada”, donde se pueda.

No creo que Andrés Pastrana se equivoque cuando interpreta que si Santos dice que pensaría dos veces antes de atacar a ‘Timochenko’, es porque el Gobierno está practicando un cese unilateral del fuego –añado yo, no oficial–, y me parece hasta lógico, cuando a juicio del Presidente las circunstancias lo permitan o lo aconsejen. Se trata de ese tipo de actos de confianza que apalancan los procesos de paz cuando han avanzado hasta un punto de no retorno, como podría ser este.

De ser cierto lo anterior, quisiera plantear entonces que

Colombia, su Gobierno y su diplomacia llevan dos años actuando signados por el miedo de que Maduro se nos “emberraque” por cualquier cosa que hagamos o no hagamos, y que nos desbarate la mesa de La Habana. Y debido a eso hemos sometido a nuestra dignidad republicana y democrática a humillaciones inauditas. Sin necesidad de declararle la guerra al régimen tirano de Venezuela, sí podríamos estar liderando una cosa algo más seria para ayudar a la oprimida oposición de ese país. A esa oposición a la que la canciller Holguín, actuando como mediadora (aunque parezca más una negociadora del equipo de Maduro), llama “los extremistas”: gente que sale a la calle a protestar porque les barrieron cualquier vestigio de nivel de vida a los venezolanos.

En resumen, cómo me gustaría que Colombia recuperara la soberanía de su proceso de paz. Que podamos exhortar a las Farc a hacer sus correspondientes gestos de paz, su cese unilateral no oficial de hostigamientos contra la infraestructura del país y las vidas de nuestros civiles, soldados y policías.

Venezuela no puede seguir siendo el lugar donde “más o menos” sabemos que está escondido ‘Timochenko’. Ni el régimen de Maduro seguir dando por descontado que Colombia, por el chantaje de la paz, no le exigirá más que tibios diálogos con la oposición. Que no nos atreveremos a pedirle que libere a sus presos políticos, ni que deje de perseguir a los “extremistas” opositores como Leopoldo López, hoy preso del régimen, o a María Corina Machado, despojada de su curul parlamentaria por el mismo.

Llegó la hora, en fin, de que el proceso de paz del gobierno colombiano con las Farc vuele solo, sin dueños ajenos ni manos intrusas. En pocas palabras, un proceso que, por estar maduro, ya no le teme a Maduro.

Entre tanto... Esta columna tomará vacaciones, para leerme en paz los últimos libros de Juan Esteban Constaín, El hombre que no fue jueves, y de Ricardo Silva, El libro de la envidia.

María Isabel Rueda

Asdrúbal Aguiar: Luego del conversatorio, las cosas en su puesto

Luego del conversatorio, las cosas en su puesto
ASDRÚBAL AGUIAR
Diario Las Américas. Miami, 15 de abril de 2014

Concluido el “conversatorio” de Miraflores, entre el Gobierno y los partidos de la oposición integrantes de la MUD, en aras de la objetividad –difícil de sostener en las actuales circunstancias– cabe decir que un tanto se anotaron a su favor las víctimas de la censura oficial, los afectados por la hegemonía comunicacional de Estado implantada en Venezuela.

Quienes sufren las consecuencias de la deliberada quiebra fiscal, económica y social del país, luego de tres lustros de francachela revolucionaria y simulaciones en cadena, algo de sus voces han trascendido. Los chavistas, quienes por temor o lealtad no hablan, y quienes pueden hacerlo pero carecen de medios independientes o de amplia cobertura para hacer valer sus opiniones, contaron con algunas horas de desahogo. La opinión pública ha gozado de un momento y cuadro excepcionales, que les permitirá despejar reservas, ajustar criterios, y mejor amalgamarse sobre la realidad que nos cuece a fuego alto.

Es secundario que el Gobierno de Nicolás Maduro, que lleva la procesión por dentro y -salvo que esté desquiciado- sabe del mal que le mantiene en agonía, haya escuchado, ante la mirada del país y el extranjero, verdades que lo desnudan y ha ocultado tras una propaganda revanchista y la ofensa sistemática de sus adversarios.

Como le ocurre a todo gobierno que dura mucho, el actual se recreó en el pasado durante el conversatorio. Al paso, otra vez reescribió la historia. Los representantes de la MUD, en su mayoría, situaron la cuestión del presente -lo hizo pedagógicamente Ramón Guillermo Aveledo– y la describieron hasta mostrarnos el penoso porvenir que nos espera si el diálogo planteado, hecho promesa, no se realiza o da buenos frutos.

Henrique Capriles, cabe subrayarlo, en descarnada exposición, concreta y sin rodeos, puso el énfasis sobre las causas sociales e institucionales que bullen por debajo de la protesta, atizando las frustraciones y la violencia desatadas y en crecimiento. Al paso desordenó las piezas del tablero o escenario cuidadosamente predispuesto para el conversatorio y celoso cuidado de la imagen oficial.

Maduro quiso mostrarse como el árbitro o moderador del juego, ajeno a la represión de Estado y las violaciones de derechos humanos que lo tienen como primer responsable y al drama de las dos partes en que se encuentra fracturada Venezuela. Situado en el medio habló por horas, dándole ventaja a los de su equipo, que al igual que los visitantes podían hablar sólo 10 minutos. Pero le bastaron a Capriles. Le trató como a un par y le recordó que sigue en el poder por el control total que ejerce sobre los poderes públicos.

Sea lo que fuere, más allá del señalado conversatorio, dos cuestiones hipotecan o gravan el diálogo planteado y sus esperados resultados. Una es la revelada con honestidad por Capriles, o sea, el divorcio entre las circunstancias de los sentados alrededor de la mesa y la Venezuela que medra más allá de la Casona de Misia Jacinta, la suma de las víctimas de la realidad nacional imperante y en curso, quienes con escepticismo los observaban. De modo que, la primera enseñanza no se hace esperar. Si esa dirigente no interpreta cabalmente al país, el país se les va de las manos y sus representaciones quedarán hechas añicos.

La siguiente cuestión puesta sobre la mesa de modo unánime por el propio Gobierno, es, a fin de cuentas, la de fondo, sin demeritar la urgencia e importancia de la anterior, a saber, que chocan dos modelos antagónicos y conceptualmente irreconciliables. En hipótesis negada, ello obligaría a reformulaciones que hagan posible la síntesis, la creación de un espacio común. Roberto Enríquez, de COPEI, fue lapidario: “Se encuentra roto el pacto social y constitucional de Venezuela”. A la sazón el mismo Gobierno fue tozudo, repitiendo que no dará marcha atrás con su Socialismo del siglo XXI, esperando de la oposición únicamente su reconocimiento.

He aquí, pues, el dilema. Unos dirigentes sueñan con una Venezuela dentro de la horma marxista, quizás de estirpe gramsciana –como lo apunta Henry Ramos Allup- pero hegemónica culturalmente, de suyo excluyente, donde el poder del Estado se desplaza mudando en poder de los “colectivos” y siendo extraña a la Constitución y la democracia. Los otros repiten el catecismo democrático libertario, afirman creer en el pluralismo, dicen creer en la iniciativa personal tanto como señalan defender la existencia de un Estado facilitador o promotor y garante de los derechos y finalidades de la sociedad civil. El caso es que para los demócratas verdaderos, ajenos al clientelismo, todo diálogo tiene como límite a la misma democracia y sus valores éticos, innegociables.

@asdrubalaguiar

*Exjuez de la Corte Interamericana de Derechos Humanos

Pablo Aure: ¡Hasta cuándo!

¡Hasta cuándo!
PABLO AURE
El Carabobeño. Valencia, 14 de abril de 2014
Se han generado largos debates a propósito del “diálogo” entre representantes del gobierno y de la Mesa de la Unidad Democrática. Algunos dicen que el régimen quedó muy mal parado, y por el contrario que la “oposición” se lució con argumentos sólidos e irrefutables. 

En efecto, no hubo improvisación por parte de la MUD, todos se habían distribuido los temas que iban a abordar, mientras que los del régimen se limitaban a responder con lugares comunes. 

Lo que dijo la MUD no era nuevo para nadie. Quizá lo más resaltante de esa noche fue que Maduro “permitió” que le echaran en cadena nacional ese balde de agua fría. Eso lo midió, sacó cuentas y aceptó lo que pocas veces -o nunca- había permitido: darle la oportunidad a la oposición de expresarse en cadena nacional. Les digo, que para el régimen eso fue un juego estratégico, pues ya, en las diversas televisoras, sobre todo en el canal del Estado, están transmitiendo fragmentos editados de lo que se dijo esa noche. Cuatro horas de cadena, serán borradas fácilmente por el bombardeo de mensajes totalmente descontextualizados. 

¿Quién ganó y quién perdió?

Me han preguntado mucho sobre quién fue el ganador y quién el perdedor en el diálogo. La respuesta dependerá de lo que estaba en juego. Me explico. Si lo que quería el régimen era darse un baño de demócrata frente a la comunidad internacional, les digo que salió victorioso, pues a pesar de que nunca reconoció sus excesos y atropellos, permitió sentarse frente a los que él considera la oposición. Así las cosas ha ganado tiempo frente a la comunidad internacional.  Es más, el secretario de Estado de EEUU, John Kerry, dijo que “mientras exista diálogo EEUU no actuará. Una semana antes, la presidenta del Comité Nacional Demócrata, Debbie Wasserman Schultz, había dicho que el Gobierno de Barack Obama estaba “considerando la imposición de sanciones a funcionarios venezolanos culpables de la represión en ese país y que tienen cuentas bancarias y viajan a EEUU”.

En cuanto a la oposición, una vez más tenemos que aclarar que en este momento la MUD no representa la totalidad de la oposición; es una parte muy reducida, pero no es la oposición, y menos para ponerle fin a un conflicto en el que ella no es factor fundamental. La gente está en la calle, no porque la MUD la mantiene, sino a pesar de ella. La oposición demostró que dentro de sus cuadros existen personas altamente capacitadas en los distintos temas. Solo eso ganamos en el supuesto diálogo, que más que eso fue simplemente un debate que bien ha podido darse en la Asamblea Nacional. No hubo acercamientos conciliadores. Hubo críticas de unos y otros, pero ratifico: el régimen no cedió ni un milímetro en sus posiciones.  

Por cierto, la MUD debe tener mucho cuidado y saber levantarse en el momento justo, de lo contrario saldrá con las tablas en la cabeza, ya que nada de lo que “acuerde” con el régimen será acatado por la inmensa población que tomó las calles. 

Ofensa Y Provocación.-

Ese primer encuentro de este nuevo ciclo de conversaciones (no es la primera vez que oposición y gobierno se sientan a la mesa para dialogar, y siempre se repite el incumplimiento de las promesas), por parte del régimen tuvo además de la ganancia a nivel internacional, también procura un enfriamiento de las calles. Intenta desmotivar a quienes han decidido tomar las calles buscando un futuro mejor. Por esa razón, quienes estamos identificados con mecanismos distintos al de esa farsa gubernamental, nuestro llamado debe seguir siendo a la protesta activa, pacífica y constitucional independientemente que un sector de la oposición converse con el gobierno. Sin satanizar a los que dialoguen, y que ellos tampoco satanicen a quienes no creemos en ese diálogo.  

El régimen esa noche intentó legitimar a los denominados colectivos, pues sentó al jefe de los “tupamaros” a “dialogar” y a defender sus posiciones. O sea, Maduro hizo ver que los colectivos seguirán haciendo de las suyas porque gozan del aval gubernamental. 

Diálogo sin chantaje

Es una jugada maliciosa decir que quienes no creemos en ese dialogo, no creemos en la democracia. Desde luego que creemos en dialogar, pues, esa es la esencia de la democracia; lo que no podemos aceptar es el engaño, y estamos seguros ese fulano diálogo lo será. 

Insisto, cómo creer en un diálogo sin condiciones, sin demostraciones de propósitos de enmienda. Nada, el régimen insiste en que lo está haciendo bien. Y claro que lo está haciendo bien de acuerdo al libreto cubano. Destruir, como ellos dicen, la moral burguesa, y exterminar cualquier iniciativa capaz de generar empleos que procuren sustentar a la población independiente del Estado.  El régimen quiere una población dependiente, empobrecida y sumisa para poderla dominar. 

La mutación de un alcalde.

Nunca abandonaré la lucha contra las injusticias, ni dejaré de denunciar lo que considere incorrecto. En el pasado no nos cansamos de defender a Miguel Cocchiola, y hoy es alcalde de Valencia. 

Recordemos que él fue injuriado y perseguido hasta más no poder. Valencia lo apoyó como tenía que ser, pues era injusto lo que se le hacía. Cocchiola (pensábamos) recorría las calles de Valencia por convicción democrática, creíamos que él tenía la seguridad que luchaba contra un régimen oprobioso. Por cierto, no faltaba a ninguna marcha o protesta. 

Quien lo acusaba con mayor saña es el mismo que hoy ordena “contraataques fulminantes”, pero al burgomaestre valenciano eso no le impacta. Al contrario, públicamente ha declarado que su otrora agresor lo está haciendo bien. ¡Sin palabras! 

Demasiadas muestras para afirmar que Cocchiola hoy ha cambiado notablemente. Enmudeció y se desapareció de las protestas. Prefiere el silencio y el abandono de quienes lo hicieron alcalde antes de volver a ser señalado por el dedo acusador e inclemente de la dictadura. 

No le pedimos nada distinto a lo que antes hacía. Siempre estaba de la mano con el pueblo. Hoy, no se atreve a contradecir un capricho del gobernador. Le pone trabas a las notificaciones de las marchas, ordena custodiarlas pero hasta un punto donde no se moleste Ameliach; por ejemplo el sábado pasado, la participación de la ruta fue hasta el Cementerio Municipal, pero el alcalde ordenó a la Policía Municipal resguardarla solamente hasta el Palacio de Justicia; de allí en adelante pudo pasar cualquier cosa, pues mandó a los municipales retirarse y en su lugar quedó la policía regional que en todo momento exigía no continuáramos. Así las cosas seguimos marchando hasta la Lisandro Alvarado a pocas cuadras del Cementerio y nos devolvimos al punto de partida, pero con la policía ya desaparecida. Quiere esto decir, que los organismos de seguridad pareciera que se activan solo para asegurar que la marcha llegue hasta un punto, sin importar lo que suceda después. 

Al alcalde valenciano, en esta Semana Santa, le pido reflexionar, está a tiempo de no terminar de defraudar al pueblo que confió y se jugó el todo por el todo por él, que tenga siempre presente que: ¡quien se mete en la política debe saber sacrificar sus intereses individuales (la libertad es uno de ellos) en favor de los de la colectividad! 

Que buena impresión nos daría Miguel Cocchiola, si por ejemplo, organizara un gran acto de apoyo al alcalde Enzo Scarano, quien se encuentra arbitrariamente encarcelado por órdenes de los mismos esbirros que a finales del año pasado lo perseguían a él.  

Con profundo dolor debo decir que el Miguel Cocchiola que hoy ocupa la alcaldía de Valencia no es el mismo por quien yo voté...o quizá era el mismo pero no lo sabíamos. 

“La decepción tiene la ventaja de aclarar el panorama de quien te rodea”. FrankoCastle De Montenegro 

@pabloaure

Rafael Poleo: La Paliza

La Paliza
RAFAEL POLEO
El Nuevo País. Caracas, 14 de abril de 2014

Rafael Poleo: Largo y profundo

Largo y profundo
RAFAEL POLEO
El Nuevo País. Caracas, 13 de abril de 2014 (Blog de Pedro Mogna)

El Espectador. Editorial. Dialogando

Dialogando
EDITORIAL EL ESPECTADOR
El Espectador. Bogotá, 14 de abril de 2014

El primer encuentro entre el Gobierno y la oposición en Venezuela, tras 15 años de chavismo y de cara al país, se cumplió gracias a las gestiones de los cancilleres de Unasur. Coincidió con los dos meses cumplidos de protestas y represión con más de 40 muertos, así como numerosos heridos y detenidos. Ambas partes dejaron ver sus fortalezas y sus falencias. O continúa el diálogo, con entendimiento y opciones de cambio, o las cosas van a continuar muy de mal en peor.
Se debe resaltar que tanto el presidente Nicolás Maduro, como los líderes sensatos del movimiento opositor, decidieran “darse la pela”. A pesar de las presiones y señalamientos en su contra, especialmente para estos últimos, se sentaron frente a frente y se hablaron con respeto y franqueza. Sin los improperios, insultos y descalificaciones permanentes del contrario que han sido pan de cada día. Muy en especial desde la esquina oficialista y su conocido discurso flamígero.
El resultado del primer encuentro les da la razón a Henrique Capriles, a Ramón Guillermo Aveledo y a los demás dirigentes opositores que aceptaron el reto de acudir a Miraflores. Contrario a lo expresado por María Corina Machado, Leopoldo López y un sector de los estudiantes, agoreros de la inutilidad del mismo y quienes ahondan la división de la oposición. La catarsis de la cantada de tabla, no sólo unos a otros sino ante el país, era muy necesaria. Se escucharon señalamientos válidos de lado y lado, algunos con excesiva retórica como en el caso del Gobierno. Ahora que la puerta queda entreabierta hay que ampliar ese espacio de encuentro y discusión.
No se esperaba que de una primera ronda salieran soluciones mágicas a los muchos problemas. La salida, contrario a lo que piensan quienes insisten en que hay que sacar a Maduro de la Presidencia, tiene que ser dentro de la institucionalidad. Aun a costa de la realidad actual frente a la separación de poderes y del nulo respeto por la otra mitad del país que adversa al Gobierno. Insistir en las protestas con cierre de calles mediante las “guarimbas” o barricadas, en los barrios de clase media no conduce a nada distinto a legitimar la represión del Gobierno y al cansancio de sus propios habitantes, que ya comienzan a hartarse de esta realidad cotidiana.
De allí que haya que aprovechar la facilitación abierta por los cancilleres de Colombia Brasil y Ecuador, así como del representante del papa. En adelante las cosas no pueden continuar igual. De lado y lado de las dos vertientes que dividen a la sociedad venezolana deben darse resultados. El Gobierno ha dado algunos pasos con la detención y juzgamiento de miembros de la policía política, el Sebin, y de la Guardia Nacional, como responsables de algunos de los asesinatos ocurridos durante las protestas. Es algo. Falta demasiado por hacer, pero al menos hay una voluntad mínima del chavismo por aclarar lo sucedido, así sea debido a la presión internacional.
Al respecto, no hay que olvidar que dentro del Gobierno también hay división. Las discrepancias entre Nicolás Maduro y el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, son evidentes. Los analistas consideran que Maduro actúa con la espada de Cabello blandiendo sobre su cabeza. Como lo señalara Capriles hace unas semanas, frente al “Maduro vete ya”, mantra de los opositores radicales, vendría el “Diosdado vente ya”. No es un vano aforismo, ya que este último es el fiel de la balanza al controlar las fuerzas armadas, por provenir de sus filas. De esta manera las tacadas en el billar político de Venezuela van a muchas bandas.
Lo cierto es que mañana se llevará a cabo el segundo encuentro Gobierno-oposición. Sólo el tiempo permitirá saber si con el tiempo habrá una salida concertada, democrática e institucional a la grave crisis por la que atraviesa el país. Donde no puede quedar duda, como lo expresara la analista Paulina Gamus, es que al final del día puede que se haya dado un diálogo de sordos, pero no necesariamente de mudos.

Claudio Nazoa: Tic-tac UCV

Tic-tac UCV
CLAUDIO NAZOA
El Nacional. Caracas,14 de abril de 2014


Esto lo escribí hace 13 años,
pero lamentablemente,
hoy, más que nunca, está vigente.
Espero no tener que publicarlo nuevamente
dentro de 13 años más…

I
Carlos Raúl Villanueva pasea por la Universidad Central de Venezuela. Su universidad. Se detiene frente al reloj y compra una chicha ligadita con ajonjolí.
Escucha que alguien lo llama, voltea a todos lados hasta que levanta su cabeza y descubre que es el gran reloj quien le habla:
—¡Maestro, auxilio! ¡Ayúdenos! Estas horas son negras y pesadas. Son horas de brutalidad e ignorancia. –Suplicante añade–: Por favor, sáqueme de aquí, regréseme al hermoso diseño que creó en un papel sobre su mesa de dibujo.
Calcinado por el sol, el gran reloj de la UCV continuaba su monólogo.
—Yo, maestro Carlos, apuré siempre a profesores y alumnos que llenos de alegrías, ideas, proyectos y sueños, pasaban por aquí. Yo no fui diseñado para andar para atrás y usted lo sabe, solo puedo y debo andar hacia delante, pero parece que algunos que no lo entienden.
Carlos Raúl escuchaba en silencio.
—Mi base, en forma helicoidal, me inspira a ir hacia arriba, hacia ese lugar donde está usted junto a su colega, el gran arquitecto del universo. Soy el símbolo del tiempo universitario que marca la sublime inteligencia que siempre me ha rodeado. Soy el vigilante silencioso del tiempo que alumnos y maestros invierten en descubrir los cimientos de la ciencia y la filosofía.
Mis agujas señalan optimistas los segundos que se convierten en minutos y estos en horas y luego en años. Soy, mi estimado Carlos, el tiempo útil que jóvenes, llenos de ilusiones, emplean para descubrir los misterios de la vida.
Tras una larga pausa, el reloj unió las agujas que giran en su esfera numerada, y casi como si fuera a orar, marcando las 12:00, imploró con dolor:
—Maestro, dígale a Calder que nos preste las nubes de la cubierta arqueada que flotan sobre nuestra Aula Magna. Dígale que, montados sobre ellas, usted y yo podremos volar hacia un sitio donde existe la UCV que usted soñó. ¡Apúrese maestro! Vargas nos espera y nos recuerda que el mundo no es de los violentos sino de los justos que habitan en él.

II

Mientras escuchaba al reloj, Villanueva terminó de tomar su chicha; tras una breve pero significativa pausa, con dulzura en la voz, dijo:
—No, querido reloj. Tú, Calder, Vargas y yo, nos quedamos aquí, acompañando a los justos, a los que piensan, enseñan, estudian y aman en libertad.
Recogiendo sus instrumentos de diseño, Villanueva levantó su cabeza y con el sol de frente le dijo al gran reloj:
—Ten calma Guía del Tiempo, que lo que aquí hay es un problema de plomería: se rompió una cloaca y la porquería, las ratas y las cucarachas han invadido momentáneamente este recinto... No te preocupes, seguramente ya vienen 50.000 plomeros de boinas azules a limpiarlo.
El reloj, más erguido que nunca, miró con nostalgia hacia la Tierra de Nadie, hacia las instalaciones de su ahora mancillada casa de estudios. Uno de sus números, como si fuera una lágrima, se desprendió de su esfera y cayó sobre la Plaza del Rectorado.
— Ten calma –repitió el arquitecto– no eres el único reloj que se queja en Venezuela. Los relojes como tú nos alertan que el tiempo se diluye en esperanzas inútiles. Solo te pido lo que sabes dar: dame tiempo, reloj ucevista. Ese tiempo que tú mismo marcas, el que nos avergüenza después de que pasa por no haber tomado partido por la verdad. Por favor, tranquilízate, pronto será todo como antes, recuerda que eres el principal testigo de que la UCV, siempre ha vencido la sombra, la brutalidad y la estupidez que en vano tantas veces han tratado de posarse en ella.
UU-UCV, UU-UCV, UU-UCV...
A lo lejos, Vinicio Adames, acompañado por los integrantes del Orfeón Universitario, tapiza el cielo con las insustituibles voces de las almas de quienes, al igual que el rector Jesús María Bianco, el poeta Aquiles Nazoa, el cantante Alí Primera y el profesor Luis Castro Leiva, nos dejaron prematuramente, pero que, sin embargo, desde la inmortalidad del recuerdo luchan para que hoy, más que nunca, el verdadero espíritu ucevista se enaltezca con la fuerza de un auténtico ideal, y con el orgullo de pertenecer a la Universidad Central de Venezuela, como dice la letra de nuestro Himno universitario:
“...Esta casa que vence la sombra,
con su lumbre de fiel claridad,
hoy se pone su traje de moza,
y se adorna con brisa de mar...”.

Caracas, domingo, 1 de abril del 2001

Carolina Jaimes Branger: ¡Ah, malhaya!

¡Ah, malhaya!
CAROLINA JAIMES BRANGER
El Universal. Caracas, 14 de abril de 2014.

éste fue un país donde el ascenso social no tenía que ver ni con el color de la piel, ni con la cuna.


Hace unos días un chavista me acusó de "racista" porque llamé al lunes de la devaluación "lunes requeté negro". La 13ª acepción de la palabra "negro" en el DRAE es "infeliz, infausto y desventurado". El mayor daño que dejó Hugo Chávez es el resentimiento que sembró. ¿Lograremos salir de él?

Muchos venezolanos que no saben que éste fue un país donde el ascenso social no tenía que ver ni con el color de la piel, ni con la cuna.

En su primer discurso como padrino de una promoción de abogados en la UCAB, el doctor Franklin Arrieche, ex-magistrado del TSJ, habló sobre una pareja de venezolanos que eran "sus personajes más admirados": ella era pobre, analfabeta y madre soltera. Él, pobre y analfabeta como ella, era un experto en talar montañas a punta de hacha.

Habitaban una casita de paredes de bahareque y caña amarga cerca de Carora. Su pobreza, sin embargo, no les impidió tener sueños. Soñaron con tener hijos profesionales, que tuvieran las oportunidades que ellos no tuvieron. Y la Venezuela democrática hizo posible esos sueños. Cuando la Reforma Agraria les permitió acceder a una parcela, sembraron hortalizas y cambures.

Aprendieron a leer y a escribir para poder ayudar y estimular a sus hijos en sus estudios. Leían poesías de José Martí en unas revistas viejas, que estaban escritas en letras más grandes y eran las que les permitía leer su presbicia. Jamás se sintieron inferiores a nadie, ni que lo que ellos no tenían era porque otro se los había quitado. Enfrentaron su pobreza con dignidad y no le tuvieron miedo al trabajo. Y salieron adelante.

"Yo hubiera querido que hubieran venido para presentárselos" dijo el doctor Arrieche, emocionado. "Pero ellos en su humildad decidieron no venir a este recinto. De verdad que lo lamento, porque les confieso que me hubiera encantado que conocieran a mis padres".

El discurso fue interrumpido por un atronador aplauso. El hijo de aquellos caroreños pobres en bienes materiales pero ricos en humanidad había llegado a ocupar el cargo más alto que un abogado puede ocupar en su país y por méritos propios. No como ahora, que "uh, ah". Y tenía la humildad y la grandeza de decirlo y enorgullecerse de sus padres. Eso fue Venezuela. Pero como dijo Chabuca Granda, "la siembra se echó a perder ¡Ah, malhaya!".

@cjaimesb

Yoani Sánchez: El diálogo en Venezuela, desde una mirada cubana

El diálogo en Venezuela, desde una mirada cubana
YOANI SÁNCHEZ
Blog Generación Y. LA Habana, 14 de abril de 2014

El diálogo entre la oposición venezolana y Nicolás Maduro está en pleno desarrollo. Sus críticos son muchos, su perdedor más visible: el gobierno cubano. Para un sistema que en más de medio siglo ha descalificado y reprimido a su disidencia, esa mesa de conversación debe resultar un doloroso reconocimiento de su propia incapacidad.
Los atónitos televidentes cubanos, pudimos ver el pasado jueves un debate entre parte de las fuerzas opositoras en Venezuela y los representantes oficialistas. El polémico encuentro fue transmitido por el canal TeleSur, que se ha caracterizado por su tendencia a respaldar informativamente la labor del chavismo. En esta ocasión, sin embargo, se vio obligado a emitir también las preocupaciones y argumentos de la contraparte.
El requisito de que las cámaras y micrófonos estuvieran presentes en la discusión, ha resultado por sí mismo una magnífica jugada política de los adversarios de Maduro. De esa manera se implica a los espectadores en el diálogo y resulta más difícil publicar versiones tergiversadas a posteriori. Los participantes de ambos bandos contaban con diez minutos de exposición para cada uno, ejercicio de síntesis que el presidente Venezolano, claro está, no pudo lograr.
Para los desinformados cubanos, lo primero que saltó a la vista fue el alto nivel de argumentos que la oposición llevó a la mesa. Cifras, estadísticas y ejemplos concretos quedaron expuestos dentro de un marco de respeto. Al otro día el comentario más repetido en las calles habaneras era la popular frase de “barrieron el piso con Maduro”. Una clara alusión a las apabullantes críticas que le hicieron sus rivales. El oficialismo, sin embargo, se notaba apocado, temeroso y con un discurso plagado de consignas.
Trago amargo sin dudas, ha sido esta mesa de diálogo para quienes hasta unas horas antes acusaban de “fascistas” y “enemigos de la patria” a sus contrincantes políticos. Ya Venezuela no volverá a ser la misma, aunque mañana la mesa de negociaciones termine sin acuerdos y Nicolás Maduro vuelva a tomar el micrófono para repartir insultos a diestra y siniestra. Ha accedido a discutir y eso marca una distancia entre el camino recorrido por la Plaza de la Revolución y este otro que recién comienza para Miraflores.
¿Y en Cuba? ¿Es posible algo así?
Mientras discurría la transmisión del diálogo venezolano, muchos nos preguntábamos si algo similar podría ocurrir en nuestro escenario político. Aunque la prensa oficial muestra estas conversaciones como una señal de fortaleza por parte del chavismo, también ha tomado la suficiente distancia, para que no nos hagamos ilusiones de posibles versiones a la cubana.
Es menos quimérico imaginar a Raúl Castro tomando un avión y escapando del país, que proyectarlo sentado a la mesa con esos a los que llama contrarrevolucionarios. Durante más de cinco décadas, tanto él como su hermano, se han dedicado a satanizar las voces disidentes, de ahí que ahora se vean impedidos de aceptar una conversación con sus críticos. El peligro que entraña la imposibilidad de una negociación, es que apenas deja el camino del derrocamiento con su consiguiente estela de caos y violencia.
Sin embargo, no sólo las figuras principales del régimen cubano se muestran reacias a cualquier mesa de negociación. La mayor parte de la oposición de la Isla no quiere ni escuchar hablar del tema. Ante ese doble rechazo, la agenda de una quimérica reunión tampoco logra ganar cuerpo. Los partidos opositores no acaban de confluir en un proyecto de país que pueda defenderse con coherencia en cualquier negociación y quedar como una alternativa viable. Los miembros de la emergente sociedad civil tenemos razones para sentirnos preocupados por ello. ¿Están preparados los políticos que hoy operan en la ilegalidad para sostener un debate y ser capaz de convencer a la audiencia? ¿Podrán representarnos dignamente llegado el momento?
La respuesta a esta pregunta sólo se sabrá una vez surgida la oportunidad. Hasta ahora la disidencia política cubana se ha concentrado más en derrocar que en elaborar estrategias para fundar, la mayor parte de sus energías ha estado encaminada a oponerse al partido gobernante y no en persuadir a sus potenciales seguidores dentro de la población. Ante las limitaciones para difundir sus programas y las tantas restricciones materiales que padecen, estos grupos no han podido llevar su mensaje a un número significativo de cubanos. No es responsabilidad total de ellos, pero deben estar conscientes de que esas deficiencias los lastran.
Si mañana mismo la mesa para un diálogo estuviera lista, resultaría poco probable que escuchemos un discurso tan bien articulado en la oposición cubana como el logrado por sus colegas venezolanos. Sin embargo, aunque la negociación no se presente ahora como una posibilidad, nadie debe quedar eximido de prepararse para ella. Cuba necesita que ante esos posibles micrófonos estén quienes mejor representen los intereses de la nación, sus preocupaciones, sus sueños. Que puedan hablar por nosotros los ciudadanos, pero que lo hagan –por favor- con coherencia, sin violencia verbal y con argumentos que nos convenzan.