sábado, 1 de agosto de 2015

José Domingo Blanco Mingo: “Me cansé de votar”

Hace pocos días un amigo me escribió para enumerarme las razones por las cuales no va a votar en las próximas elecciones. Y eso suponiendo que haya comicios. Además, me aseguró categóricamente que no es abstencionista, que es un creyente fiel de las elecciones –porque es un demócrata a carta cabal– convencido por completo de que las votaciones son un “aspecto fundamental de todo sistema que quiera tildarse de democrático”; a la par, por supuesto, de la tan cacareada independencia de los poderes, la manoseada descentralización y la burlada alternabilidad. Pero resulta que para votar mi amigo exigía que su voto tuviese valor. Me insistía en la ecuación: una persona igual a un voto. “Necesito completa garantía de que mi voto no va a ser manipulado y que, de verdad, sea secreto”. Es más, mi amigo fue enfático al insistir en que ama la democracia y la libertad. Que siempre ha creído en los partidos políticos a los que de hecho, me consta, ha ayudado porque sin ellos es imposible que exista la democracia.
Lo que pasa –y de esto es que mi apreciado amigo está “hasta la coronilla”– es que hay suficientes motivos para no creer en los politiqueros de oficio que han terminado convirtiéndose en los grandes caciques de los partidos políticos del país. Y me explicaba que se niega a votar porque en este, nuestro país, no existe democracia desde hace muchísimos años. Porque es más que evidente –y los ejemplos corren por las calles– que vivimos en un sistema militarista y totalitario que se maneja desde Cuba, al antojo de los perversos hermanos Castro y sus socios.
Mi amigo no quiere votar porque nuestro país no es libre. Y no es libre porque no es independiente. Y está sometido a esa sangrienta dictadura de los vivarachos, oportunistas de turno y mequetrefes cubanos. Además, me insistía en su misiva que se niega a votar porque no se siente representado por los grandes califas de la MUD. No lo convencen los socios y propietarios de los partidos políticos que forman parte de la Mesa de la Unidad que, a su parecer, solo ha servido para legitimar el régimen Castro-comunista “ilegal e ilegítimo”. Y se preguntaba mi amigo algo que yo también le he preguntado en más de una ocasión a esos presidentes eternos de partidos emblemáticos de nuestro país. Recuerdo una vez que entreviste a Andrés Velásquez y le pregunté cuándo iba a haber elecciones en La Causa R para elegir nuevos cuadros directivos. No supo responderme porque desde hace muchísimos años, desde el surgimiento del partido, Andrés Velázquez es el partido. Por eso, tengo que concederle razón a mi amigo cuando nos exhorta a sacar la cuenta de los años que lleva Ramos Allup ostentando el cargo de secretario general de AD. O Julio Borges, de Primero Justicia, que no ha dado el primer paso para convocar a unas democráticas y verdaderas elecciones en su organización.

Y sigue mi amigo esgrimiendo contundentes razones para no ejercer su derecho democrático y expresando su total desencanto. No votará mientras en el país exista un CNE que nunca ha sido independiente y es el organismo electoral de Miraflores y el PSUV. Un Consejo Nacional Electoral donde sus 23 jefes regionales están inscritos en el partido de gobierno; así como el consultor jurídico y los técnicos que manejan el “antisistema” electoral, incluida la sala de totalización.
No votará porque el REP, a su juicio, está amañado y envenenado. Donde se ha demostrado, en pasadas elecciones, que han fabricado hasta 5 millones de votos fantasmas, lo que les da el caldo de cultivo al CNE y al PSUV –que al final son lo mismo– para manejar las cifras a su antojo y armar, de nuevo, un gran fraude.  No quiere votar porque está cansado de escuchar a la MUD decir que tiene cubiertas el ciento por ciento de las mesas electorales y solo han llegado a 70% en pasados comicios y en el interior del país no ha existido ni siquiera representación, en algunos centros.
Mi amigo se niega a votar mientras sigan incorporando milicianos al Plan República porque son fichas del régimen, tarifados del gobierno, dispuestos a velar por los votos del PSUV. No ejercerá su derecho al voto hasta que el Plan República se limite solo al resguardo exterior de los centros electorales porque son militares leales al gobierno y a Chávez.
No va a votar hasta que se respeten los horarios de las votaciones, sin prórrogas caprichosas a criterio del CNE, extensiones que solo buscan favorecer a los candidatos del régimen. Mi amigo no quiere votar hasta que permitan la participación como veedores a organismos como la OEA, ONU, Unión Europea, ONG de derechos humanos, a las que Maduro les tiene tanto culillo.
Y mi amigo alega, contundentemente, una razón que yo he venido recalcando desde hace muchísimo tiempo. No se trata de rogar por condiciones mínimas: la cuestión es exigir, a viva voz, y lograr las condiciones plenas, necesarias en cualquier evento electoral transparente, serio y democrático. De lo contrario, el fraude está de antojitos. ¿Por qué la MUD no exige condiciones y llama desesperadamente a votar? Por eso, es que los tildan de colaboracionistas del régimen. Con este escenario, nada favorece y propicia el libre ejercicio del voto.
Y finaliza mi amigo diciendo que cada quien es libre de votar y hacer lo que su conciencia le dicte; pero votar, sin estas condiciones mínimas, será como presenciar de nuevo la crónica de un fraude anunciado.
 
José Domingo Blanco Mingo
“Me cansé de votar”
El Nacional. Caracas, 1 de agosto de 2015

Fausto Masó: ¿Llegaremos a diciembre?

A cuatro meses de las elecciones, en las conversaciones con los estrategas de café con leche, siempre surge la pregunta de si llegaremos a diciembre. Se olvida que este es un gobierno en el que los generales mandan; no es fácil, por tanto, un final sorpresivo como sería posible si nos gobernaran solo civiles, a los que fácilmente desplazarían los militares.
Pero hay un hecho: Nicolás Maduro se supera cada día en el camino hacía el infierno, interviene unos galpones en La Yaguara con el pretexto de construir viviendas cuando solo logrará así agravar la distribución de alimentos. Ya en algunas partes de Venezuela escasea la cerveza. ¡Fin de mundo!
¿Qué lugar ocupará Maduro en la mitología revolucionaria?

El Che Guevara nunca fabricó una buena bicicleta ni le ganó una batalla al ejército boliviano. Una amiga, gerente de Relaciones Públicas, que decía que Fidel le recordaba a un vendedor de autos usados y el Che le parecía un muchacho majadero que destrozaba los automóviles de la familia. El Che andaba por la Sierra Maestra con un libro de cuentos de Jack London en el bolsillo. Para sus grandes proyectos guerrilleros escogió dos escenarios inhóspitos: El antiguo Congo y el altiplano boliviano. El discípulo de Lumumba, Laurent-Désiré Kabila, fue su aliado en el Congo y más tarde gobernó como dictador. El Che decía que los dirigentes africanos preferían pasar el tiempo con prostitutas y tomar whisky en el Cairo, a pelear en la selva africana. ¡Claro! No estaban locos como él.
El Che se hubiera muerto de tristeza si hubiera adivinado que los jóvenes de los países ricos usarían franelas con su imagen. ¿Cuál será el destino final de Fidel Castro? ¿El alzhéimer? Ya todo lo olvida y anda siempre vestido con una ridícula ropa deportiva. El temible guerrillero, el que ordenaba fusilamientos, amenaza convertirse en un viejito que quiere vivir 100 años.
¿Cómo terminará Maduro? Solo sabemos que llegó al poder por equivocación; fue el último gran error de Chávez designarlo su sucesor.
A veces parece que el país no cambiará después del chavismo. Seguiremos creyendo que el petróleo es una sustancia divina, la verdadera patria, y estamos condenados a que el Estado sea su dueño, a pesar de que haya demostrado su incapacidad para producir una gota del supuesto oro negro. Ni la actual situación ha convencido a los venezolanos de la necesidad de abandonar las ideas que han arruinado al país. Todavía consideramos un horror impensable privatizar Pdvsa.
¿Llegaremos a diciembre? es una pregunta banal. El verdadero tema es si Venezuela cambiará después del chavismo; si por fin dejaremos el socialismo atrás lo que no significa, claro, que nos olvidemos de los pobres, claro. Todo lo contrario, sino cobrar impuestos para financiar grandes proyectos sociales de educación y salud.
Argentina no ha podido escapar de la ridícula ilusión del peronismo. ¿Estaremos también nosotros condenados por largas décadas a seguir ilusionados por una especie de chavismo light?
Evita era una mujer patética. Se pasaba el día solo recibiendo gente, abrazando a los pobres, con un diseño político que enloquecía a las masas. Chávez no fue Evita, ni Maduro es otro Perón.
Insistimos: la verdadera pregunta no es si llegaremos a diciembre, sino si el país ha aprendido algo de este desastre.
Maduro está acabando con el chavismo y demuestra que no hay chavismo sin Chávez, pero no sabemos lo que nos espera después de la inevitable derrota electoral del PSUV.
Diciembre está a la vuelta de la esquina; Maduro quiere evitar la derrota electoral, pero el tiempo de los milagros políticos ya acabó. Ni los chavistas apoyan a Maduro, abrumados por noticias como estas: Colgate-Palmolive y Goodyear podrían "desconsolidar" sus operaciones en Venezuela; Mattel podría cesar totalmente sus operaciones en Venezuela; la farmacéutica Merck asumió un cargo de 715 millones de dólares contra sus ganancias del segundo trimestre, Movistar eliminó el servicio de llamadas a todos los países excepto a 10. Digitel cortó el servicio a más de 100 países. Fresenius Medical Care, líder mundial en tratamientos de diálisis, venderá sus negocios en Venezuela y hay 100 noticias iguales, o peores, que estas.
 
Fausto Masó
¿Llegaremos a diciembre?
El Nacional. Caracas 1 de agosto de 2015

Rafael Poleo: Díganselo a Maduro

 
Rafael Poleo
Díganselo a Maduro
El Nuevo País. Caracas, 1 de agosto de 2015