miércoles, 4 de junio de 2014

Guillermo Cochez: ¿Por que fracasó el diálogo en Venezuela?

Siempre he creído que hablando se entiende la gente. Por eso he propiciado la comunicación entre las partes como forma de resolver los conflictos que tienen entre sí. Como abogado y árbitro certificado promuevo la conciliación y la mediación como formas rápidas y menos costosas para zanjar diferencias. En política ello no es la excepción. Hicimos lo mismo en tiempos de Noriega, con el negativo resultado de que antes de encontrar soluciones él y sus adláteres decidieron aferrarse al poder, en lugar de propiciar una salida sin sangre para nadie.
Es allí donde nace el principal problema del diálogo que Unasur y el Vaticano plantearon en Venezuela luego de los sangrientos sucesos del 12 de febrero, cuando el régimen chavista masacró a estudiantes, y causó la muerte de más de 40, hirió a más de 1.000 y mantiene detenidos a una gran cantidad de jóvenes, algunos torturados, incluidos hasta menores de edad.
Y es el principal problema cuando analizamos el significado del término diálogo: “Forma oral o escrita de comunicarse dos o más personas” o “relaciones de comunicación, consulta y negociación entre gobierno y otro sector”, en el caso que nos ocupa, los que representan a la sociedad venezolana. Con Chávez vivo la otra parte estuviese definida, pero no con Nicolás Maduro, si bien con el título de presidente, no puede decidir solo absolutamente nada. El solo se representa a él, y ni siquiera a su esposa Cilia: no representa a Cabello, ni menos a los militares o paramilitares, cada cual cuidando el espacio que ganaron con corrupción, narcotráfico y maleanterías.
Hugo Chávez controló todo el poder en Venezuela mientras estuvo vivo y todos le hacían caso, aun sabiendo que sus órdenes pudiesen contener disparates o locuras. Había subordinación total y su liderazgo no era cuestionado por todos. No pasa igual con Maduro, quien en la mañana dice una cosa que en la tarde es saboteada por su principal contrincante, el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, quien constitucionalmente era a quien le correspondía reemplazar a Chávez cuando finalmente anunciaron su muerte. Así, ningún diálogo puede funcionar, simplemente porque Maduro no es un interlocutor válido con el poder necesario para decidir nada.
El reciente anuncio del magnicidio número 13 (actual era) refleja esa división. Tratan de cohesionar al chavismo, hoy desperdigado en varios sectores, además de crítico hacia la gestión de Maduro, revelando el falso “descubrimiento” de un complot para asesinar al presidente y así acabar con todas las “conquistas” del chavismo. Lo hacen desesperadamente porque ven que el régimen se hunde y el prestigio de Chávez a lo interno se desploma y a lo externo queda en entredicho cuando ni siquiera pueden cancelar las deudas a las aerolíneas extranjeras.
No dudo de la seriedad y honestidad de personas como Ramón Guillermo Aveledo, principal vocero de la MUD. El diálogo era una etapa que había que agotar y se ha demostrado que se acabó porque no hay voluntad de quienes tienen que ceder. Espero lo entiendan quienes todavía consideran que el gobierno que encabeza Maduro aún está dispuesto al diálogo, cuando lo único que les interesa es mantenerse en el poder, al costo que sea preciso pagar, ya que ven que el poder se les esfuma de las manos cada día que pasa.
Definitivamente que hoy la salida no podrá ser diálogo alguno. 

*Abogado y político

¿Por que fracasó el diálogo en Venezuela?
Guillermo Cochez
El Nacional. Caracas, 4 de junio de 2014

Alberto Arteaga Sánchez: El "nuevo Derecho Penal"

En verdad cuesta analizar y discurrir sobre lo que ocurre en materia penal en Venezuela, por el hecho -como me decía una apreciada abogada- que se trata de entender o de debatir sobre lo absurdo y para ello habría que dejar a un lado la lógica del Derecho y su interpretación conforme al sentido común, a los fines de procurar el bien colectivo.

En particular, en el campo del Derecho Penal, lo que considerábamos doctrina pacífica, se ha convertido en rara avis, ante la imposición de criterios carentes de todo fundamento aplicados manu militari.

Lo grave de esto es que no se trata de simples discusiones teóricas o académicas, sino de la invocación de normas cuya consecuencia es la privación de libertad de los ciudadanos.

Los ejemplos sobran y no podemos permanecer impasibles ante su ocurrencia.

Se detiene sin orden judicial y sin flagrancia; se impide la comunicación de detenidos a los que se somete a tratos crueles; se han convertido en hechos punibles conductas que no son tales; se inventan procesos que condenan sin previsiones legales; se cometen hechos a la luz del día que son reprochables y punibles, pero nada ocurre; y, sobre todo, se mantienen privados de libertad a luchadores sociales, activistas o dirigentes políticos, estudiantes, manifestantes o ciudadanos que, simplemente, se han encontrado por azar en un escenario de conflictos o protestas de calle.

A la nómina de los delitos y de las faltas, ahora se le ha dado entrada a la extraña categoría de "ilícitos judiciales constitucionales" como el desacato a un amparo, delito sujeto al procedimiento previsto en el COPP, a los fines de condenar a prisión y destituir, por la vía rápida, a alcaldes opositores; se recurre a grabaciones e interceptaciones de comunicaciones privadas y se suministran al partido de gobierno, para acusar a enemigos políticos; se califica como de asociación para delinquir o formar parte de un grupo de crimen organizado a cualquiera que se exprese contra el Gobierno, pretendiendo así justificar una medida de privación de libertad que, unida a la inexorable "ley del diferimiento", garantiza una pena anticipada; se extiende el concepto de flagrancia arbitrariamente y se justifica el desconocimiento de la inmunidad parlamentaria; se fabrican imputaciones por rebelión o conspiración de una sola persona, sin armas y sin hechos concretos que las sustenten; se ha "institucionalizado" el delito de "cierre de vías" que no existe como tal por ese simple hecho; se niegan fórmulas alternativas a la prisión contra la Constitución; y se impide la libertad de quien tiene derecho a ello y cuando procede, se acuerda como "gracia", sujeta a condiciones de imposible cumplimiento como la presentación de fiadores que acrediten ganar más de 40.000 bolívares, sueldos que solo son devengados por un sector privilegiado del país, en el que se cuentan altos funcionarios públicos.

En definitiva, se ha inventado un Derecho Penal "novísimo", con la anuencia de un Poder Judicial que no goza de autonomía y con el arma más poderosa para intimidar, como lo es la amenaza de una prisión venezolana.

aas@arteagasanchez.com

El "nuevo Derecho Penal"
Alberto Arteaga Sánchez
El Universal. Caracas, 4 de junio de 2014

Elides Rojas: La plaga cubana

Un trabajo de Frank López Ballesteros, periodista de El Universal, da cuenta de lo siguiente: "Si Cuba no ha visto naufragar su economía en la última década se debió exclusivamente a los aportes directos del gobierno de Venezuela, que solo en tres años transfirió a la isla unos 18 mil millones de dólares, entre préstamos, inversiones o donaciones.

El gobierno del finado Hugo Chávez, y ahora el de Nicolás Maduro, nunca ha dado detalles de esas erogaciones sin control, pero poco a poco los datos oficiales de Caracas y La Habana permiten presentar un estimado de lo que para Venezuela ha representado la alianza con esa nación.

Entre 2008 y 2011 hubo una transferencia estimada de recursos financieros, préstamos e inversiones de Venezuela a Cuba por unos $18 mil millones donde buena parte se ha ido en pago de servicios y la onerosa filantropía bolivariana. El monto proviene de cálculos recopilados en una investigación de la Asociación para el Estudio de la Economía Cubana (ASCE), con sede en Estados Unidos, donde se tomaron en cuenta estadísticas oficiales de la isla".

Pero hay mucho más. Los cubanos históricamente, desde que los Castro esclavizaron al pueblo, se han especializado en una extraña modalidad de ejercer la chulería. Se pegaron a la URSS hasta que el mundillo comunista cayó podrido por su propia ineficiencia. Ahí los cubanos entraron en una de las fases más penosas de su miseria. Se pegaron a los países africanos, suramericanos y hasta los más pobres centroamericanos, pero a pesar de eso pasaron el trabajo hereje. Pero no cayó Fidel. La mala economía no tumba a dictadores en el comunismo. Eso lo hace la gente si tiene con qué. Más adelante apareció Chávez y su combo vendepatria y arreglaron a los cubanos, pero trasladaron la miseria a los venezolanos. Es lo que se vive ahora mismo.

Se calculan 120 mil millones en una década de vividores que tienen los cubanos bajo la permisividad de traidores a la patria castrochavistas. No es solamente los dólares que bastante están haciendo falta en Cubazuela, llena de necesidades y carencias. También entregaron el gobierno, los cuarteles, identificación, la importación de alimentos, los puertos, los pasaportes, la educación, los deportes, la seguridad del Estado. Ahora hay esbirros cubanos golpeando a los jóvenes venezolanos y apresando a quien se le ocurra ir contra la traición a la patria del clan chavistamadurista. Ya no hay Venezuela, que alguna vez tuvo territorio, historia, pueblo y hasta sus propias leyes. Eso lo destruyeron en estos últimos 16 años y lo dinamitó la sabiduría ruinosa de los cubanos.

Mire a su alrededor. No es Venezuela. Es Cuba lo que ve.

erojas@eluniversal.com / Twitter: @ejrl

La plaga cubana
Elides Rojas
El Universal, Caracas 4 de junio de 2014