sábado, 29 de noviembre de 2014

José Domingo Blanco Mingo: La niñera voladora

“Se busca niñera, con pasaporte (no importa que esté vencido, eso lo resolvemos rapidito), para trabajar con alto funcionario del gobierno. Indispensable estar inscrita en el PSUV, usar franelita roja, tener una estampita del Comandante Eterno en el monedero y comulgar con los ideales de la Revolución. La candidata deberá estar dispuesta a salir del país cuando la familia del funcionario así lo requiera, y tratar de ocultar la cara de felicidad en las fotos que se tomará en la Torre Eiffel, los alpes suizos, parajes argentinos, mexicanos o brasileños (eso luce demasiado capitalista). Ofrecemos viajes placenteros y gratuitos alrededor del mundo en los aviones del Estado, sin controles de aduana, ni colas en inmigración,  ni revisiones de equipaje por parte de las autoridades aeroportuarias o Guardia Nacional Bolivariana. Garantizamos dólares a granel, sin los límites que impone Cadivia los pendejos. No es necesario que tenga porte de armas. No comparecerá ante la Comisión Presidencial Anti Corrupción, ni será interpelada en la Asamblea Nacional. Abstenerse si no cumple con los requisitos”.
Si Chávez estuviera vivo: ¿cómo habría reaccionado ante el incidente de la niñera de Jaua? ¡La niñera! No Elías Jaua, sino de suempleada doméstica que, sin portar credenciales gubernamentales, con el sólo aval de tener un vínculo laboral con el ministro, viaja gratis en los aviones de PDVSA y termina privada de libertad por llevar un arma a Brasil. Quisiera pensar que Chávez, sin titubear, y en plena cadena, lo habría removido del cargo. Porque Jaua -el ex encapuchado de las protestas que se prendían en la UCV antes de la hegemonía chavista- le llevó la contraria y todos recordamos cómo se ponía Hugo cuando no cumplían sus órdenes. El difunto presidente fue contundente –de la boca para afuera- al principio, contra ese  comportamientode la Cuarta. Vociferó que lucharía contra ese flagelo y prometió que acabaría con las colitas en los aviones de PDVSA. Pero, por los vientos que soplaron, como que ocurrió todo lo contrario. No sólo siguieron los viajes en los aviones del Estado, el abuso de poder está por doquier, sin tregua ni pausa. ¿De cuántos viajes más nos enteraremos? ¿Cuántas horas de vuelos, cuántas millas acumuladas en PDVSA Airlines, suman los funcionarios del gobierno? ¿Cuáles son los destinos predilectos de estos pseudos revolucionarios que disfrutan, sin límites ni controles, las mieles del poder? ¿Hasta cuando nos verán cara de imbéciles? Este grotesco asunto de las colitas revolucionarias no es más que el ejemplo perfecto de la doble moral y el doble discurso que han manejado los parásitos de la teta petrolera en los últimos tres lustros.
Y el comentario lo hago a propósito de los estupendos trabajos publicados por los colegas Maru Morales y Hernán Lugo Galicia, quienes se han dado a la ardua tarea de escarbar en el tema y meter el dedo en la llaga de un nuevo caso de descarada corrupción revolucionaria. En estos años de Socialismo del Siglo XXI hemos visto una serie hechos, extremadamente bochornosos, protagonizados por la estirpe chavista, que no han pasado de ser algo más que un potecito de humoque no se investiga, que no se sanciona, que no acarrea mayores consecuencias para los implicados.¿Para qué sirve la Contraloría en un país como Venezuela? Quizá no haga mucha falta porque, desde hace tres años, no tenemos Contralor ¿Para qué crear una Comisión Anticorrupción? Supongo que sólo para condenar a nuevos chivitos expiatorios de poca importancia.El tema de la niñera de Jaua es otra bofetada al ciudadano de a pie; sólo que esta vez parecer haber generado mucho malestar en la gente del PSUV y el polo patriótico, quienes han manifestado su “arrechera” ante el viajecito en cuestión y la pasividad con la que se lo han tomado en Miraflores.
Para que no queden dudas de que este desgobierno se burla descaradamente de todos nosotros, la madrugada de este jueves, vimos por VTV a Arreaza y a la almiranta-ministra Meléndez, en algo así como una especie de operación comando, anunciándole al país que gracias al Cuerpo Nacional contra la Corrupción, encabezado por Nicolás, los aeropuertos venezolanos amanecieron tomados por la operación “Cielo Soberano”, un show mediático en el que mostraron la inspección “científica” de las aeronaves comerciales, para luchar contra la corrupción y el narcotráfico. Las  inspecciones, según Arreaza, se estaban llevando a cabo, simultáneamente, en los principales aeropuertos del país para evitar que los aviones comerciales se utilicen para cometer hechos irregulares. Y me pregunto, ¿esta Operación Cielo Soberano llegará hasta PDVSA Airlines y el SATA (Servicio Coordinado de Transporte Aéreo del Ejecutivo)? Porque, según los trabajos que hemos leído de Morales y Lugo Galicia, el vuelo de la niñera de Jaua lo autorizó un funcionario del SATA. ¿Y quién es ese funcionario? ¡Nada más y nada menos que Arreaza! ¿Eso no es corrupción?
“PDVSA Airlines anuncia la salida de su vuelo Nº 3897, con destino a las mejores ciudades del mundo…Le damos la más cordial bienvenida a nuestros distinguidos pasajeros. No es necesario que guarden sus armas en los maletines, ni tampoco se requiere que pongan sus asientos en posición vertical. Si les provoca, solo si les provoca, pueden abrochar sus cinturones de seguridad. Aquí las leyes aeronáuticas las imponen ustedes…Estamos para servirles, incondicionalmente. Por favor, siéntanse como lo que son: ¡los hijos de esta Revolución! Una vez más, bienvenidos a bordo: ¿desean champaña y caviar antes de despegar?”…¡no juegue!



José Domingo Blanco Mingo
La niñera voladora
El Nacional. Caracas, 29 de noviembre de 2014

Fausto Masó: ¿Cuándo despiden a Ramírez?

Alguna vez ya los sauditas rechazaron disminuir su producción de petróleo, cuando el barril bajó a menos de 10 dólares cambiaron de idea. ¿Pasará igual ahora? Nadie sabe lo que sucederá; porque el futuro de la economía solo lo conocen los especuladores que cuando se equivocan se arruinan. Aquellos que aciertan sobre cuál será el precio del petróleo dentro de 6 meses compran, o venden, a futuro y se hacen millonarios.
En cambio, nunca fallan los economistas cuando hacen predicciones sobre lo que sucedió el año anterior, son infalibles mirando hacia atrás.
El verdadero economista se vuelve rico, como Keynes que especulaba en la bolsa. No confíe en aquellos que no tienen dónde caerse muertos.
Conviene leer revistas del pasado, para comprobar cómo los expertos ignoraban lo que ocurría frente a sus ojos: no se dieron cuenta de que Estados Unidos aumentaría su producción de petróleo, hasta que ocurrió. La información que poseen las grandes empresas no las publican, las utilizan para ganar dinero, pero ni siquiera ellas están seguras de lo que ocurrirá mañana. Por ejemplo, la caída de la economía europea quizá se revierta ahora gracias al enorme ahorro que suponen los precios del petróleo y a que la devaluación del euro abaratará las exportaciones del viejo continente.
El manejo de la economía de los chavistas se limita a sacar las cuentas para averiguar cuántos trillones de bolívares deben mandar a imprimir. Este camino lo recorrió Argentina hasta la ruina total, pero nuestros técnicos confían en que el petróleo los salvará del amargo final. Se equivocan, como siempre.
Ramírez viajaba por el mundo ayer para convencer a los inversionistas de la próxima apertura de la economía venezolana, con el respaldo aparente de Maduro. Muchos pensaban que volvía el neoliberalismo. Ahora Ramírez sigue viajando para lograr que los sauditas se sacrifiquen al interés del chavismo, con el respaldo también de Maduro. A Maduro le gusta mandar a Ramírez a viajar.
Los sauditas no quieren que suba el precio del petróleo. Se comportan como buenos comerciantes que buscan arruinar a la competencia en especial en Estados Unidos, pero también en Brasil, donde quieren sacar petróleo de aguas profundas. Los sauditas planifican su negocio a largo plazo, en esta Venezuela de mes en mes.
Como ocurría con los presidentes democráticos la política económica de Nicolás Maduro depende del precio del petróleo. Maduro está sufriendo la tragedia que precipitó tantas crisis en otros tiempos, solo que en una escala mucho peor. El petróleo ya no es la panacea, con el agravante de que el crecimiento de la población crea nuevas necesidades.
Los sauditas nos quieren arruinar. El ministro de finanzas Ibrahim Al Assaf declaró que los precios del crudo deben responder a las fuerzas del mercado. Qué horror: “Nosotros no buscamos politizar el petróleo, ni tampoco nos aliamos contra nadie. Para nosotros se trata de una cuestión de oferta y demanda. Es puramente negocio”.
Ramírez en su viaje no visitó Arabia Saudita.
Las noticias petroleras son malas para Venezuela. Según los expertos los precios seguirán cayendo en los primeros meses de 2015; quizá por eso mismo suban porque estos personajes se equivocan a menudo. “JP Morgan calcula que a principios de 2015 el nivel del precio del crudo pudiera descender a 65 dólares/barril. Su pronóstico para el promedio del Brent 2015 es 82 $/b, y para 2016 lo calcula en 87,80 $/b en vez de 120 $/b que previamente habían estimado”.
Puede ocurrir que Europa se recupere en diciembre, la economía china vuelva a crecer, el mundo supere un estancamiento económico y, de pronto, a Dios gracias, el consumismo se imponga hasta en África. Entonces, volverán los buenos tiempos y con ellos nuevos dakazos, ¡a despilfarrar el dinero! Después se verá.
Mientras tanto, Ramírez no se baja de un avión, no hay nada tan sabroso como una colita en las aeronaves de Pdvsa.
Este Ramírez se las sabe todas.
Un chisme para terminar, parece que Jaua y la niñera fueron a comprar medicinas a Brasil, donde las venden sin las exigencias que ponen otros laboratorios, por eso ahora la anestesia, por ejemplo, que le ofrecen a las clínicas no quita el dolor como la de antes, la de los imperialistas
 
Fausto Masó
¿Cuándo despiden a Ramírez?
El Nacional. 29 de junio de 2014

Edgar Cherubini: El complot contra la ciencia en Venezuela

La eliminación del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC, es la noticia del momento. Sorprende que el gobierno haya tardado tanto tiempo en tomar la decisión, pues el complot contra la ciencia en Venezuela comenzó a gestarse en las reuniones del Foro de Sao Paulo desde 1990 y se recrudece a partir del año 2000, cuando desde Cuba le ordenaron al régimen chavista utilizar el mismo procedimiento contra científicos e intelectuales implementado por la antigua URSS en los países ocupados por Esta. El método ya estaba traducido al español en la isla y solo necesitaba ser adaptado a Venezuela. El objetivo era y es el de borrar todo trazo de legitimidad intelectual de los subyugados.
Como el desprestigio público y el asesinato intelectual es parte del método, encargaron a un periodista norteamericano, Patrick Tierney, militante de izquierda, con buenos nexos académicos y acceso a importantes medios de comunicación, que creara una matriz de opinión adversa a la ciencia en Venezuela, con el fin de desprestigiar a conocidos científicos y académicos, entre ellos al doctor Marcel Roche y a instituciones como el IVIC.
Como es sabido, el doctor Roche (1920-2003) fue un destacado científico, creador del Instituto de Investigaciones Médicas, director del Instituto Venezolano de Neurología e Investigaciones Cerebrales, Ivnic, que dio origen al Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas, IVIC. Fue director de esta institución durante 10 años como también fundador del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Tecnológicas, Conicit, y editor de la revista Interciencia. El blanco perfecto.
 
La confabulación
Todo comenzó con un memorándum incendiario que los antropólogos marxistas Terence Turner y Leslie Sponsel dirigieron a la Asociación Americana de Antropología en los primeros días del mes de septiembre del año 2000, y que circuló libremente por la red provocando el estupor a quien lo leyera.  Como parte de la trama, Turner y Sponsel denunciaban que científicos norteamericanos y venezolanos habían realizado “experimentos fascistas” con indios yanomami, provocando la muerte a “cientos o miles de ellos”. En su comunicado expresaban en forma panfletaria: “Esta historia de pesadilla es realmente un turbio misterio antropológico que va incluso más allá de la imaginación de un Joseph Conrad, aunque no, quizás, la de un Josef Mengele”. El escándalo involucraba a conocidos científicos y antropólogos, así como a diversas instituciones científicas. El objetivo se cumplió satisfactoriamente, ya que, a partir de ese momento, los titulares de muchos diarios en todo el mundo comenzaron a hablar de “un genocidio de indígenas en Venezuela”, “científicos aniquilaron a indígenas en Amazonas para comprobar teoría racista”, “experimentos fascistas en el Amazonas”, “yanomami usados como control de la bomba atómica” o “yanomami fueron tratados como ratones de laboratorio”. La fuente que alimentaba todas esas informaciones era Patrick Tierney, autor de varios artículos sobre el tema que luego compilaría en el libro “Darkness in El Dorado: How Scientists and Journalists Devastated the Amazon”, publicado meses después.
Sin ningún tipo de evidencias y entrando en el terreno de las teorías conspirativas, Tierney describe minuciosamente las actividades de un grupo de científicos que condujeron una investigación en el Amazonas venezolano patrocinada por la Comisión de Energía Atómica del gobierno norteamericano, en la cual los indígenas fueron sometidos a experimentos similares a los realizados con los habitantes de Hiroshima y Nagasaki para estudiar la influencia de la radiación atómica sobre los genes de los sobrevivientes. Estos supuestos experimentos formarían parte integral del Proyecto Manhattan y habrían sido conducidos a finales de los años sesenta, para comprobar “tesis eugenésicas” sobre la “supervivencia del más fuerte”. Tierney acusa de genocidio a James Neel (1915-2000), una autoridad en genética, y a Marcel Roche, entre otros conocidos científicos. Igualmente, los asocia a una trama secreta de experimentos radiactivos con humanos, dirigidos por la Comisión de Contingencia de la Bomba Atómica (Atomic Bomb Casualty Commission, ABCC). Asimismo, los acusa de haber inoculado el virus del sarampión a los yanomami manipulándolos sin ningún tipo de ética, como si fueran ratones de laboratorio y provocando muertes masivas.


Respuesta al complot
Ante las graves y temerarias denuncias de Tierney, diversas instituciones científicas y académicas de reconocido prestigio, tales como la Academia Nacional de Ciencias de Estados Unidos de América, la Asociación Americana de Antropología, la Sociedad Internacional de Genética, la Universidad de Michigan y la Universidad de California, para citar algunas de ellas, ordenaron a sus respectivas comisiones de ética realizar investigaciones para corroborar la veracidad de tan graves denuncias. Sus conclusiones fueron que dichas acusaciones y las supuestas pruebas carecían de veracidad. Bruce Alberts, presidente de la Academia Nacional de Ciencias, NAS, consideró que el contenido del libro de Tierney es “falso y se puede demostrar su falsedad”.  Idéntica fue la conclusión de la Comisión de Ética de la Sociedad Internacional de Epidemiología Genética (International Genetic Epidemiology Society). A la misma conclusión llegó el equipo médico de la Universidad de Río de Janeiro, luego de una investigación exhaustiva conducida por el reconocido antropólogo Bruce Albert: “El uso de la vacuna Edmonston B, que administraron Neel y Roche durante la epidemia de sarampión entre los yanomami, no puede ser considerada técnicamente incorrecta. Las muerte de yanomami observadas en 1968 en el río Orinoco fueron el resultado de la epidemia de sarampión proveniente de Brasil y no tiene relación alguna con la campaña de vacunación que Neel emprendió junto con Roche”, quienes trataron de evitar la propagación de la epidemia.

 

Posición del IVIC
Luego de haber publicado artículos y haber ofrecido declaraciones a diversos medios internacionales, el 11 de noviembre de 2000, el señor Tierney apareció en uno de los principales diarios venezolanos declarando que “los yanomami fueron usados como un grupo de control de la bomba atómica”, acusando entre otros al doctor Marcel Roche. Esta patraña fue rebatida y aclarada por el doctor Egidio Romano, en una ponencia presentada ante la Asociación Americana de Antropología, AAA. “El principal interés del doctor Roche eran las investigaciones sobre las hormonas tiroideas y el metabolismo del yodo (…) Marcel Roche junto a otro distinguido médico venezolano, Francisco de Venanzi, comenzaron por estudiar el consumo de yodo de la glándula tiroidea en 1954. Las principales líneas de investigación fueron la anemia por desnutrición, el bocio endémico, la diabetes y enfermedades parasitarias (…) El doctor Roche y sus colegas fueron quienes por primera vez utilizaron radioisótopos con fines médicos en Venezuela.  El doctor Roche decidió estudiar la deficiencia de yodo, la causa más común de bocio endémico en el país. En primer lugar, estudió la absorción de yodo radioactivo en la población normal, eutiroidea, de Caracas, y en 1954-1955 condujo un amplio estudio en los Andes venezolanos donde había muchos pueblos donde el bocio era la regla y no la excepción. Debido a lo remoto y aislado de la región amazónica, era lógico realizar estudios similares entre sus indígenas. En 1959, realizó un primer estudio entre las tribus maquiritare y guajaribo (sanema-yanomami) del Alto Ventuari. Este estudio se extendió hasta la región del río Mavaca. En el año 1968, como parte de la misma expedición de Neel, el doctor Roche extendió su estudio de absorción y excreción de yodo a los yanomami de la región de Ocamo (…) En todos estos estudios utilizó de 5 a 30 microcuríes para determinar la absorción de yodo y en algunos casos 100 microcuríes para estudios cinéticos”.
El doctor Egidio Romano continúa: “Fueron precisamente los estudios del doctor Roche los que ayudaron a establecer un programa nacional para la prevención del bocio mediante el suplemento de yodo en la sal de mesa. ¿Fue entonces criminal el uso de yodo radioactivo? ¿Es correcto decir que los yanomami fueron utilizados como conejillos de indias tal como declaró el señor Tierney para un periódico venezolano?”.
La respuesta de otro grupo de científicos venezolanos a las falsas acusaciones de Tierney apareció publicada en la prestigiosa revista Science (febrero 2001), bajo el título “Venezuelan Response to Yanomamo Book” (Respuesta venezolana al libro sobre los yanomami). Está firmada por científicos de primera línea tales como Virgilio Bosch, Luis Carbonell, Eduardo Coll, Gabriel Chuchani, Miguel Laufer, Miguel Layrisse, Jorge Vera, Gloria Villegas y Raimundo Villegas.
 
Satanización de la ciencia
En 1990 el Foro de Sao Paulo, la nueva internacional comunista en el hemisferio occidental, promovida por Cuba, decidió asumir las luchas de los pueblos latinoamericanos bajo nuevas modalidades, entre otras, la de fomentar movimientos políticos por los derechos de los indígenas y la promoción del separatismo étnico, cobijándolos bajo la premisa ideológica de una identificación panindígena, opuesta a Occidente. Para eso, contactaron a diversos antropólogos dentro de las universidades latinoamericanas, norteamericanas y europeas para impulsar una nueva “antropología crítica”, “progresista”, “comprometida” o “militante”, en contraposición a la ciencia y a la antropología académica tradicional.
Desde entonces, muchas disciplinas académicas, padecen los embates de una “nueva inquisición”, esta vez contra la ciencia, emprendida por la llamada “izquierda posmodernista” o “deconstruccionista”. Esta nueva visión de la ciencia argumenta, entre otras cosas, que no hay tal “observación objetiva, que los hechos son elaboraciones políticas y que la ciencia es un instrumento de opresión”.
Paul Groos, de la Universidad de Virginia, abordó el problema sin ambages en el libro Higher Superstitions: The Academic Left and Its Quarrels with Science, 1994, John Hopkins University Press. Allí evalúa el impacto de los movimientos anticientíficos en las universidades norteamericanas. En un artículo titulado “Exorcizando la sociobiología” (“Exorcising Sociobiology”, The New Criterion, 04/02/2001), Gross alude a los antropólogos culturales anticientíficos afirmando que sus puntos de vista, métodos y procedimientos tienen un parecido asombroso con la práctica medieval del exorcismo: expulsar el espíritu maligno, a Satanás, del grupo, utilizando medios mágicos, sobrenaturales y severos. En este caso, Satanás es el método científico o cualquiera que utilice el método científico para explicar lo que ocurre en el mundo externo. Gross concluye que el efecto neto de las acusaciones de Tierney es el de hacer daño a investigadores y obstaculizar la entrada de científicos para realizar estudios de campo en el Amazonas, citando específicamente la prohibición del gobierno de Venezuela sobre la realización de investigaciones en territorio yanomami.
 
Indígenas versus científicos
Patrick Tierney y sus asociados nacionales e internacionales, que de alguna manera estarían confabulados para privilegiar ciertos intereses en las selvas amazónicas, se anotaron un triunfo al provocar en los indígenas y en la opinión pública global un sentimiento de animadversión contra los científicos venezolanos. Sus temerarias acusaciones, cuya trama estaba basada en ficciones, en testigos inexistentes, en la falsificación de testimonios y datos, así como en las intrigas de una guerra sucia desatada en la academia por un movimiento anticientífico alentado por antropólogos y científicos marxistas, lograron su objetivo, que era el de expulsar a los científicos del estado Amazonas, región de gran importancia geoestratégica para el país, dejando el campo libre a quienes deseaban asumir el control de esos territorios: las corporaciones mineras transnacionales interesadas en la prospección de minerales estratégicos; la guerrilla colombiana, aliada del narcotráfico, que necesitaba ampliar su franquicia en la extracción de oro en los ríos dentro de la frontera venezolana, así como otros grupos y organizaciones de dudoso origen.
 
“Destruir es fácil, construir requiere años”
El cobarde ataque contra Roche con la intención de dañar su reputación y su obra, apuntó también a los valores construidos por toda una generación de científicos e intelectuales. Es innegable que en Venezuela está en marcha, desde entonces, una “nueva inquisición” contra las instituciones académicas y científicas promovida por el régimen chavista tutelado por el  castrocomunismo.
Flor Pujol, presidenta de la Asociación de Investigadores del IVIC, declaró recientemente a la prensa sobre los logros de esa institución: “30% de la ciencia hecha en Venezuela surge en el IVIC, 400 egresados en doctorado y maestrías han salido de la institución y 200 proyectos de investigación se llevan a cabo en este momento. 80% de sus trabajos son para mejorar la calidad de vida del venezolano”.
Sin embargo, el parte oficial habla de “la ciencia al servicio del pueblo, al servicio de la liberación, al servicio de la soberanía”, eslóganes políticos para justificar la ocupación y desmantelamiento de la institución, como pasó anteriormente con el Instituto de Tecnología Venezolana para el Petróleo, Intevep.
Cuando en otros países se invierte en conocimiento y se promueve la innovación tecnológica, en Venezuela se asfixia a las universidades, se hostiga a los científicos y se cierran los centros de investigación, provocando el éxodo de miles de profesionales hacia otros países.
Jacinto Convit, en una entrevista que le hiciera El Nacional (28/01/01) en relación con la historia científica del país y los hombres que, como Marcel Roche y otros eminentes científicos, han dado su vida por el avance de la ciencia en Venezuela, declaró en forma dramática: “Destruir es fácil, construir requiere años”. En su ignorancia y fanatismo, el régimen terminará suplantando la ciencia por la superstición.


Edgar Cherubini
El complot contra la ciencia en Venezuela
El Nacional. Caracas, 29 de noviembre de 2014

Andrés Cañizález: La historia de dos juezas

El control del poder ejecutivo sobre los otros poderes públicos en Venezuela, y en particular sobre el sistema judicial, se expresa claramente en la historia de dos juezas. A simple vista no parecen tener nada en común, una enfrenta un largo proceso y la otra tiene a su cargo el que posiblemente sea el juicio político más polémico —y hay bastante tela que cortar en Venezuela en esta materia—, como lo es el procesamiento judicial y detención del dirigente Leopoldo López.
¿Qué cosa une a las historias de estas dos juezas venezolanas? Ambas recibieron recomendaciones del Comité contra la Detención Arbitraria de la Organización de Naciones Unidas (ONU). Una optó por acatar tal recomendación de expertos independientes, en 2009, y terminó ella misma siendo objeto de recomendaciones a su favor por parte de ese comité. Se trata de la jueza María Lurdes Afiuni, quien el 10 de diciembre de 2009, tomó la decisión de otorgarle la libertad condicional al ex banquero (otrora muy cercano al chavismo) Eligio Cedeño, quien estaba enjuiciado por presunta corrupción en el manejo de dólares regulados.
Al día siguiente, en una de sus alocuciones por radio y televisión, Hugo Chávez, le ordenó al sistema judicial que detuvieran a la jueza Afiuni e incluso adelantó la sentencia: “debe recibir pena máxima de 30 años”. Cedeño aprovechó su libertad condicional y salió clandestinamente del país, hoy vive en Estado Unidos donde recibió asilo político. Afiuni, en tanto, por acatar la recomendación de la ONU pasó de ser jueza a enjuiciada, y a partir del 18 de diciembre de aquel mismo año 2009 fue enviada a una cárcel de mujeres. Fue acusada por cargos de corrupción, cómplice de fuga, abuso de poder y conspiración criminal. A la fecha no ha podido comprobarse que ella tuviese alguna componenda para facilitar la fuga de Cedeño. Casi tres años estuvo en una cárcel Afiuni, en 2012 se le envió a una detención domiciliaria luego que se le detectara cáncer y otros problemas de salud y tras innumerables pronunciamientos del propio Comité contra las Detenciones Arbitrarias de la ONU y de la relatoría de la ONU sobre la independencia de jueces y abogados.

Afiuni fue acusada por cargos de corrupción, cómplice de fuga, abuso de poder y conspiración criminal

Afiuni sigue siendo procesada sin que se vislumbre en el corto plazo que se vaya a dictar sentencia. Según organizaciones venezolanas de derechos humanos, no existen razones válidas para mantener el juicio, ya que se ha han ventilado pruebas firmes, pero a este proceso judicial nadie se atreve a ponerle fin ya que el comandante Chávez fue quien dictó sentencia.
La otra jueza se llama Susana Barreiros. A mediados de noviembre se negó a considerar una recomendación del mismo Comité contra las Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, ésta vez en el caso del dirigente político opositor Leopoldo López. Tampoco ha escuchado Barreiros los innumerables pronunciamientos internacionales que sin inmiscuirse en el fondo del asunto, solicitan simplemente que López (tal como lo establecen las leyes venezolanas) sea juzgado en libertad.
Barreiros posiblemente está consciente, como cualquier juez venezolano, que está atrapada en lo que podríamos llamar “síndrome Afiuni”, que no es otra cosa que la falta de independencia del sistema judicial de Venezuela. Un juez en Venezuela, especialmente en casos políticamente simbólicos (y éste de López sin duda lo es), difícilmente se arriesgara a hacer justicia si tal decisión puede molestar al poder político chavista.
La sumisión judicial con el poder político no se limita a los jueces, llega hasta las más altas esferas. La sala político-administrativa del Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) en la última década sólo ha fallado en contra del Estado de forma excepcional, tan excepcional que se pueden contar los casos con los dedos de las manos.

Andrés Cañizález
La historia de dos juezas
El País. Madrid. 29 de noviembre de 2014