sábado, 7 de junio de 2014

Diario Las Américas. Editorial: La injusticia contra Leopoldo

El proceso seguido contra el líder del Partido Voluntad Popular (VP), Leopoldo López, sólo ha logrado subrayar la total falta de independencia del sistema de justicia bajo el Gobierno de Nicolás Maduro.

Desde la detención misma del joven líder opositor, todo lo relacionado con el proceso seguido contra López ha tenido tristemente los tintes de una mala función de circo chavista (valga la redundacia): una cacería al mejor estilo gorilesco de las dictaduras latinoamericanas por toda Caracas para hallar a López; un excesivo despliegue de fuerza por parte de Miraflores para "apresar" a un líder político que, a fin de cuentas, se estaba entregando voluntariamente rodeado de un mar de seguidores y hasta la presencia del propio presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello (esa suerte de Napoléon tropical que le ha tocado sufrir al país sudamericano), en funciones de chofer para conducir al coordinador de VP hasta el primer sitio de su larga detención.

El encarcelamiento de López ha estado tildado por las arbitrariedades, su confinamiento en solitario y la suspensión de visitas como castigo. A la detención, Miraflores ha sumido la tortura psicológica como herramienta para quebrar su voluntad y amenazar a otras figuras de la oposición.

En varias ocasiones su presentación en audiencia fue diferida y cuando finalmente se celebró, se convirtió en un puesta en escena en la que a la defensa le fueron negados varios derechos y la decisión llegó, como en los cuartelazos, de madrugada y tras evidentes varias presiones del Gobierno y, quién podría dudarlo, sus padrinos políticos de La Habana.

La injusticia contra Leopoldo
Diario Las Américas. Editorial
Miami, 8 de junio de 2014

Argelia Ríos: La conjura de los rojos

"El heredero" encara una descomunal componenda endógena

Es un temor cervical, una inquietud insoportable. Lo que el madurismo experimenta va alcanzando rasgos patológicos. Las covachas de la revolución son un hervidero de intrigas. Una de las últimas maquinaciones gira alrededor de la familia Chávez y del terremoto político que podría generar su eventual salto a las arenas públicas. Una sola crítica de cualquiera de sus miembros más connotados pulverizaría la posibilidad de que Maduro consiguiera el respeto que aún no ha logrado dentro de las filas del oficialismo. Las versiones acerca de ese catastrófico imponderable, serpentean entre los muros impenetrables de la revolución, desde donde siguen brotando señales inequívocas del escalamiento que viene sufriendo el conflicto interno...

Una reciente reunión realizada en Barinas habría desencadenado la tormenta: el desastre en que ha devenido el país sería la causa del encuentro de los dolientes directos del comandante, cuyos ecos todavía estarían tronando en Miraflores y en los rincones del PSUV... La opinión de la "familia real" cuenta demasiado en esta historia, en la cual también hay líneas que corresponderían a un nutrido grupo de gobernadores militares, unidos en torno a un diagnóstico común acerca del caos ocasionado por Maduro. El tema, por cierto, no sólo ocupa la atención de Dieterich: también es ritornello entre los anillos cercanos al "heredero", donde se esfuerzan en deshilvanar las puntadas, para intentar abortar cualquier emboscada en ciernes.

Todos los registros narran un penetrante malestar, en el que no sólo están contabilizados los trapicheos de Cabello y de los grupos de la izquierda más radical: a juzgar por el enjundioso cotilleo bolivariano, "el heredero" encara una descomunal componenda endógena, que se nutre de su lánguido average popular y, desde luego, de la impaciencia causada por una crisis cuyo calibre, en este momento, beneficiaría la emergencia sorpresiva de "cualquier cosa"... Los rudos desencuentros internos de la revolución constituyen el marco en medio del cual se ha formulado la denuncia sobre los preparativos de un supuesto golpe de Estado: una acusación basada en el presupuesto de que todas las condiciones -políticas, sociales y económicas- estarían dadas para que ocurriera una insurgencia contra Maduro, que no necesariamente contra toda "la sucesión".

La obsesiva vocación por el disimulo ha colocado a la "derecha fascista" en el eje único de la denuncia. Maduro no se atreve a señalarlo, pero los indicios están hablando de una conjura de procedencia revolucionaria. También los rojos hablan sobre la renuncia; también ellos se pasean por esa opción: por eso el temor a la familia Chávez y por eso los mendrugos para ella.

Argelia.rios@gmail.com / @Argeliarios


La conjura de los rojos
Argelia Ríos
El Universal. Caracas, 6 de junio de 2014

Rafael Poleo: Balaclava, no


 
Balaclava, no
Rafael Poleo
El Nuevo País. Caracas, 7 de junio de 2014 (Blog Pedro Mogna) 

María Corina Machado: "Asesina"

La sentencia salió de Miraflores. Sin pruebas, sin juicio, sin defensa. He sido condenada por quienes están en el poder y por quienes les ordenan desde La Habana. Intentaron callarme con golpes en el Parlamento, despojarme de mi inmunidad, ahora aniquilarme moral y físicamente. Me han acusado falsamente de terrorismo por revelar la tragedia de Amuay, de traición a la patria por denunciar en la Organización de Estados Americanos (OEA) la violación de Derechos Humanos, y ahora de magnicidio por apoyar el histórico movimiento social de protesta que ha emergido en Venezuela. Es una persecución política sistemática basada en mentiras.

Maduro y su régimen se creen intocables, se consideran más allá de la ley y de la justicia, y por eso atropellan ciudadanos. Me condenan con "pruebas" obviamente fabricadas. Me difaman y por su incitación al odio, recibo hoy amenazas contra mi vida y la de mis hijos.

Jamás en la historia de Venezuela un hombre desde Miraflores, usando todo el poder del Estado, había descargado su furia contra una mujer. Creen que un castigo "ejemplarizante" callará a las madres venezolanas que claman por justicia en los tribunales y en las morgues, por leche en los mercados, por la vida de su hijo en un hospital paupérrimo. Creen que callarán a las estudiantes que encabezan las protestas, a las periodistas que desafían la censura, a las maestras que combaten el Decreto 058, a las madres de Geraldine, de Sairam, de Juan Manuel. Se equivocan; 15 años de lucha ciudadana ejemplar y el admirable movimiento de protesta cívica han dejado claro que no doblegarán al pueblo de Venezuela.

El régimen está desesperado; el colapso económico, institucional y moral ha arrastrado el apoyo político que heredaron. Tanta mentira y cinismo producen repulsión en una sociedad honesta y trabajadora que anhela desesperadamente avanzar por una ruta a la libertad y a la dignidad y sabe que llegó la hora de enfrentar esta dictadura para lograr un cambio de régimen por una vía constitucional, democrática, pacífica y electoral; lo antes posible. Sr. Maduro, escúcheme bien: ni magnicidio ni golpe de Estado: renuncie. Renuncie porque está destruyendo la patria.

mariacorina@mariacorina.com @mariacorinaYA

"Asesina"
María Corina Machado
El Universal. Caracas, 7 de junio de 2014

Ramón Hernández: La seguridad nacional y los golpes con mazo

Cuando la fuerza aérea de Chile bombardeó el Palacio de la Moneda el 11 de septiembre de 1973, los sectores que se denominan progresistas para endulzar sus coqueteos con los regímenes de corte leninista, lo interpretaron como el cierre de la vía electoral para alcanzar el socialismo. Repetían que jamás la “derecha” permitiría que el pueblo alcanzara el poder sin empuñar las armas.
La equivocación no estribó en que desde entonces se multiplicaran los movimientos guerrilleros, cosa  que ocurrió, pero por otras razones, y que fracasaran estrepitosamente como opción para la toma del poder, sino en que nunca  analizaron  por qué el golpe fue un éxito y pudo mantenerse tanto tiempo en el poder. ¿Qué permitió el triunfo y la permanencia de Pinochet?
Ninguno de los grupos guerrilleros corrió una suerte distinta de la que acompañó al Che Guevara en Bolivia, no porque les faltara arrojo y valentía, o porque les sobrara ingenuidad al suponer que bastaba considerarse de izquierda para tener la razón, sino porque eso que los marxistas denominan “condiciones” no estaban dadas, y sí lo estuvieron para Augusto Pinochet y el grupo de militares que lo acompañó.
Desconozco si el señor del mazo ha estudiado los acontecimientos chilenos a profundidad, si ha tenido en sus manos no ya el informe del Congreso de Estados Unidos, en los que quedan al descubierto la participación de la CIA y de la ITT, sino el análisis de académicos como Juan J. Linz, Arturo Valenzuela y Alfred Stepan que demuestran que sin las condiciones sociopolíticas y económicas de Chile a esa altura de 1973 era imposible que un grupete militar desbancara, como ocurrió, a Salvador Allende.
Quienes han estudiado la historia coinciden en que el golpe de Estado de Pinochet no fue convencional, ni en su procedimiento ni en sus objetivos, tampoco en la cantidad de sangre derramada ni en la criminal represión contra los desafectos. Se diferenció de manera notable, por ejemplo, de los madrugonazos incruentos, pero exitosos, que ocurrieron en otros países de América Latina y de las recetas popularizadas por Curzio Malaparte y Nicolás Maquiavelo.
No sé por qué el señor del mazo afirma que la situación actual de Venezuela se parece mucho a la que precedió el pinochetazo ni cuáles son los puntos de comparación. Lejos estoy de pretender hacer mofa de las comparaciones históricas que pueden hacer los ciudadanos, sean militares en comisión de servicio civil o civiles al servicio de los militares. No creo que se deban tomar a la ligera las denuncias de magnicidio y de golpe lento, tanto una como otra debe ser investigadas a fondo, pero por personalidades representativas del país asesoradas por enjundiosos y multidisciplinarios expertos. Tan graves denuncias no se deben dejar en manos de los cuerpos de seguridad y de la fiscalía, como tampoco se debe “dejar la guerra en manos de los militares”.
En los libros de Linz, Valenzuela y Stepan se le da mucha importancia al papel de los traidores, sean individualidades o grupos, en la demolición de la democracia. Grupos que fingen lealtad al régimen, o a quienes lo dirigen, y que poseen una agenda propia de intereses; que con actos y declaraciones contribuyen a la inestabilidad y le agregan presión a la olla. Fue el caso del MIR y de Carlos Altamirano, que en lugar de contribuir a la estabilidad del gobierno de Allende le agregaron carburo a la intranquilidad, sea por impacientes o por ignorantes.
Después de 15 años, el caso venezolano ha dejado de ser una experiencia exitosa de la toma pacífica del poder y ya transita el camino hacia el socialismo. El régimen ya se ha equipado de los antídotos institucionales y políticos que les permitieron a los bolcheviques, en Rusia, y a los integrantes del Movimiento 26 de julio, en Cuba, dominar el poder y mantenerse más de 50 años al mando, y sin amenazas exógenas de cuidado. Quizás el actual miedo a los desequilibrios, a la manifiesta inestabilidad, se origina en las deficiencias doctrinarias e ideológicas de la nomenklatura, de la camarilla que se rota los puestos de mando; en fin, al poco conocimiento del marxismo y al excesivo apego a las técnicas estalinistas, y en especial el desconocimiento de la historia patria.
El filósofo Eduardo Vásquez, la voz venezolana más iluminada en las teorías de Marx y en las enseñanzas de Hegel, sostiene que la debilidad más peligrosa del pretendido socialismo del siglo XXI en Venezuela está por el lado del origen de clase de quienes dirigen el Estado, que no son trabajadores ni burgueses; tampoco clase media profesional ni intelectuales, mucho menos oligarcas renegados, sino –en el estricto verbo del barbudo de Tréveris– lumpenproletariat, vulgares desclasados, que son pesados factores de distorsión del socialismo.
No cabe duda de que en los últimos 15 años el lumpen se apropió del paraíso y sin pudores lo ha convertido en un infierno, aunque no a ex profeso, sino por su misma condición de no clase, no importa que como Jorge Giordani exhiban títulos no ganados, salvo el de Cendes. No son obreros ni trabajadores, sino gente mal formada en lo gerencial, en lo profesional y también en lo académico, con las exiguas excepciones de rigor, que se han dejado colonizar por los cubanos como los cubanos lo hicieron con los rusos para implantar en la isla una tupida red de burocracia que les garantiza la supervivencia a los menos aptos en el poder, pero impide la implantación de una sociedad libre y justa, precisamente la razón de ser del socialismo.
No coincido con el señor del mazo. Venezuela hoy se parece bastante más a la Unión Soviética que antecedió a la caída del Muro de Berlín que al Chile traicionado por Pinochet. El hervidero en el que se ha convertido el PSUV y sus aliados pronostican una implosión que arrastrará al basurero de la historia tanto al materialismo histórico como al dialéctico, ese par de estupideces engelianas que reinventó Stalin para someter al pueblo ruso y su vecindario. Las contradicciones en el seno del pueblo serán resueltas sin acudir a la violencia y sin la participación del lumpenoportunismo, aunque no será la semana que viene.
Mientras tanto, el señor del mazo debería pasearse por algunos libros clásicos de la política y de las teorías militares, que ponen su interés no solo en mantener el poder, que siempre es transitorio y provisional, sino en la  preservación del país, que es esa suma de historias, saberes y convivencias de los venezolanos todos, para usar su lenguaje, los de izquierda y de derecha, y con generosidad, del lumpen que anda despistado, creyendo que pueden hacer revoluciones y solo producen desgracias. Vendo libro desaparecido de los estantes oficiales: Breve historia de la incompetencia militar de Ed Strosser y Michael Prince; no se aceptan devoluciones.


Ramón Hernández
La seguridad nacional y los golpes con mazo
El Nacional. Caracas, 7 de junio de 2014