domingo, 21 de septiembre de 2014

Marta Colomina: Las otras muertes del régimen

Con el chavismo, Venezuela ha alcanzado cuotas de criminalidad que nos colocan como el segundo país más violento del mundo (y el primero en inflación). El mito de que con un gobierno militarizado gozaríamos de seguridad se derrumbó: 2013 concluyó con casi 25.000 asesinatos, según el Observatorio Venezolano de la Violencia de la UCV, mucho más confiable que las manipuladas cifras oficiales. El ministro Rodríguez Torres (RT) se esfuerza en “restar” asesinatos diciendo que 80% ” son ajustes de cuentas”, como si bandas de delincuentes cayéndose a balazos en las calles no fuera indicador de un país  dominado por el caos. Rodríguez Torres trata de que creamos en “actos terroristas” de los estudiantes pacíficos, o comandados desde la cárcel por Leopoldo López y María Corina Machado, opositores que acrecientan el nerviosismo de Maduro y Rodríguez Torres cada vez que ven el ranking de liderazgo en el que López, Machado y Capriles, en ese orden, ocupan los primeros lugares, mientras Nicolás está en caída libre (encuesta Keller).
Médicos venezolanos suponen otras muchas muertes silenciadas por el régimen, que deberían ser consideradas víctimas de esa otra violencia, también criminal, de la escasez de fármacos para el cáncer, hipertensión, VIH y otras enfermedades, que matan al paciente, de no ser atendidas. ¿Cuántos enfermos de cáncer han muerto porque mamógrafos y equipos de radioterapia están dañados en los hospitales porque se ha vencido el contrato de mantenimiento, nunca pagado? Y esto ocurre mientras una “infanta” habría negociado con Argentina toneladas de arroz con sobreprecio escandaloso; los gastos superfluos de Miraflores crecieron más de 150% y el presupuesto militar y de armas de guerra supera el de salud y educación.
Los ex ministros de Salud Oletta y Orihuela han venido advirtiendo, sin ser oídos, sobre los riesgos que hoy estallan en una epidemia originada en la  negligencia, politización e ignorancia de quienes han estado al frente del sistema de salud público.” Al gobierno –señala Orihuela– se le advirtió de hacer fumigaciones y tratamientos antilarvarios masivos porque nos estamos llenando de zancudos por todos lados, así como también advertimos que había que aplicar insecticidas y larvicidas en las escuelas y en los liceos, y no lo hicieron. Por eso tenemos una epidemia desatada sin control (…) Creen que con mentir y ocultar la situación resolverán la crisis”. Antes de Chávez, Min Salud atendía con rigor el protocolo de vacunación y las fumigaciones constantes para erradicar enfermedades endémicas que hoy se extienden sin control. El gobierno tuvo noticia del chicungunya hace 3 meses y no tomó previsión alguna, a pesar de que el virus llegó en medio de otra epidemia de dengue: no ha habido fumigación ni fármacos, aunque la ministra diga lo contrario. Y es que nos mienten en todo. Mientras Colombia confirma más de 1.000 casos de chicungunya y advierte que otros 600.000 puedan llegar a contagiarse, aquí la ministra dice que solo hay 398 casos confirmados, cifra que no concuerda con el informe de la Organización Mundial de la Salud del 7 al 12 de septiembre   en el que “Venezuela encabeza lista de países suramericanos con más casos de chicungunya”. Así que cuando Maduro, para ocultar su culpa en la catástrofe epidemiológica, grita la estupidez de que “la oposición realizaría una guerra bacteriológica contra Maracay”, indigna a los enfermos y   suscita la burla general. 
La actitud de negar las muertes llega hasta perseguir a los médicos que advirtieron el peligro, ocultar que 5 futbolistas del Aragua FC fueron dados de baja por chicungunya y silenciar los decesos y nuevos casos en otros estados del país. La FMV y la Sociedad de Infectología advierten que el gobierno está obligado a informar y que todo paciente con enfermedad hemorrágica deber ser evaluado. Pero el país cuyo gobierno ha dilapidado más de 1 millón de millones de dólares, hoy solo tiene un instituto que dispone de la tecnología para la prueba de detección de fiebre chiciungunya. Así que cuando lleguen a Caracas las muestras de Mérida o Margarita y el instituto colapsado las remita a los solicitantes, algunos ya habrán muerto. Estamos ante un gobierno inepto y deshumanizado al que no le duele que el pueblo muera de enfermedades que debieron ser evitadas y atendidas por el Estado: lo que sí le indigna y persigue, es que esas muertes se sepan, por eso Maduro ordenó ir contra 11 medios, entre ellos El Nacional, El Carabobeño, La Patilla, CNN, BBC, The New Herald. Por eso el despido de Rayma en El Universal.
Tampoco podrán ocultar las enfermedades por hambre y desnutrición. La escasez alcanzó el máximo histórico en agosto (87% de la leche en polvo y, según Cavilac, la producción de leche pasteurizada cayó 92% en 2 años). “Cuando los inventarios caigan por debajo del mínimo tolerado –dice el economista García Banchs– la escasez se desbordará. Y eso viene ya y de golpe, sin aviso”. Así que no hay duda: aquella promesa de Chávez sobre la “revolución de la salud”, devino en la revolución de la escasez, la enfermedad y la muerte.

Marta Colomina
Las otras muertes del régimen
El Nacional. Caracas, 21 de septiembre de 2014

Elizabeth Fuentes: La firma de Hugo Chávez ahora significa muerte


Elogiar la inteligencia y el talento de Rayma Suprani sería una redundancia. Y mucho más cuando el afecto se atraviesa y podríamos caer en la tentación de meternos a cursi porque, a estas alturas de la admiración, ya no hay manera de escribir sobre ella con la elegancia que se merece.
Pero su última pieza en El Universal, el portazo de adiós que les lanzó en la cara a los aún desconocidos dueños del diario, la va a catapultar a la historia del humor gráfico de Venezuela por todo lo que significa. Con una sola línea, Rayma destruyó para siempre la firma de Hugo Chávez y , desde ayer, se le verá asociada a la muerte. Pero no solo a la muerte del sistema de salud en Venezuela, sino a todas las otras muchas muertes que se han esparcido por el país gracias a esa firma.





















La firma que tantas partidas secretas firmó, tantos proyectos inútiles, tanta compra de votos y voluntades, la misma firma que a tanto corrupto protegió y enriqueció. La firma que destruyó Pdvsa, sentenció a ciudadanos inocentes, catapultó vanidades y cuentas corrientes, amparó injusticias y deshizo el país una y otra vez porque detrás de la firma, solo había un buen actor con ambición de poder.
La firma que, mejor metáfora imposible, aún después de la muerte de Hugo Chávez, sigue funcionando para abusar, atropellar, callar y, finalmente, despedir a Rayma. Gesto que, por lo demás, sólo sirvió para hacerla más universal porque ahora la caricatura se paseará por medio mundo para terminarla de posicionar en el imaginario colectivo, como diría Juan Barreto.
Ojala y a algún graffitero osado se le ocurra alargar la firma de Hugo en esos horrorosos edificios de la Misión Viivienda que destruyeron el urbanismo de la ciudad y dejaron allí, para siempre, la marca de lo que fue esa firma en vida: la de un mercader que pagaba el afecto con ladrillos y pocetas.

Elizabeth Fuentes
La firma de Hugo Chávez ahora significa muerte
Konzapata.com. Caracas, 18 de septiembre de 2014