domingo, 21 de septiembre de 2014

Elizabeth Fuentes: La firma de Hugo Chávez ahora significa muerte


Elogiar la inteligencia y el talento de Rayma Suprani sería una redundancia. Y mucho más cuando el afecto se atraviesa y podríamos caer en la tentación de meternos a cursi porque, a estas alturas de la admiración, ya no hay manera de escribir sobre ella con la elegancia que se merece.
Pero su última pieza en El Universal, el portazo de adiós que les lanzó en la cara a los aún desconocidos dueños del diario, la va a catapultar a la historia del humor gráfico de Venezuela por todo lo que significa. Con una sola línea, Rayma destruyó para siempre la firma de Hugo Chávez y , desde ayer, se le verá asociada a la muerte. Pero no solo a la muerte del sistema de salud en Venezuela, sino a todas las otras muchas muertes que se han esparcido por el país gracias a esa firma.





















La firma que tantas partidas secretas firmó, tantos proyectos inútiles, tanta compra de votos y voluntades, la misma firma que a tanto corrupto protegió y enriqueció. La firma que destruyó Pdvsa, sentenció a ciudadanos inocentes, catapultó vanidades y cuentas corrientes, amparó injusticias y deshizo el país una y otra vez porque detrás de la firma, solo había un buen actor con ambición de poder.
La firma que, mejor metáfora imposible, aún después de la muerte de Hugo Chávez, sigue funcionando para abusar, atropellar, callar y, finalmente, despedir a Rayma. Gesto que, por lo demás, sólo sirvió para hacerla más universal porque ahora la caricatura se paseará por medio mundo para terminarla de posicionar en el imaginario colectivo, como diría Juan Barreto.
Ojala y a algún graffitero osado se le ocurra alargar la firma de Hugo en esos horrorosos edificios de la Misión Viivienda que destruyeron el urbanismo de la ciudad y dejaron allí, para siempre, la marca de lo que fue esa firma en vida: la de un mercader que pagaba el afecto con ladrillos y pocetas.

Elizabeth Fuentes
La firma de Hugo Chávez ahora significa muerte
Konzapata.com. Caracas, 18 de septiembre de 2014