martes, 25 de marzo de 2014

El Tiempo (Bogotá): Cerco a la oposición

Editorial: Cerco a la oposición
Diario El Tiempo de Bogotá.
25 de marzo de 2014
Las recientes decisiones judiciales contra líderes opositores son una señal más de que Venezuela transita, lamentablemente, por la senda que conduce al totalitarismo.
En medio de la confusión y los capítulos de caos que por estos días se pueden apreciar en Venezuela, algunas certezas se consolidan. Lamentables certezas.

Por ejemplo: cada vez es más claro cómo el Estado de derecho se desvanece a pasos agigantados. La separación de poderes quedó en el pasado: el chavismo controla la Asamblea Nacional, el poder judicial y la autoridad electoral, entre otros. La libertad de prensa agoniza. Y como si lo anterior no fuera de por sí suficiente para advertir sobre un totalitarismo en ciernes, un paso más se ha dado en esta nefasta dirección: poner en la mira de los tribunales a las voces que ejercen su derecho a disentir desde cargos de elección popular.

Tan grave y alarmante como las denuncias de abusos de las fuerzas oficiales a la hora de enfrentar las marchas de protesta de los estudiantes, o la decisión de mirar hacia otro lado cuando entran en escena los temidos colectivos motorizados, es la manera como se ha actuado contra líderes políticos que han decidido marcar distancia de Miraflores.

Nos referimos a la reciente detención de dos alcaldes opositores, Daniel Ceballos, de San Cristóbal, y Vicenzo Scarano, de Carabobo, y a la decisión, comunicada ayer por el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello, de retirarle a la diputada María Corina Machado su estatus de parlamentaria por haber intentado exponer ante la OEA su punto de vista sobre la situación de su país, propósito para el cual contaba con el apoyo de la delegación panameña, dispuesta a reconocerla como su representante alterna.

Así, funcionarios intimidan –y más de una vez cumplen sus amenazas, como en el caso de Leopoldo López– parados sobre la certeza de que los tribunales cumplirán a pie juntillas cualquiera sea su determinación contra el señalado de turno, sin el más mínimo recato, sin el menor esfuerzo por, cuanto menos, conservar las apariencias. En el caso de Scarano, fue separado de su cargo en tiempo récord y condenado a diez meses de prisión por el Tribunal Supremo de Justicia. La razón: habría desacatado una medida cautelar de esta corte que obliga a los mandatarios a colaborar en la prevención de disturbios, no obstante estos carezcan de facultades legales para ejecutar dicha tarea. La justicia queda así reducida a apéndice del Ejecutivo, a ser su perro de presa.

Como varios observadores lo advirtieron en su momento, era muy alto el riesgo de que ante tan compleja coyuntura como la que hoy se vive al otro lado de la frontera, el gobierno de Maduro optara por el riesgoso camino que termina en un régimen totalitario. Una ruta que es bien conocida por Cuba, cuya influencia sobre Caracas se hace más evidente conforme aumentan los líderes opositores en las celdas.

La democracia, valga recordarlo, no se limita al voto. Una democracia plena y vigorosa requiere un conjunto de garantías para las minorías que no comulgan con quienes ostentan el poder, por no hablar del respeto a derechos fundamentales como el de la libertad de expresión. Así, con una prensa cada día más acorralada y una justicia a la caza de voces disidentes, el debate público se hace cada vez homogéneo, restringido a voces con el visto bueno oficial. Un escenario que puede ser, además de los intentos totalitaristas, el detonante de nuevos capítulos de violencia en las calles. Ojalá estas nuevas realidades logren, por lo menos, por ahora, voces de rechazo mucho más enérgicas de los países del área que, a su vez, lleven a librar al pueblo venezolano de esta triste disyuntiva.

Rafael Poleo: 96 verracos y una verraca

96 verracos y una verraca
Rafael Poleo
El Nuevo País, Caracas, 25 de marzo de 2014


Edgardo Mondolfi: Botar el lastre

Botar el lastre
Edgardo Mondolfi
El Nacional, Caracas, 25 de marzo de 2014
Tal vez resulte una avilantez de mi parte, pero trataré de darle cierta perspectiva histórica a lo que está aconteciendo en el país. Creo no equivocarme al observar que es justo ahora cuando pueden advertirse las terribles consecuencias de la alianza civil-militar que se cocinó en el fuego de las rebeliones del año 92 y que llegó al poder, por la puerta principal, en 1999. Frente a esta clase de maridaje civil-militar, nada inédito por cierto en los anales nacionales, vale la pena adentrarse en un terreno pedregoso acudiendo a preguntas como estas: ¿Cuál de ambos sectores termina imponiendo la agenda? ¿Quién maneja a quién? ¿Los civiles a los militares o viceversa? Al fin y al cabo, ¿cuál de ambos puede llegar a convertirse en el verdadero beneficiario de la empresa? ¿Será posible que, a la larga, los libretos difirieran hasta el punto de lo irreconciliable? Tales preguntas no son ociosas si se piensa en experiencias históricas venezolanas en las que, al momento indicado, los socios militares tuvieron la desfachatez de lanzar por la borda a sus socios civiles, de la misma forma como se hace con el lastre, para poder gestionar sin estorbos al resto de la sociedad.
Existe, sin embargo, una notable diferencia: aparte del hecho obvio de que no estamos en 1948, los militares que hoy cogobiernan seguramente no pretenderán desalojar al presidente del Palacio de Miraflores como sacaron por la fuerza a Rómulo Gallegos de su casa de Altamira aquel fatídico mes de noviembre. Eso no va a ocurrir, desde luego. Pero lo que sí está ocurriendo es algo menos burdo: un desplazamiento sin ruptura, pero progresivo, del centro del poder. Los más recientes desarrollos indican que ese centro de gravitación descansa cada vez menos en el traje civil que despacha desde Miraflores y mucho más allí donde resuenan las palabras de algunos personeros que se mantienen intactos dentro de sus rangos castrenses o desde los pasillos de granito del Ministerio de la Defensa. A esas son las palabras a las cuales hay que prestarles atención para saber hacia dónde está soplando el viento, no al surtidero de lugares comunes que ya, por previsibles, cansan cada vez que el presidente se encarama a perorar a cielo abierto desde una tarima. Pienso que ese traje civil que le dirige lisonjas al Alto Mando Militar y lo exonera de culpas ante los recientes abusos en materia de derechos humanos y ciudadanos es rehén de un laberinto del cual difícilmente podrá librarse.
Me parece además que, en este caso, los civiles que gestionan desde Miraflores carecen de dos cosas esenciales para mantener a raya las apetencias de poder cada vez menos disimuladas que exhiben sus socios militares. En primer lugar, carecen de una figura de prestigio dentro de sus filas y, luego, de un partido auténtico, de calle, que no sea esa construcción burocrática repleta de empleados públicos a quienes se les convoca a través de circulares administrativas, llamado el PSUV. De seguir enrumbados por el camino que me he permitido señalar, este gobierno, y por extensión este país, terminarán convertidos en un cementerio de escombros civiles. Ojalá la historia me desmienta.

Antonio Sánchez García: La gran mascarada

La gran mascarada
Antonio Sánchez García
El Nacional, Caracas, 25 de marzo de 2014

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“El comunismo se había visto empujado a no engendrar más que miseria, injusticia y masacres. No por traiciones o infortunios contingentes, sino por la propia lógica de su verdad profunda. Esa era la revelación de 1990. La historia condenaba, más allá del comunismo real, la idea misma de comunismo”. Quien lo dice y lo publica en una deslumbrante requisitoria contra la supervivencia de la utopía socialista, a pesar de la irrebatible demostración de la catástrofe inevitable a la que conducía y de cuya zarrapastrosa versión caribeña llevamos 14 años sufriendo “su miseria, su injusticia y sus masacres”, es el filósofo e historiador francés Jean François Revel en su libro La gran mascarada, editado en el año 2000 en París y, en la misma fecha en España, por la editorial Taurus. Un libro que debiera constituir lectura obligada de quienes nos vemos sometidos a la forma más perversa, criminal y marginalizada del comunismo, el que pusiera en pie Fidel Castro hace 55 años y debiera ser el modelo demostrativo de la estafa más monumental del siglo XX. Arrastrar a un pueblo entero, con territorio incluido, a los infiernos, embobado o convencido a fusilamientos en la ingenua y estúpida creencia de que iba al paraíso.
La implosión del socialismo por motivos de su congénita imposibilidad de existencia arrastró a la debacle y posterior desaparición de todos los satélites de la Unión Soviética luego de la caída del Muro de Berlín en 1988. Se extinguió como por arte de birlibirloque el más cruento y estúpido experimento de ingeniería social de la historia humana. Pulverizando en sus probetas a más de 100 millones de seres humanos. Sobrevivió China, que lanzó al basurero toda la ferretería ideológica de la igualdad absoluta y se abalanzó al más despiadado capitalismo salvaje, manteniendo en pie su única verdad: el terror del Estado dictatorial para conseguir sus propósitos imperiales así sea sobre otros millones de cadáveres. Y dos excrecencias museísticas: Cuba y Corea del Norte. El socialismo había muerto.
Pero como si de una pandemia proveniente del espacio intergaláctico se hubiera tratado, bastó la década de los noventa para que esa brutal certidumbre se esfumara de la conciencia colectiva y volviera a renacer de entre las cenizas todavía humeantes del socialismo real. Los mismos intelectuales que en 1990 se volvían desesperados al liberalismo como hacia la eterna fuente de la juventud y al mercado como el Deus ex Machina de la civilización recayeron en el ensueño de la utopía. Dado que lo real les había dado una lección sangrienta, volvían al universo de las ideas a reparar daños y perjuicios. Como bien lo categoriza Revel: “Liberados de la inoportuna realidad, a la que además negaban toda autoridad probatoria, los fieles volvieron a encontrarse con su intransigencia. Se sintieron por fin libres para volver a sacralizar sin reservas un socialismo que había vuelto a su condición primitiva: la utopía. Pero la utopía, por definición, es imposible de objetar. La firmeza de sus guardianes pudo volver, pues, a no tener límites desde el momento en que su modelo no era ya realidad en ninguna parte”. (François Revel, La gran mascarada, Taurus, 2000, Madrid, pág. 19).

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Mientras, en Moscú, capital del socialismo en ruinas arrasada por mafias y nido exportador del crimen organizado, única sobrevivencia del pasado, los bolcheviques más obstinados habían decidido fundir leninismo y religión en un solo manojo de estulticias. Con pendones de Cristo y pancartas de Lenin se reunían dominicalmente en el Kremlin, rodeados de toda la dorada parafernalia ortodoxa, para rezarle a Cristo Lenin, o a Jesús Ulianov. El crudo y maquiavélico realismo de Fidel Castro acometió una tarea semejante. Volvió a gritar una vez más la Unión Soviética ha muerto, viva el socialismo soviético. Y poniendo manos a la obra pasó toda la década en la misma tarea, como ordenada por un Ser Supremo de talante hegeliano, que vigila y administra al espíritu del comunismo universal: el comunismo ha muerto, viva el comunismo. Por cierto, un comunismo que no tuvo jamás del comunismo clásico más que el campo de concentración y la tiranía totalitaria.
Fue la década del montaje de la contraofensiva de las mismas porfiadas y tenaces fuerzas de la barbarie travestida de materialismo dialéctico que, sin la menor consideración a los catastróficos efectos reales de la porfía rojo rojita, reagrupaba sus fuerzas en desbandada, ante un liberalismo carente de las más mínimas previsiones ante un cadáver insepulto, que creía carne podrida de perro muerto, digna de chacales. Estados Unidos creyó resuelto el conflicto ancestral entre el bien y el mal con la desaparición del mal para reiniciar el reparto como si el planeta fuera una hacienda en liquidación. Mientras se agudizaba el conflicto en el Cercano Oriente y las tribulaciones de afganos y pakistaníes daba pábulo a incursiones de paracaidistas y comandos hollywoodenses, ni una sola mención a América Latina. Lo recuerdo como si fuera hoy: uno de los últimos mensajes a la nación de George Bush hijo no contuvo una sola palabra dedicada al patio trasero. Recuerdo haber llamado casi a medianoche escandalizado a Simón Alberto Consalvi, que luego de escuchar mi descarga en silencio zanjó el disgusto con su peculiar y salomónico estilo: “Antonio, nos lo merecemos. Los latinoamericanos no nos merecemos más que el silencio de Estados Unidos”. Y no se crea que estábamos en jauja: el parrillero de Sabaneta ya nos daba vueltas en el asador. Y las gotas de grasa chisporroteaban.
Tenía absoluta razón. Por esos años existía una entidad llamada Coordinadora Democrática, coordinada por el gobernador Enrique Mendoza, en una de cuyas comisiones –nada más y nada menos que la Comisión Política Asesora, a cargo de nuestro querido Alberto Quirós Corradi –hacíamos vida una serie de intelectuales que en rigor se sentían en la política como dice la Iglesia: “In partibus infidelis”, en país de infieles. Formaban parte de ella ilustrísimos venezolanos: Cecilia Sosa Gómez, Pedro Nikken, Alejandro Armas, Adolfo Salgueiro y algunos otros que iban de vez en cuando en plan más deportivo y festival. Como Teodoro Petkoff.
Inolvidable una discusión en que en medio del ardor por definir la extraña naturaleza del régimen frente al que nos encontrábamos más que desconcertados, osé mencionar, creo que por primera vez en ese foro, el concepto de “castrocomunismo”. Teodoro montó en cólera y bufó su desprecio por categorías ultraderechistas, indignas siquiera de ser consideradas entre gente decente.
Estábamos absolutamente inermes.

3
Mientras buceábamos en nuestro naufragio intelectual, la izquierda latinoamericana avanzaba en su contraofensiva desde el Foro de Sao Paulo y ya había clavado las banderillas sobre el lomo de los Andes, en Venezuela. Sin importarle en lo más mínimo que la dictadura autocrática y militarista tuviera siquiera un asomo de marxismo leninismo, como el stajanovismo –récord de producción obtenido por trabajadores ejemplares, como Stajanov– o espíritu de sacrificio y trabajo voluntario: solo corrupción universal y a destajo, ocio garantizado y criminalidad a mansalva.
Todas esas discusiones acerca del sexo de los ángeles tenían lugar mientras el Foro de Sao Paulo llevaba una década entera preparando su ofensiva de dominio continental. Agarrados a un marxismo desfigurado hasta la caricatura, pero siempre aferrado a su única bomba de efecto inmediato: el rencor de clases, la envidia y sobre todo el odio a Estados Unidos, el antinorteamericanismo. Jurungando en las fuerzas armadas y hundiendo sus colmillos en nuestras crisis políticas endémicas, lo que le permitió iniciar la conquista de América Latina sin encontrar la menor resistencia de los partidos locales ni muchísimo menos del propio Estados Unidos, profundamente hundido en su autosatisfacción imperial. El Foro practicaba en cambio una política schmittiana pura, y se apropiaba de nuestros países sin disparar un solo tiro. El desiderátum de los grandes teóricos de la guerra. Descabezada Venezuela y dueña de sus colosales fuentes de ingreso petrolero, Cuba a través del Foro montó a Morales en Bolivia, a Correa en Ecuador, a Lula da Silva en Brasil y a Néstor Kirchner en Argentina. Daniel Ortega se hizo fuerte en Nicaragua y Honduras se libró por el coraje de su gente, atacado por todos sus flancos desde la OEA, Venezuela y Brasil. Paraguay, por las mismas causas. Por décimas de punto no conquistó México de la mano de López Obrador. Pero en cambio se hizo con el dominio de la OEA en la figura del socialista chileno José Miguel Insulza, que la puso descaradamente al servicio del hegemonismo neocastrista. Nunca antes el castrismo había logrado tal hegemonía regional. Y lo más admirable: mientras agonizaba. Al extremo de hacerse con el control de las dos naciones más importantes del subcontinente –Argentina y Brasil– e imponer el respaldo pleno o la neutralidad de los restantes países. Veremos qué sucede en Chile, mientras Venezuela entra en el limbo de las indecisiones.
Se verifica así en nuestros tristes trópicos una sangrante contradicción que nos hace merecedores del desprecio universal. Si la élite intelectual francesa de proveniencia marxista a la que se dirige Revel se refugia, ante el fracaso del socialismo real, en el abstracto reino de las utopías y se parapeta tras la barricada de las ideas, en Venezuela –y como lo demostrara y lo seguirá demostrando la gran mascarada de la OEA, en la región entera– se reafirma la vigencia del socialismo en medio de su más brutal fracaso, sobre los basurales de “miseria, injusticias y masacres” que dieran al traste con el socialismo real. Un mercachifle germano mejicano llamado Heinz Dieterich nos ha vendido la mercancía descontinuada del socialismo, al que, a pesar de su ya añeja fecha de vencimiento y el manifiesto estado de pudrición que la afecta, ha rotulado “socialismo del siglo XXI”. La pócima milagrosa.
No yace en los contenedores de Puerto Cabello, como carne podrida, leche avinagrada o medicamentos en estado de descomposición, sino en la mente añejada de unos estafadores que la han usado de coartada para robar a mansalva, reprimir en despoblado y asesinar con alevosía. O halar de las narices con promesas viles y vacuas a sus electores para seguir imponiendo sus escabechadas ideologías. No hay caso: tenía absoluta razón nuestro entrañable Simón Alberto Consalvi: solo merecemos el olvido

Nelson Bocaranda: Runrunes del 25 de marzo de 2014


RUNRUNES  EL UNIVERSAL

El Universal 25 de Marzo de 2014

 

ALTO


 

PUEBLO ARMADO VS DESARMADO: Si de algo se precia la fuerza armada de todo país es de sus unidades de inteligencia. Normalmente allí concurren las mejores mentes, los estrategas, los planificadores, los que ven “más allá” de la simple confrontación  del choque armado. No tenemos duda alguna que nuestra FANB tiene en cada uno de sus componentes hombres brillantes en este tipo de unidades. Hemos conocido algunos de ellos. Observando un significativo número de videos y fotografías y escuchando expertas opiniones concluyó en que la actual coyuntura política que vive Venezuela ha permitido que la confrontación política, la división entre los venezolanos, el desconocimiento de un solo país como política explícita patrocinada por Chávez y Maduro como máximos exponentes de la revolución socialista del Siglo XXI, se ha trasladado injusta, innecesaria y peligrosamente a una división entre la sociedad civil  -especialmente la urbana que es la gran mayoría- y los miembros que de uniforme verde salen a reprimir a quienes protestan democráticamente en reclamo de su futuro, de bienestar, de progreso. Acertamos a decir que la confrontación que tanto han alentado Chávez como Maduro entre el PSUV versus los partidos democráticos es hoy, en la mente del ciudadano de a pie una lucha violenta entre estudiantes, trabajadores y transeúntes desarmados y los niveles más bajos de nuestras FAB, es decir, el soldado, el cabo, el sargento, a quienes solo les queda el camino de acatar órdenes superiores. Esto lo consideramos no solo innecesario sino profundamente grave para un país que necesita recuperar su democracia y en ello, regresar al encuentro y el reconocimiento de todos y cada uno de sus integrantes. ¿Las instancias de inteligencia dentro de nuestras FANB habrán alertado de esta realidad a sus máximos trisoelados y ellos, a su vez, al presidente de la República?  ¿Dónde queda la responsabilidad del PSUV como partido de gobierno en todo lo que han vivido las principales ciudades del país en las últimas seis semanas?  Respondiendo franca y directamente: ¡en ninguna parte...! ¿No será que esta desviada (¿cubana?) utilización de nuestros soldados busque premeditadamente un daño irreparable a nuestra institucionalidad?  Imposible que todos, absolutamente todos los integrantes de la oficialidad de nuestras FANB y en especial aquellos que “manejan y procesan instancias de inteligencia” no vean esta realidad. Dejemos de sembrar vientos, porque no estamos ni económica ni financieramente aptos para cultivar innecesarias tempestades.

MEDIO

LA PROCESION CRÍTICA...:El Ping-Pong de preguntas  que el colega Jolguer Rodríguez hizo en El Nacional al abogado constitucionalista, miembro del PSUV, Jesús Silva R. -quien comienza definiéndose como "chavista científico y, modestia aparte, serio; se abusa mucho de la fraseología, chavista ciento por ciento, espero que Maduro siga la senda del chavismo"- le permitió al entrevistado soltar algunas verdades que al común de la dirigencia roja o les está vedado o no se atreven siquiera a considerarlas. Silva escribe con su rojo giro radical los domingos en La Razón aunque de vez en cuando insta  a sus compañeros y a la oposición a reflexionar. Muy diferente su verbo en éste diálogo.  De entrada reconoció que Chávez no violó la constitución:"Nunca asumió potestades de fiscal y juez...aunque la influencia es inevitable". Mostró profundas reservas ante la orden presidencial de allanar hogares y siente que sería mejor que la oposición participara en la conferencia de Paz con Capriles, María Corina y Aveledo. Manifestó no tener conocimiento de que existan colectivos armados pues "los barrios tienen 50 años armados", pero aceptó estas perlitas que aquí saco del texto y entrecomillo:"La política penitenciaria no ha sido exitosa. Hay que hacer un esfuerzo por humanizar las cárceles...El caso de Leopoldo debe ser revisado. Lo peor que le puede suceder a la revolución es convertirlo en mártir de la oposición... Hago un llamado para que se respeten los derechos de López y se revise la posibilidad de una amnistía para los presos políticos, incluido Simonovis...la FANB puede expresar sus simpatías pero no puede estar en algún partido...Hay una aplanadora electoral y pertenece al PSUV...CNE dejaría de ser institucional si este año no se renueva a los rectores...La Defensora del Pueblo debe defender al pueblo pero primero debe superar sus propias dudas ante la ciencia jurídica...Hay que acabar la impunidad, de lo contrario traerá el caos social y el desencanto de las masas populares. A la revolución no le conviene un estallido social".  Igualmente cuestiona que ha faltado mayor diálogo mientras medio país tiene la idea que esto es una dictadura. A la pregunta si sacaría al pueblo de la pobreza aún a riesgo de volverlo escuálido, Silva acota: "Por supuesto que sí, aunque haya burócratas corruptos y enchufados que piensen lo contrario". Otra frase: "Los Ni-Ni se dirigen a la oposición mientras el chavismo no abra las puertas del PSUV para la renovación de sus liderazgos". Cree que  viene una nueva etapa de la política venezolana entre la oposición y el chavismo. El abogado fue alguna vez asesor de la Asamblea Nacional. Hoy no. Lo achaca a que se venció el período legislativo de sus asesorados y porque no tiene tantos amigos influyentes en el chavismo. Interesante al menos para entender las variantes que se están dando, de forma abierta, dentro del chavismo. Confirma que adentro se lucha entre radicales ortodoxos que siguen creyendo que Chávez vive; los que no ven a Maduro como hijo del caudillo y no le tienen igual respeto y los que abogan por una apertura más realista ante la debacle del obligatorio pero fracasado -en todo el mundo y sus siglos- Socialismo del siglo XXI…

 

BAJO

 

MÁS CRÍTICAS: Si leemos en La Razón la columna del ex rector de la UCV Luis Fuenmayor Toro, hombre de la izquierda seria, siempre encontraremos cuestionamientos  al proceso rojo excluyente. Este domingo denunció a los grupos armados “disfrazados de pueblo”  patrocinados por el gobierno, protegidos por la impunidad, que “gozan hiriendo y asesinando venezolanos en acciones con la Guardia Nacional”. Igualmente la agresión a las universidades enfatizando las decenas que sufre la UCV. Sobre la última: “A horas del aberrante hecho hay ya tres detenidos como supuestos causantes de las acciones, las cuáles han sido atribuidas a vándalos opositores... Si las denuncias contra López y Machado son pedirle la renuncia a Maduro y llamar torturador y asesino a su gobierno, muestro mi desacuerdo con los procesos instruidos: son simple retaliaciones políticas que hablan muy mal del gobierno”. Considera inaudito que él y sus amigos sean objeto de intervención de sus correos electrónicos.  Finalmente pide la libertad del general Raúl Baduel “por quien nadie del gobierno ni de la oposición intercede. Otros tienen muchos padrinos”…