1. Por mera casualidad sintonicé el PsuVTV, el pasado lunes. Adán Chávez, anfitrión, cedía la palabra a Nicolás Maduro en un evento que el generador de caracteres identificaba: Reunión del alto mando político de la revolución. “Cadena, cadena, cadena”, gritaba la multitud congregada en el Domo bolivariano de Lara, un teatro del Estado, en la celebración del acto político del partido de gobierno. Maduro, en tono magnánimo, alzó su brazo con la misma actitud del fiscal de tránsito que aunque la luz verde sea favorable para el conductor, con su pito, impone un orden preferente: No, yo no puedo pedir cadena porque este es un acto político del PSUV y los actos políticos los pasamos en transmisión normal (sic). Solté la carcajada, dije en alta voz unas malas palabras que no voy a repetir aquí y me fui a mi estudio a escribir esta nota. Resistí la tentación de oír la intervención de quien fue presentado como el hijo de Chávez porque de manera invariable, con la excepción cada vez más frecuente en que sus gritos suben de decibeles, caigo en un sopor que me deja rendido por horas.
Transmisión normal, cavilé. ¿Pero qué entenderá Maduro por transmisión normal?
2. No nos cansamos de insistir en que eso que el señor Maduro llama impúdicamente transmisión normal es un crimen, un grave delito de corrupción. El abuso reiterado en la utilización de bienes públicos para actos proselitistas viola la Constitución, la Ley contra la Corrupción y las leyes y normativas electorales. La “transmisión normal” de Maduro es un delito, tan grave que es sancionado con pena privativa de libertad. Por su pertinencia y relevancia cito, en extenso, dos artículos muy ilustrativos. La Ley contra la Corrupción, vigente, publicada en Gaceta Oficial el 7 de abril de 2003, establece en su artículo 15, referido a “Principios para prevenir la corrupción y salvaguardar el patrimonio público”: “Los funcionarios y empleados públicos están al servicio del Estado y no de parcialidad política o económica alguna. En consecuencia, no podrán destinar el uso de los bienes públicos o los recursos que integran el patrimonio público para favorecer a partidos o proyectos políticos, o a intereses económicos particulares”.
Asimismo, en el capítulo dedicado a “Otros delitos contra el patrimonio público”, en su artículo 54 consagra: “El funcionario público que, indebidamente, en beneficio particular o para fines contrarios a los previstos en las leyes, reglamentos (…) utilice o permita que otra persona utilice bienes del patrimonio público (…) será penado con prisión de seis (6) meses a cuatro (4) años”.
¿No sabe Maduro que eso que él llama transmisión normal es un delito? ¿Tampoco lo saben los funcionarios al frente de emisoras de radio y televisión del Estado? Cuando la fiscala y la contralora se hacen de la vista gorda ¿no son cómplices, también del delito referido?
3. Solía insistir el hoy llamado “comandante galáctico” que burocracia, ineficiencia y corrupción eran el talón de Aquiles de la revolución. De la burocracia ya sabemos lo que ha ocurrido: de 12 hemos pasado a más de 30 ministerios, sin contar los denominados órganos superiores y los estados mayores de tal y cual cosa, las vicepresidencias, las ZODI, las REDI y pare de contar. De la “ineficiencia o nada” baste consultar a quienes padecen alguna enfermedad y deben acudir a un hospital público o conseguir alguna medicina. Sobre la corrupción: los venezolanos continuamos sin saber adónde fueron a parar más de 20.000 millones de dólares que, según el propio gobierno, se birlaron empresas de maletín.
En fin, que se ha naturalizado tanto la corrupción en Venezuela, incluso con delitos relativos a temas económicos que son lo que habitualmente la gente asocia a la corrupción, que a Maduro le parece “normal” que un acto del partido político del gobierno tenga tal cobertura exclusiva por un medio público. Pero no es “normal”. Es un delito.
4. No puedo concluir esta nota sobre la corrupción normal de Maduro sin mencionar que el pasado 25 de mayo los boletines oficiales del CNE sobre las elecciones de San Cristóbal y San Diego fueron olímpicamente ignorados por la televisión del Estado. Mientras se pronunciaba el representante de la Junta Regional de San Diego, el PsuVTV reseñaba un refrito de las elecciones en Ucrania. Cuando tocó el turno a la Junta Regional de San Cristóbal, el otrora canal de todos los venezolanos transmitía una película italiana.
¿Qué entiende Maduro por transmisión normal?
Corrupción normal, estilo Maduro
Óscar Lucien
El Nacional. Caracas, 6 de junio de 2014