viernes, 6 de junio de 2014

Gerardo Blyde: Quien acusa debe probar

No puede estarse en cada intervención pública sacando un bate para darle al adversario
imageRotate
 
Un viejo adagio romano señala que quien acusa debe probar. De piel demasiado sensible ha estado el gobierno nacional al reaccionar desproporcionadamente contra quienes ponen en duda los dichos y correos electrónicos que han hecho públicos como supuestas pruebas del grave delito denominado magnicidio. Quien exige respeto debe saberlo dar. No puede estarse en cada intervención pública sacando un bate y hasta una mandarria para darle al adversario con todo lo que se tiene -y lo que no se tiene- y luego hacerse el ofendido cuando, a quienes se insulta, le salen respondones.

Como miles de venezolanos, luego de tantos anuncios de que venía el lobo (es decir, la gran denuncia de magnicidio acompañada de un acervo probatorio incontrovertible) esperé pacientemente a que llegara por fin el día y la hora señalados para tal hecho. Escuché detenidamente cada palabra, vi cada supuesta prueba, escuché la lectura dramatizada de sus contenidos, interrumpida por un sinfín de comentarios, deducciones y explicaciones. Al final de las únicas cuatro preguntas que le permitieron hacer a la prensa, exclamé: "¿y esto era todo?".

Será por mi formación de abogado que no vi en lo presentado por el psiquiatra, lo que su formación psiquiátrica sí le permitió ver, decir, deducir y hasta interpretar. La primera pregunta sin respuesta hasta ahora me surgió, como a todos, escuchando la exposición: ¿cómo sabemos que los contenidos de esos correos, únicas pruebas presentadas, son ciertos?

¿Pruebas?

El presentante siempre se refirió a que las cuentas de correos eran de las personas que él decía y que podía probarlo, nunca dijo que podía probar que el contenido también lo fuera y que podía probarlo. No es suficiente con señalar que una dirección de correo electrónico pertenece a una persona; también debe ser probado que el contenido de un mensaje en específico fue redactado y enviado por esa persona.

Si a alguien lo están acusando de algo tan grave como planificar el asesinato de un presidente de la República, hay que probarlo, no inferirlo ni tanto menos deducirlo interpretando las palabras de un texto de un correo que, además, no se ha probado que haya escrito y mucho menos enviado. Señalar que esa es su dirección de correo es, cuando menos, insuficiente.

¿Vía correos?

La segunda pregunta que me hice fue: ¿es que a los que señalan como culpables de magnicidas iban a planificar semejante delito vía correos electrónicos? No he compartido con algunos de ellos sus posiciones políticas, pero no creo que ninguno sea ni capaz de planificar algo así, ni, peor aún, sea tan torpe como para hacer semejante cosa vía electrónica.

A algunos los acusaba de magnicidas solo por haber recibido un correo. Inevitable la tercera pregunta: ¿acaso recibir un correo con un determinado contenido te hace partícipe de ese contenido?, o lo que es lo mismo, ¿dónde está la manifestación de voluntad del receptor del correo donde expresa su aquiescencia o acuerdo con ese contenido?

Si recibir un correo con un determinado contenido te hace cómplice, partícipe o estar de acuerdo con ese contenido, entonces el Gobierno ha encontrado la forma más fácil de eliminar a todo aquel que se le oponga. Normalmente las direcciones de correos electrónicos son del dominio público o pueden ser fácilmente conocidas por muchos. Desde aquellos que como yo las publicamos (semanalmente al pie de esta columna), hasta los que las tienen impresas en sus tarjetas de presentación, papelería, o las colocan en las planillas de cualquier gestión pública (renovar un pasaporte) o privada (bancaria, por ejemplo) que se realice. Bastará con que el propio Gobierno o un tercero de mala fe le envié a otra persona un correo con un contenido subversivo o delictual para ser culpado, sometido al escarnio público y sentenciado como delincuente. No nos vean a todos los venezolanos la cara de tontos. Quizás lo parecemos, pero no lo somos.

Así como se lanzaron públicamente a acusar de magnicidas a varias personas -solo con unos mensajes de correos electrónicos como prueba- soy de la tesis de que si es verdad que tienen miles de pruebas más y que solo han hecho públicas el uno por ciento de lo que tienen, pues sáquenlas todas al público de una buena vez. Ya, por supuestas razones de seguridad de Estado, la Fiscal justificó que dijeran lo que dijeron y publicaran lo que publicaron. Visto está que lo que mostraron no convenció y que por no haber convencido se enfurecieron. Pues terminen de una vez con esto y muestren todo lo que probatoriamente tienen a ver si les podemos creer.

Así como anuncian golpes de Estado lentos y continuados, con esas pruebas son ustedes los que están demasiados lentos y bastante descontinuados.

gblyde@gmail.com

@GerardoBlyde


Quien acusa debe probar
Gerardo Blyde
El Universal. Caracas, 6 de junio de 2014