“¡Blanca, Blanca!”, le gritaban a la diputada tirapiedra mientras ella los medio saludaba desde lejos, copiando el estilo de Angelina Jolie frente al Kodak Center de Los Angeles, solo que la diputada Eekout lucía más apurada ante sus fans porque llegar temprano al hemiciclo le garantizaría una butaca en primera fila, donde las cámaras de VTV la pudieran mostrar aplaudiendo a rabiar la intervención más lamentable en la historia reciente venezolana, que ya es mucho decir.
Por las narices de los miserables – en su mayoría empleados públicos obligados a estar allí- fueron desfilando los miembros de la Corte Imperial en decenas de camionetas de lujo, luciendo sus privilegios sin vergüenza ninguna frente a ese país que, como la Francia de Luis XVI, se ha ido muriendo a pedacitos frente a los hospitales y los supermercados, esperando todavía que desde Miraflores les lancen un mendrugo de pan -o de harina o de leche o de inyectadoras-, sin imaginar siquiera que a partir de ese día ya ni siquiera eso obtendrán, mientras la reina María Antonieta sigue en su castillo, probándose zapatos.
Hundidos en su privilegiado Mito de la Caverna ideológico, gozando en su lujosa cueva de vida acolchada y bien provista de todo, desde donde miran un pedacito de cielo que ellos imaginan que es el verdadero cielo, los diputados, ministros y demáscelebrities del gobierno merecen que un buen paparazzi les siga los pasos más allá del Hemiciclo y la alfombra roja donde los recibieron como a nominados al Oscar, y los descubran luego frente a la mesa de un restaurante de New York despilfarrando los miles de dólares que no les pertenecen. O muertos de la risa en La Gran Muralla china, rumbeándose el dinero que le niegan a los demás. O bajándose nuevamente de sus camionetas blindadas pero esta vez frente al mejor bar de Caracas para celebrar la buena fortuna que les ha tocado vivir sin haber sudado un mililitro de una gota de sudor para lograrlo. Porque a la gigantesca y ruidosa mentada de madre que se merecen cada vez que abrimos las imágenes de su llegada al Parlamento cual estrellas de Hollywood ( Ver LA PATILLA Video exclusivo ), la segunda reacción inmediata es preguntarse ¿Dónde estaría toda esta gente de no ser por el golpe de Estado de Hugo Chávez? ¿Qué sería de su mediocre vida si no lo hubiesen ido a visitar a la cárcel de Yare? ¿Qué cargo ocuparía en cuál empresa medianamente seria? ¿Con que dinero, suyo, propio, producto de su esfuerzo, habrían podido comprar una Toyota nuevecita y además pagar chofer y guardaespaldas? O, imposible evitar el recuerdo, mandar a buscar a la nana en un avión privado para que cuide a las infantas, mientras el patrón se reúne con los pobres de la tierra quién sabe a qué.
Sin que sea precisamente santo de mi devoción, al menos Evo Morales guarda las formas. El día de su toma de posesión, repitió lo que ha dicho ya en otras oportunidades: cuando termine su período presidencial, va vender su carro para montar un restaurante. “El gran proyecto que tengo es montar un restaurante con dos alcaldes del partido que son excelentes parrilleros.. el plan es que el presidente sea mesero”. Y agregó. “Vamos a cobrar baratito la comida pero vamos a cobrar por la foto con el mandatario como mozo”. Sin contar con que Bolivia, un país sin mar ni petróleo, tiene mejores indicadores que Venezuela y nadie hace cola para comer ni curarse ni frente a la morgue.
El chiste sería saber ahora qué van a hacer luego que se vayan del poder esa cuerda de ricachones instantáneos. Con qué irán a pagar no digamos el chofer, sino el servicio del carro que, cuando se vayan, deberá costar tan caro como los gorros de piel de oso que lucieron las hermanas Maduro en su reciente viaje a Rusia y China. Y ni hablar del retiro de Nicolás, porque a diferencia de Evo Morales, cuando abandone la presidencia será pero bien difícil que alguien quiera retratarse con él.
Elizabeth Fuentes
La caravana de los sinvergüenzas del poder
KONZAPATA. Caracas, 23 de enero de 2015