sábado, 24 de enero de 2015

José Domingo Blanco Mingo: El gallo pelón en cadena

El miércoles en la noche me reí mucho con un programa de humor que pasaron ¡y en cadena nacional! Buenazos los chistes. Y ni se diga la capacidad de decir cantinfladas del comediante. Eran insólitas sus frases; muchas las he escuchado hasta el cansancio en los últimos tres lustros porque han calado tanto que los adeptos y adictos a los chistes malos de estos payasitos, luego de escucharlas, las repiten en cualquier contexto, normalmente cuando quieren escurrir el bulto y librarse de responsabilidades. A eso han quedado reducidas esas expresiones.
Pues, volviendo al tema del show del miércoles, debo reconocer que no escatimaron para propinarnos a los espectadores mucha diversión: ¡todo un espectáculo! Qué excelente manejo del sarcasmo, del cinismo, la improvisación y la ironía. Qué capacidad de decir mucho para no decir nada… qué derroche, en tiempos de austeridad forzosa. El Gallo Pelón en cadena, pues. No, perdón: ¡qué melodrama! “Aventuras de la imaginación”, con Nicolás Maduro… para coger palco.
El opening, del que sólo pudimos ser testigos tácitos gracias a la excelente descripción que hiciera el colega Edgar López en su reseña, estuvo aderezado -según cuenta López- de disfraces de próceres, patinadores repartiendo volantes, arepitas socialistas y joropo del recio cuya letra era toda una oda nacionalista -¿o tendríamos que agregarle una jota?- exhortando a los gringos para que retornen a su home; pero me pregunto ¿qué gringos? porque aquí hasta los criollitos quieren irse al “home sweet home” de los yanquis. Y la consigna que, según nos cuenta, repetían tres doñitas entusiastas: “Con harina, leche y pañales nos quieren dominar: en el cielo manda Chávez y en la tierra, Nicolás”. Para morirse de la risa, ¿o no?
El show arrancó rindiendo un tributo silencioso a la memoria de quien, pareciera, fue la única víctima del hampa -¡su hampa!- el pasado 2014. En Venezuela, durante el año que apenas acaba de culminar, no solo murió el diputado Serra. Cientos de venezolanos perdieron la vida en manos de delincuentes a los que el gobierno no termina de controlar sino, por el contrario, con los que pareciera coquetear y aupar. Me molestó, pese a la comicidad con la que había arrancado el espectáculo, lo irónico de sus comentarios. Pensé en las familias enlutadas que, también en 2014, y no con la celeridad con la que aprehendieron a los responsables del crimen del diputado Serra, todavía claman para que también se haga justicia.
Cuando estaba a punto de apagar el televisor, otra frase del comediante llamó mi atención. Maduro habló de su “tour”. Así como lo oyen: dijo tour; no gira. ¡Se delató Nicolás!, pensé. La reciente gira fue más de placer que de negocios. Total, imagino, Maduro debe justificarlo como las merecidas vacaciones navideñas para la familia ¡con todos los gastos ilimitados pagos, sin trámites Cadivi y a dólar a 6,30 como el que sólo se dispondrá -¡y que!- para comida y alimento en 2015! según contó para deleite de la audiencia. Después, minutos huecos para solo remontar al pasado. Demasiado tiempo dedicado a discurrir y atacar a los mismos de siempre. Pero bueno, se entiende: era la única manera de ganar tiempo. “La Desmemoria y Cuentos” era un trago muy amargo para Maduro porque representaba una cita con la honradez, con la honestidad y la sinceridad. Por eso, no tuvo otra opción que volver a los apátridas, a la guerra sucia, a la derecha putrefacta, a las frasecitas de siempre. Un chiste cínico tras otro, para sólo anunciar medidas sociales “fríamente calculadas”, de esas que le han dado resultado a este régimen cuando se trata de un año electoral. ¡Yo te aviso chirulí que iba a hablar en profundidad del aumento de la gasolina o de la devaluación! Esa que medio se infiere luego de escuchar su trabalenguas de la bolsa-subasta o la subasta de bolsas a la que habrá que acudir para conseguir unos dolaritos.
“¡Dios proveerá!” Dijo el comediante y no supe descifrar si la frase quedó incompleta o, en realidad, a quien invocaba por ayuda era a Diosdado. Los comunistas hablan de Dios, solo cuando Marx los pone contra la pared. En esos momentos de pánico es cuando utilizan a Dios como muletilla. Y es cuando pretenden que la gente los reciba como víctimas, así sean unos asesinos. ¿O acaso no tenemos viva la imagen del difunto presidente aferrado al crucifijo, tratando de lucir como el mártir que nunca fue? Comunista no invoca a Dios.
Luego me surgió una duda: ¿será que Maduro lo que nos ofreció fue su Memoria y Cuentos pero, la del año que viene? ¿La del 2016? Porque, al final, habló mucho para no decir nada.
La prioridad de este régimen no es la producción, es el populismo. La prioridad no fue anunciar las medidas económicas que se necesitan para resolver el problemón que se nos avecina. Aunque aplicarlas significase admitir los errores. Chávez, durante su gobierno, aplicó la doctrina Betancourt: el petróleo sobre la política. Éste que lo suplanta, pareciera no actuar distinto. Una vez más queda demostrada la incompetencia de Maduro. No es apto para el cargo y sus asesores son una pandilla de psicópatas, mediocres, resentidos y oportunistas. ¿Y la MUD? Convoca para el sábado una marcha de las ollas vacías: otro chiste en una época en la que tendríamos que ponernos serios.
Maduro, una vez más, se apegó al guión. Y su discurso, pese a lo bucólico, no queda sino para lanzarlo, una vez más, por el albañal.
 
José Domingo Blanco Mingo
El gallo pelón en cadena
El Nacional. Caracas, 24 de enero de 2015