No hizo falta cambiar los nombres, porque estos personajes son producto de mi imaginación…
Personajes: Nicodemo Pintón Diógenes Pelambre Celina De La Rosa Aristóteles Iturriza Ramsés Resfríez Secretaria Eduardo Sinsantos (El Brujo)
Todo comenzó hace algún tiempo, cuando era inevitable que continuara.
En el acompasado y tranquilo mar de una playa de Aruba, ocultos tras unos lentes de sol -para mirar sin ser pillados ”buceando” las tanguitas que les pasan al frente- se encuentran tirados en tumbonas Diógenes y Aristóteles.
Aristóteles: Hay un militar retirado que permanece preso en el piso 4 de la División de Contrainteligencia Militar. Lo único que sé, hasta ahora, es que lo detuvieron el sábado en la noche. Diógenes: ¿Ese no fue el que pasó a retiro en el 2006? Sí vale, al que le allanaron la casa en Caracas y que investigaron por conspiración contra el gobierno.
Aristóteles: ¡Ya va! Acuérdate que lo vinculan con planes de rebelión que nosotros mismos develamos en marzo.
Diógenes: Sí, pero hay otras versiones que lo relacionan con las protestas estudiantiles.
Aristóteles: ¿Pero eso qué tiene que ver con lo que vinimos a buscar aquí?
Diógenes: Tú tranquilo, que lo vinimos a resolver aquí es el asunto del alpiste blanco del pajarito muerto.
Aristóteles: Sí pana, pero ustedes son militares.
Diógenes: No importa. Al diplomático holandés ya se le sacó el billete de la petrolera.
A todas estas, en tierra firme, en los jardines del Palacio de Pocaflores, Nicodemo columpia a su amada
Celina y ésta le dice con arrumacos y cariñitos:
Celina: Nicodemo, corazón, tienes que estar pilas. Te lo he dicho un millón de veces. Diógenes lo que quiere es que todo se derrumbe para sacarte la silla.
Nicodemo: Pero, ¿hasta cuándo vas a seguir con lo mismo? Yo nunca quise ser presidente. Allá él, que viene corrompiendo su promoción desde el año 85.
Celina: Pero Nicodemo, el tipo controla todo. Y tú estás obligado a ponerlo contra la pared. Ponte serio y deja de hablar de pajaritos.
Nicodemo: Mi vida, mi batalla inconclusa, mi primera legionaria, más cuidado debo tenerle a Ramsés.
Un pajarito me dijo que está acumulando demasiado poder. Es un cacique, con mucho oro negro. Celina: Párame el columpio Nicodemo, que me quiero bajar. Además, ahorita tengo una cita con la peluquera.
Agitada, Celina salta del columpio, le da un “piquito” a Nicodemo y sale corriendo; pero, no a verse con la peluquera, sino con su místico de confianza, Eduardo Sinsantos, para que al mejor estilo de “espejito- espejito” le asegure que ella seguirá siendo “la más bonita y poderosa del reino”.
Eduardo Sinsantos: Ay, mi Celi-Celi. Qué puntual eres. Anoche tuve un sueño revelador. En mi sueño había unas elecciones y dos candidatas: tú y Gabymar, la hija del antecesor de Nicodemo que desde hace rato está recibiendo entrenamiento en Cuba. Pero, tranquila que tú te imponías. Sí veo que vamos a caer en manos militares; pero, no por mucho tiempo, porque tú vencerás a Diógenes y a todos los militares de la rebelión. Eso sí querida, tienes que aliarte con la gente de la Mum y sus opositores, para que puedas sacar a tu marido con métodos constitucionales.
Celina: ¡Eso me gusta! ¿Y cómo queda la “niña rica”, oligarca del imperio? ¿También se lanzaría? Eduardo Sinsantos: Ella formará parte de la Junta de Gobierno cuando te deslastres de tu maridito. No te preocupes que tú serás la ganadora de esa guerra sucia.
Celina, elevando las manos al cielo: ¡Amén!
Emocionada como niñita en tienda de dulce, Celina sale del consultorio de su brujo y mira el reloj. En el camino, en plena av. Urdaneta, encuentra una peluquería Sandro y decide meterse para que le den una peinadita y justificarle a Nicodemo su ausencia.
Pero, mientras Celina decide si colocarse o no las extensiones con la peluquera dominicana; Ramsés Resfríez, conocido en los altos y bajos fondos como el “Cacique”, mira desde la ventana de su emporio y piensa:
Ramsés: Unidad, lucha, batalla y victoria que se vayan por el albañal. Lo mío es el oro negro. A mí lo que me interesa es que de una vez por todas se conozca el contenido de las computadoras que desde hace años están en el centro del debate, para yo quedarme solito con todo. No pienso pactar con nadie. ¡Qué se joroben esos guerrilleros narcoterroristas!
Ramsés disfrutaba sus pensamientos, cuando la secretaria lo interrumpe y le dice:
Secretaria: Jefe, llegó el que esperaba.
Ramsés: Dígale que pase
Al despacho de Ramsés entra Eduardo Sinsantos que, emocionado a más no poder, le dice:
Eduardo Sinsantos: Mí Ramsés. Anoche tuve un sueño revelador. En mi sueño había unas elecciones y dos candidatos: tú y Gabymar, la hija del antecesor de Nicodemo que desde hace rato está recibiendo entrenamiento en Cuba. Pero, tranquilo que tú te imponías. Sí veo que vamos a caer en manos militares; pero, no por mucho tiempo, porque tú vencerás a Diógenes y a todos los militares de la rebelión…
Esta historia, tristemente, continúa.
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José Domingo Blanco (Mingo)
Novela Bolivariana
La Patilla. Caracas, 31 de julio de 2014