Como todos sabemos, en la serie de televisión Homeland, un marine (¿se podrá escribir marín?) aparece en Iraq luego de varios años desaparecido. Había estado en cautiverio, en manos de células de la resistencia a la invasión norteamericana. Recibido como un héroe, hace carrera política y llega a diputado y sigue ascendiendo. Sin embargo, una agente de la CIA sospecha que puede ser un infiltrado, y tiene razón. Luego de varios ataques terroristas, se da a la fuga y termina apareciendo en Caracas, en la Torre Confinanzas, popularmente conocida como torre de David. Allí es preso de la misma red de terroristas árabes, según la trama muy activa en nuestra capital, en uno de los apartamentos o cubículos o casas en que los invasores del edificio lo han dividido, un gigantesco barrio vertical. De la torre logra huir a la mezquita que está enfrente, etc.
Bastó que saliera al aire el capítulo que se desarrolla en la torre de David para que el gobierno protestara por un nuevo ataque mediático, que hacía ver a Caracas como lo que no era, cuando nuestra capital es, según el gobierno, una ciudad segura, amable y civilizada. Sin embargo, la Torre de David es lo que es, el epítome de estos años, de la improvisación, del atropello, de desatar lo peor de nosotros. De hablar de participación, del soberano, como expediente para justificar las mayores fechorías, cuando apoyar al gobierno se interpreta como patente de corso para cualquier desmán, arbitrariedad, guapetonería.
La torre de David es el mejor resumen de todos estos años y ahora más que nunca. Ahora es lo más visible de la ejecución de hipoteca más salvaje que presenciará la humanidad: los chinos se están cobrando. Según el gobierno, el armatoste de concreto, otrora bellísimo comienzo de una obra suntuosa, será un centro financiero que banqueros chinos instalarán en Venezuela. Por supuesto, lo esperan desocupado y pintado, para lo cual el ministro Ernesto Villegas mismo negociará con sus habitantes para que se vayan a vivir dignamente a Cúa, lo que asegura que no se van a ir por las buenas. Se ve que el ministro cuando va a los Valles del Tuy lo hace con carro y chofer, pues de lo contrario no se ve cómo cree posible convencer a una familia de irse del downtown a varios kilómetros de la capital, a horas en autobús o mediante colas galácticas para agarrar el tren en La Rinconada (ya llegar ahí es épico).
Pero Villegas no tiene otra opción, como tampoco la tiene Venezuela luego del gobierno de Chávez: se acabó la rumba y trajeron la cuenta. Ya no es posible un Aló Presidente en el piso 10 de la torre, con Chávez llegando en helicóptero, regalando neveras a todos, recomendando huertos hidropónicos en cada ¿apartamento? y prometiendo un gran centro endógeno en el piso 5. Esos reales se acabaron, porque ya no hay cómo hacer esas gracias y a la vez pagar los sueldos de millones de nuevos empleados públicos, subsidiar la comida y asegurar pasajes baratos. Ahora sólo hay real para los acreedores, entre ellos los chinos.
La Torre de David es el condensado de toda esta tragedia, el chavismo hecho edificio. Después de lustros de llamarse y creerse el nuevo Bolívar, de llegar al paroxismo de poner como meta del Estado venezolano "salvar a la raza humana", se termina entregando todo a los acreedores. Si a los chinos se les da en pago un inmueble cuyo valor es cero o quizás menos, lo más posible es que ya antes se le ha entregado todo lo que quedaba de valor. Si la Torre Confinanzas es parte del pago, y no vale nada, posible es que ya China tenga a Pdvsa y a ... , bueno, a Pdvsa; todo lo demás se lo comieron o lo dañaron.
Secretos
Nada se sabe a ciencia cierta, a no ser que Giordani publique otra carta, pues todas las transacciones correspondientes son secretas y están en chino. También son secretos, pero en portugués, los desfalcos y saqueos que el gran mercader Lula logró en su magnífica gestión, habilidad comercial tal que hasta dicen que logró obtener hipotecas sobre bienes de la República, previa reforma legal correspondiente (lo de la reforma legal es absolutamente cierto). Y como buen explotador, nos expoliaron y ahora les debemos. Para pagarles no queda nada, porque el petróleo es del Imperio Medio. Y si por agarrar así sea fallo arrebatan la Torre de David, pronto veremos vender los mojones de concreto del tren a Puerto Cabello, para ver si recuperan chatarra, aunque el tren se haya pagado varias veces.
Los vecinos de la torre deben desear con toda el alma que el plan de Villegas se concrete, pues en el gran barrio vertical no sólo viven familias, sino que también tienen su cuartel malsines sin cuento. Al Qaeda intentó poner un núcleo, pero les dio miedo una vez que vieron el sitio, muy peligroso. Prefirieron quedarse en Yemen.
@glinaresbenzo
Gustavo Linares Benzo
Homeland
El Universal. Caracas, 12 de julio de 2014