Los niveles de angustia y desesperación tienen pocos precedentes en esta sociedad. Y nadie puede mantener con algún rigor que haya señal que apunte hacia el retorno. Al contrario, la aflicción aquí está en sus inicios y, por desgracia, nos esperan tiempos mucho más aciagos y penosos.
Cuando alertamos sobre el cuadro que veíamos venir, allá a los inicios de la llamada revolución socialista del siglo XXI, no tuvieron mayor resonancia nuestras palabras.
Entonces decíamos, con base a las declaraciones que nos diera Hugo Chávez a lo largo del período 1994-98, que nos esperaba un tiempo de profunda destrucción.
En efecto, reiteradamente el ahora Comandante Eterno, señaló que venía a destruir lo existente y a crear una nueva realidad. Y para conseguirlo logró materializar una constituyente que, como cualquiera de las anteriores, declara el nacimiento de un nuevo ordenamiento político y jurídico para beneficios de otros triunfadores.
Y advino en este proceso la complicidad, voluntaria o no, de los llamados partidos tradicionales. Nada hizo el Puntofijismo por obstaculizar y menos impedir el avance del proyecto constituyente diseñado e impulsado por Hugo Chávez como representante de variados e importantes intereses.
Y hasta las propias instituciones de la cuarta República contribuyeron a su liquidación. Así nos conseguimos que la Corte Suprema de Justicia, en ponencia de la Dra. Cecilia Sosa Gómez, declara procedente el 19/01/99 la convocatoria de una Asamblea Constituyente, no contemplada en la Constitución de 1961, porque el poder constituyente está por encima del ordenamiento legal vigente. A partir de entonces todo discurre de manera expedita para lo que se comienza a nombrar como la revolución socialista del siglo XXI.
Y a lo largo de los 15 años del "proceso bolivariano" la historia es la misma. Luego de los círculos bolivarianos sigue la creación de las misiones y de esta instancia se pasa a los consejos comunales y finalmente a la Ley de las Comunas.
Esta actuación se adelanta luego del triunfo de Chávez sobre Rosales en las presidenciales del 03/12/06. Quien vote por mí vota por el socialismo, dijo el candidato que en el 2010 se declara marxista-leninista, es decir, socialista-comunista.
Y conste que desde la fundación de las misiones la revolución bolivariana se fusiona con la cubana. Desde entonces Fidel Castro y su G2 rigen la dirección suprema de este proceso. En lo sucesivo nada se hace sin ese visto bueno.
El plan es muy claro: construir instancias legales e institucionales dispuestas para apuntalar cada vez más el proyecto socialista. Conjuntamente se apela a las conexiones internacionales socialistas o no. Eso quiere decir que hoy no se enfrenta una simple revolución sino a una macolla revolucionaria que garantiza la estabilidad del socialismo del siglo XXI.
Pero ocurre que la mayor parte de los opositores acuden a la lucha electoral o a fórmulas que se identifican con lo inmediato, el ya. Se solicita, por ejemplo, la renuncia presidencial con miras a establecer un "gobierno de transición" que llamaría a una constituyente que permita promulgar una nueva constitución que deje atrás la de 1999.
¿Cómo es posible tanta ingenuidad? ¿Cuándo, cómo, dónde se ha visto una dictadura-revolución renunciando?
Se llega incluso a señalar que la situación económica es tan grave, profunda e irreversible que ya Maduro tiene que irse lo más rápido y lejano que se pueda, como única forma de garantizar su propia estabilidad físico y mental. Producido esto, se montará un gobierno transitorio encargado de desmontar el proyecto de destrucción chavista vigente hasta el presente.
Y cuando se escucha este discurso tan marcadamente vacío, no se puede menos que pensar que estamos frente a la más crasa irracionalidad y la mayor suma de emociones.
Materialmente imposible en estas condiciones hacer valer algún tipo de argumento. Se llama la atención respecto a que una dictadura-revolución no tiene límites para usar los procedimientos que haga falta para defender sus dominios, que cuenta con sinnúmero de aliados interesados en el arsenal de riquezas de este expaís y que es necesario, en consecuencia, organizar la fuerza social de manera adecuada para hacer frente a la fuerza de la destrucción.
Hemos mantenido nuestro desacuerdo con quienes proponen enfrentar la dictadura-revolución con una fuerza-violencia similar a la que exhibe. Consideramos que la verdadera y superior fuerza es la que corresponde a la sociedad, que está por encima de su fuerza bruta y que terminaría por vencerla. Es sociedad contra dictadura-revolución.
Es la inmensa mayoría convertida en actora de su propia historia. Por primera vez se hace una historia en la cual los verdaderos actores no delegan su responsabilidad en representantes o protagonistas sino que directamente asumen su responsabilidad, su hacer. Y esto es una nueva, irrebatible e inmensa historia.
Es el resultado de un Movimiento de Movimientos (MdM) que pone en acción toda una sociedad para que construya la otra historia.
Y dado que la propuesta tiene suficiente lógica y procedencia y no es fácil de rebatir, se acude al pedestre argumento: sí, es interesante pero lo malo es que ese proceso es muy largo y necesitamos sacar a Maduro ya. Y ante esto, no nos queda sino hacer silencio, replegarnos a ver si se logra alguna vez la reflexión.
Solo reiteramos que este expaís se hunde cada vez más. El Apocalipsis nos ha tomado por todos los costados. Es muy poco lo que queda en pie de cuanto fuimos. El desdibujo avanza.
La quiebra se generaliza en todos los componentes del cuadro histórico. Pero lo económico adquiere la mayor jerarquía en el terreno de lo destruido. Sabemos lo que significa el hundimiento del aparato económico capitalista y el congelamiento de un nuevo modo de producir y vivir.
Todo cuanto existe aquí hoy es la continuación por las vías destructivas de una economía que por lo menos mantenía niveles de oferta. Con el socialismo solo queda la escasez.
De allí que se levanten las voces que en forma terminante mantienen que este régimen no podrá salir de este túnel de la escasez y la no producción y que, en consecuencia, caerá.
Nosotros mantenemos que el fin de esta revolución aún no está planteado. En caso de cerco apremiante y terminante se producirá la acción salvadora del capital chino.
Su plan de ajustes podría ser tan aplastante como el de Washington pero tiene el mote de socialista y revolucionario. China podría estar ubicada en la posición del nuevo imperio dueño de la Venezuela socialista del siglo XXI. El apocalipsis chino para mantener la destrucción.
Por momentos, y ante esa realidad, caracterizada por el no querer escuchar y la búsqueda del vacío de lo inmediato, dan ganas, insistimos, de hacer un largo y tendido silencio para ver si el mismo se convierte en un arma de lucha capaz de impulsar alguna y nueva reflexión sobre el quehacer que nos espera. ¡Qué historia amigos!
@ablancomunoz
Agustín Blanco Muñoz
¿Silencio contra el Apocalipsis Maduro?
El Universal. Caracas, 4 de julio de 2014