No hay duda de que el chavismo está moribundo y en esa agonía se llevará a la tumba al socialismo del siglo XXI con todas sus imperfecciones y calamidades.
Nicolás Maduro es el sepulturero. Aplausos por eso y también por la cadena de errores que él, junto a Diosdado Cabello, otro payasito del circo chavista, cometen día tras día, desde que han gobernado si se puede llamar así, porque, ahí lo que hay es un desgobierno: caos, latrocinio y codicia, bajo la mirada cómplice de la OEA y de mandatarios latinoamericanos como Juan Manuel Santos de Colombia.
En Venezuela los opresores están tan ocupados en saquear las arcas del Estado que ignoran lo que sufre el pueblo: hambre, escasez y delincuencia auspiciada por el mismo desgobierno, que resolvió armar a la chusma para que sirviera de escudo protector que encubre sus transgresiones.
Están tan entretenidos en repartirse y ocultar la plata del pueblo en países extranjeros, que desconocen adrede que el descontento ciudadano, incluso en la base popular, ya contagió a los leales chavistas.
Maduro y su secuaz Cabello que está al acecho esperando la caída del bufón, amenazan a quienes expresan opiniones contrarias al régimen moribundo, como lo hizo contra el ex vicepresidente de Planificación Jorge Giordani, quien fue echado del cargo y al irse acusó a Maduro de no transmitir liderazgo y dar una sensación de vacío de poder. También Maduro amenazó a Héctor Navarro, exministro de Educación y Electricidad del Gobierno de Chávez, quien escribió una carta de apoyo a Giordani. Maduro habla de una “izquierda trasnochada” sin ver la viga en su propio ojo. Más arcaicas que sus ideas comunistas, estilo Castro-Cuba no existen.
Dice Maduro que la “izquierda trasnochada ataca en momentos en que el enemigo busca cortarnos la cabeza y destruirnos”. ¡Quien exige trozar esa cabezota del monstruo perverso comunista es el propio pueblo! Los venezolanos no quieren que el castrocomunismo los gobierne. Lo que padece el país suramericano es una grave traición a la patria.
Antipatriota es quien entregue el manejo del poder directa o indirectamente a extranjeros. Antipatriota es quien permita que militares de ejércitos foráneos controlen las fuerzas armadas. Antipatriota es quien encarcela a dirigentes por miedo a enfrentar una oposición útil y necesaria para que la democracia sea dinámica. Antipatriota es quien permita que sus matones asalten y asesinen al pueblo para mantenerse en el poder que usurpó.
Es inquietante que los venezolanos entren en un letargo, agotados de no ver resultados inmediatos, porque pudiese ser capitalizado por el régimen. Tal vez el mundial de fútbol disipó las manifestaciones temporalmente. Los venezolanos no deben dejar a sus jóvenes solos y es necesario que vuelvan a las calles pacíficamente para exigir cambio en el poder. Solo el pueblo tiene la fuerza para hacerlo.
Las amenazas de Maduro son un acto desesperado ante el sepulcro cercano del chavismo y el socialismo del siglo XXI. Si la historia hará un juicio será contra esos falsos libertadores que deberán ser juzgados no solo por traición a la patria, sino por fraude, narcotráfico y múltiples homicidios.
Raúl Benoit
Amenazas de un antipatriota
Diario Las Américas. Miami, 30 de junio de 2014