El primer aniversario de Nicolás Maduro
ANDRÉS OPPENHEIMER
El Nuevo Herald. Miami, 20 de abril de 2014
Ahora que el presidente venezolano Nicolás Maduro ha cumplido su primer año en el poder, es un buen momento para hacer una evaluación desapasionada de lo que ha pasado en Venezuela desde que asumió la presidencia el 19 de abril de 2013, y tratar de anticipar lo que vendrá.
Veamos los hechos concretos:
• El índice anual de inflación de Venezuela ha aumentado desde el 27.6 por ciento en 2012 hasta el 56.7 por ciento —el más alto del mundo— en 2013, según las cifras oficiales del Banco Central de Venezuela. La inflación ha aumentado más, hasta el 57.3 por ciento, en febrero de este año, según el ente emisor.
La previsión de inflación anual del FMI calcula que el índice subirá al 75 por ciento a fines de este año, según el director de la división del Hemisferio Occidental de esa institución, Alejandro Werner.
• La economía venezolana creció sólo un 0.7 por ciento en 2013 —el índice de crecimiento más bajo de Latinoamérica— y se calcula que se contraerá un 0.5 por ciento en 2014, según el Banco Mundial. Una vez más Venezuela será el país latinoamericano de peor desempeño este año, según los cálculos de esa institución multilateral.
• La escasez de alimentos ha aumentado desde el 15.9 por ciento de alimentos esenciales en 2012 hasta un 35.2 por ciento en 2013, según un estudio de Datanalisis publicado por el diario venezolano El Universal el 17 de marzo. En los primeros dos meses de 2014, la escasez de alimentos ha aumentado al 47.7 por ciento de los alimentos esenciales, según el informe.
Entre otros alimentos esenciales, hay escasez de leche, queso, harina, azúcar, carne, pollo, papel higiénico y otros productos sujetos a los controles de precio del gobierno. Desde primera hora de la mañana, muchos venezolanos tienen que formar largas filas en las afueras de los supermercados que disponen de esos productos.
• El índice de homicidios de Venezuela aumentó de 73 muertes por cada 100,000 habitantes en 2012 hasta 79 muertes por cada 100,000 personas en 2013, según el Observatorio Venezolano de Violencia (OVV), un grupo independiente. En ausencia de cifras oficiales confiables, con los datos del OVV se estima que la tasa de homicidios se ha cuadruplicado desde hace 15 años cuando el fallecido presidente Hugo Chávez asumió la presidencia.
• La violencia política ha dejado un saldo de 41 muertes y cientos de heridos desde que comenzaron las protestas estudiantiles contra Maduro el 12 de febrero, según cifras oficiales.
El gobierno de Maduro ha aumentado la represión, los arrestos arbitrarios, la censura a los medios y otras violaciones de las libertades básicas, según grupos internacionales de defensa de los derechos humanos. Las fuerzas del gobierno “han empleado una fuerza excesiva e ilegal contra los manifestantes”, incluyendo “golpizas a los detenidos y disparos contra multitudes de personas desarmadas”, dijo Human Rights Watch. El gobierno de Maduro también sacó del aire al canal internacional de Colombia NTN24, y ha amenazado con censurar Twitter y cerrar CNN en el país.
• Maduro dice que es víctima de una conspiración del “imperio” para asesinarlo, derrocar a su gobierno y apoderarse del petróleo venezolano, pero nunca ha dado pruebas concretas de la presunta conspiración de Washington. Los opositores dicen que Maduro, al igual que Chávez antes que él, inventan supuestas conspiraciones a diario para justificar sus abusos de poder.
Mi opinión: el mayor problema de Venezuela —y la clave para resolver su actual crisis política— es el tema no resuelto de la legitimidad de Maduro.
Maduro fue proclamado presidente por apenas un 1.4 por ciento del voto tras un cuestionado proceso electoral en 2013, en que no permitió un tribunal electoral independiente, ni observadores internacionales que no fueran de países amigos, ni igual tiempo de televisión para su rival. Si las elecciones venezolanas hubieran sido más creíbles, gran parte del actual derramamiento de sangre podría haberse evitado.
Ahora, con la economía en ruinas, Maduro se encuentra en un aprieto. El FMI y la mayoría de los economistas coinciden en que ningún país puede mantener durante varios años índices de inflación de más del 50 por ciento sin caer en la hiperinflación, o adoptar medidas de austeridad draconianas que logren bajar la inflación.
En otras palabras, Maduro está ante la alternativa de encaminarse hacia la hiperinflación, que usualmente lleva al caos político y a revoluciones, o adoptar un paquete de austeridad como los que recomienda el FMI, lo que significaría desmantelar su “revolución socialista” en Venezuela.
Por su propio bien, Maduro debería aprovechar el actual diálogo con la oposición —supervisado por el Vaticano y la UNASUR— y crear un tribunal electoral neutral que sea creíble para todos los sectores, que se encargue de supervisar las próximas elecciones. Esa es la clave para devolverle a Venezuela un poco de paz social, y de esperanza.