sábado, 31 de enero de 2015

Raúl Benoit: Una buena dosis de patria

Prohibir la visita de dos ex presidentes latinoamericanos al opositor Leopoldo López, recluido en una prisión, fue un error táctico y estratégico. Al hacerlo, el gobierno de Venezuela sumó esa decisión a una cadena de equivocaciones vitales en política, diplomacia y economía.
El socialismo no necesariamente debe ser opresor y bravucón, aunque esa estrategia la usan ciertos gobiernos totalitarios en medio de la ansiedad para aferrarse al poder. Deberían seguir el ejemplo de algunos socialistas europeos que fueron y son maestros en gobernar sin ser absolutistas y tuvieron éxito.  
Aunque para los chavistas lo que le “dieron” a Andrés Pastrana, ex presidente de Colombia y a Sebastián Piñera de Chile, fue una “dosis de patria”, lo que realmente consiguieron con ese acto es avivar las dudas, revalidando lo que la oposición repite: En Venezuela hay un gobierno con marcado tinte dictatorial.
Además de que la frase “dosis de patria” suena arrogante, frente a la comunidad internacional fue un acto torpe y de total ausencia de tacto diplomático y político. La dignidad presidencial en el mundo entero debe seguir siendo respetada y los dos visitantes no son bandidos para tratarlos como tal. Impedir su visita deja una pésima imagen internacional, fortalece a la oposición y caldea al pueblo.
Si quieren defender un gobierno y mostrarlo democrático, no solo hay que serlo sino parecerlo. Si ganaron las elecciones por voto popular, tienen que gobernar para todos: los chavistas, los opositores y preferencialmente para la gente sin partido, porque ese es el caudal del gobernante: servir a la nación entera.
Ahora, respecto a la intervención del gobierno en la visita a un prisionero, dejando a un lado cómo lo perciben las partes, preso político o terrorista, la verdad es que se le violó el derecho constitucional a Leopoldo López, al impedir que los ex presidentes ingresaran a la cárcel de Ramo Verde.
Por otra parte, vale recordar, que la independencia de los poderes públicos es el principio básico de la democracia. Montesquieu enseñó que ningún poder público debe tener preeminencia sobre los otros si se desea promover de manera efectiva la libertad en un Estado. Si no lo hacen se ven como una dictadura totalitaria.
No siempre la oposición corroe un régimen. No son enemigos quienes en las tribunas denuncian los errores del presidente de turno. Es la manera como se gobierna y cómo se pierde la confianza del pueblo y eso, sin lugar a dudas, es lo que está pasando en Venezuela, cuando el presidente Nicolás Maduro pareciera no tener una solución a los problemas de escasez de alimentos y recurre como creyente confundido a la voluntad de Dios.
Dios provee si el gobierno hace lo que le corresponde y me parece que cargarle a Él el gran peso del error del manejo económico y al pueblo castigarlo con carestía, es injusto para todos. Por otra parte, creer que hay una “guerra económica” planeada a través de un complot empresarial, es delirante. Las milicias obreras y comunales, fundadas por el propio gobierno, los civiles armados motorizados, más los escuadrones policiales y militares al servicio del régimen, podrían descubrir dónde estarían escondiendo los alimentos los empresarios supuestamente conspiradores, como lo señala Maduro.
Los acusados alegan que no hay confabulación, explican que sencillamente no pueden producir a pérdida, frente a la regulación de precios del gobierno.
La primera medida que debe tomar Maduro es convocar, con una buena dosis de patria, a un consejo de expertos en economía (incluyendo a los empresarios e industriales) que diseñe un plan de emergencia, independiente y ajeno a la querellas políticas e ideológicas. En Venezuela ahora lo que importa es la necesidad evidente que tiene el pueblo de alimentarse.
Todos conocemos la leyenda bíblica de las épocas de vacas flacas. Los árabes históricamente le temen y por eso no regalan su fortuna, la guardan para enfrentar tiempos difíciles. Venezuela, en cambio, muy caritativa nación, derrochó el dinero del pueblo, apoyando a ciertos países aliados de América Latina, que muy probablemente le darán la espalda al chavismo, como evidentemente lo está haciendo Cuba. Frente a los bajos precios del petróleo en el mundo, Venezuela enfrenta una dura realidad.
Otro elemento grave que surgió y el cual he denunciado en el pasado, son las acusaciones sobre narcotráfico contra Diosdado Cabello, presidente de la Asamblea Nacional. Cuando la justicia gringa lo dice, hay que tomarlo muy en serio. En un gobierno democrático y de poderes independientes, se investigarían seriamente esas imputaciones.
Así como va el país, de castaño a oscuro pronto pasará al negro más negro y bajo ese panorama sombrío, será muy complicado conservar el poder, a menos que apliquen una verdadera y sincera dosis de patria.

Raúl Benoit
Una buena dosis de patria
Diario Las Américas. Miami, 31 de enero de 2015