N o voy a discutir con nadie la tesis de que este gobierno es pura pajita. Si hacemos un recuento somero tenemos que, desde la original propuesta de los gallineros verticales y la moneda local, la promesa (¡por este puñado de cruces!) de construir al término de la distancia fábricas de helicópteros, satélites, tractores, pañales, bicicletas, trompos, yakis y automóviles, el anuncio de la construcción del segundo puente sobre el lago de Maracaibo, hasta la oferta de los modernos hospitales como parte de la saga del hoy esmirriado Barrio Adentro, no nos quedaría más que asegurar que este gobierno es puro gamelote. Si no se convence, hagamos un ejercicio con papel y lápiz. Escribamos en dos columnas, las promesas hechas y las obras concluidas, al final la asimetría va a ser tan grande que tendríamos que engrapar otra hoja para continuar enumerando los incumplimientos.
Pero, aunque usted no lo crea, hay algo en lo que han sido muy buenos: en cambiar los nombres de las cosas. Claro, al no poder transformar la realidad con hechos, porque esta se comporta como un cuero seco, se han dedicado a transformarla a nivel semántico que es menos difícil y amerita menos capacidades. Y no me refiero a las promesas incumplidas ya que, si bien estas son verbalizaciones que auguraron cambios a futuro que nunca se dieron, tal embarque obedeció más a razones de incapacidad e ineptitud y no a malabarismos lingüísticos para hacer creer que se crean nuevas realidades.
Este último recurso si bien entra en la categoría de "Pajita", es de un tenor diferente al primero.
Desde sus comienzos la "Revolución Bonita" llevó adelante esa práctica. Lo primero fue pretender que el país iba a ser más bolivariano porque se le cambió el nombre, por supuesto esa fue la primera gran torta.
Después echaron mano de la palabra "Dignificados" para referirse a los damnificados por la tragedia de Vargas, eso no solucionó nada, pero dio esperanzas que hoy todavía no se concretan. Luego vino la expresión "Escuálidos" para referirse a los opositores y lo peor es que este sector la aceptó como suya.
Se usó "Niños de la Patria" para referirse a los chamos de la calle, lo que enterneció a más de un comeflor. A la injerencia militar en asuntos civiles y su partidización la llamaron "Unión Cívico-Militar", sin pensar que al final los términos se invertirían y hoy tenemos la verde consecuencia. Ni hablar del fulano "Diálogo de Saberes" para minimizar la autoridad de la ciencia y aupar la mediocridad. Al calco del régimen cubano lo llamaron "Socialismo del Siglo XXI" y todavía queda algún ingenuo por allí jurando que este proceso es inédito. Ahora llaman "Guerra Económica" a la incapacidad del gobierno en esta materia, y hay algunos caídos de la mata que creen que la están ganando. Por si fuera poco a los repugnantes sapos de siempre los bautizaron como "Patriotas Cooperantes", y no falta quien pregunte dónde se inscribe para contribuir con "el proceso". Pura pajita, es cierto, pero siempre habrá alguien que la coma.
Tulio Ramírez
Pura pajita
Tal Cual. Caracas, 8 de septiembre de 2014