martes, 12 de agosto de 2014

Iván Simonovis: El Prisionero Rojo

Luego de ser condenado a 30 años de cárcel y tras años de prisión, decidí que mi historia debía ser contada para que se supiera la verdad sobre mi caso, así que tomé un lápiz, una servilleta y comencé a escribir mi autobiografía “EL PRISIONERO ROJO”.

Desde mi anterior celda en el SEBIN, narro con detalles como fui perseguido, detenido, enjuiciado y condenado sin pruebas, mostrando evidencias, hecho que quedó demostrado con la confesión del ex magistrado del TSJ, Eladio Aponte Aponte, quien hoy es prófugo de la misma "justicia roja" que él ayudó a construir.

Espero que los capítulos del libro, especialmente los relacionados al juicio, sean analizados en foros y diferentes facultades de derecho para que los futuros abogados, jueces y fiscales de la nación aprendan a como no debe ser usada la ley e inclinar la balanza hacia la injusticia.

Asdrúbal Aguiar Aranguren, fue el orador de orden en el acto de presentación de mi libro y quisiera compartir con ustedes algunos extractos de sus emotivas palabras:

“El país - que es mucho más que el Estado, ese que a partir de 1999 otra vez muta en prisión de la ciudadanía - hoy recibe de las manos limpias de otra de las víctimas de éste, Iván Simonovis, un libro testimonial, El prisionero rojo…

A partir de 1999 y de manos de quienes se dicen seguidores de El Libertador, se instala en Venezuela la mentira, como política de Estado, y eso explica – más allá de las traiciones o patadas históricas que conoce nuestro pueblo y sus víctimas – lo ominoso e inhumano in extremis del caso Simonovis, contrario a las leyes de la Humanidad.

Chávez, lo digo en mi prólogo del libro de Iván, una vez muerto deja tras de sí un régimen pasional que emula el proceder de las sectas, una legión de presos políticos y de condenados al ostracismo, la muerte civil de los disidentes, un país con los ánimos encrespados, pero sobre todo nos traslada como heredad social una Torre de Babel. He aquí lo relevante.

Hablamos todos el mismo idioma que a todos nos aporta la civilización hispano-romana que rige entre nosotros durante 300 años y que éste, el propio Chávez, desprecia y reduce a otra de 200 años magros, con afán de pionero; pero no obstante, de manos ajenas y extranjeras, creando una hegemonía comunicacional, se ocupa de que las mismas palabras en español y de uso corriente dentro de la política y la moral acusen significados distintos para unos y para otros, para quienes lo siguen o quienes lo adversan. No le preocupa a él y menos a sus sucesores el diálogo entre razonantes quienes se entiendan sobre un piso común, pues le tiene pánico, por ser la fuente cierta de la democracia.

El sentido cabal de la justicia, que es precisa en sus formas y en el fondo, cuyas palabras son indelebles y acotadas, resulta en un imposible. Y por lo visto no hay traductores a la orden, quienes sirvan para resolver el complicado entuerto planteado por esa inevitabilidad del “diálogo de sordos” y del desprecio constante por la verdad, que es sojuzgamiento de la dignidad inmanente de la persona.

Por obra de ese “credo” del mal absoluto, instalado en el eje de los poderes públicos de Venezuela, los juicios éticos o sobre los asuntos del Estado y hasta la Justicia administrada – bajo control de novísimos “jueces del horror” se tornan parciales o confusos. Los corruptos no son corruptos y quienes bañaron a la república de sangre persiguen como criminales a sus víctimas. Lo justo y lo injusto, la inocencia o la culpabilidad, no dicen lo mismo para unos y para otros, menos para quienes aún le sirven – ya muerto - al último rezago de nuestro caudillismo genético y su historia de traiciones…

¡Y es que cabe puntualizar que Así habló Zaratustra, de Nietzsche, es el libro de oraciones que predica la muerte de Dios y en el que reza Chávez hasta cuando decide morir lejos de sus gobernados, hombres inferiores para él, apenas eslabones entre los animales y el “super hombre” que promete crear con su revolución! Es la misma trama, base de la filosofía totalitaria, tributaria de la mentira, del menosprecio por la realidad racional y prometedora del hombre perfectible. De allí que aparezcan tras estos regímenes jueces quienes cantan la verdad tardíamente, sólo en la hora de la cobardía; como el juez Eladio Aponte Aponte, cabeza penal del Tribunal Supremo, quien admite haber ordenado la condena de hombres y mujeres inocentes como Simonovis cuando la hidra de sus cómplices también lo amenaza devorar.

¡Es que asimismo el engaño es la madre de la corrupción y la fuente donde se relajan los resortes morales de una sociedad, enfermando! Tanto es así que el ex Fiscal General y flamante embajador, Julián Isaías Rodríguez Díaz, sin remordimientos, ufano, declara recién desde Roma, ser conocedor y autor junto al Presidente Chávez del riesgo que concluye con la Masacre de Miraflores…

Concluyo mis palabras abrazando desde la distancia a Iván, en la cercanía del afecto familiar que nos amarra – ambos somos Aranguren; y a Ustedes les dejo las palabras que le escuché al Padre Jorge, hoy Su Santidad Francisco, mientras enseñaba en Buenos Aires: Vivimos y hemos de superar esta época de pensamiento débil, hecho de sentidos fragmentarios, parciales y desarraigados. Se ha roto y hemos de reconstruir la relación entre el hombre y su espacio vital, vacío, que es el no lugar que sufren nuestros hijos con espíritu de inmigrantes. Ello, no lo olvidemos, ha sido la obra de un déficit de memoria y de tradición que cabe resolver. ”

Librería El Buscón, Las Mercedes, 22 de noviembre de 2013.

Iván Simonovis
El Prisionero Rojo
Diario Las Américas. Miami, 12 de agosto de 2014