El señor Maduro viene anunciando que llevará a cabo una “sacudida completa” de su (des)gobierno, que incluiría a todos los mecanismos gubernamentales, de trabajo, de consulta, de toma de decisiones, de todo absolutamente todo... Pero en ese anuncio faltarían muchos elementos para completar la sacudida completa, empezando por él mismo, el propio señor Maduro, quien no se cansa de ofrecer demostraciones de su extraordinaria incapacidad.
Y no se trata de una especulación interesada de un crítico convencido, sino del parecer que comparten y hasta escriben y publican los hasta ayer “maestros” reconocidos por Maduro, comenzando, desde luego, por el exministro y exmaestro Giordani. ¿Qué sentido puede tener eso de la “sacudida completa” si la misma no incluye al agente central del megadesastre que suscita la sacudida?
En opinión de versados analistas, el tema de la sacudida como antesala del Congreso del PSUV, hace las veces de una gran piñata burocrática, es decir, de la promesa de cargos disponibles y negociables a cambio, claro está, de lealtades estatutarias. Así, Maduro juntaría el hambre con las ganas de comer, y el evento pesuvista se convertiría en una gran taquilla donde Maduro y los suyos, parten, reparten y se llevan la mejor parte. Lo cual indicaría, no faltaba más, que la influencia de los Castro Ruz está más envolvente que nunca.
Otros consideran que, aparte de todo lo anterior, también existe la presión real de cambiar algunos aspectos o desempeños, a ver si es posible seguir corriendo las arrugas hasta que un súbito aumento de los precios del petróleo logre oxigenar el sofoco de la realidad venezolana, sobre todo en lo económico. Tal consideración es posible, más por extrema necesidad que por alguna razón sustantiva, pero también es muy difícil que la causa principal de la megacrisis, la hegemonía roja, de pronto se convierta en su solución principal.
Remover a tal o cual jerarca, traer a tal o cual asesor, formular tal o cual promesa, maquillar tal o cual política o tal o cual organigrama, no serviría de nada en la medida que la estructura de la llamada “revolución” mantenga su carácter despótico y depredador. Y si dejara de ser despótica y depredadora, dejaría de ser la “revolución bolivarista”. Entonces, lógicamente hablando, la trampa no tiene salida desde sí misma.
El predecesor se las traía con las artes de proyectar relanzamientos. Pero el sucesor no. Claro que no se puede subestimar la falta de escrúpulos de los hermanos Castro Ruz, pero tampoco se puede ocultar la profundidad y extensión de la crisis que asola Venezuela. Tan es así, que 80% de los venezolanos aprecia que estamos mal y vamos mal, o acaso peor. Y ello no es cualquier cosa en el reino de la hegemonía comunicacional.
Una gran parte del país quiere una sacudida completa del opresivo presente. Pero eso pasa por superar la hegemonía que impera y abrir etapas distintas que permitan la reconstrucción de la república, del Estado, de la democracia y también de la convivencia social y las relaciones económicas. Nada de ello tiene posibilidades efectivas de suceder en el continuismo. Y buscando asegurar ese continuismo es que Maduro trompetea lo de la “sacudida completa”, que ni es sacudida ni mucho menos completa.
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Fernando Luis Egaña
La sacudida completa
El Nacional. Caracas, 5 de julio de 2014