Después de tres largas audiencias preliminares, la jueza Adriana López decidió someter a juicio al dirigente opositor venezolano Leopoldo López, encarcelado desde el 18 de febrero tras protestar pacíficamente contra el régimen de Nicolás Maduro.El líder opositor deberá seguir tras las rejas hasta el día del juicio, en el que podría ser sentenciado a 10 años de cárcel, bajo la acusación de haber instigado a cometer actos violentos en una protesta llevada a cabo el 12 de febrero en Caracas.
El Departamento de Estado de Estados Unidos expresó el jueves pasado que la decisión de enjuiciar a López es perjudicial para las conversaciones entre el gobierno y la oposición. La Casa Blanca ha apostado por el diálogo entre Maduro y los opositores con la creencia de que puede conducir a un alivio de la crisis política en Venezuela. Pero todo indica que el régimen chavista ha usado las conversaciones como un medio de darle largas al asunto y desviar la atención de los verdaderos problemas que azotan al país sudamericano.
El alto índice de crímenes, la escasez de productos básicos, la inflación, el retroceso en materia de libertades, la persecución contra los medios informativos, la corrupción y la represión contra los que disienten son los problemas reales que encara Venezuela, los males que han causado que la gente se haya lanzado a la calle a protestar.
Mientras en el Capitolio de Washington se ha aprobado un proyecto de ley destinado a sancionar a los funcionarios chavistas implicados en la represión, el Departamento de Estado da un paso positivo al salir en defensa de López. Pero no es suficiente. Debe adoptar una postura más enérgica y exigir la liberación del dirigente opositor.
Desde la prisión, López no ha cejado en su valeroso enfrentamiento con el régimen venezolano y aseguró que el pueblo logrará “la derrota de la dictadura por el camino popular, democrático y constitucional”. No hace ningún llamamiento a la violencia, sino que busca el cambio por la vía pacífica.
Enjuiciar a un líder que se opone al gobierno dentro de la palestra democrática es una injusticia. También es un atropello que López esté preso desde principios de febrero por un presunto delito que no se le ha probado, y que todavía ni siquiera se le haya hecho juicio. La solución justa a su caso es ponerlo en libertad ahora mismo.
EN NUESTRA OPINION: Leopoldo López debe salir en libertad
El Nuevo Herald
Miami, 8 de junio de 2014