Si algo he aprendido en más de 25 años de actividad periodística es que la realidad supera la ficción en muchas ocasiones, pero también que los acontecimientos son casi siempre más aburridos de lo que se nos presentan en la películas.
He reflexionado sobre ellos porque escuchando a Nicolás Maduro, Diosdado Cabello y Jorge Rodríguez da la sensación de que la vivimos no ya en el Show de Truman, sino en un filme de espías al estilo James Bond. Acusaciones de magnicidio, conspiraciones, envenenamientos, golpes de Estado, envíos de armas… Cualquier disparatada idea vale para defender lo indefendible, para ahuyentar la más mínima crítica, para alejar la posibilidad de que el país pueda ser gobernado por alguien que no esté tocado por el dedo divino de Hugo Chávez.
Por el hecho de elaborar una información basada en el testimonio del exescolta de Diosdado Cabello, Leamsy Salazar, en la que se afirmaba que Hugo Chávez habría muerto el 30 de diciembre de 2012 en Cuba y no el 5 de marzo de 2013, DIARIO LAS AMÉRICAS, y su propietario, Nelson Mezerhane, se han transformado en el epicentro de un terremoto conspirativo para acabar con el régimen de Maduro.
“Miami y los Estados Unidos se han convertido en un refugio de ladrones”, vociferaba Jorge Rodríguez. Sin duda, el alcalde de Caracas estaba manifestando un deseo pero es poco creíble pensar en que todos los venezolanos que han llegado al sur de la Florida sean delincuentes y prófugos de la ¿justicia? bolivariana. Más bien son perseguidos políticos y familias honradas que buscan una oportunidad para prosperar y tener una vida digna. Qué curioso que estos argumentos de satanizar a los exiliados sean los mismos utilizados por el castrismo años atrás.
Si el primer exabrupto era una película de policías y ladrones con las víctimas convertidas en verdugos y viceversa. La segunda se puede enmarcar en el terreno de la fantasía y el humor. Para los deslenguados chavistas, Nelson Mezernane es un "ladrón que robó incluso a los empleados de su planta televisiva de Globovision (…) y trató de robarse el teleférico y los terrenos municipales entre la Avenida Andrés Bello y la Avenida libertador [en Caracas]”.
Me provoca una carcajada imaginar a Mezerhane corriendo por Caracas con un teleférico al hombro y a la Guardia Nacional persiguiéndole. Pero en seguida recuerdo la realidad de un envalentonado Hugo Chávez expropiando a diestra y siniestra dentro de su locura megalómana.
Diosdado Cabello, por su parte, parece que desayunó esta semana con Citizen Kane de Orson Wells. “A los señores del [diario español] ABC, DIARIO LAS AMÉRICAS y [el diario venezolano] Tal Cual, deben demostrar todo lo que están diciendo, sino quedarán como lo que son, falsos”. Siento contradecirlo porque quien tendrá que demostrar que no es el capo del Cartel de los Soles es el propio Cabello después de que un estrecho colaborador suyo le ha acusado directamente.
No se trata de deformar los acontecimientos para ofrecer al público una película que puede llegar a ser tan disparatada como para afirmar que a Chávez le inocularon un cáncer desde las entrañas del “imperio”. La realidad es mucho más sencilla. Señores Maduro, Cabello y Rodríguez, dicen que la mentira tiene las patas muy cortas. Ustedes ya han llegado demasiado lejos.
Manuel Aguilera
La película chavista
Diario Las Américas. Miami, 7 de febrero de 2015