Todo está perfectamente calculado: la inseguridad, el desabastecimiento y la inflación son políticas de Estado para promover oleadas de emigración. Miles de ciudadanos que sobreviven a los secuestros y son robados bajo amenazas, quedan psicológicamente predispuestos a irse a cualquier parte del mundo donde haya un mínimo de seguridad; las parejas jóvenes, que además no encuentran ni leche ni pañales para sus niños, no quieren verlos crecer en un país así. No hay calidad de vida ni futuro. Mucho menos para los profesionales recién graduados. El gobierno quiere acabar bajo la represión y el miedo con un pueblo respondón que no se resigna a la ruina de una Venezuela a la que soñaban próspera. El desempleo y la pobreza son lo único que crece, junto a la natalidad, por falta de píldoras anticonceptivas. Sino es el fin del mundo seguimos descendiendo y eso que todavía no hemos tocado suelo. Al gobierno de Maduro no se le ocurrió otra cosa que sacar a un civil como Rafael Ramírez, que anunciaba unas supuestas medidas para “palear” la desastrosa economía y designar al general de brigada Marco Torres, que solo ha pasado por la Academia Militar, como vicepresidente del Aérea Económica, que sabe lo mismo que yo -que no se nada- sobre política macroeconómica y así evitar la toma de decisiones para mantenernos a la deriva. No fue un sacudón sino un frenazo. El momento de apretar el acelerador no lo puede garantizar sino un cambio de gobierno, pero tenemos la terrible sensación de que la actual dirigencia opositora, representada en la MUD, no va a despertar las conciencias cívicas acorraladas. Protestamos, pero lo peor de todo es que poco o nada podremos hacer para remediar o al menos suavizar la situación, porque estamos metidos dentro de un cruel engranaje, y ya nadie puede salvarse solo. El “sálvese quien pueda” es un grito viejo que ya no tiene valor alguno. O el paracaídas se abre para todos, o todos nos pegamos el tortazo en el suelo. Así como destruyeron deliberadamente la economía y la producción pretenden también aniquilar el espíritu de resistencia y la aspiración libertaria. Las palabras del ministro Tarek el Aissami cuando aseguro que “mientras más pobreza, hay más lealtad a la revolución” devela el plan diabólico de dominación, no solo del comportamiento público sino de las conciencias y los sueños de los ciudadanos. Quieren convertirnos en huele pegas que harán cola para inhalar las ideas fundamentalistas del socialismo del siglo XXI y así facilitar los controles. Mientras tanto las aspiraciones se están reduciendo atener lo necesario para comer cada día y huir cuando se pueda. ¡Como en Cuba!
Tic tac
Aberrante: miembros del G2 cubano son los encargados de hacer seguimiento a los refugiados y opositores venezolanos en Colombia con el propósito de deportarlos. La sumisión del presidente Santos con la dictadura cubana, en pro del proceso de paz con las narco guerrillas de las FARC que se adelanta en La Habana, nos ha mostrado su carácter despreciable e inhumano al entregar a opositores venezolanos a sabiendas de que en el Sebin se practica la tortura con los estudiantes detenidos y se violan los derechos humanos.
Marianella Salazar
Caída en picada
El Nacional, 10 de septiembre de 2014